José Rodríguez
Los muertos que no lloramos
Escribe: Miguel Sorans
Dirigente de Izquierda Socialista y de la UIT-CI}
El 6 de noviembre falleció, a los 74 años, José Rodríguez, quien fuera el mandamás del Smata por más de 36 años. ¿Por qué recordarlo? Cuando ahora se escuchan declaraciones como la de personajes como Belén (UOM) o Lescano (Luz y Fuerza), vociferando contra “la zurda loca”, a uno le viene a la mente personajes nefastos de nuestro sindicalismo como Rodríguez. Su muerte pasó casi desapercibida. Murió sin pena ni gloria. Su figura había caído en desgracia hasta entre sus propios amigos de la patota del Smata.
Tuvo que renunciar a su cargo, no sólo por razones de enfermedad, sino porque estaba acusado de manejo fraudulento de la obra social del gremio. Dicho en otros términos: no repartía bien el curro. Desde hacía años la manejaba su hija Fabiana. El juez de instrucción Fernando Caunedo llevaba el procesamiento por “desvíos de fondos de la entidad, con evidente ánimo de lucro”.
José Rodríguez fue uno de los símbolos más claros de la burocracia sindical peronista de los últimos 40 años. Uno de los fieles representantes del “modelo sindical” de la patota, que reivindica Cristina Kirchner.
Estuvo siempre al servicio de las multinacionales automotrices y de los gobiernos de turno, hayan sido peronistas o radicales. Aplicó métodos gansteriles para enfrentar a los cientos de dirigentes y delegados combativos y clasistas que fueron surgiendo en el Smata.
Rodríguez nunca fue obrero ni trabajó en una línea de producción. Era empleado de contaduría. Empezó trabajando en el ferrocarril San Martín y en el año 1965 entró en la Deutz, de Morón, en la sección Costos Industriales. En 1968 gana el Smata la Lista Verde encabezada por Dick Klosterman, quien moriría en 1973 en un operativo guerrillero. Rodríguez heredó su cargo, pues era su adjunto. Luego del Cordobazo de 1969, ellos tuvieron que enfrentar el auge combativo de los obreros mecánicos y el surgimiento de una gran oposición clasista, en las grandes plantas de Córdoba y del Gran Buenos Aires.
En los años 70-71 nuestra corriente socialista (entonces PRT-La Verdad) dirigía las comisiones internas de Citroen, Chrysler, Mercedes Benz y parte del cuerpo de delegados de Peugeot. Formábamos la agrupación TAM (Tendencia Avanzada Mecánica). En 1972, en Córdoba, ganaba la seccional la Lista Marrón encabezada por Renée Salamanca, miembro del PCR, luego expulsado del Smata y desaparecido en 1976.
En mayo de 1971, durante la huelga de Chrysler, se hizo un Congreso de internas y delegados del Gran Buenos Aires. Charles Grossi, militante del PRT-La Verdad y dirigente de la Comisión Interna de Mercedes Benz, intervenía reclamando que Smata declara un paro de solidaridad. Rodríguez, furioso, le gritó hijo de p… y se fue del plenario en medio de un griterío generalizado de repudio. Años después, bajo la dictadura de Videla, Charles Grossi se convertía en un secuestrado-desaparecido como varios miembros de una nueva interna combativa que había surgido en 1975. Caída la dictadura, varias investigaciones demostraron que José Rodríguez y la directiva del Smata, habían contribuido, junto a la patronal, con esos crímenes. En el Juicio de la Verdad, en La Plata, la periodista alemana Gaby Weber entregó una carta de 1976, en la que el director de Daimler- Benz, un ex oficial de la SS, Hanns Martín Schleyer, reconocía que la empresa “siempre colaboró con el (entonces) ministro de Trabajo (Carlos Ruckauf) y el Smata para combatir la subversión”. Los 14 obreros cesanteados por “subversivos” integrarían la lista de desaparecidos después del golpe de 1976. Se sabe también que las patronales pagaron el uno por ciento de sus ventas al Smata para la “erradicación de los elementos negativos en la fábrica”. Cuando fue citado Rodríguez a declarar en el caso de Mercedes Benz, dijo que había “pasado mucho tiempo… hay detalles que no recuerdo”. Este episodio le costó que lo suspendieran del cargo de vicepresidente de la Federación Internacional de los Trabajadores Metalúrgicos (FITIM), que había sostenido durante casi 30 años.
Los trabajadores que siguen luchando por terminar con la burocracia sindical, no lloran a estos muertos.
El Socialista 18/11/09