21/8/1940: Stalin cumplía su objetivo
A 70 años del asesinato de León Trotsky
Lenin y Trotsky encabezaron, en 1917, el triunfo de los soviets que tomaron el poder en Rusia, imponiendo la primera revolución socialista con democracia obrera de la historia. Juntos comenzaron a combatir el proceso de burocratización que era encabezado por Stalin. Luego de la muerte de Lenin, Trotsky siguió consecuentemente con esa pelea (1). Stalin logró aislarlo, lo exiliaron, y finalmente un agente de la GPU lo asesinó en agoste de 1940. Pero el estalinismo no pudo impedir la continuidad de su lucha y su legado.
Escribe: Mercedes Petit
A fines de la década del 30, Stalin era uno de los dictadores más poderosos de la tierra. El otro, era Hitler, con quien había firmado un pacto de “no agresión” en 1939, facilitando que el nazismo desatara la Segunda Guerra Mundial.
El triunfo de la burocracia en los años 20 había transformado al PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) en un monstruoso aparato contrarrevolucionario y represivo. Trotsky y sus seguidores, perseguidos y diezmados, denunciaban los crímenes de Stalin y su política de capitulación a la burguesía, que llevó a la derrota de la revolución española en 1936-37. Denunciaban la farsa de los “procesos de Moscú”, cuando hizo fusilar a casi todos los viejos dirigentes de la revolución del 17, incluso los que habían sido sus secuaces o le habían capitulado. La voz de Trotsky se levantó contra su pacto con Hitler, llamándolos “estrellas gemelas”. Y los trotskistas llamaban a la defensa incondicional de la Unión Soviética, definida como un estado obrero, pero “degenerado” por la burocracia.
¡Mátenlo cuanto antes!
Trotsky, que se había refugiado junto a su esposa en México desde enero de 1937, agrupaba una pequeña corriente de varios miles de revolucionarios. En la URSS casi todos sus seguidores estaban confinados en los campos de concentración. En los distintos países eran perseguidos por la policía secreta (la GPU, luego KGB), y muchos de ellos asesinados, comenzando por el propio hijo mayor de Trotsky, León Sedov, su gran colaborador. La Cuarta Internacional se fundó en septiembre de 1938 en una reunión totalmente clandestina, en las afueras de París. Pero el todopoderoso Stalin estaba obsesionado por acabar con su infatigable rival.
A comienzos de 1939, luego de una de sus habituales purgas, reorganizó un departamento de la policía secreta, y nombró a Pavel Sudoplatov como jefe, con una única misión: matar cuanto antes a Trotsky. En sus memorias (2), éste contó que Stalin le habría dicho: “En el movimiento trotskista no hay figuras políticas importantes aparte del propio Trotsky. Eliminado Trotsky, la amenaza desaparece, […] Trotsky debe ser eliminado antes de que acabe el año y la guerra estalle irremediablemente.” Sudoplatov le dio la explicación política al apuro de Stalin. Escribió que “el núcleo de la lucha ideológica entre los dos líderes” era la idea de Stalin “de la revolución en un solo país, en contra del internacionalismo de Trotsky. […] El desafío de Trotsky a Stalin tuvo confundido al movimiento comunista y debilitó nuestra posición en Europa Occidental y Alemania en los años treinta.” Ese “desafío” era la lucha infinitamente desigual entre un exiliado y perseguido que defendía con uñas y dientes el programa y la continuidad revolucionarios, contra el jefe inescrupuloso de un superpoderoso aparato burocrático. Trotsky cuestionaba la mentira inmensa de que los partidos comunistas “defendían la revolución y el leninismo”. Y demostraba que la única “ideología” de los burócratas era la defensa de sus privilegios. Por todo eso, Stalin tenía que acabar con él.
El asesino Mercader, asesor de Fidel Castro
El operativo se puso en marcha. En mayo de 1940, un grupo de militantes del Partido Comunista mexicano, encabezados por el muralista David Alfaro Siqueiros, hizo un ataque fallido a la fortificada casa de Trotsky en la calle Viena, Coyoacán (3). Mientras tanto, se había infiltrado en el entorno de Trotsky un militante comunista catalán, Ramón Mercader, entrenado como asesino profesional en la URSS, que no fallaría.
El 20 de agosto de 1940, Mercader logró atacar a solas en su despacho a Trotsky, que murió al día siguiente. El asesino fue capturado, pero nunca involucró a Stalin y a la GPU. Pasó 20 años en prisión. Cuando salió, vivió en la URSS y luego en Cuba, donde fue asesor de Fidel Castro. Está enterrado como “héroe de la Unión Soviética”, muy cerca del espía británico Philby, en el cementerio Kuntzevo de Moscú.
Como lo describe Nahuel Moreno (ver comentario), la muerte de Trotsky fue un duro golpe para la Cuarta Internacional. Pero ante la barbarie del capitalismo y la continuidad de las luchas obreras, campesinas y populares en todo el mundo, su programa y el legado de León Trotsky siguen vigentes. La UIT-CI (Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional), lucha por hacerlos realidad, con el triunfo del socialismo con democracia obrera en todo el mundo.
1. Adquiera El testamento de Lenin, por León Trotsky, Ediciones El Socialista.
2. Operaciones especiales, por Pavel y Anatoli Sudoplatov. Plaza y Janés, Barcelona, 1994.
3. Véase El Socialista Nº168, 16/6/2010
El Socialista 11/08/12