Cambios necesarios si queremos sobrevivir
Para salvar la Revolución Cubana es imprescindible actuar con urgencia; de lo contrario será tarde. Es preferible equivocarse en el camino al cambio necesario que continuar en el inmovilismo.
La Revolución Cubana está enferma de cáncer. Es un enfermo al que hay que tratar urgentemente si no queremos que el mal se haga irreversible y sin salvación. A este estado de cosas la ha llevado el inmovilismo político-económico, una dirección férrea que no permitía la toma de decisiones a nivel intermedio de poder, la supercentralización del poder del estado en su figura gubernamental y en este momento agoniza en un enfermedad que está corroyendo sus bases y a ella completa desde adentro mismo. Las causas de la inmovilidad son variadas: desde los dirigentes que oportunistamente han obtenido un determinado cargo con privilegios sobre la media que, ante el temor de perder las prebendas son férreos defensores del Status Quo, hasta los francamente derechistas contrarrevolucionarios que acumulan dinero, influencias y relaciones en espera del cambio que ellos mismos ayudan a promover. Las instituciones políticas no están exentas de esta fauna. Los “cuadros” profesionales de la UJC y del PCC son, en gran parte de los casos, mediocres profesionales que encuentran una vía de subsistencia a costa del burocratismo interno del sistema. El papel de “cuadros” se le aplica perfectamente en cuanto a la aplicación exacta de las leyes cuando a su favor sean y el olvido o desconocimiento si van en su detrimento. En la actualidad muchos militantes de la UJC militan inercialmente en sus filas, esperando llegar finalmente a la edad de 30 años para pedir la desactivación automática sin pasar a formar parte de las filas del PCC. La incorporación a las filas de la UJC se hace siguiendo un principio de voluntariedad, pero el joven que recibiendo la propuesta de incorporación se niegue será automáticamente cuestionado en su proceder y, en dependencia del círculo en el que se desarrolle puede que hasta se tomen represalias en su persona. Esto ha contribuido a una oleada de jóvenes militantes de la UJC con una doble moral flagrante y una inacción política que mucho deja que desear a esta organización juvenil. Casos de dirigentes de la UJC corruptos son comentario diario en cualquier lugar del país. Cuando yo fui militante de la UJC en cierta ocasión al comité de base llegó una orden de sanción contra uno de nuestros militantes. En el actual sistema de la UJC las sanciones son adoptadas por los comités municipales de la organización cuando no por el núcleo del PCC que atiende al comité de base, dejando fuera de efecto las decisiones que puedan tomar quienes realmente conocen del día a día al militante que ha incurrido en falta. La necesidad de cambiar la concepción verticalista de las organizaciones por una horizontalista es uno de los cambios más imperativos que reclama la sociedad cubana. Una concepción de cambio en que las instancias superiores de cualquier organización política o de masas sean vistas como centro de control y coordinador de esfuerzos y no únicamente como estructura de mando y control. Debemos dar paso a la pluralidad y a la toma de decisiones propias de su entorno a las diferentes estructuras de mando para lograr una colegiatura en la toma de decisiones. En muchas ocasiones desde la instancia central se imponen tareas con tiempo suficiente y la explicación lógica y esto sólo llega a la base como una mera imposición casi sin tiempo de ejecución. No existe un diálogo ni una explicación a dudas razonables y se habla en nombre de todos sin consultar a nadie. Esta exclusión del Todo en nombre de la pluralidad de todos es uno de los factores que han enfermado a la Revolución y si no le damos un tratamiento urgente pronto será demasiado tarde.