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¿Qué pasa en el proceso venezolano?

¿Qué pasa en el proceso venezolano?

Por:

Carlos Cordero (Justicia Global en la radio)

Entrevista a Simón Rodríguez Porras de la Unidad Socialista de Izquierda

venezuela control obrero planta de reciclajeCarlos Cordero: Compañero Simón, tenemos una trayectoria de varios años trabajando y siempre hemos compartido nuestros análisis y experiencias de organización, ustedes desde Venezuela y nosotros desde Santo Domingo. Desde acá, desde Justicia Global, hemos observado con mucho interés los procesos políticos de nuestra América en los últimos años, en particular el proceso de Venezuela. Recientemente hay mucha crítica al Comandante desde la izquierda. ¿Qué pasa por allá?

Simón Rodríguez Porras: Lo que está ocurriendo es que el gobierno de Chávez tiene por lo menos cuatro años virando a la derecha y apostando a la normalización de sus relaciones con la burguesía, y hay un sector de la izquierda que denuncia esta política, en aras de defender el proceso revolucionario.

El presidente Chávez llegó al poder en 1998 capitalizando la profunda crisis que se abrió con la insurgencia popular del Caracazo, en febrero de 1989, y que la vieja clase política fue incapaz de liquidar en la década de los noventa. Sin tener un programa revolucionario, sin embargo era una figura ajena a esa clase política odiada por el pueblo venezolano. Por eso millones de personas depositaron en ese liderazgo la esperanza de que las enormes desigualdades y la corrupción que azotaban al país fueran superadas. Mientras tanto, el empresariado que se enriqueció haciendo negocios con el petroestado durante los años de Acción Democrática y Copei, Fedecámaras, así como la Iglesia y los militares reaccionarios, estaban alarmados ante la posibilidad de que el proceso popular empezara a poner en jaque directamente su posición de poder dentro de nuestra sociedad, y trataron de cooptar a Chávez, con la mediación de sectores burgueses del propio gobierno, representados principalmente por Luis Miquelena. Al fracasar, vienen los lock-outs patronales y el golpe en 2002.

Luego de que la movilización popular derrotara el golpe de estado fascista de 2002 y el sabotaje petrolero, Chávez avanzó hacia una posición de mayor independencia política respecto de los EEUU. Hoy en día no estamos en la misma situación de los años 2001-2004, el gobierno ha avanzado en los pactos con la derecha y la burguesía, constantemente tiende puentes al gobierno de Obama, ya no se apoya en la movilización popular, ni toma medidas progresivas, e incluso las conquistas sociales y democráticas obtenidas en los primeros años de gobierno de Chávez están amenazadas por esta política de conciliación de clases, en la que empiezan a despuntar rasgos autoritarios y un afán por corporativizar al movimiento popular. Por eso vienen las críticas desde la izquierda, desde quienes queremos postular una alternativa revolucionaria y socialista.

¿Cada vez más concesiones a la burguesía, y cada vez menos para el pueblo? ¿Una política con una ideología muy definida en el discurso pero poco reflejada en la práctica?

Más bien esquizofrénico en el discurso, y abiertamente procapitalista en la práctica. Por ejemplo, en el discurso, un día Chávez y sus voceros dicen que Obama representa la llegada a los EEUU del proceso de cambios latinoamericano, al día siquiente dicen que son antiimperialistas y que Obama es un ignorante; después dicen que apoyan a Obama pero que él está rodeado de gente que no lo deja gobernar; luego llegan al colmo de pedirle que movilice las tropas de la base de Palmerola en Honduras para derrocar a los golpistas, cuando en realidad Obama siempre ha apoyado a los golpistas. Mientras tanto, Venezuela sigue jactándose de ser un proveedor seguro de petróleo a los EEUU, y no rompe relaciones con Obama, ni siquiera hace un reclamo diplomático formal a los EEUU, ante la instalación de las bases militares estadounidenses en Colombia.

Pero no sólo la relación con el imperialismo es cada vez menos independiente, a pesar de los vaivenes del discurso, lo mismo ocurre con la política económica, que es sumamente conservadora. Mientras que la propaganda habla sobre un supuesto socialismo del siglo XXI, las medidas anticrisis de Chávez son sacadas del recetario capitalista más ortodoxo, subiendo el IVA, liquidando entes estatales y despidiendo a sus trabajadores, congelando discusiones contractuales, liberando controles de precios, haciendo mayores concesiones a los importadores y a la banca. Entonces, en la práctica sí hay coherencia, todas las medidas del gobierno en materia económica son para favorecer a la burguesía local y multinacional, y para cobrarle la crisis al pueblo.

Entonces, ¿ahora el gobierno de Chávez enfrenta a la extrema derecha y a la extrema izquierda? Digo eso porque en apariencia, los ricos no lo quieren en el poder.

Aquí prácticamente no hay extrema izquierda, pero como el gobierno quiere decir que sigue siendo de izquierda, a pesar de la transformación que ha sufrido, entonces ahora la izquierda pasó a llamarse extrema izquierda, o anarquista, en el argot oficial.

En cuanto a los ricos, algunos se oponen a Chávez y otros lo apoyan. A mucha gente en el exterior le sorprendería saber que aquí hay agremiaciones de empresarios autodenominados socialistas, grandes empresarios, y que la doctrina que los identifica es la de la responsabilidad social empresarial, un engendro ideológico ultracapitalista, utilizado por todas las transnacionales para justificar la explotación y la depredación ambiental.

En este tema, también ha habido cambios desde los primeros años del gobierno hasta hoy. En los primeros años, casi toda la burguesía cerró filas contra el gobierno e intentó imponer una dictadura fascista a través de un golpe de Estado y luego un lock out y el sabotaje a la industria petrolera. Muchas de las empresas que apoyaron a los fascistas en 2002 y 2003, ahora son socias del gobierno. En la crisis bancaria actual, el gobierno se apoya en banqueros golpistas como los de Banesco y Banco Mercantil. Empresas Polar es el mayor proveedor de Mercal, que se suponía que era un programa para combatir al monopolio agroindustrial a través de una red de distribución estatal que comprara a los pequeños y medianos productores. Esos bancos que hicieron corralitos financieros y se plegaron al golpismo, han sido el sector que ha sacado las ganancias más espectaculares en los últimos años.

¿Y qué con el tema de la redistribución de los recursos?

En el capitalismo la redistribución de los recursos se realiza quitándole al que menos tiene para darle al que más tiene, y en Venezuela esa norma de la explotación capitalista está vigente, lamentablemente.

¿O sea que la alianza estratégica con la burguesía, no es para dar continuidad a los planes socialistas desde el poder, sino para continuar en el poder a costillas del “socialismo”?

Exactamente, con la proclamación de la alianza estratégica con la burguesía y la amnistía a los golpistas, se terminó de desconchar el barniz rojo que recubría al gobierno, quedó en bancarrota su discurso socialista.

Y ¿cuál es el plan de la izquierda revolucionaria? Es decir ¿qué proponemos?

Nosotros proponemos, apoyar todas aquellas luchas populares que se están librando para no ceder ninguna conquista social o política de las obtenidas en estos últimos años en el marco del proceso revolucionario. Planteamos que para luchar consecuentemente en defensa de nuestras conquistas, debemos deslastrarnos de los liderazgos que desde el gobierno plantean que el pueblo debe sacrificarse por la crisis capitalista. Y también decimos que para que la crisis la paguen los capitalistas nacionales, los altos burócratas, y las transnacionales, debemos avanzar hacia la conformación de organizaciones propias, de nuestra clase, y movilizarnos por medidas que coloquen el peso de la crisis del lado de la burguesía, homologando el salario mínimo a la canasta básica, haciendo cumplir la inamovilidad laboral, liquidando el latifundio y repartiéndolo a los campesinos sin tierras, expulsando a las compañías mineras de los territorios indígenas, y disolviendo las empresas mixtas de PDVSA con las transnacionales petroleras.

Y ahora, ¿cómo convencer al pueblo de que el sapo a pesar del beso, se quedó sapo? , ¿cómo levantarle la fe a la gente en otro proyecto verdaderamente de izquierda?

Siendo consecuentes y demostrando en los hechos que los revolucionarios somos auténticos defensores de sus reivindicaciones y derechos, y levantando una opción política que no está alineada con los intereses de ninguno de los dos bandos burgueses en pugna.

La mayoría de la gente no quiere volver a la horrible época del bipartidismo adeco-copeyano, pero tampoco ve sus aspiraciones cubiertas por las medidas reformistas o abiertamente reaccionarias del gobierno, así que hay un amplio margen para quienes estamos por la profundización del proceso revolucionario. El gobierno, por el contrario, está a favor de normalizar completamente sus relaciones con la burguesía y dar fin al proceso revolucionario. Por eso, entre otras cosas, aprobaron una ley electoral que niega la representación proporcional de las minorías, cosa que favorece la polarización entre el gobierno y la oposición de derecha. En países con leyes similares, como Chile, ese mecanismo significa la no representación de la izquierda en los órganos legislativos. Estas medidas preventivas demuestran que la posibilidad de que se consolide una opción de izquierda revolucionaria es una preocupación del gobierno y la derecha opositora.

¿Y el pueblo será capaz de ver todo eso? Me temo que los logros alcanzados por la clase obrera en el gobierno de Chávez, obren como un referente confuso de con quién tiene que estar la voluntad popular. Es decir, el pueblo vió las victorias obtenidas con este gobierno, llegó a identificar éste gobierno como un gobierno del pueblo, salió a la calle a defenderlo, ¿podrá el pueblo percibir el cambio de rumbo y dejar de identificar a las actuales autoridades como representantes de la voluntad popular?

Bueno, el propio gobierno se ha encargado de despertar a cachetadas a la gente, al abrazar a Uribe, al rey español, a Obama, y al beneficiar con un decreto de amnistía a los mismos golpistas que el pueblo derrotó, y otorgales milmillonarios negocios a nombre de un reimpulso productivo que sólo ha significado para el pueblo acaparamiento, escasez, y la inflación más alta de América Latina. En el momento en que la gente ve a diputados, alcaldes y gobernadores del PSUV, todos muy orondos diciendo que Venevisión es un excelente canal de televisión, cuando todos sabemos que ese canal es propiedad del magnate Cisneros, uno de los jefes del golpe de 2002, allí está muy gráficamente expresado lo que venimos denunciando. Lo de la alianza entre Chávez y muchos de sus antiguos enemigos burgueses no necesita mucha demostración, está a la vista.

Por otro lado, los trabajadores son el sector que más golpes ha llevado en ese giro a la derecha de Chávez. Para ponerte un ejemplo, Chávez lanzó una consigna para enfrentar al sabotaje patronal, aquella de «fábrica cerrada, fábrica tomada y nacionalizada». Pues bien, Sanitarios Maracay fue cerrada por los patronos, y tomada sus trabajadores, puesta a producir durante nueve meses en una experiencia impresionante, pero no fue nacionalizada. En cambio, los trabajadores fueron reprimidos y finalmente desalojados por el gobierno en el que ellos creían, y en cuya defensa se movilizaron. La consigna de Chávez degeneró en un método de «fábrica tomada, trabajadores reprimidos y desalojados», lo vimos en Fundimeca, en la planta de reciclaje de Mérida, y lo vimos en la represión contra los trabajadores de Sidor, contra los trabajadores petroleros, y en decenas de otros casos. Luego, en marzo de este año, Chávez dijo que cualquier huelga en empresas estatales sería militarizada, y puso como ejemplo al Metro de Caracas y las empresas básicas de Guayana. De la promesa de nacionalizar las fábricas tomadas, a la amenaza de militarizar las huelgas, hay un largo trecho, y los trabajadores han tenido lamentablemente que recorrerlo, pero hay un tremendo aprendizaje político de ese proceso.

Ese aprendizaje se está traduciendo en una mayor independencia política de la clase trabajadora, y del pueblo en general, muchísima gente tiene muy claro que no se puede ir ni a la esquina con los dirigentes del PSUV, y menos con los de la derecha opositora, que ayer fue golpista y pro-fascista, así que la posibilidad de construir una gran organización política revolucionaria que dé la pelea por el socialismo es hoy mayor que ayer.

LaClase 06/12/09