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Libia a sangre y fuego

Libia a sangre y fuego

Para defender sus intereses, los trabajadores necesitan una organización independiente de los burgueses y su propia dirección.
Correo Internacional   Para Kaos en la Red

Gabriel Massa

El 22 de febrero, Muamar Kadafi habló por la televisión estatal. Kadafi denunció a “jóvenes de 16 y 17 años drogados (…) que asaltan comisarías”. Aseguró que los rebeldes y los líderes tribales y burgueses de la región oriental que los impulsan son la punta de lanza de un intento de Estados Unidos de volver a dominar el país como lo hacía antes de que él llegara al poder en 1969. Y llamó “al pueblo (…) que ama a Kadafi (…) a salir a las calles” para enfrentar a los rebeldes y defender la independencia del país y a su líder. Es de hecho un llamado a la guerra civil contra los insurrectos.

Por empezar, Kadafi es quien permitió el regreso de las petroleras y demás multinacionales al país y hace tiempo que dejó de ser un líder antiimperialista (ver “Una biografía de Ida y de Vuelta”).Por otra parte, lo que se ve a estas horas en Libia, en medio de la sangre y el fuego, no son chiquilines drogados, sino una revolución que va liberando zonas en su avance y enfrenta una verdadera masacre perpetrada por las tropas de Kadafi para contener la rebelión.

Frente a la represión, las masas se vieron obligadas a organizarse en “comités populares” y armarse –en muchos casos unidas a oficiales y soldados que han defeccionado con armas y bagajes- para poder seguir peleando por la caída del régimen, por libertades democráticas y por respuestas al hambre, el desempleo y los bajos salarios.

En Trípoli sigue la lucha

El diario español El País describía el 21 de febrero la rebelión en Trípoli: “Varias agencias informan que algunos edificios gubernamentales de la capital libia han sido pasto de las llamas esta mañana y que las sedes de la televisión y la radio públicas han sido saqueadas y quemadas por una turbamulta enfurecida esta pasada madrugada. ‘La Casa del Pueblo (Parlamento) está en llamas; los bomberos tratan de apagar el fuego’, ha explicado un testigo citado por Reuters. Al Yazira informa que la sede central del Gobierno libio y el edificio que alberga el Ministerio de Justicia en Trípoli también han sido incendiados’.”

Y también describe El País la represión: “Lo que estamos presenciando hoy es inimaginable. Aviones y helicópteros militares están bombardeando un barrio tras otro’, ha asegurado Adel Mohamed Saleh, un hombre que se declara activista anti-Gadafi. Según Saleh, contactado telefónicamente por Reuters, los bombardeos se suceden ‘cada 20 minutos y están produciendo ‘muchísimos muertos’ (al menos han fallecido ya 250 personas, según la cadena catarí Al Yazira).” Posteriores informes elevan las muertes a más de 600.

En el resto del país, comités Populares armados “liberan” ciudades

Según el diario italiano Corriere della Sera (22/2) “los rebeldes tienen el control de Bengasi (segunda ciudad del país), Sirte, Torbruk, Misrata, Khoms, Tarhouinah, Zenten, Al-zawiya y Zouara. (…) El régimen solo controla Trípoli que es donde continúan los enfrentamientos”.

El corresponsal de CNN, Ben Wedeman, que había logrado entrar a Libia por la frontera con Egipto, decía: “Grupos de hombres de civil, con armas que van de escopetas a ametralladoras, custodiaban las calles en Libia oriental el lunes (21/2), estando los líderes opositores en firme control de gran parte de la región. Grupos oposicionistas formaron ‘comités populares’ para mantener el orden de algún modo luego de expulsar a las tropas oficiales”.

Según el diario El país: “Testimonios procedentes de los disidentes de Bengasi aseguran que los manifestantes también han tomado tanques y grandes cantidades de armas y municiones del Ejército, según reconoció a su modo el hijo de Gadafi en el discurso. ‘Los criminales circulan incluso a bordo de blindados’, dijo”.

Continúa el periodista de CNN: “Gente de Libia oriental nos dijo que cientos de mercenarios del África sub-sahariana fueron muertos o capturados mientras luchaban por Kadafi. Líderes opositores dicen que están preocupados de que fuerzas pro-Kadafi pueden tratar de retomar el área, por lo que los hombres permanecen armados en las calles”.

Mientras tanto las fuerzas rebeldes estaban garantizando que funcionara la electricidad y volviera algo de normalidad con algunos negocios abiertos en las ciudades “liberadas” por la revolución. Sin embargo, las rutas aún se mostraban desiertas, salvo por miles de obreros egipcios que buscaban huir a su país.

Un disidente, Omran Mohamed Omran, declaró a la prensa española que En vez de los alcaldes de Gadafi, son los jueces los que dirigen y administran los pueblos de los revolucionarios porque gozan del respeto del pueblo’.

Renuncia de funcionarios y división y defecciones en las fuerzas armadas

Al compás del avance de la revolución se producen renuncias de altos funcionarios del régimen. Empezando por el ministro del Interior y general del Ejército, Abdel Fattah Younes al Abidi. Luego renunciarían los ministros de Justicia y el de Emigraciones.

Omran, asegura que “la división en el Ejército es un hecho y varios militares se han unido a la protesta. (…) El jefe del Estado Mayor del Ejército libio, Abubaker Yunas, quien participó en el golpe de Estado de 1969 que llevó a Gadafi al poder, (…) está en arresto domiciliario. (…) Yunas le pidió a Gadafi que se apartara del poder para cumplir con las demandas del pueblo, pero Gadafi respondió que antes quemaría la tierra que él mismo había hecho florecer.”

Mientras tanto, según Wedeman de CNN: “Un hombre que se identificó como líder de la resistencia dijo que se ha estado reuniendo con comandantes militares libios en la región, y que una gran parte del ejército se ha sumado a las fuerzas anti-gobierno”.

Dos pilotos de bombarderos libios defeccionaron a Malta con sus Mirage F1 el lunes 21. Una fuente del gobierno de Malta dijo que los pilotos defeccionaron antes que cumplir órdenes de bombardear a la población civil.

Insurrección popular con elementos avanzados de doble poder con zonas “liberadas”

En este proceso se da una amplísima unidad de acción anti-dictatorial, de la que participan trabajadores, sectores populares, e incluso con la adhesión de sectores burgueses, más oficiales y tropas desertoras de las fuerzas armadas, a lo que ahora se agregan incluso altos funcionarios del régimen. Está claro que se necesita la más amplia unidad de acción con todos los sectores, incluidos los burgueses desplazados por el régimen, para terminar con esta dictadura genocida atrincherada.

El hecho de que la única respuesta de Kadafi sea bombardear con la fuerza aérea y enviar mercenarios a atacar a los rebeldes y que el mismo diga que se “dispone a morir”, muestra su desesperación frente al crecimiento del bloque opositor.

No sabemos cuánto durará el enfrentamiento ni cuál será su resultado, aunque en estos momentos la balanza se inclina claramente en favor de las masas. Con una insurrección en la que se fortalecen los crecientes elementos de doble poder, incluso con “zonas liberadas” que abarcan no solo a diez ciudades, especialmente del este, sino también varios de los centros de producción y distribución de petróleo y gas.

Es evidente que la tarea decisiva de la revolución ahora es derrotar las fuerzas de la dictadura en Trípoli y derrocar a Kadafi. Y para ello es fundamental unificar sólidamente a todas las fuerzas sociales, políticas y militares que sostienen la lucha.

Esto no significa, sin embargo, que todos los que participan de la lucha tengan los mismos intereses o piensen en las mismas medidas para cuando, después del derrocamiento de Kadafi, haya que construir el nuevo poder para la nueva Libia. Para defender sus intereses, los trabajadores necesitan una organización independiente de los burgueses y su propia dirección.

Desde la LIT-CI estamos convencidos que esa dirección obrera debería tener como norte estratégico imponer un gobierno de los organismos de los trabajadores y el pueblo, apoyado en el armamento general de la población. Para volcar los recursos del país a atender  a las necesidades más urgentes del pueblo y reconquistar la independencia del país, expulsando las multinacionales que Kadafi permitió regresar a Libia. Tareas que solo podrán cumplirse en unidad con los trabajadores y los pueblos de toda la región.

El pueblo libio aprendió de las revoluciones de Túnez y Egipto. Ahora es el turno de la insurrección libia de tomar la vanguardia de la revolución árabe.


ABAJO LA DICTADURA DE KADAFI

ALTO A LA REPRESIÓN GENOCIDA

TODO EL APOYO A LOS TRABAJADORES Y EL PUEBLO LIBIO

Los trabajadores y el pueblo libio, en su lucha por derrocar a la dictadura de Kadafi están sufriendo una represión genocida.

La clase obrero y los pueblos del mundo debemos actuar ya en su apoyo, para frenar la represión y terminar con la dictadura.

La LIT-CI llama a la más amplia unidad de acción de todos los sectores en este sentido. En particular llamamos a las centrales obreras y las organizaciones populares a exigir a todos los gobiernos, incluidos los que se han pronunciado en apoyo a Kadafi o callan frente a la represión, que rompan relaciones de inmediato con la dictadura libia.


Una biografía de ida y de vuelta

Para entender el rol de Kadafi son necesarias algunas referencias históricas. En la descomposición del imperio otomano a comienzos del siglo XX, Libia fue invadida por Italia (1912), dividiendo el país en dos administraciones coloniales separadas: Cirenaica al oriente y Tripolitania al occidente. Italia se mantuvo allí hasta la Segunda Guerra Mundial. Luego de la guerra el imperialismo y Stalin terminan por acordar la independencia del país (1951) e imponen como rey a Idris I, proveniente de las tribus cirenaicas y claramente sometido a las potencias imperialistas.

En 1969, el coronel Muamar Kadafi, proveniente de una tribu beduina de la región de Tripolitania, encabeza un golpe de estado, con una ideología nacionalista pan-árabe. En 1977 fundaría el Yamahiriyya (Estado de Masas) Socialista Árabe de Libia, un régimen totalitario, apoyado en las fuerzas armadas y en acuerdos inter-tribales, pero que se une a los demás gobiernos de la región – especialmente Irak y Siria – que repudian los acuerdos de el-Sadat con Estados Unidos e Israel.

Esto convierte al régimen libio en uno de los más odiados por el imperialismo. En 1986 Ronald Reagan ordena el bombardeo de las dos principales ciudades del país, Trípoli y Bengasi. En respuesta, Kadafi promovería una serie de atentados terroristas, incluyendo en 1988 la colocación de una bomba en un avión de Pan Am que estalló sobrevolando la localidad de Lockerbie en Escocia.

Pero en 2003, cada vez más aislado en su política, Kadafi iría a un acuerdo con el imperialismo que incluyó asumir la responsabilidad por el atentado sobre Lockerbie y una creciente apertura de los yacimientos libios a las petroleras multinacionales, entre ellas la Shell, British Petroleum, la ENI italiana, la Total francesa y la Wintershal alemana. Entre las empresas yanquis se cuentan la Occidental Petroleum Corp y ConocoPhillips y Marathon Oil Corp.

La entrega da un nuevo salto con los acuerdos de Kadafi con el gobierno de Berlusconi. El País informa (22/2/2011) que: “Desde que hace dos años Il Cavaliere y el Coronel firmaron el Tratado de Amistad, Asociación y Cooperación, los negocios bilaterales superan ya los 40.000 millones de euros anuales y alcanzan todos los sectores cruciales, de la energía a la banca o la construcción y sin faltar los acuerdos militares y de inteligencia..

Por su parte Kadafi, como comisionista e intermediario de las inversiones imperialistas, se ha enriquecido en forma obscena. Kadafi posee decenas de miles de millones de dólares en inversiones en empresas europeas como la Fiat.

El imperialismo volvió a Libia de la mano de Kadafi.

Como tantos otros regímenes del medio oriente y del tercer mundo en general –en América Latina son notorios los vuelcos pro-imperialistas de partidos y movimientos como el Peronismo en la Argentina, el PRI en México y el MNR boliviano-, el de Libia, apoyado en las fuerzas armadas, ha pasado de los roces y la resistencia al imperialismo a convertirse en su agente directo.

Kadafi tiene la particularidad de haber permanecido cuarenta años al frente del país, por lo que el mismo incorpora a su biografía personal el camino de ida y el de vuelta en las relaciones con el imperialismo.

Esto podría suceder incluso con gobiernos que hoy tienen una fuerte retórica antiimperialista o incluso aplican algunas medidas que chocan con los intereses inmediatos del imperialismo, como el de Chávez en Venezuela y el de Ortega en Nicaragua. En esos dos regímenes han aparecido ya rasgos similares a los del de  Kadafi en Libia: en Venezuela están las multinacionales petroleras, en ambos países latinoamericanos hay una corrupción rampante y  sus gobiernos promueven el surgimiento de grupos económicos burgueses favorecidos por el estado. Por lo tanto estos gobiernos podrían dar un giro pro-imperialista como sucedió con Kadafi.


LOS AMIGOS DE KADAFI

Castro y Ortega apoyan al líder libio y Dilma Roussef se niega a repudiar la masacre

El 21 de febrero el líder cubano, Fidel Castro, emitió una declaración bajo el título “El plan de la OTAN es ocupar Libia”, haciéndose eco así de las afirmaciones del propio Kadafi. Lo más llamativo de esta declaración es que Castro ni siquiera menciona la brutal represión contra el pueblo libio.

En cambio explica que el imperialismo, en particular el yanqui, tiene sus ojos en las reservas petroleras libias y por eso promueve la ocupación militar.

Dice Castro: “Lo que para mí es absolutamente evidente es que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días”.

Y agrega Castro: “Una persona honesta estará siempre contra cualquier injusticia que se cometa con cualquier pueblo del mundo, y la peor de ellas, en este instante, sería guardar silencio ante el crimen que la OTAN se prepara a cometer contra el pueblo libio”.

En otras palabras, con el justificativo del supuesto peligro de una inminente invasión de la OTAN, Castro apoya al dictador Kadafi que está masacrando a su propio pueblo.

Por su parte las palabras de Daniel Ortega, presidente de Nicaragua, no necesitan comentario alguno.   Un cable de la agencia Europa Press lo cita:“’Yo me he estado comunicando telefónicamente con él (Gadafi), lógicamente él está librando nuevamente una gran batalla», ha comentado Ortega, en declaraciones citadas por el portal oficial nicaragüense ‘El 19’.   (…)   El mandatario ha trasladado al líder libio la ‘solidaridad del pueblo nicaragüense’, así como de su partido, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).”

En cuanto a Dilma Roussef, estrenó su gobierno negándose a condenar la represión genocida del dictador libio.

Estos dirigentes apoyan a Kadafi o se niegan a denunciar la masacre. Nosotros en cambio estamos con los que en Egipto, Túnez y otros países del mundo se movilizan en apoyo a la gran insurrección Libia y por la caída del régimen.

http://www.litci.org/