Los trabajadores y la libertad de prensa
Cualquier «dirigente» de la clase obrera que arma al gobierno burgués con medios especiales para controlar a la opinión pública en general y a la prensa en particular es, precisamente, un traidor.
Cualquier «dirigente» de la clase obrera que arma al gobierno burgués con medios especiales para controlar a la opinión pública en general y a la prensa en particular, es, precisamente, un traidor»
En México se está realizando una campaña contra la prensa reaccionaria. El ataque ha sido dirigido por los líderes de la CTM o, más precisamente, por el señor Lombardo Toledano (Secretario general de la Confederación de Trabajadores de México (1936-1946)) en persona. El objetivo es «doblegar » a la prensa reaccionaria ya sea sometiéndola a una censura democrática o proscribiéndola del todo.
Los sindicatos han sido movilizados para la guerra. Los incurables demócratas corrompidos por su experiencia con un Moscú stalinizado y dirigidos por «amigos» de la GPU, han alabado esta campaña que no puede ser vista más que como un suicidio. De hecho, no es difícil prever que incluso si esta campaña triunfa y conduce a resultados prácticos que se acomoden al gusto de Lombardo Toledano, las consecuencias últimas serán principalmente soportadas por la clase obrera.
Tanto la experiencia histórica como teórica prueban que cualquier restricción de la democracia en la sociedad burguesa, es, en último análisis, invariablemente dirigida contra el proletariado, así como cualquier impuesto que se imponga recae sobre los hombros de la clase obrera. La democracia burguesa es útil para el proletariado sólo en cuanto le abre el camino al desarrollo de la lucha de clases. Consecuentemente, cualquier «dirigente» de la clase obrera que arma al gobierno burgués con medios especiales para controlar a la opinión pública en general y a la prensa en particular, es, precisamente, un traidor. En último análisis, la agudización de la lucha de clases obligará a las burguesías de cualquier tipo a llegar a un arreglo entre ellas mismas; aprobarán entonces leyes especiales, toda clase de medidas restrictivas, y toda clase de censuras «democráticas» contra la clase obrera. Quien todavía no haya comprendido esto, debe salirse de las filas de la clase obrera.
«Pero hay momentos» objetarán algunos “amigos” de la URSS en que «la dictadura del proletariado se ve forzada a recurrir a medidas especiales, particularmente contra la prensa reaccionaria.»
«Esta objeción», contestaremos, «proviene principalmente de identificar a un estado obrero con un estado burgués. Aunque México es un país semicolonial, también es un estado burgués y de ninguna manera un estado obrero. Sin embargo aun desde el punto de vista de los intereses de la dictadura del proletariado, proscribir a los periódicos burgueses o censurarlos no constituye en lo más mínimo un ‘programa’ o un ‘principio’ o un ideal establecido. Medidas de esta naturaleza sólo pueden ser un mal temporal e inevitable.»
Una vez en el poder, el proletariado puede verse forzado, por cierto tiempo, a tomar medidas especiales contra la burguesía, si la burguesía asume una actitud de abierta rebelión contra el estado obrero. En ese caso, restringir la libertad de prensa va a la par con todas las otras medidas empleadas en sostener una guerra civil. Naturalmente, si usted se ve forzado a usar artillería y aviones contra el enemigo, no puede permitir que este mismo enemigo mantenga sus propios centros de información y propaganda dentro del campo armado del proletariado. Sin embargo, también en este ejemplo, si las medidas especiales se extienden hasta convertirse en un patrón permanente, llevarían en sí mismas el peligro de volverse incontrolables y de que la burocracia obrera logre un monopolio político que sería una de las fuentes de su degeneración.
Tenemos ante nosotros un ejemplo vivo de tal dinámica en la detestable supresión de la libertad de expresión y de prensa que es ahora regla en la Unión Soviética. Esto no tiene nada que ver con los intereses de la dictadura del proletariado, al contrario, está destinada a proteger los intereses de la nueva casta gobernante de la oposición de los obreros y campesinos. Esta nueva burocracia bonapartista de Moscú es ahora imitada por el señor Lombardo Toledano y Cía., quienes equiparan sus carreras personales con los intereses del socialismo.
Las verdaderas tareas del estado obrero residen no en poner una mordaza policíaca sobre la opinión pública, sino más bien en liberarla del yugo del capital. Esto sólo puede hacerse colocando los medios de producción, incluida la producción de la información pública, en las manos de toda la sociedad. Una vez que se ha dado este paso socialista fundamental, todas las corrientes de la opinión pública que no han tomado las armas contra la dictadura del proletariado deben tener la oportunidad de expresarse libremente. El deber del estado obrero es hacer accesibles a ellos, en proporción a su número, todos los medios técnicos que requieran, como prensas, papel y transporte. Una de las principales causas de la degeneración del aparato de estado es la monopolización de la prensa por parte de la burocracia stalinista, que amenaza con reducir todas las conquistas de la Revolución de Octubre a la ruina total.
Si estuviésemos buscando ejemplos de la influencia fatal de la Comintern en el movimiento obrero de los distintos países, la actual campaña de Toledano aportaría uno de los más singulares. Toledano y sus compañeros de doctrina tratan esencialmente de introducir en el sistema democrático burgués medios y métodos que, en ciertas condiciones temporales, pueden ser inevitables bajo la dictadura del proletariado. Es más, ellos no están realmente tomando estos métodos de la dictadura del proletariado sino más bien de sus usurpadores bonapartistas. En otras palabras, están infectando a la ya enferma burguesía democrática con el virus decadente de la burocracia stalinista.
La anémica democracia de México se enfrenta a una constante y mortal amenaza desde dos direcciones: primero, por parte del imperialismo y segundo, de los agentes de la reacción dentro del país que controlan las publicaciones de mayor circulación. Pero sólo los ciegos o los débiles mentales podrían pensar que como resultado de la prohibición de la prensa reaccionaria los obreros y campesinos se librarán de la influencia de ideas reaccionarias. En realidad, sólo la mayor libertad de expresión, de prensa y de reunión pueden crear las condiciones favorables para el avance del movimiento revolucionario de la clase obrera.
Es esencial emprender una incansable lucha contra la prensa reaccionaria. Pero los obreros no pueden permitir que el puño represivo del estado burgués substituya la lucha que ellos libran por medio de sus propias organizaciones y de su propia prensa. Hoy, el estado puede aparecer como bondadosamente dispuesto hacia las organizaciones obreras; mañana el gobierno puede caer y caerá inevitablemente en manos de los elementos más reaccionarios de la burguesía. En ese caso, cualquier legislación restrictiva que exista será lanzada contra los obreros. Sólo aventureros que no piensan más que en las necesidades del momento serían incapaces de tener en cuenta este peligro.
El modo más efectivo de combatir la prensa burguesa es extender la prensa de la clase obrera. Por supuesto, vulgares periódicos amarillos como El Popular son incapaces de asumir esta tarea. Tales basuras no tienen lugar dentro de la prensa obrera, la prensa revolucionaria, ni incluso en una reputada prensa democrática. El Popular sirve a las ambiciones personales del señor Lombardo Toledano, quien a su vez sirve a la burocracia stalinista. Sus métodos -mentiras, calumnias, campañas de caza de brujas y falsificaciones- son también los métodos de Toledano. Su periódico no tiene ni programa ni ideas.
Obviamente, tal basura nunca podrá tocar una cuerda sensible de la clase obrera o ganarle el proletariado a los periódicos de la burguesía. Así, llegamos a la conclusión inevitable de que la lucha contra la prensa burguesa empieza echando a los «líderes» degenerados de las organizaciones de la clase obrera, en particular, librando a la prensa obrera del tutelaje de Lombardo Toledano y otros que buscan las posiciones burguesas. El proletariado mejicano debe tener una prensa honesta que exprese sus necesidades, defienda sus intereses, amplíe su horizonte y prepare el camino para la revolución socialista en México. Esto es lo que Clave propone hacer. Así, empezamos por declarar una guerra implacable contra las viles pretensiones bonapartistas de Toledano. Y en este esfuerzo buscamos el apoyo de todos los obreros avanzados, marxistas y demócratas genuinos.
21 de agosto de 1938
CON SALUDOS
CESAR USCAMAYTA
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