¿Por qué Fidel negocia en secreto con Reagan?
Por: Nahuel Moreno
Publicado en 1982
El castrismo enfrenta, al igual que todos los estados obreros burocratizados y totalitarios del Este de Europa y Asia, una impresionante crisis económica, aparentemente sin salida. Castro negocia con el imperialismo yanqui un acuerdo económico que le permita superar esa crisis.
La revista Business Week comentaba en su edición del 22 de junio de 1981 que: “a pesar de los discursos de tono duro de los voceros de la administración Reagan en el mitin organizado por el Concejo de las Américas en Washington, a comienzos de junio, los círculos emigrados cubanos todavía sospechan que se están llevan do a cabo negociaciones a través de intermediarios para lograr un nuevo modus vivendi con Castro”. En ese mismo artículo se decía que Thomas O. Enders, nuevo subsecretario de estado para asuntos interamericanos, “estaba respaldando los esfuerzos de Edward Broadbent, líder parlamentario del Nuevo Partido Demócrata de Canadá, para continuar la mediación de la Internacional Socialista en América Central y particularmente en El Salvador. También hay sospechas de que el primer ministro canadiense, Pierre Elliot Trudeau, defensor desde hace mucho de la revolución de Castro, está esperanzado en utilizar el programa económico multilateral para la región – que quizá va a incluir a Canadá, México y Venezuela en un acuerdo con Estados Unidos– para apartar poco a poco a Cuba del bloque comunista”.
El New York Times comentaba en su edición del 18 de abril de este año que en 1981 la administración Carter llevó a cabo a través de su representante oficial “una serie de conversaciones secretas en La Habana” . En esas con versaciones, Castro le dijo a los funcionarios yanquis que “él había sido durante sus primeros veinte años únicamente un revolucionario, pero que ahora su atención se concentraba en tratar de solucionar los problemas de la pobreza, el hambre y el desarrollo económico. Tanto en esas reuniones como por otras vías, Castro ha aclarado que él se ve como líder del movimiento de los no alineados y que, por lo tanto, comprende que no podría haber logrado esa posición si Washington se hubiera opuesto activamente a ella.”
El 27 de enero de este año, en una entrevista, el presidente Reagan informó que el vicepresidente cubano Carlos Rafael Rodríguez y Haig se habían encontrado secretamente en México. Esto fue confirmado por el vicepresidente cubano a Granma , quien dijo que la reunión secreta había tenido lugar el 23 de noviembre de 1981 y que “ el secretario de estado Haig y yo decidimos de común acuerdo que aquella entrevista debía considerarse como secreta ”. El New York Times ha comentado también que “hay un sentimiento en La Habana de que quizá el presidente Reagan pueda establecer lazos con Cuba parecidos a los que el presidente Nixon estableció con China ”. Es de destacar que quien mayores esfuerzos hace para mantener secretas las negociaciones es el gobierno cubano, contra la política de Lenin de diplomacia abierta.
Estas negociaciones entre los gobiernos cuba no y norteamericano han seguido desarrollándose en forma cada vez más auspiciosa: “algunas han sido completamente secretas, tales como las reuniones en enero y marzo entre altos funcionarios cubanos y norteamericanos. Algunas son semipúblicas, como la que se llevó a cabo con un alto funcionario cubano, quien solicitó no ser identificado y le dijo a los expertos en política internacional de Norteamérica que visitaban La Habana, al comienzo de este mes (abril), que su gobierno estaba listo para una “acomodación relativa” con Washington” ( New York Times)
Existen trascendidos de que el embajador especial del presidente Reagan, el general Wálters, tuvo una larga entrevista con Fidel en La Habana, de la que salió muy bien impresionado.
Estas reuniones sin precedentes llevaron al profesor William M. Leo Grande, experto en cuestiones cubanas de la Universidad Americana, a hacer el siguiente comentario: “nunca antes los cubanos habían avanzado tanto y tan rápido tras el objetivo de comenzar un serio diálogo con Estados Unidos ”.
Hemos dado estas citas para demostrar que, contra las apariencias, las diatribas y epítetos que intercambian los gobiernos de Reagan y Castro, hay intensas negociaciones secretas entre ambos gobiernos.
¿Por qué Castro negocia?
Se trata de saber el por qué de estas negociaciones secretas del gobierno de Castro con el ultra reaccionario e imperialista Reagan.
El castrismo enfrenta, al igual que todos los estados obreros burocratizados y totalitarios del Este de Europa y Asia, una impresionante crisis económica, aparentemente sin salida. Castro negocia con el imperialismo yanqui un acuerdo económico que le permita superar esa crisis.
La crisis de la economía cubana, cuya razón inmediata pareciera ser el escaso desarrollo de la producción, obedece a una razón de fondo: la conducción burocrática de la economía y de la sociedad cubana. Esa conducción burocrática se manifiesta en la falta de democracia obrera para discutir la elaboración de los planes económicos, para aplicarlos y para su evaluación crítica. Todo lo resuelve Fidel y su equipo. Esa conducción totalitaria ha llevado al desastre económico. El mismo desastre y por la misma causa que todos los otros estados burocráticos totalitarios. Veamos a vuelo de pájaro la historia de la conducción castrista.
Los primeros años
A mediados del año 1959, el gobierno fidelista hace la primera reforma agraria. En febrero de 1960 vende por primera vez azúcar a la URSS, a pagar 20% en divisas y el resto en petróleo. Cuando el petróleo llega, en junio de 1960, las refinerías yanquis se niegan a procesarlo. Son requisadas y Estados Unidos baja la cuota de azúcar a 700.000 toneladas.
Fidel reacciona ante este atropello del imperialismo nacionalizando las refinerías de petróleo a fines de junio. Un mes después, sigue expropiando las empresas yanquis y Estados Unidos vuelve a bajar la cuota de azúcar. Castro, entonces, nacionaliza todos los ingenios azucareros, bancos y compañías de electricidad yanquis. Estados Unidos responde en octubre embargando a Cuba e iniciando el bloqueo.
Esta es la prehistoria de la economía obrera cubana – llamémosla así – porque todas estas medidas revolucionarias serán las que transformarán a Cuba en el primer estado obrero de América y de occidente. La expropiación de la burguesía y el imperialismo va a permitir a los trabajadores cubanos y al gobierno castrista el superar los problemas de la salud y del analfabetismo. Cuba ha ganado el primer lugar en Latinoamérica a ese respecto.
En el año 1961 Fidel Castro y el Che Guevara, que es quien comanda la economía, fijan un plan de desarrollo industrial de cinco años, hasta 1965, que es interrumpido en 1963. Con ese plan se busca diversificar la agricultura y acrecentar, mediante la industrialización acelerada el grado de autosuficiencia. En ese sentido se sigue la vieja política stalinista de desarrollo del socialismo en un solo país, de la diversificación industrial y de la sustitución de la sustitución de importaciones en oposición al monocultivo. En 1963, la economía está en una situación crítica como consecuencia de la baja de los precios del azúcar, de la desorganización y del bloqueo imperialista. Debido a esto se interrumpe el plan sin ninguna discusión previa, ni consulta democrática con la clase obrera y el pueblo.
Se vuelve al monocultivo
A partir de 1963 hasta 1972 se elabora una nueva estrategia de desarrollo, ante el fracaso de la política anterior: vuelta al monocultivo de azúcar como bajo Batista. Esta nueva política económica también es adoptada burocráticamente, sin consultar y discutir con el movimiento obrero. Es provocada y coincide con el compromiso de la URSS de comprar cantidades importantes de azúcar a precio fijo. Fidel viaja a Moscú y sigue adelante con la reforma agraria. De 1964 a 1970 se recupera y expande la producción azucarera. Entre el 1968 y 1970 se elimina prácticamente el comercio independiente y se reduce el sector privado de la agricultura. La dirección castrista denomina esta campaña como “ofensiva revolucionaria”. La otra cara de esa “ofensiva” es el apoyo incondicional de Castro a la invasión de Checoslovaquia por parte de la URSS. El cambio es una consecuencia de la estrecha ligazón económica que se establece con la URSS, que obliga a Castro a plegarse incondicionalmente a las leyes del mercado mundial; ese mercado exige que Cuba produzca azúcar primordialmente y Castro ordena producir sólo azúcar. Tomar en cuenta el mercado mundial es necesario; adaptarse completamente a él es capitular al dominio imperialista, justamente lo que hace Cas tro. Es así como se levanta la consigna económica de lograr una zafra para el año 1970 de diez millones de toneladas. Se lleva a toda la población urbana, empezando por la propia burocracia estatal y del PC, a las zafras; se vuelca toda la mano de obra existente a lograr ese objetivo. Este plan fracasa estrepitosamente ya que no se llegó ni de cerca al objetivo fijado. El fracaso desorganizó la economía. Les Temps Modernes , correctamente, critica que “ los dirigentes cubanos habían justificado la política de desarrollo acelerado de la producción de azúcar basándose en las características del país: Cuba podría producir azúcar mejor y menos caro que cualquier otro país del mundo y de esto se deducía que el país podría desarrollar su producción de azúcar rápidamente. Cuba fue incapaz económicamente y socialmente de aumentar y de mantener un nivel elevado de la producción. En otros sectores, por el contrario, donde Cuba no se beneficiaba con ventajas particulares, como la pesca y la producción industrial de huevos, fue posible obtener un aumento continuo y regular de la producción.”
La entrada al COMECON
En 1972, Cuba entra al Consejo Económico para la Asistencia Mutua. Es el más importante paso de política internacional que la dirección castrista haya efectuado. Se liga así estrechamente al sub-mercado mundial controlado por la burocracia stalinista. Esto significa aceptar el monocultivo, el desarrollo de aquellas producciones que entran en la división del trabajo impuesta por la burocracia moscovita. Concretamente, la entrada al Comecon refuerza la tendencia al monocultivo o a la especialización con referencia al mercado mundial. Esto sin mengua de que la URSS, indiscutiblemente, le haya dado una espectacular ayuda a la economía castrista, sobre todo a partir de dicho ingreso. La revista que estamos comentando señala que “ este acuerdo hace una excepción sin precedentes de las reglas de funcionamiento del Comecon , y prevé la compra del azúcar cubano a 40 centavos la libra, precio varias veces superior al curso mundial. Aun más, el 25% del precio será pagado en divisas a fin de permitir que las importaciones cubanas de occidente no caigan muy bruscamente. Este precio elevado es el que explica el excedente en la balanza comercial con la URSS a partir de l975”
La misma revista señala que: “ Desde 1973 se observa un aumento significativo y regular de las entregas soviéticas de petróleo. El valor total de las importaciones que provenían de la URSS va acrecer, entre 1871 y 1978, a un ritmo del 25% al año. Paradójicamente, la dependencia total hacia la Unión Soviética va a tardar un poco en manifestarse. En efecto, el alza vertiginosa del precio del azúcar en el mercado mundial, que coincide con la entrada de Cuba en el Comecon , permitirá aumentar en forma significativa la entrada de divisas. El comercio con el mundo capitalista va, por lo tanto, a aumentar rápidamente aún que los intercambios con la URSS … como mínimo hasta 1975”.
Pero esto no significa que no haya una dependencia mayor de la economía cubana respecto a la URSS. En este caso no estamos haciendo ninguna crítica, porque el bloqueo yanqui obligaba a la economía cubana a esa dependencia. Es así como “después de su entrada en el Comecon, ese porcentaje (del comercio de Cuba con la URSS, por un 40%, aproximadamente) va a aumentar regular mente para llegar al 63% en 1977 78. Calculado en valor, esta parte es aún más elevada, llega al orden del 85%”.
Pero esta relación privilegiada y diremos más, obligada, por la criminal política del bloqueo del imperialismo yanqui, desarrolla cada vez más el monocultivo. “La concentración del esfuerzo principal en la expansión de la producción de tres o cuatro productos para la exportación: azúcar no refinada, minerales de níquel, frutas tropicales, ocasiona en contra partida una producción insuficiente de cereales, de algodón y de acero. Cuba está obligada a importar el 75% de sus cereales, el 68% de su acero y prácticamente el 100% del algodón que ella utiliza.”
La misma revista señala, en relación a la política monocultivadora que el Kremlin exige a los países del Comecon, que “ni los resultados de los países del Comecon , ni los resultados obtenidos por Cuba, permiten considerar como válida esta interpretación simplista de la teoría de las ‘ventajas comparativas de la división internacional del trabajo’, sobre todo si uno recuerda que esta interpretación abusiva ha sido desde hace 150 años el fundamento teórico de la hegemonía industrial y comercial de la Gran Bretaña primero y de los Estados Unidos después.”
A partir de los años 70 se produce una colosal recuperación de la economía cubana que no es debida a la nueva orientación económica, es decir, a la entrada al Comecon y a la intensificación del monocultivo, sino a que hubo un aumento espectacular del precio internacional del azúcar, que comenzó a caer a mediados de la misma década. A partir de la caída de los precios del azúcar la economía cubana entra en una crisis aguda.
El primer plan quinquenal
En el primer congreso del PC cubano se fijan las principales tareas económicas para el periodo 1976 80, es decir, se elabora el primer plan quinquenal del gobierno castrista. El objetivo del mismo es consolidar los medios necesarios a la industrialización. Para lograr este objetivo se buscó una tasa de crecimiento que fuera compatible con las previsiones generales de los países del Comecon y con la coyuntura económica internacional. Es así como se fija una tasa de crecimiento del 6% del producto social global, un porcentaje inferior al de los proyectos económicos anteriores.
Este primer plan quinquenal fue acompañado por resoluciones que cambiaron la orientación castrista de conducción de la economía. Este cambio se inspiraba en las reformas económicas que se venían llevando a cabo en los países de la Europa del Este, principalmente la URSS, desde 1965. La economía cubana hasta el año 1975 fue conducida a la manera stalinista clásica, es decir, en forma súper centralizada. El tremendo fracaso de la zafra de 10 millones de toneladas del año 1970 y los posteriores, que se manifestaron en el ausentismo y la baja en la producción, a pesar de los altos precios del azúcar en el mercado mundial, llevaron a la dirección castrista a adoptar orientaciones de la burocracia post stalinista. Estas nuevas orientaciones, teorizadas por economistas soviéticos, de los cuales el más conocido fue Liberman, tendían a descentralizar la conducción económica dándoles autonomía a las empresas, introduciendo el cálculo económico por establecimiento y aplicando las leyes mercantiles. Dicho de otra forma, en vez de dirigir la economía en forma súper centralizada, a través de un solo órgano de planificación nacional y de los ministerios, se alentó la autonomía financiera, productiva y comercial de las empresas.
Al mismo tiempo se intentó que los trabaja dores tuvieran una mayor participación en los planes de los establecimientos.
A partir de 1975 la caída de los precios del azúcar en el mercado mundial fue muy intensa. Esta caída fue un factor negativo de importancia en el fracaso del primer plan quinquenal. Una eventual disminución de los precios fue tomada en cuenta por el gobierno cubano pero, según el vicepresidente de la oficina central de planeamiento, Gilberto Díaz, “la caída de los precios superó todas las expectativas.”
Debido a esta caída de los precios, Cuba corrió el riesgo de una catástrofe económica, ya que su nivel de divisas pasó bruscamente del 1.500 a 500 millones de dólares. Gracias a una ayuda masiva de la URSS se evitó el desastre total. En 1976-78 la ayuda soviética va a llegar a la suma inusitada de 2.400 millones de dólares por año, el equivalente al 75% de las exportaciones cubanas. Esta ayuda fue otorgada en virtud del acuerdo comercial soviético cubano 1976- 80.
Dependencia de la URSS y endeudamiento con el imperialismo
Les Temps Modernes de diciembre de 1980 decía “que la deuda cubana en relación a la URSS es otro aspecto de la dependencia de la isla: si se adicionan los déficits sucesivos de la balanza comercial con la URSS y se le agregan los diferentes préstamos acordados a Cuba, sobre todo a partir de 1972, la deuda cubana alcanza a 7 u 8.000 millones de dólares, es decir, a 800 dólares por cabeza”.
A estos préstamos de la URSS hay que sumarle los que el castrismo ha conseguido del propio imperialismo. Business Week de junio de 1981 señalaba que La Habana debe ahora a los bancos comerciales occidentales 1.900 millones de dólares, la mayor parte de los cuales vencen antes de un año y algunos en no más de tres meses, y un adicional de mil millones de dólares que se le deben a las instituciones que financian las exportaciones occidentales.
Crecimiento cero
La explicación económica, no política, de esta crisis persistente no tiene que ver con la caída coyuntural de los precios del azúcar o con el endeudamiento externo sino con la baja sistemática de la producción. O Estado de Sao Paulo comentaba con razón: “La más obvia derrota a largo plazo del gobierno (cubano) fue el fracaso en conseguir un real crecimiento económico. Cuba es uno de los pocos estados comunistas que no tuvo altos índices de crecimiento económico real durante un largo período. Exceptuando la primera mitad de la década del 70, el crecimiento económico cubano fue muy pequeño”. Las propias estadísticas cubanas de los últimos años confirman esta afirmación: “Según los índices oficiales, el ‘producto social bruto ‘en precio se elevó un 451 en los años 1977,1979 y 80; 1% en 1976 y 11% en 1978, con una proyección del 3,9% en 1981 ”. Si se rebajan los precios de acuerdo a la inflación, lo que las estadísticas cubanas no hacen, se “reduciría drásticamente el índice de crecimiento real en cuatro de los últimos cinco años ”. El crecimiento estaría próximo a cero en los años 1976, 1977, 1979, 1980 y 1981. Solo en el año 1978 deben haber habido un crecimiento más bien mezquino, el que nos indicaría el ajuste del 11% de crecimiento en los precios a su valor real, de acuerdo a la inflación.
Castro no quiere reconocer que este colosal fracaso económico se debe, como ya hemos dicho, a una razón última, política: la conducción burocrática. Es así como toda consulta a los trabajadores es frenada, distorsionada y aplastada por la burocracia castrista. Nada lo demuestra mejor que ese tímido intento de consultar a los obreros en las fábricas que ya hemos citado. De acuerdo con la revista oficial Bohemia, “en 1978, 34% de las empresas dejaron de discutir sus planes con los trabajadores, 58% lo hicieron pero no aceptaron las sugerencias de los mismos y apenas el 8% cumplieron con los requisitos de la ley ”, que exige esa consulta a los trabajadores. El gobierno cubano no podrá decir que esta timidísima medida de consulta a los obreros a nivel de empresa ha fracasado contra su propia voluntad. Todo lo contrario, el método totalitario y burocrático de conducir la economía se refleja en todos los terrenos y más que en ningún otro a nivel de las empresas.
Frenan ayuda y préstamos
El New York Times señalaba que “quizá Moscú, que provee de 3.000 millones de dólares de ayuda a la economía cubana al año –1/4 del producto nacional bruto de Cuba – no puede mantener este nivel de apoyo cuando tiene que pagar su propio presupuesto en la URSS tanto como en Polonia y Afganistán ”.
Les Temps Modernes insiste que “numerosos indicios demuestran que la generosidad soviética toca a su fin. Las importaciones que provienen de la URSS han aumentando en 1979 solamente en un 8.5% (en rublos corrientes) y han disminuido en volumen. Esto puede ser interpretado como una disminución de su valor real. Los términos de intercambio se han deteriorado netamente en 1979, en detrimento de Cuba. Según las estadísticas soviéticas, el azúcar (95.4% de las exportaciones cubanas hacia la URSS) habría sido comprado a 550 rublos la tonelada, contra 558 rublos en 1978. El valor de la tonelada de petróleo vendido a Cuba habría por el contrario aumentado cerca del 15,71. El excedente del comercio con la URSS, que ese país paga en divisas, casi ha desaparecido, pasando de 432 millones de dólares en 1978 a 36 millones en 1979. Todo pasa como si la subvención de la URSS al comercio de Cuba con los países capitalistas se hubiera interrumpido. Las importaciones que provienen de occidente, de 1.900 millones de dólares en 1978, después de haber caído en 1977 a 1.600 millones de dólares, no habrían sido más que mil millones de dólares en 1979 ”.
Algo parecido ocurre con el imperialismo. Según el Business Week (22/6/81), “La deuda, buena parte de la cuales con bancos franceses y canadienses, se está volviendo tan grande que los esfuerzos recientes para refinanciarla en parte, han fracasado. En 1979, la emisión de bonos convertibles fue retirada cuando los periódicos financieros suizos cuestionaron el crédito cubano y un consorcio de bancos franceses y alemanes se negó esta vez a preparar su paquete financiero anual para Cuba.”
Los Castro reconocen el fracaso
Le Temps Modernes , en diciembre de 1980 recordaba que Fidel, en diciembre de 1977 “se vio obligado a solicitar nuevos sacrificios a un pueblo cuyo entusiasmo estaba en plena decadencia ”. Citaba el discurso de Fidel: “Aun si el precio del azúcar subiera, no deberíamos dejarnos llevar por la tentación de mejorar un poco el consumo, ya que nos debemos proponer, durante un periodo de 7 a 8 años, trabajar fundamentalmente en la consolidación y en el desarrollo de nuestra economía. Siempre hay una generación a la cual le corresponde el trabajo más duro. Pensad en la URSS, pensad en los años de los primeros bolcheviques, cuando las cantidades de cemento producido era insignificante y la del acero ridícula. Hoy día los apartamentos son construidos por millones…” La misma revista recordaba que el 20 de enero de 1980, Raúl Castro, hermano de Fidel y numero dos del régimen, trazó una perspectiva más sombría: “Cuba esta enfrentada al espectro del desastre económico y de la bancarrota con sus secuelas de hambre y centenas de miles de desocupados”.
La revista Business Week, a mediados de 1981, recordaba que Castro y su hermano Raúl, habían alertado que no había perspectiva de que la economía mejorara pronto. La producción corriente de azúcar había caído a 5,5 millones de toneladas, bien abajo de los 7 millones que se producían en los años anteriores al ascenso de Castro al poder.
Mercado y “superexplotación”
Ante la crisis, Castro impuso nuevas reformas. Estas se sintetizan en dos conjuntos de medidas: un stajanovismo descarado para aumentar enormemente el tiempo de trabajo, lo que bajo el capitalismo se llama aumento de la explotación, y una NEP corregida y aumenta da, ya que el mercado capitalista es ampliado al máximo.
De acuerdo a U.S. News and World Report (30/8/81), se tomaron las siguientes medidas.
Con respecto a la prolongación de la jornada laboral y la intensificación de la opresión obrera: “Los gerentes de las fábricas ofrecen garantías a quienes realizan un trabajo ejemplar, los salarios pagos por las granjas estatales están vinculados a la producción global y no al gratificaciones a quienes realizan un trabajo ejemplar; los salarios pagos por las granjas estatales están vinculados a la producción global y no al tiempo que los trabajadores permanecen en los campos; se evalúa el rendimiento del trabajo individual. Los que rinden por debajo del promedio son degradados o echados; los trabajadores de la industria de servicios ahora’ pueden buscar un segundo empleo en la empresa privada”
Con referencia al desarrollo del mercado libre: “Se han abierto más de 200 mercados donde los agricultores pueden vender su producción excedente por encima de las cuotas prefijadas por el estado. Ellos cobran los precios que los compradores están dispuestos a pagar; quienes se dedican a la industria casera están autorizados a producir ropas en casa para venderlas a clientes que procuran artículos de mejor calidad a un precio relativamente elevado”.
Según la misma revista, “un obrero postu lante a la afiliación al PC comentó (sobre las reformas del año 1980); ‘Durante 20 años cometimos el error de rechazar todo lo que fuera capitalista. Actualmente sabemos que el pueblo no trabajará con empeñó si no recibe algún incentivo ”.
Un gran desarrollo del mercado
Las reformas han conducido ya a un desarrollo verdaderamente impresionante del merca do capitalista. La revista antes citada señala cómo “en el sector del consumo, la iniciativa privada esta operando abiertamente. Los mercados de alimentos y otros establecimientos comerciales proporcionan bocas de expendio donde los cubanos, trabajando por cuenta propia, ofrecen una gama más amplia de mercaderías de las que generalmente están disponibles en establecimientos estatales. ( … ) Aunque muchos cubanos son escépticos en cuanto a la duración de las reformas, un funcionario de la cúpula gubernamental niega que la restauración de alguna iniciativa priva da sea una mera táctica para reanimar una economía estancada. El mercado libre hará una contribución de amplio efecto para el socialismo cubano –insiste- . Después de todo, esto se asemeja mucho a lo que se está haciendo en la Unión Soviética y en Hungría”.
“Los mercados ya han producido un impacto sorprendente sobre la vida cubana. Ellos están repletos de habitantes de las ciudades siempre que los campesinos ofrecen excedentes de carne o vegetales para la venta. Y como los incentivos dan ánimo a la producción, los precios del mercado libre tienden a caer ”.
“En un mercado en las afueras de La Habana, los pollos llegan a ser vendidos a 16 pesos cada uno, contra 25 cuando el mercado abrió por primera vez. ( … ) La calidad del vestuario femenino ha mejorado. Vestidos elegantes se ven en los restaurantes en lugar de los vestidos y blusas baratos y producidos en serie que hasta hace poco eran la vestimenta nocturna standard ”.
“Los cubanos están contentísimos con tener dinero para gastar. Pero mas importante es la oportunidad de comprar artículos de calidad de Canadá, Japón y Europa occidental. Las importaciones fueron pagadas por el inesperado excedente de 400 millones de dólares resultante del elevado precio del azúcar en el mercado mundial ”.
“El dinero tiene valor desde que ahora hay cosas para comprar, dice una autoridad cubana. Y como la única forma de obtener mas dinero es trabajando, el ausentismo laboral del pasado virtualmente desapareció ”.
Los cambios políticos
La otra cara de este cambio económico fueron los cambios políticos que se dieron entre 1979 y 1980 en la cúpula del gobierno cubano y en menor grado en el PC. O Estado de Sao Paulo comentaba que “esas modificaciones fueron hechas con el objetivo de lograr una dirección capaz de resolver los problemas económicos. Pero hay otros aspectos de los cambios. El primero es que el poder fue nuevamente centralizado en las manos de un pequeño grupo ”. Efectivamente, “tres ministros fueron sustituidos en diciembre de 1979. Un mes después, once ministros fueron separados y nueve más dejaron el consejo de ministros porque sus departamentos fueron incluidos en otros. Nueve, de esos 23, eran miembros del comité central del partido y 6 de ellos fueron separados del CC en el segundo congreso del PC en diciembre de 1980 ( … )”.
“En vez de designar nuevos ministros para sustituir a los echados, la cúpula gubernamental se asignó a sí misma nuevas responsabilidades. Ninguno de los 13 vicepresidentes del comité ejecutivo del consejo de ministros fue separado y además de eso 10 de ellos pasaron a tener cargos ministeriales además de ser vicepresidentes. Esa centralización se ve ilustrada también por el hecho que el 78,7% de los miembros del comité central electo en el primer congreso del partido, en 1975, fueron reelectos en el segundo congreso, en 1980, a pesar de que el número de integrantes del comité había sido aumentado de 112 a 148 ”.
El objetivo de esta centralización refleja el intento de la burocracia castrista de controlar las fuerzas burguesas y pequeñas burguesas alentadas por la apertura y desarrollo del mercado capitalista. Como siempre ese control es burocrático, sin la movilización democrática de la clase obrera. Todo se resuelve en las oficinas de los hermanos Castro. Por eso no es difícil vaticinar que habrá graves problemas con las fuerzas burguesas que se están desarrollando al amparo del mercado, ya que la burocracia castrista, con sus métodos totalitarios, es incapaz de ver y analizar este problema y darse una verdadera política obrera para enfrentarlo. Le ocurrirá lo mismo que con la inmoralidad administrativa: con sus métodos será incapaz de erradicarla.
Alentando las inversiones imperialistas
Ante el fracaso de las reformas del año 1980, Castro se ha visto obligado a continuar con sus concesiones económicas al capitalismo. En lugar de ahora hacérselas a través del mercado interno a los embrionarios capitalistas internos, se orientó directamente a hacerle todo tipo de concesiones al imperialismo. Con este política no se hace mas que seguir los pasos, como siempre, de otros gobiernos burocráticos y totalitarios, como el polaco, chino, yugoslavo y de la URSS, que promulgan leyes parecidas de protección a los capitales imperialistas.
The Economist del 17 de abril de este año señalaba como “sin hacer alharaca, Cuba ha promulgado una ley de inversiones extranjeras que permite a los capitalistas occidentales tomar un 49% del capital en joint venture con las compañías estatales, y la repatriación total, después de pagar los impuestos, de los beneficios y dividendos. El gobierno afirma que no interferirá en los precios o en la producción. La ley promulgada en febrero, también da a las compañías el derecho de contratar y despedir a los obreros y elegir a sus propios ejecutivos y directores. Pero los salarios serán controlados. Y los ejecutivos cubanos ganarán tanto como sus compañeros extranjeros”.
“En algunas joint ventures, Cuba permitirá a las compañías extranjeras tener mayoría en las acciones y se reserva el derecho de otorgar exenciones impositivas.”
“El gobierno del presidente Castro está estudiando si establece una zona industrial de libre comercio”.
A Folha de Sao Paulo informaba el 2 de mayo con referencia a estas concesiones del gobierno castrista que “algunas compañías, probable mente aquellas dedicadas a la industria del turismo, estarán exentas de impuestos, así como de tasa de importación, y podrán importar el know how administrativo y técnico que necesiten”.
El mismo periódico agregaba que estos “esfuerzos para atraer a los inversores extranjeros, después de un cambio de enfoque económico por parte del gobierno cubano, se iniciaron hace cinco años, para aumentar el nivel de su comercio con la economía occidental y reducir su dependencia en relación a los miembros del COMECON”.
“Es así como el gobierno cubano, actualmente intenta aumentar la producción de níquel en un 50%, lo que es muy importante, dado que Cuba es el cuarto productor mundial. Esto significaría llegar casi a la producción de 80 mil toneladas, ya que el año pasado produjo 38 mil toneladas. Intenta también aumentar las ex portaciones de frutas cítricas y desarrollar la productividad de la industria azucarera. Igualmente tiene el objetivo de desarrollar las plantas de montaje de la industria automotriz. Y hay indicaciones de que existen campos petrolíferos que han llevado al gobierno de La Habana a solicitar socios para su prospección y exploración .”
El imperialismo al acecho
Las publicaciones y los funcionarios gubernamentales imperialistas siguen con creciente atención y alegría esta crisis crónica de la economía cubana. Es así como el US News and World Report comentaba que el deterioro económico había obligado al propio Castro a estudiar la posibilidad de imponer varias reformas cuando en el año 1980 “descubrió tardíamente que el pueblo, que aceptó pasivamente, por dos décadas, las promesas comunistas no cumplidas, se estaba rebelando secretamente contra la obligación moral de trabajar y sacrificar se por la revolución”.
“Esa rebelión interna, señalada por el ausentismo y la producción deficiente, explotó abiertamente en 1980 cuando Castro ofreció la visa de salida al que deseara emigrar. Centenares de miles de cubanos corrieron a las oficinas de emigración. Un observador no cubano, que estaba en La Habana en esa época, dijo: Castro, obviamente, había subestimado la profundidad y extensión de la insatisfacción de su propio pueblo”.
“Para colmo de males, varios desastres naturales sobrecogieron a la economía cubana recientemente. Los más conocidos fueron las plagas que atacaron a la caña de azúcar y al tabaco. Otro sector de la agricultura también enfrenta calamidades”.
Business Week relataba cómo “para los estrategas políticos norteamericanos, el problema es saber si los crecientes infortunios económicos de Cuba detendrán la ola de desestabilización que Castro ha estimulado en el Caribe y Centroamérica ”.
Y agregaba que “algunos funcionarios de Estados Unidos sostienen en los debates internos del gobierno que La Habana no tiene otra opción que la de tomar rápidas medidas para frenar la carencia crónica nacional de alimento y de artículos de necesidad diaria”.
The Economist hacía un análisis parecido, escribiendo hace pocas semanas que “ un estudio publicado a principios de abril para el comité económico del Congreso (de Estados Unidos) dijo que el cierre de los mercados americanos a Cuba había restringido el comer cio con otras naciones occidentales y las posibi- lidades de invertir en Cuba, cuya economía está en mala situación , y va cada vez peor. Los funcionarios cubanos reconocen que Estados Unidos es su socio comercial natural .” (17-4-82)
El imperialismo yanqui, con la complicidad de los imperialistas europeos, de la II Internacional, del gobierno mejicano de López Portillo, como de los gobiernos panameño y canadiense, trata de utilizar la grave crisis económica del régimen castrista para el logro de dos objetivos políticos internacionales de trascendental importancia para todo el régimen capitalista, imperialista mundial: distanciar a Cuba de la URSS, tratando de lograr algo parecido a lo que obtuvo con Yugoslavia y China; hacer que Castro se transforme en un agente incondicional para desviar, frenar, y en última instancia aplastar la revolución centroamericana.
En esta etapa, ni el imperialismo ni él capitalismo tienen como objetivo central de su política lograr que la economía cubana se transforme en forma inmediata en una economía capitalista. Su objetivo esencial e inmediato es de carácter político, es decir, sumar a la dirección castrista como agente seguro de la política contrarrevolucionaria.
Para lograr estos objetivos políticos Reagan cuenta no solo con la crisis económica cubana, sino con el carácter stalinista de la política castrista, es decir, con la política de construcción del socialismo en un solo país y de coexistencia pacífica con el imperialismo. Algo parecido intenta lograr el imperialismo yanqui respecto al FSLN nicaragüense, que tiene concepciones nacionalistas estrechas, pequeño burguesas, que lo acercan al stalinismo, a pesar de que Nicaragua sigue siendo un estado burgués, no obrero.
Dicho de otra forma, el imperialismo no quiere llegar a acuerdos económicos con Castro para que este supere su crisis con el objetivo inmediato de volver al capitalismo en Cuba. Este es un objetivo histórico pero de carácter secundario en este momento. El gran objetivo inmediato del imperialismo es lograr el apoyo político de Castro y el FSLN para aplastar la revolución centroamericana y frenar la africana.
Castro y el FSLN
El New York Times , en el artículo que ya hemos citado anteriormente, señalaba que “ las dos últimas semanas, Cuba y Nicaragua han estado enviando señales que podrían indicar su disposición a comenzar serias conversaciones con Estados Unidos. La administración Reagan ha estado escuchando y respondiendo, pero continúa escéptica”. Y como conclusión señala que Cuba, “ de facto ha aceptado la condición de Washington de frenar el envío de armas ” a El Salvador y Centroamérica en ayuda a los guerrilleros.
El FSLN ha respondido de la misma manera que Fidel Castro a las presiones del imperialismo yanqui. No sólo no envía armas a El Salvador sino que ha suprimido en sus publicaciones, concretamente en Barricada, toda alusión a las guerrillas salvadoreña y guatemalteca y los llamados a la solidaridad con ellas. Por el contrario, sólo llama a defender la revolución nicaragüense y cubre con un silencio criminal las luchas de los pueblos salvadoreño y guatemalteco. Esto muestra a las claras la política burocrática y pequeño burguesa, tanto de la dirección cubana al frente de un estado obrero como del FSLN al frente de uno burgués.
Casto ya ha cumplido un rol de primera magnitud de tipo político en Africa al ser la herramienta más útil que ha tenido el imperialismo yanqui para frenar el proceso revolucionario, principalmente en Angola. El castrismo ha ido a Africa no sólo para fortificar sus posiciones ante la presión indiscutible que el imperialismo yanqui ejerce contra el estado obrero cubano, sino también para mostrarle a Washington que la dirección castrista está por mantener dentro del capitalismo los distintos países donde hay procesos revolucionarios. Esa es la razón por la cual el ejército cubano ha sido fundamental para reestructurar el estado capitalista y para mantener la economía burguesa en Angola.
Esto le ha sido agradecido por un sector de la administración Carter, concretamente por un gran amigo de este, el ex embajador yanqui Young en las Naciones Unidas, que ha insistido, al igual que hoy David Rockefeller, en el rol pro imperialista y pro capitalista de los regímenes africanos que son defendidos por el ejército cubano y por el castrismo.
Lo mismo está haciendo hoy día Fidel Castro y el FSLN en Centroamérica. Infinidad de datos demuestran como Castro y el FSLN insisten en la necesidad de que no se superen las barreras de la propiedad privada capitalista y de los regímenes burgueses en Centroamérica, y por todos los medios tratan de evitar que se origine una sola revolución centroamericana. Aceptan así el juego imperialista de mantener cada revolución en las estrechas y limitadas repúblicas centroamericanas en lugar de abarcar todo Centroamérica, uniendo el proceso revolucionario regional, que lo llevaría inevitablemente al triunfo. Estos pasos del castrismo y del FSLN en favor de la política contrarrevolucionaria del imperialismo yanqui y sus socios, los Portillo y Trudeau, como de la Segunda Internacional y los imperialismos europeos, es lo que permite estas negociaciones secretas entre el imperialismo yanqui y Castro. Negociaciones secretas en donde Castro quiere que se le solucione la crisis económica o se le ayude a intentar paliarla y el imperialismo yanqui exige que Castro deje de tener una política contrarrevolucionaria a medias para adoptar una abierta y consecuente hasta el final.
LaClase 28/11/10