¡Que se vaya Mubarak ya!
Solidaridad con el pueblo de Egipto
Multitudes exigen que se vaya Mubarak. Ni el toque de queda ni la represión policial pararon la movilización. Cortar los teléfonos celulares e Internet, para impedir la coordinación y difusión de la lucha, tampoco la detuvo.
El ejército salió a la calle, supuestamente para garantizar el toque de queda ordenado por el dictador, produciendo la muerte de casi 300 egipcios. Sin embargo, el poder de la movilización ha sido tan grande que el aparato militar en los hechos ha terminado dividió, cuando los soldados y militares de bajo rango confraternizan con los manifestantes, bailando y cantando con ellos y subidos a las tanquetas gritaban que el pueblo y el Ejército son uno solo.
El pueblo egipcio está en las calles denunciando el desempleo, la inflación, el precio del pan y la leche en polvo y luchando por acabar con una dictadura de 30 años. El mates 1 de febrero se hizo la marcha del “millón” en medio de una huelga general. Millones se lanzaron a las plazas de El Cairo y de todo Egipto. La contundencia de las acciones ha llevado a que Murabak, el principal aliado del imperialismo yanqui en la región, y país clave para proteger a Israel, esté contra las cuerdas. En un intento desesperado para desmontar la movilización y negociar, anunció que terminará su mandato en setiembre y que no se presentará a las elecciones. Pero la respuesta de las masas movilizadas fue contundente: Que se vaya, que se vaya!, y decidieron seguir en las plazas.
La revolución árabe está en marcha
Luego del triunfo de la revolución democrática en Túnez, los pueblos árabes siguen movilizándose contra el hambre y las dictaduras proimperialistas. Crecen las luchas en Yemen y Jordania.
Las masas árabes están hartas de la miseria, la repugnante desigualdad social (la fortuna de Mubarak se calcula en 40.000 millones de dólares), la corrupción y las dictaduras. Encabezados por el pequeño Túnez y ahora el poderoso Egipto, está en marcha un proceso revolucionario en los países árabes. En Yemen (pequeño pero importante aliado de los yanquis) y Jordania (una monarquía que capituló hace rato a Israel) crecen las movilizaciones. Ya se extiende el descontento a otros países como Argelia, Libia, entre otros.
La caída del dictador tunecino fue la primera señal del inicio de un proceso revolucionario en el mundo árabe, que hizo estallar el descontento contra Mubarak. El martes 25 fue el “día de la cólera”. Centenares de miles de manifestantes salieron a las calles en El Cairo, Alejandría, Suez y otras ciudades. Desde entonces, ni la represión de la policía (habría más de 300 muertos), que fue obligada a retroceder en la mayor parte de las ciudades, ni las “promesas” de Mubarak han logrado detener el proceso revolucionario.
Los egipcios reclaman contra la pobreza, el desempleo y la dictadura
Luego de 30 años de dictadura de Mubarak, casi la mitad de la población es analfabeta y pobre; la mayor parte sobrevive con 2 dólares por día y recibe comida subsidiada. El desempleo supera el 30% y entre los menores de 30 años, alcanza al 90%. Millones de jóvenes con títulos universitarios y formación profesional no tienen ninguna oportunidad de acceder a un trabajo digno, son ambulantes y se alimentan solo de pan. En los últimos años se han radicado grandes fábricas de las multinacionales, para explotar mano de obra barata. Una pequeña minoría de millonarios disfruta de los ingresos del turismo y de la exportación del petróleo y el algodón.
De distintas formas se exigen libertades democráticas pero también se reclama contra la pobreza y el desempleo. O sea, la crisis mundial capitalista y los ajustes también tienen su expresión en Egipto y en los países árabes. Esto explicaría que no tengan mayor presencia las consignas religiosas islámicas. La mayor fuerza política del país son los Hermanos Musulmanes, que habían sacado un 20% de las bancas en las legislativas de 2005, cuando pactaron con Mubarak su presentación. No apoyaron el inicio de la movilización, y luego dieron un tibio apoyo llamando a la calma.
Las sedes del partido del gobierno han sido arrasadas e incendiadas en El Cairo y otras ciudades. Los casinos Al Lail y El Andalus, y el Hotel Europa fueron saqueados. Infinidad de vehículos policiales han sido incendiados con molotovs. Ante el temor al desabastecimiento también hubo saqueos de alimentos. En los barrios se han formado comités populares, en algunos casos junto con militares, para proteger las casas de la acción de delincuentes y la multitud impidió que grupos de provocados y asaltantes atacaran el Museo de El Cairo.
La clase trabajadora egipcia está jugando un rol importante en la movilización, como lo hiciera en Túnez. Hace años que viene enfrentado al gobierno y a los empresarios con huelgas. Desde diciembre de 2006 se fueron dando las mayores y más sostenidas oleadas huelguísticas desde la década de los 40. Comenzaron con los obreros textiles en la ciudad de Mahalla en el Delta del Nilo, centro de la mayor fuerza laboral de la región, con más de 28.000 trabajadores.
El periodista y bloguero egipcio Hossam el-Hamalawy declaraba a Al-Jazeera que “durante los últimos años la revuelta estaba en el aire. Así comenzaron a darse los primeros pasos para lograr sindicatos independientes de la corrupta burocracia sindical de la dictadura. Ahora los trabajadores son claves con la huelga general contra Mubarak.
El régimen dictatorial de Mubarak, pieza clave del imperialismo yanqui
La revolución democrática triunfante en Túnez ha sido muy importante pero la desatada en Egipto es de vital importancia tanto para el imperialismo como para los pueblos del mundo.
Egipto es el país árabe más poblado y Mubarak, un aliado incondicional de los yanquis e Israel. Egipto es uno de los pocos países árabes que reconocen a Israel. El régimen de Mubarak parece ser el último eslabón de un movimiento político que pasó del nacionalismo a proimperialista.
En los años cincuenta, el presidente Gamal Abdel Nasser encabezaba el nacionalismo árabe y enfrentaba la presencia invasora del sionismo en Palestina. En julio de 1956 nacionalizó el estratégico Canal, que permite el acceso a los puertos europeos del Mediterráneo del petróleo del Golfo y de los productos asiáticos baratos. Poco después, derrotó a las tropas israelíes, inglesas y francesas, cuando intentaron recuperarlo en la “guerra de Suez”*.
La declinación de aquel nacionalismo burgués abrió paso a la más grande traición y a la capitulación al imperialismo yanqui. En 1978, en Camp David, la residencia del presidente de EE.UU. Anwar Sadat -sucesor de Nasser- firmó con Menajem Beguin un acuerdo, impulsado por James Carter, reconociendo al Estado de Israel (que le devolvió los ricos territorios petroleros de la península del Sinaí, ocupados desde 1967**). La Liga Arabe lo repudió y Egipto quedó aislado. En 1981 un militante del integrismo musulmán ejecutó a Sadat. Lo sucedió Hosni Mubarak, quien desde entonces encabeza un régimen cada vez más corrupto y represor, aliado incondicional y estratégico del imperialismo, para enfrentar a Irán y proteger a Israel.
Por todo esto, Mubarak viene recibiendo una multimillonaria ayuda militar de los EE.UU. Mubarak ha utilizado ese poderío militar para colaborar con el sionismo, en el bloqueo a la Franja de Gaza. Esto explica que no solo la monarquía de Arabia Saudita se haya solidarizado con Mubarak, sino que incluso el traidor de Mahumed Abbas, presidente de la Autoridad Palestina se haya pronunciado en apoyo a Mubarak. Todos temen que la caída de Mubarak provoque una nueva Intifada Palestina y el alzamiento de los demás pueblos de la región.
Obama y la crisis del imperialismo
Obama está ante un gran dilema. ¿Cómo mantener un régimen afín a sus intereses, si finalmente es obligado a huir Mubarak? No es un problema menor. Cuando hizo su gira en 2009, con un “mensaje” al mundo árabe, habló desde El Cairo.
Su derrota en Irak y Afganistán siguió debilitándolo en la región. En Estados Unidos se dieron numerosas movilizaciones en apoyo al pueblo egipcio. Nada le asegura que una “sucesión” con el “designado” vicepresidente, el exgeneral Omar Suleimán, restablezca la calma. Tiene su gran arma de presión hacia el Ejército con los millones de dólares que envía, pero la cúpula militar se ha distanciado de Mubarak.
Luego de 30 años de férrea dictadura, salvo el partido islámico de los Hermanos Musulmanes, no hay líderes u organizaciones reconocidas de oposición
Aparentemente, podría ser un “candidato” para una “transición” el abogado Mohamed el Baradei, premio Nobel de la Paz 2005, que fue director del Organismo Internacional de la Energía Atómica , apoyado por Estados Unidos. Pese a la publicidad que le ha dado el periodismo, el Baradei no tiene hasta ahora un gran apoyo popular. En Egipto y el mundo árabe se hizo conocer en 2003. Junto al sueco Hans Blix, lideraba las inspecciones en Irak de la ONU , y cuestionó las supuestas “pruebas” sobre la existencia de armas de destrucción masiva en manos de Saddam Husein. Esa fue la colosal mentira que utilizó Bush padre para “justificar” su invasión a Irak. Pero Baradei es esencialmente un dirigente político liberal, moderado y pro imperialista, que no representa ninguna salida de fondo para satisfacer los reclamos de casi 80 millones de egipcios.
Obama oscila entre sostener al dictador Mubarak y buscar una salida negociada entre el Ejercito, Baradei y los Hermanos Musulmanes, que llamaron al Alto Mando militar a negociar un recambio político “pacífico”. El imperialismo busca evitar el peligro de un cambio político radical, antinorteamericano y antisionista.
En síntesis, no sólo está en juego en las calles que el pueblo egipcio logre mejorar sus condiciones de vida, sino también darle un gran golpe a la influencia del imperialismo yanqui sobre el mundo árabe y al sostenimiento de Israel
Solidaridad con el pueblo egipcio.
En estas horas decisivas el pueblo de Egipto sigue movilizado, dispuesto a llegar hasta el derrocamiento del dictador Mubarak.
Ante la pasividad y el apoyo de los soldados a la movilización, Mubarak ha lanzado a la calle a grupos adictos a la dictadura que buscan romper la movilización. Los enfrentamientos crecen. La lucha exige que los trabajadores y el pueblo egipcio se organicen para defenderse de esas bandas asesinas. Y que se convoque a los soldados y a los militares de bajo rango a que contribuyan en esa tarea, formando comités de soldados para coordinar la defensa de la movilización revolucionaria contra la dictadura.
La movilización en las calles ha mostrado un inmenso vacío de dirección. Pero al calor de la lucha se expresa en los hechos un esbozo de doble poder, y apostamos a que se desarrolle, con los comités de vigilancia en los barrios, los sindicatos y organizaciones juveniles que impulsan la movilización, para que se unifiquen en la perspectiva de que avance un poder alternativo obrero y popular, en el que no tengan cabida direcciones reformistas y conciliadoras con la rancia oligarquía egipcia y el imperialismo norteamericano.
En el mundo crecen el repudio a Mubarak y las expresiones de solidaridad con el pueblo de Egipto. Desde la UIT-CI nos sumamos a estas movilizaciones y llamamos a profundizar la solidaridad con el pueblo egipcio, en pie de lucha por echar al dictador. Llamamos a la más amplia unidad de acción para realizar marchas y acciones frente a las embajadas y consulados de Egipto.
Exijamos a los gobiernos del mundo y , en especial, a los de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Cristina Fernández o de Dilma Rousseff de Brasil, a que abandonen su pasividad y que rompan relaciones con Mubarak y todos los dictadores que oprimen a los pueblos árabes y sostienen junto al imperialismo al invasor Estado de Israel.
¡Abajo Mubarak! ¡Movilización hasta que caiga!
Unidad Internacional de los Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)
2 de febrero de 2011