Categorías
Internacional Sindical

México: Paro nacional e histórico contra el gobierno y contra cierre de Luz y Fuerza

México: Paro nacional e histórico contra el gobierno y contra cierre de Luz y Fuerza

«Hay condiciones para una huelga nacional», dice dirigente obrero

El paro cívico nacional realizado ayer por convocatoria del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) logró sumar amplias muestras de apoyo en distintos puntos del territorio nacional –estado de México, Puebla, Morelos, Hidalgo, Michoacán, Chiapas, Jalisco, Oaxaca– y congregó, en una multitudinaria manifestación que desbordó el Zócalo capitalino y las calles aledañas, a distintas organizaciones del sindicalismo independiente (los gremios de Trabajadores de la Industria Nuclear, de Telefonistas, de la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad Autónoma Metropolitana y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, entre otros), al movimiento lopezobradorista, a los adherentes de la otra campaña, a la izquierda partidista, a organizaciones campesinas y estudiantiles, así como a agrupaciones sociales y a multitud de individuos aislados.

Mexico-electricistasenelZocalo-11nov2009
Mexico-electricistasenelZocalo-11nov2009

Con la masiva concentración en el centro de esta capital culminó una jornada sin precedente en la historia de las causas populares del país, en la que se asistió a la convergencia entre los distintos sectores de la oposición partidista, sindical y de la sociedad organizada, y al posible nacimiento de un amplio bloque antagónico a la alianza político-empresarial y mediática que ostenta el poder (público y privado) del país, pese a los esfuerzos de esta última por desarticular tales expresiones a través de las campañas de desinformación, linchamiento mediático y provocaciones manifiestas.

La aparición de esta confluencia entre las diversas expresiones de descontento en el país tendría que llevar a las autoridades a abandonar la cerrazón y la indolencia con que se han conducido hasta ahora en prácticamente todos los ámbitos del quehacer gubernamental, y a atender los reclamos que un sector amplio y creciente de la sociedad plantea ante el ensañamiento oficial en contra de los trabajadores y la población en general. Por desgracia, la falta de sensibilidad y de altura de miras del grupo en el poder quedó nuevamente de manifiesto ayer, con el rechazo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la solicitud del propio SME para designar una comisión que investigue la probable violación de garantías individuales por la extinción de Luz y Fuerza del Centro, con el argumento tecnicista de que la ley sólo faculta al Ejecutivo federal, a los gobernadores y al Congreso de la Unión para realizar este tipo de peticiones.

En la jornada de ayer ocurrieron lamentables hechos de violencia en las entradas de las carreteras México-Querétaro, México-Cuernavaca y México-Puebla. Significativamente, los únicos enfrentamientos ocurrieron entre manifestantes y elementos de la Policía Federal (PF), toda vez que la policía capitalina no reportó una sola confrontación. Esta diferencia lleva a cuestionar las versiones oficiales según las cuales los elementos de la fuerza pública fueron agredidos por los inconformes, y a preguntar si no hubo, entre los primeros, un comportamiento provocador por consigna y orden superior. Como quiera que haya sido, estos episodios fueron la excepción, y no la regla, en la jornada de movilizaciones, la cual se desarrolló, por lo demás, en un ambiente pacífico y civilizado.

Esa madurez de las oposiciones sociales y políticas pone de manifiesto, por contraste, el potencial desestabilizador de la medida adoptada por el gobierno federal hace un mes, y permite ponderar el riesgo que encierra la falta de disposición oficial para solucionar las demandas de los trabajadores electricistas despojados de sus puestos. Es pertinente y necesario, pues, que el calderonismo valore y atienda la amplia expresión de rechazo que se configuró ayer en el Zócalo y en distintos puntos del país y que revierta, cuanto antes, un decreto que al día de hoy constituye un factor de repudio, tensión y división nacional.

Trabajadores telefonistas realizan una falta colectiva en apoyo al SME

La respuesta de las organizaciones sindicales y sociales a la convocatoria del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) hizo posible que el paro cívico nacional fuera calificado de «todo un éxito en todo el territorio nacional». Los trabajadores despedidos por el decreto presidencial del 11 de octubre advirtieron: «Seguimos en pie de lucha».

La jornada de protesta en contra del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC) pudo unir a diversos gremios y organizaciones del campo y la ciudad. Paralizó dependencias, empresas privadas, universidades y arterias de la capital del país. Ahí se vio «¡la fuerza del SME!», se dijo.

«¡Aquí está lo mejor del país!», resumió el escritor Paco Ignacio Taibo II, en el arranque de la movilización de esta jornada, que sus organizadores llamaron de «resistencia civil y pacífica», justo frente a las oficinas centrales del organismo cerrado unilateralmente por el gobierno federal hace un mes.

El edificio de LFC es ahora un bloque cercado por altas vallas metálicas, por cuyos resquicios se alcanzan a ver largas hileras de policías federales.

A las siete de la mañana los trabajadores, acompañados por organizaciones sociales y legisladores, iniciaban su mitin. A esa hora en los noticieros de medios electrónicos era difundida la postura del gobierno que restaba importancia a la movilización; en los hechos, el nerviosismo oficial se ponía en evidencia con un sobrecargado dispositivo de seguridad y vigilancia.

Al menos una veintena de personas apostadas en la azotea de la sede de Luz y Fuerza registraban puntualmente con cámaras de video y fotográficas cada paso de los manifestantes; uno de ellos, con playera color vino, traía el rostro cubierto con bufanda negra, al tiempo que dos helicópteros de la Policía Federal sobrevolaban las instalaciones de la paraestatal, ubicada en el cruce de Circuito Interior y Marina Nacional.

Ante ello, los dirigentes del SME alertaron a sus compañeros que no cayeran en provocaciones, porque «había infiltrados». En ese momento se detonaron algunos cohetones. El sindicato se deslindó de esto último.

Hasta ahí llegaron los reportes de que estaban entrando a la capital los contingentes de las divisiones foráneas y de que hubo incidentes en dos puntos carreteros, «donde los trabajadores se replegaron y no respondieron a las agresiones».

También informaron que en diversos estados había marchas y por ejemplo, en Oaxaca, todas las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad tenían presencia de organizaciones sociales en apoyo al SME; de manera simultánea empezó el brigadeo informativo y fueron «cerradas» varias dependencias. Así, los mítines serían la estrategia constante durante todo el día.

El grupo de legisladores de PRD y PT que apoya al Sindicato Mexicano de Electricistas, entre los que se encuentran Víctor Castro, Rubén Velázquez, Karen Quiroga y Porfirio Muñoz Ledo –quien ya bautizó al secretario del Trabajo, Javier Lozano, como «insano mental»–, acudió puntual a la cita. El mensaje de los diputados y senadores presentes fue que los electricistas sean pacientes y perseverantes, porque no sólo se trata de ganar su lucha, sino de ser ejemplo de dignidad entre todos.

Al término del mitin, la mayoría avanzó hacia el edificio central de Teléfonos de México, en Sullivan, donde ya los esperaban los telefonistas en paro bajo la modalidad de «falta colectiva».

Como en el primer punto de la protesta, a bordo de una camioneta que funcionó como improvisado templete, Martín Esparza, líder del SME, agradeció la solidaridad recibida y lamentó que una organización como ese sindicato haya sido reprimida «por el propio Estado». El llamado constante fue en el sentido de defender no sólo a los electricistas, sino oponerse al intento del gobierno por aniquilar los derechos laborales.

El líder de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez, también diputado federal y presidente de la Unión Nacional de Trabajadores, criticó que el gobierno federal haya desdeñado el camino legal, incluso para modificar el contrato colectivo o con la propia desaparición de LFC y, en cambio, «prefirió la agresión». El gobierno, advirtió, está dejando un mensaje claro: o se alinean o los voy a someter a todos. Por ello, «si dejamos pasar esto el gobierno saldrá envalentonado y nadie estará a salvo en este país».

Añadió: “El secretario del desempleo –en referencia a Javier Lozano Alarcón– ha tomado la postura de la confrontación y la amenaza”, dijo el dirigente, e hizo un llamado a los trabajadores a ensanchar el movimiento de apoyo al SME.

Ayer, el sindicato de trabajadores de la UNAM envió tres camiones con despensas en apoyo a la causa de los electricistas.

Eran las 10:30 de la mañana y Esparza Flores puntualizaba otra vez el itinerario del paro cívico nacional, porque «esta jornada va para largo».

«Se está dando una alianza obrero-universitaria», dice el viejo líder magisterial García Solís

Empezaron el día con la convicción de que, por esta ocasión, les tocaba conquistar las calles. A los jubilados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) les tocó acudir a las escalinatas de la Comisión Federal de Electricidad, a espaldas de la Torre Mayor, para hacer conciencia entre los oficinistas que entraban apresurados a las ocho de la mañana. A los trabajadores de la gerencia de construcciones de Azcapotzalco les tocó brigadear en Naucalpan y Atizapán.

Hubo decenas de cuadrillas que desde las siete de la mañana llegaron a sus centros de trabajo para colocar las banderas rojinegras, mismas que fueron retiradas por la Policía Federal en cuanto los electricistas dieron la media vuelta.

El sector femenil del SME pasó la mañana marchando de la colonia Santa Julia a la Tabacalera para llegar a la glorieta de Insurgentes y regresar a Reforma llamando a la población: “No pagues la luz, baja el switch”.

Entre el ajetreo urbano y la indiferencia de la mayoría transcurrió la jornada del paro cívico nacional de los electricistas, que intentaron demostrar la fuerza ante el discurso oficial, que no ceja en su agresividad, y probar la solidez de sus alianzas con otros sectores del sindicalismo y del movimiento popular.

Rechazo de unos, apoyo de otros

Entre mitin y marcha, moviéndose de un lado a otro, las brigadas y contingentes repartían volantes en mercados y entradas del Metro, paraderos de autobuses y cruceros. Al mismo tiempo iban tomando la temperatura del ánimo social. Sobre San Cosme, un conductor les gritó: «¡Parásitos!» No dio la cara.

Los electricistas del sector Azcapotzalco, que se encaminaban hacia el portón de la Escuela Nacional de Maestros, donde se reunían los contingentes de docentes y politécnicos, escucharon la ofensa: «Así ha sido todo el día, unos nos rechazan, otros nos escuchan. No son muchos los que insultan, pero simplemente la indiferencia con la que nos reciben el volante dice mucho. Y se siente gacho».

Otro intervino: «Pero están los que nos animan y nos apoyan. Nos hemos encontrado con el descontento de muchos».

Se detuvieron a echar un taco en un puesto callejero mientras se congregaba el resto de su contingente, que haría el recorrido hasta el Zócalo.

«La población está dividida. Pero ese es el chiste del brigadeo. Hay que exhortar a las personas a que se informen mejor y equilibrar lo que se dice en los medios.»

Como si fuera un diálogo concertado, en el pequeño televisor portátil del taquero empezó el noticiario de Tv Azteca. Con tono de alarma se dio cuenta de «la agresión» sufrida por sus reporteros mientras cubrían el mitin de la dirigencia del SME frente a la sede de Luz y Fuerza, en Marina Nacional, y el «ataque» a su unidad móvil por parte de la turba descontrolada. Imágenes aéreas y escenas confusas apoyan la «información» de la televisora.

Radio y televisión golpearon al SME a lo largo de todo el día. «Mientras estábamos en el mitin de Atizapán, en la radio dijeron que habíamos ido por despensas. Puras pinches mentiras», se exasperan los trabajadores.

Desde los primeros minutos de la jornada, para la dirigencia del SME fue patente su preocupación por contener las protestas contra los informadores. En cada uno de los mítines los oradores subrayaron la distinción entre los trabajadores y los propietarios de los medios de comunicación.

Pero nunca faltan los provocadores y hubo reporteros que iban, precisamente, a la caza de esos momentos de exaltación. También en los quioscos había impresos que con sus encabezados se sumaban al pleito. «SME sale hoy a defender sus privilegios», decìa la principal de un matutino. Un vespertino cabeceaba: «Electrocuta el SME al DF».

Más allá de la danza de cifras, que siempre serán exageradas por los protagonistas y minimizadas por las autoridades y los locutores que anticipan su fracaso, dos voces con experiencia de décadas en estas lides de la lucha social dialogan en plena plancha del Zócalo.

Habla Iván García Solís, un histórico del movimiento magisterial: «Aquí se está dando una alianza obrero-universitaria. Lo nuevo es que en este caso, a diferencia de los despidos contra los líderes de la disidencia de ferrocarrileros o maestros en el pasado, ahora estamos por primera vez frente a un despido masivo: 44 mil trabajadores de un plumazo».

Mario Saucedo, líder de una corriente perredista, compara este paro cívico con su antecedente, el de 1983 del Frente Nacional de Defensa al Salario y Contra la Carestía. «Éste tiene un contenido mucho más clasista, porque es la respuesta a un golpe contra el sindicalismo y el empleo. A diferencia del paro de hace 26 años, éste tiene una perspectiva de crecimiento mucho mayor».

Tres horas después de la entrada del primer contingente al Zócalo, arribó el último, el cabús de la movilización, seguido por los policías y los barrenderos que cerraron la marcha y no precisamente con broche de oro.

Los empleados de los comercios del Centro Histórico volvieron a subir las cortinas metálicas. Para la ciudad y el paro cívico llega la hora de hacer el balance de la jornada.

Estalla el coraje acumulado en 30 días de resistencia civil

Muchas cosas caben en treinta días. En el caso de los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que mantienen la decisión de defender su fuente de empleo, ese tiempo les sirvió para acumular coraje y determinación, compromiso y rabia, mucha rabia. Y así salieron ayer a la calle.

Quienes los acompañan, lo mismo desde el anuncio de la desaparición de Luz y Fuerza del Centro (LFC) o los que se sumaron al paso de los días, también traían a flor de piel, de consigna, de cartel, de botarga y en los gritos, su indignación contra el gobierno federal: su titular y sus subordinados.

Hombres duros, curtidos, fuertes, y junto a ellos, con ellos, jóvenes de ropas y peinados de moda entre los alumnos de escuelas superiores, fueron los perfiles sobresalientes de quienes asistieron ayer a la Plaza de la Constitución.

Los primeros eran sobre todo electricistas y telefonistas. Su alianza en esta coyuntura destaca porque representa uno de los logros seguramente involuntarios de la decisión presidencial respecto de LFC.

En la década reciente, cada uno de los dos poderosos gremios –sus dirigentes, por supuesto– tomó un camino distinto para disentir del Congreso del Trabajo y prácticamente no se mezclaban. El SME, a finales de los años 90, conformó el Frente Sindical Mexicano y, al mismo tiempo, los telefonistas crearon con otras organizaciones la Unión Nacional de Trabajadores. Y así, separados, marchaban cada Primero de Mayo.

Pero ayer, además de representantes de numerosos sindicatos, escuelas y universidades y hasta de oficinas de gobierno, se sumaron muchos electricistas que ya han recogido su liquidación.

«Ni modo, tampoco la conciencia sindical desaparece de un día para otro ni por obra y gracia de dos cheques», comentaban entre ellos, por lo bajo. Y mientras caminaban compartían informaciones sobre los pagos pendientes que a cuentagotas está saldando el Sistema de Administración y Enajenación de Bienes (SAE).

Sorpresivos, imprevisibles y sagaces, los organizadores del paro cívico nacional tuvieron a bien anunciar apenas ayer por la mañana que siempre no se acercarían a Los Pinos.

Desde temprano, cada contingente realizó su labor de brigadeo, cerco a oficinas, manifestación pública y demás, en los sitios previamente acordados; y con esa misma organización más tarde ocuparon su lugar en los puntos de la ciudad desde donde caminaron hacia la Plaza de la Constitución.

Entre quienes llegaron al Ángel de la Independencia, sobre todo los del SME y universitarios, se veían escenas singulares, como la de los meseros del Sanborns de ahí juntito, enviados por sus jefes a vender tortas y refrescos fríos a 10 pesos, que llevaban en un carro. A esa hora, en la esquina de Florencia y Reforma, de la batea de una camioneta varios hombres arrojaban para quien quisiera paquetes de revistas atrasadas, que no viejas.

A esa hora, dos de la tarde, Martín Esparza hizo una fugaz aparición ante los grupos congregados para informarles con un megáfono del éxito de la jornada.

Y cuando se pusieron en marcha, la depurada organización de los electricistas para salvaguardar la seguridad de dirigentes y políticos que iban en la descubierta funcionó una vez más y hasta sorteó momentos difíciles, como cuando Alejandro Encinas y otros personajes se incorporaron al contingente a la altura del cruce de Insurgentes y Reforma.

Desde el inicio resultó evidente que el presidente Felipe Calderón concentró en las largas horas de movilización de este miércoles, y sobre todo en la marcha, una reprobación absoluta. Y en segundo lugar, el secretario del Trabajo, Javier Lozano.

Tal vez era una de cal por las que van de arena. Cada expresión de repudio salía de la garganta o quedaba plasmada en papel con la misma enjundia con que, aseguraban unos electricistas del área de subestaciones en Lechería, ellos son víctimas cotidianas de un linchamiento mediático sin tregua.

Y fue tal, que aquellas consignas que se hicieron famosas durante las movilizaciones convocadas tras el proceso electoral de 2006 ayer quedaron rebasadas.

«Calderón, no te elegimos como presidente pero sí te podemos liquidar, y con bono ¡si te largas!», era una de las suaves.

Una vez en la Plaza de la Constitución y con el mitin ya avanzado, el arribo de contingentes no cesaba.

Alcanzar esa meta hacía resurgir las consignas y sólo había de dos: contra los responsables de la decisión de extinguir LFC o de apoyo al SME:

«Disculpa las molestias pero ¿si perdieras tu empleo: qué harías?», «Esta lucha va a llegar a la huelga nacional», «Ni luz ni educación ni arte ni maíz ¡Se acaba mi país», «Tengo nueve años, vengo a defender mi futuro», «Todo México es territorio SME», eran algunas de las frases que con coro o en cartulinas o sobre botargas creó el ingenio de quienes hace un mes –¿o décadas?– han acumulado rabia y coraje.

Y hubo una literalmente hurtada a la afición puma, la cual, como en la versión original, resume todo: «¡Cómo no te voy a querer, cómo no te voy a querer, si mi madre es Luz y Fuerza y mi padre es el SME!»

Existen condiciones para llegar a una huelga nacional: SME

El movimiento social que se ha levantado en contra del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC) tiene las condiciones para llegar a la huelga nacional con el apoyo del pueblo, advirtió el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), durante una manifestación multitudinaria que aglutinó el descontento y la «ira» de organizaciones sindicales, sociales y campesinas contra el gobierno de Felipe Calderón y su secretario del Trabajo, Javier Lozano.

En una jornada de protestas que logró interrumpir actividades en dependencias públicas y privadas, como parte del primer paro cívico nacional convocado por el SME, decenas de miles concentrados en el Zócalo votaron a mano alzada por que Lozano sea quien «cobre su liquidación y se largue». Antes, se le promovería juicio político. También exigieron que el director de la Comisión Federal de Electricidad, Alfredo Elías Ayub, también «se largue».

Marcharon del Ángel de la Independencia al Zócalo, acompañados por numerosos contingentes sindicales, sociales y políticos procedentes de distintos puntos de la ciudad. Los más entusiastas y molestos contra la política gubernamental fueron los estudiantes de distintas universidades.

Martín Esparza, líder del SME, marcó la ruta de la siguiente fase de la resistencia pacífica: «El poder emana del pueblo y si ese poder está afectado, es momento de levantar este movimiento social pacífico».

Hace un mes, dijo, fueron tomadas por asalto las instalaciones de LFC, «por la noche, como bandidos, como cobardes, y lanzan un decreto. Pensaban que nos iban a aniquilar, pero aquí está la conciencia de más de 100 años que tiene el movimiento del SME», recordó.

La jornada de ayer se prolongó más de 12 horas, a partir de las 7 de la mañana. Comenzó con un mitin frente a las instalaciones de Luz y Fuerza; después, los sindicalistas protestaron en distintas dependencias y realizaron brigadeos, como preludio de la marcha central. Los trabajadores llegaron a las 14 horas a las inmediaciones del Ángel de la Independencia, donde paulatinamente se agregaban contingentes. Integrantes de los sindicatos de la UNAM, de telefonistas, del ISSSTE, de Tranviarios, el Sutin, así como colectivos de estudiantes de la máxima casa de estudios, de la UAM, del IPN, Chapingo y brigadas del movimiento nacional en defensa de la economía popular, como Flor y Canto. También de la Central Campesina Cardenista, la Unión Nacional de Trabajadores Agrícolas, UPREZ y otras más.

Acompañaron al SME militantes del PT y Convergencia, así como del PRD, especialmente del Distrito Federal. La vanguardia de la marcha llegó al Zócalo alrededor de las 17 horas, mientras la retaguardia avanzaba apenas por la glorieta de Colón. Los últimos contingentes entraron a esa plaza cerca de las 7 de la noche, cuando ya se entonaba el Himno Nacional. El Gobierno del Distrito Federal estimó que participaron 60 mil personas; el SME calculó más de 200 mil.

Los manifestantes avanzaron a paso rápido. En menos de una hora recorrieron el trayecto. A la cabeza de la columna iba Martín Esparza, flanqueado por diputados como Alejandro Encinas, Jaime Cárdenas y Gerardo Fernández Noroña; también Manuel Bartlett, Jesús Martín del Campo, Ricardo Ruiz y Bertha Luján, entre otros. Al paso de los contingentes se comentaba en tono festivo que la APPO logró «cerrar» todas las oficinas de la CFE en Oaxaca, pero también se mostraba preocupación por los cinco electricistas de Tlalnepantla detenidos en la carretera a Querétaro, a quienes, dijeron, «sacaremos con honores».

La marcha se pintó de rojinegro y en mantas, pancartas y consignas se reflejó el coraje de los trabajadores por su despido. La constante fue un tono duro en contra de la figura presidencial, a quien ridiculizaron con botargas, máscaras y caricaturas. La «rabia», como los mismos electricistas lo expresaron, fue también contra los secretarios de Gobernación, Fernando Gómez Mont; de Hacienda, Agustín Carstens; de Energía, Georgina Kessel, y especialmente el del Trabajo, Javier Lozano, para quien pidieron juicio político.

En el templete, frente a las oficinas del gobierno capitalino, destacaron dos mensajes de solidaridad: el de los obispos Samuel Ruiz (emérito) y Raúl Vera, quienes señalaron: «Una Iglesia que no está del lado del pueblo que sufre, no es una iglesia cristiana», y el de los sindicalistas, que en voz de los dirigentes de la Unión Nacional de los Trabajadores advirtió la necesidad de utilizar las herramientas de lucha de los asalariados. La multitud coreó «¡huelga nacional!» También refrendaron su apoyo al SME intelectuales, campesinos y organizaciones estudiantiles.

Los trabajadores dejaron en claro aquí que las fallas en el suministro de energía eléctrica obedecen a la impericia de la CFE y de las empresas privadas que han sido contratadas y no al sabotaje. Aunque convocaron a los ciudadanos a bajar el switch de sus casas de 19:30 a 21:30 horas, el SME no reportó datos sobre este acto simbólico.

Alentaron a no aceptar «la zanahoria» de la liquidación, porque van por la recuperación de su empleo; aseguraron que quienes han recibido su indemnización es por las falsas promesas de esquiroles del SME. Por ello, advirtieron que no irán a un diálogo con el gobierno federal, porque la condición impuesta es «liquídense y luego vemos».

Esparza destacó que es tiempo de impulsar este movimiento: «Estamos a punto del bicentenario de la Independencia y el centenario de la Revolución Mexicana, y habremos de derrotar, como antes, a las trasnacionales, a la dictadura, la tiranía y las violaciones a la Constitución. Es tiempo de que el pueblo se organice».

Laclase 12/11/09