Facundo Jones Huala cumplió condena, 9 años en total. Sin embargo, la gendarmería de Chile y el juzgado de Río Bueno siguen sosteniendo una decisión arbitraria e ilegal manteniéndolo detenido. Actualmente lleva 25 días de huelga seca, su salud es endeble y su vida está en peligro. Su historia, como la de otros Weychafe Mapuche, expone la complicidad de los Estados, como Chile y Argentina, con los intereses privados en pos del saqueo y el extractivismo. Escribe Gustavo Figueroa para Periodismo de Mar a Mar.
El cuerpo de Facundo Huala es una guerra, una bomba molotov. Los primeros diez días de huelga escupió sangre: una úlcera estomacal se reventó en su interior. Hoy, cumpliendo el día 25 de huelga seca, “pierde la atención, su memoria a corto plazo no es tan buena, y por la baja en glucosa (hipoglucemia) se queda dormido, cuando está muy agotado”. Su familia indica: “una falla renal podría poner en riesgo su vida”. Mientras que la gendarmería de Chile y el juzgado de Río Bueno siguen sosteniendo una decisión arbitraria e ilegal manteniéndolo detenido, cuando ya cumplió la condena carcelaria (nueve años) en su totalidad. «El impedimento judicial»: Chile está incumpliendo el Tratado de Extradición firmado que asegura el cumplimiento de la pena de Facundo el 26 de junio de 2024. La advertencia: “producto de la deshidratación, su sangre se ha ‘espesado’, lo que, en un futuro no muy lejano, podría provocar una trombosis”. El cuerpo de Facundo Huala va a estallar como una guerra, una bomba molotov, en la cara de los hermanos y la milicia que lo quiere ver rendido.
En este momento Facundo está internado en el Hospital Interculturalidad de Nueva Imperial, una localidad ubicada a unos 35 kilómetros de Temuco. Su madre Pity Huala lo acompaña junto a un machi que lo trata. Pity Huala exige su liberación y pide por el acompañamiento espiritual, en llellipun, en los diferentes territorios para fortalecer a su hijo que se encuentra acechando, víctima de un sistema de tortura que intenta disciplinar con su dolor y detención a todos los integrantes del pueblo mapuche que se muestren desobedientes y contestarios.
El caso de Facundo Huala, como el de Héctor Llaitul (líder de la coordinadora Arauco-Malleco, condenado recientemente a 23 años de prisión) expone los montajes jurídicos e institucionales que están dispuestos a llevar adelante Estados como el de Argentina y Chile, en nombre del capital extranjero y la explotación extractiva del territorio.
Justamente, en la actualidad, la cuenca del río Bueno y el curso del río Pilmaiken resultan el botín pretendido por la empresa noruega Statkraft para la instalación de una hidroeléctrica, que es, en definitiva, una forma de intervenir y alterar el curso natural de un río, el equilibrio de la vida. Son distintas las comunidades que se alzan en contra de este proyecto, no sólo por el valor del agua dulce para sus vidas y los cultivos que consumen (Chile sigue siendo, desde las comunidades mapuche, un lugar agrícola), sino también para resguardar el feyentun, la vida espiritual.
Se dice que el Río Bueno, al ser una vía de encuentro con el Océano Pacifico, conduce los espíritus de los muertos hacia el Wenu Mapu, la tierra de arriba. Si algo o alguien cambiara, interviniera o desviara el curso de este río, esos espíritus no podrían concretar el ciclo de la vida, quedando varados en la tierra, desterrados, estancados en un limbo perpetuo.