Misiones: La renta yerbatera descansa sobre la esclavitud de los tareferos
Alicia Rivas Zelaya (ACTA)
Hacinamiento, insalubridad, trabajo en negro, incumplimiento del jornal diario, trabajo de menores, pago con vales, algunas de las irregularidades que se pudo relevar en un campamento de tareferos en Caraguatay. El Sindicato de Tareferos denuncia la ausencia de los inspectores del Ministerio de Trabajo para controlar las condiciones de la cosecha y la complicidad del poder político de la zona.
A pesar de las denuncias realizadas por los delegados del Sindicato de Tareferos, Trabajadores Temporarios y Desocupados de Montecarlo, organización sindical enrolada en la CTA, desde hace más de 2 años, las condiciones en que se realiza la cosecha de yerba mate en la provincia no se modificaron sustancialmente.
En Colonia Caraguatay se pudo ver la semana pasada una cuadrilla de trabajadores, contratados por Simón “Lolo” Martínez viviendo en condiciones infrahumanas mientras realizan la cosecha de verano para la Compañía La Misionera, empresa que vende la materia prima que será secada en el Establecimiento Las Marías,
El “campamento” que se pudo visitar, acompañados por referentes del Sindicato, la CTA Misiones y el Movimiento Social de Misiones, está ubicada dentro de la empresa a unos pocos kilómetros de la ruta nacional 12. En condiciones insalubres estos trabajadores viven en lo que queda de un secadero –propiedad de la compañía-, hacinados en un galpón duermen en el piso, o trepados a las viejas estructuras, en colchones que ellos mismos deben llevar, expuestos a todo tipo de riesgos.
“Tenemos que traer nuestros colchones, nuestra mercadería, hasta leña tenemos que ir a buscar”, relató uno de los tareferos en medio de la charla que tuvo como escenario el piso del galpón, al costado de sus colchones, muy cerca de los improvisados fogones, las ollas negras para el reviro y el guiso, frente a una soga de donde colgaban restos de la carne que trajeron el lunes, para el jueves -día de la entrevista- ya se podía ver las condiciones en la que se encontraba.
A unos 20 metros de donde duermen, la empresa tiene un galpón con conexión eléctrica pero los trabajadores tienen prohibido utilizarlo, todos reconocen que allí bien podrían haber puesto una heladera para guardar la carne y poder proveerse de hielo, sumamente preciado para refrescarse al volver de las jornadas de cosecha, pero esta posibilidad nunca fue contemplado ni por el contratista ni por la empresa.
“El otro día prendimos un foco que hay en ese galpón y vino el capataz y nos dijo -apaguen eso urgente, no es para que lo usen ustedes- y tuvimos que apagar”, sostuvo un joven de 19 años que según él tarefea desde siempre. «Mi papá me dijo que yo nací en un yerbal y seguro que era así porque mi mama también tarefeaba”, sostuvo.
El verano tarefero
En el lugar no hay agua potable, ni baños. “El agua tenemos que sacar de un pocito” agregaron y no pudieron evitar las carcajadas cuando se les preguntó sobre dónde estaba el baño. “¿Baño, dice usted?, baño en el monte o donde te agarre”; otro ironizó “baño instalado tenemos, donde te instalás no más ya está”.
A estas condiciones hay que sumarle el incumplimiento del precio fijado por la Comisión Nacional de Trabajo Agrario, el que determinó en su resolución N° 84 vigente desde el 1 de noviembre del 2010, un jornal diario de 90, 59 para el peón general. El corte y quiebra fijó en $ 249,21 la tonelada, el corte melena o copada en 283,12. Estos trabajadores, con suerte, extremando el esfuerzo y restringiendo al máximo los gastos de comida en el campamento, pueden llevarse a sus casas 120 pesos al final de toda la semana, no siempre en efectivo.
“Nosotros estamos cobrando 16 pesos el raído, por día con suerte podemos sacar 45 pesos, tenemos que rogarle a Dios que nos queden 100 o 120 pesos, a veces no llevamos casi nada y a veces ni te pagan, sólo orden nomás te dan, la orden es un vale que tenés que ir a gastar en un negocio, la orden no sirve para pagar la luz, el agua, sólo para comer nomás”, destacaron.
En el caso de esta cuadrilla las ordenes, o vales que reciben están a nombre de Justo Ramírez Acosta, propietario de un supermercado ubicado sobre la ruta 12 a pocos kilómetros de la empresa. Ramírez Acosta es concejal y preside el Concejo Deliberante de Colonia Caraguatay desde hace 7 años. El mismo reconoce la propiedad de ese comercio instalado en el lugar, según sostiene, desde 1974. Además de los vales de los tareferos este comerciante recibe a los destinatarios de las tarjetas sociales, integrantes de las comunidades indígenas y del programa «Hambre cero».
Desde el Sindicato de Tareferos, Trabajadores Temporarios y Desocupados, creado a mediados del 2009, su secretario general, Cristóbal Maidana, denunció que el Ministerio de Trabajo de la Provincia, a pesar de estar al tanto de las condiciones laborales de estos trabajadores nunca controla. En marzo del 2010 antes de iniciada la cosecha hubo un compromiso de reforzar la presencia de los inspectores en la zona pero eso nunca ocurrió.
“El Ministerio de Trabajo no cumple lo que tiene que cumplir, y nosotros tenemos que aceptar trabajar así, porque no tenemos otra opción para mantener a nuestras familias, tenés que venir a esclavizarte para poder tener que comer, para no ir a robar”, y agregó “elegimos la tarefa porque trabajo en otro lugar no hay, el pino está avanzando y donde antes había yerbales hay ahora pino y por eso también tenemos que defender nuestras fuentes de trabajo, pero no en estas condiciones, nosotros nos merecemos un trabajo digno”.
Para Rubén Ortiz, secretario Adjunto de la CTA Misiones y uno de los impulsores de la organización de estos trabajadores, “el desafío principal, a pesar de los casi 3 años de lucha es pelear contra la esclavitud de estos trabajadores, contra estas relaciones laborales que podemos ver hoy aquí, relaciones que en la cadena de producción de la yerba mate la ejecutan fundamentalmente las grandes empresas, que tercerizaron sus servicios de cosecha y contratan prestadores de servicio que están fuera de la ley”, sostuvo.
En el caso del contratista que emplea a estos trabajadores, Simón “Lolo” Martínez, es el mismo que apareció mencionado en la estafa de empresas del sector a la ANSES, investigación en el que involucraron a cientos de tareferos que como consecuencia vieron incautados sus asignaciones familiares durante años.
Martínez sigue prestando servicios pero la empresa está ahora a nombre de su esposa. Ni la Justicia, ni el Ministerio de Trabajo de la provincia intervinieron para controlar las condiciones laborales de estos trabajadores y la situación legal de estos prestadores de servicio.
“Esta compañía La Misionera, era yerbatera por excelencia, tenía su propio secadero hoy ya no tiene, se está reconvirtiendo al sector forestal, todos sus yerbales van quedando con pino, contrata los servicios de este prestador que tiene la mayoría de sus trabajadores en las condiciones en las que los vimos hoy. Esa yerba lo seca una de las principales empresas del país que es Las Marías. Esto es para que la gente vea que detrás de las grandes empresas, las grandes marcas, sus rentas descansan sobre la esclavitud de estos trabajadores”, agregó Ortiz.
“El marco legal”
De más esta decir que en la cuadrilla visitada en Caraguatay no encontramos ningún trabajador registrado formalmente: todos están en negro. Había 2 menores de edad y un grupo familiar.
El recorrido por el lugar es un muestrario de violaciones a la ley que regula el trabajo agrario en la Argentina, la N° 22.248, que en sus artículos 77 hasta el 84 se refiere específicamente a los trabajadores temporarios, el caso de los tareferos.
Se pueden constatar además violaciones a las condiciones mínimas de seguridad e higiene, vivienda, alimentación y traslado que también regula esta norma.
Según los trabajadores la cosecha les insume unas 4 o 5 horas diarias por lo que bien podrían volver a sus casas todos los días, evitando permanecer en el campamento durante toda la semana, pero el contratista se niega argumentando los altos costos y los controles de gendarmería que deben sortear cada vez que los mueven en los camiones en que se realizan estos traslados.
“La semana pasada nos juntamos acá con «Lolo» Martínez y le dijimos que nosotros queremos volver a nuestras casas todos los días, porque acá encima de todo nos roban las cosas que dejamos, tuvimos que pagarle a uno para que nos cuide las cosas, pero el dice que no puede, que es riesgoso porque Gendarmería le puede parar”, y agregaron que están pagando 2 pesos por persona a un joven que hace de cuidador en el campamento mientras ellos están en los yerbales.
“Eso el patrón no contempla, acá ellos te pueden robar pero nosotros no podemos tocar una gallina”, remarcaron en alusión a estas aves domésticas que suelen visitar el campamento.
25/01/11