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Obama: un año después

Obama: un año después
obama changeSe analizan las reacciones de la clase trabajadora y la izquierda en EEUU tras el primer año de presidencia de Obama.

La elección de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos de América representó el comienzo de un cambio fundamental en el panorama político estadounidense. Sin tener ninguna ilusión acerca de Obama con las limitaciones políticas del Partido Demócrata, es justo decir que la elección de Obama se basaba en un cambio general hacia la izquierda en la clase obrera estadounidense. La campaña de Obama politizó a amplias capas de la población, dando a miles de jóvenes trabajadores experiencia en organización política y actividad. El nuevo ambiente político trae consigo la posibilidad de aumentar el nivel de la lucha de clases, y los socialistas revolucionarios tienen la mejor oportunidad de las últimas décadas para crecer.

Para la mayoría de los socialistas revolucionarios, estaba claro lo que la presidencia de Obama traería consigo. Candidato de un partido capitalista y presidente de un estado capitalista, Obama estaría invariablemente limitado en su capacidad para lograr un cambio real. Dada la fuerza de los grupos de presión de las empresas y organizaciones de extrema derecha en el gobierno de EEUU, Obama, de hecho, está probablemente aún más limitado que sus homólogos europeos. Pero para millones de americanos Obama representa una esperanza real, la posibilidad de cambio desde dentro. Como socialistas revolucionarios, no es suficiente con denunciar a Obama. Tenemos que relacionarnos con sus partidarios, encontrar puntos comunes en la lucha y tratar de ganarnóslos en la acción conjunta. Desafortunadamente, muchas organizaciones de la izquierda estadounidense no lo han hecho, y han sido incapaces de establecer un equilibrio razonable entre la solidaridad crítica y la organización desde abajo.

Un año después de la investidura de Obama, las ilusiones puestas en sus intenciones o su capacidad para aprobar reformas de largo alcance han sido destrozadas, como también ha fracasado en gran medida en el cumplimiento de algunas de sus promesas de campaña. Un sentimiento de decepción hierve entre los millones de estadounidenses que vieron en Obama una oportunidad de cambio real. Sin embargo, el nivel de la lucha política sigue siendo sorprendentemente bajo. Una razón importante es que muchas secciones del movimiento obrero y los movimientos sociales invirtieron la mayor parte de su estructura y personal en la campaña de Obama, con la esperanza de que su elección les daría más tracción política en Washington. Refutada esta estrategia, la mayoría de las principales organizaciones de la izquierda estadounidense siguen siendo incapaces de movilizar una oposición significativa. El liderazgo político débil de la izquierda estadounidense significa que la mayoría de las estructuras existentes siguen siendo paralizadas en las altas esferas, mientras que los activistas y simpatizantes a nivel de base no reciben impulsos de políticas claras de su liderazgo. Si los sentimientos de decepción y frustración no son canalizados por la izquierda hacia una efectiva oposición extraparlamentaria, existe el peligro de que la mayoría de los partidarios descontentos con Obama caigan gradualmente en el cinismo y la inactividad.

Hay pocos casos de ofensiva de la izquierda estadounidense desde la elección de Obama. El movimiento por los derechos de los homosexuales ha sido testigo de una explosión de actividad y crecimiento a raíz de la prohibición de los matrimonios homosexuales en California. Manifestaciones espontáneas en todo el país culminaron con una movilización popular en octubre, en la que más de 200.000 activistas marcharon en Washington DC. Esta actividad ha obligado a muchas de las principales organizaciones por los derechos gay a virar a la izquierda, mientras que la administración de Obama se ha visto obligada a avanzar gradualmente en la reforma de los derechos de los homosexuales, logrando así ciertas pequeñas victorias concretas. Este éxito contrasta con la intransigencia y la impotencia de los movimientos sindicales y anti-guerra, que han estado en gran parte inmóviles desde la elección de Obama.

La cuestión de la izquierda estadounidense ahora está clara; Obama no ha, y probablemente no será capaz de aprobar las reformas sociales significativas, ni de poner fin a la guerra en Irak o Afganistán. Mientras Obama siga siendo un presidente neoliberal, crecerá la desilusión en muchos de sus partidarios, que buscarán espacios alternativos para su actividad política. La izquierda de EEUU debe empezar a construir estas redes, estas alianzas.

Loren Balhorn es un socialista revolucionario estadounidense y actualmente milita en Die Linke en Alemania.

Loren Balhorn (La hiedra / L’heura)

01/03/10