El progresismo argentino y la cuadratura del círculo
Pagar o no pagar la deuda externa, este es el dilema del progresismo argentino opositor, encabezado por el cineasta Fernando «Pino» Solanas.
Proyecto Sur está empeñado en dar la impresión de que quiere pagar la deuda usurera y también de lo contrario. “No venimos a decir que hay que pagar la deuda”, insistió Solanas en una audiencia pública en la que participaron otros bloques del parlamento (Clarín, 10/3). “Pero sólo se debe pagar, agregó, la deuda legítima” – una aclaración que confunde. Es que la deuda argentina es ilegítima por su naturaleza confiscatoria. Es el resultado de un gran pecado original (la dictadura) y de sucesivas refinanciaciones. Las refinanciaciones capitalizan los intereses impagos y añaden otros nuevos. De este modo, la deuda se ha transformado en un contrato usurero. El primer ‘desendeudador’, Menem-Cavallo, que redujo deuda entregando las empresas del estado, llevó al extremo la tendencia a la refinanciación permanente, que explotó en 2001. Los centroizquierdistas no reclaman contra esta ilegitimidad social y de derecho. En su lugar reclaman una investigación que ya fue hecha, por parte del juez Ballesteros, por una presentación del fallecido Alejandro Olmos. Así van pateando el asunto de la deuda mientras pueden. La novedad de la audiencia fue que sirvió, no para denunciar por enésima vez la “deuda ilegítima” (una parte de la deuda), ¡sino para ofrecer un mecanismo para pagarla! De eso se encargó el co-piloto de Solanas, Claudio Lozano.
Según relata Crítica (15/3), los referentes de Proyecto Sur insistieron en un planteo reciente de pagar la deuda en consignación, o sea hacer un depósito cuyo beneficiario cobraría al cabo de la investigación. Es difícil, si no imposible, que tal cosa sea viable no habiendo un proceso judicial. Argentina, en cualquier caso, estaría sacrificando una suma extraordinaria de dinero. El asunto suena a una fantasía.
La novedad real de la audiencia fue otra cosa: la propuesta de Lozano de cómo pagar la deuda. Planteó para ello que el Banco Central que mantiene deudas con los bancos locales (por absorción de pesos, los Lebac y Nobac), entregue el dinero correspondiente, en cada vencimiento, al Tesoro nacional, para que este pague la deuda pública. El Tesoro se convertiría en deudor de los bancos locales y estos en acreedores del Tesoro. Es una suerte de préstamo forzoso. El stock de títulos en poder de los bancos es de 38 mil millones de pesos, que equivalen a 10 mil millones de dólares. El plazo de la deuda con los bancos sería de siete años a una tasa fija de interés. Para hacerla corta: Lozano propone pagar deuda pública contrayendo otra. Como el 60% del mercado argentino está en manos de la banca estatal, tendríamos que el Tesoro se endeudaría, en gran parte, consigo mismo para pagar a los usureros. Esto ya ocurre con el Pami, la Anses y, hasta cierto punto, con los mismos bancos estatales, donde son depositados los fondos unificados de la administración del Estado. La propuesta de Lozano culminaría el operativo del kirchnerismo de endeudar a jubilados y ahorristas, con títulos en pesos, para pagar a los usureros. Esta transferencia de la deuda de los especuladores internacionales al pueblo, facilitaría al Estado su liquidación por medio de la inflación. ¿Qué tiene esto de progresista? ¿De qué modo esta propuesta cancela la deuda ilegítima? ¡Se la transfiere a los ahorristas de los bancos estatales y privados y fondos públicos depositados en los bancos estatales! Los bancos no operan con dinero propio sino con el de los depositantes.
Esta propuesta implicaría una confiscación del dinero de los ahorristas que depositan en los bancos, pues al cabo de siete años cualquier deuda en pesos valdría menos de la mitad de su valor actual ¿No sería mejor (‘menos traumático’) repudiar la deuda usurera y nacionalizar los bancos sin compensación?
La otra contradicción de la propuesta es no dice quién se hará cargo de la regulación de la moneda una vez que se suprima el mercado monetario formado por los Lebac y Nobac. La alternativa sería establecer un sistema de encajes móviles, sin remuneración, que los bancos deberían dejar en el Banco Central. Proyecto Sur no ha propuesto nada semejante. Pero este sistema correría un riesgo: que Proyecto Sur quiera quedarse con esos encajes para pagar la deuda usurera como ahora lo propone con los Lebac y Nobac. Estamos dando la vuelta en torno a lo mismo. Todo esto suena a un despropósito.
Lozano dice que el Tesoro compraría dólares al Central, con el dinero que el Central le debe a los bancos locales, para pagar la deuda. La operación no tendría, así, efectos inflacionarios, porque el dinero que saldría del Central al Tesoro volvería al Central para comprar dólares. Lo mismo dicen los K para justificar su DNU. Pero la mayor parte de la deuda pública está en pesos, por lo que su pago desataría una mayor inflación. De nuevo, para esquivar el repudio a la deuda usurera, Proyecto Sur elucubra un despropósito.
La idea de pagar la deuda con créditos de la banca local, no es original de Lozano; Cavallo la propuso hace un mes. Lo de Cavallo era más coherente (y por supuesto enormemente dañino), pues no suprimía el mercado monetario de Letras y le pagaba a los bancos la tasa de interés del mercado.
En el mundo financiero internacional circulan una cantidad enorme de propuestas para rescatar al capital de la bancarrota; todas buscan minimizar el costo del rescate para el sistema. El planteo de Proyecto Sur forma parte de esa corriente de propuestas, y tiene las contradicciones insalvables de todas ellas.
Jorge Altamira 03/04/10