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«Un duelo que nos duele»

«Un duelo que nos duele»


El viernes 11 de febrero falleció David Alfonso, trabajador del área de mantenimiento de material rodante de la empresa Metrovías. Alfonso fue fulminado por una descarga eléctrica mientras realizaba el mantenimiento de los coches en un taller en Constitución, Ciudad de Buenos Aires. Los trabajadores del Subte señalan que “un sentido dolor recorre los laberintos porteños mientras el duelo acompaña a sus familiares. Sin embargo es irremediable sentir bronca por un accidente que podría haberse evitado y ahí, en esta mezcla sentimental, surge una pregunta que tiene muchas respuestas: ¿Por qué?”

Por Varón de Lis / Secretaría de Prensa/ Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (Agtsyp)

Durante la mañana del viernes 11 de febrero, la gran familia del Subte perdió a un compañero que desempeñaba sus tareas habituales en los Talleres de Material Rodante de Constitución en la línea “C”. Un sentido dolor recorre los laberintos porteños mientras el duelo acompaña a sus familiares. Sin embargo es irremediable sentir bronca por un accidente que podría haberse evitado y ahí, en esta mezcla sentimental, surge una pregunta que tiene muchas respuestas: ¿Por qué?

Los talleres en particular y el Subte en general están plagados de condiciones de inseguridad que han existido siempre y que siempre se han denunciado. Según Manuel Compañez, Secretario General de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (Agtsyp) desde el año 2000 se viene realizando informes y denuncias en todos los entes estatales y privados sobre las condiciones de seguridad, no solo de los hombres y mujeres que transporta día a día el Subte sino de los lugares en donde cada trabajador se desempeña a diario.

Estas cuestiones siguen sin resolverse, y en los talleres donde los trabajadores tienen mayor exposición a los elementos de riesgo tales como alta tensión, líquidos inflamables, radiación perjudicial, ambiente con partículas cancerigenas, etc., los elementos de seguridad no son totalmente confiables o directamente no existen. En el Taller Canning de la línea D, un compañero que también hacia mantenimiento en los trenes recibió una descarga que terminó quemándole más del 40% del cuerpo, sin que ello tuviera repercusión alguna en los medios, por una falla en la puesta a tierra, elemento de máxima seguridad que se utiliza justamente para evitar estos accidentes.

Para esto la justicia tiene pasos de tortuga, siempre se tienen que hacer controles sobre controles, y pasan inspecciones a las que se les muestra lo más cuidado o lo más presentable porque la mayoría de los inspectores desconoce los riesgos que tiene el particular ambiente de trabajo del Subte y, en los casos en que acertadamente comprueban la veracidad de los problemas denunciados, el tramite del documento firmado se pierde finalmente entre una pila de denuncias sin que nunca se tome cartas en el asunto.

Pero para llevar a los trabajadores a instancias legales si existe rapidez, si existen caminos cortos, y para hacer un breve repaso estadístico solo basta con decir que por cada conflicto en el Subte, Metrovías S. A. genera un juicio. A fin del pasado 2010, cerca de 70 compañeros firmaron unos papeles en una causa en la que se los juzgaba por levantar molinetes; Néstor Segovia delegado de la línea “C” el 14, 16 y 18 de marzo debe asistir a un juicio en el que se lo imputa de cuatro cargos distintos sólo por ser la cabeza visible de sus compañeros

El empeño empresarial por recaudar dinero al menor costo posible permite dilucidar que para ciertos sectores de la Empresa, el trabajador es solo un número más, no es el hombre que expone su vida a diario para que funcionen los trenes. Ayer los compañeros de Alfonso exhibiendo su dolor más hondo se preguntaban: ¿por qué si nosotros denunciamos esto, si nosotros pedimos esta seguridad para trabajar? ¿somos un número más? y la pregunta retumba hoy más que nunca, porque ese muchacho gentil, de risa fácil, que repartía los diarios entre sus compañeros como un canillita, hoy no está.

En la línea D y en otras líneas se piensa en bajar la cantidad de servicios para eliminar el inconveniente de la falta de personal, no por que no haya gente preparada sino por que no quieren dar más categorías, porque eso significaría una leve mejoría para los trabajadores. No es el único sector que por falta de personal tiene problemas, en el taller de la C durante la época de los grandes conflictos en 2006 trabajaban más de 80 compañeros, pero por la “rebeldía del taller” se dividió al sector y se llevó la mitad de la planta a los talleres de Colonia en la línea H, lo que generó una importante falta de personal, que justamente llevó a que en el sectores de más necesidad de personal, como la “Inspección Periódica”, en períodos de receso vacacional haya 8 personas donde debería haber al menos 20 para el mismo trabajo.

Pero la acusación no es para la jefatura inmediata que es la que trabaja junto a los compañeros todos los días, sino a las autoridades en las esferas más altas, pues el problema es la gestión más íntima de su trabajo gerencial. “Señores aquí sus malas decisiones matan hombres”, señalaba un compañero de la línea B. Hoy el dolor se exhibe en los fondos menos explorados de estos laberintos, y duele con un dolor extraño porque se sabe y se reconoce que no hay oídos que escuchen, no hay jueces que cumplan su función, porque es verdad que “cuanto tenés / cuanto valés”.

Sus compañeros y familiares despiden sus exequias en la casa de velatorios de Portugal 3065 de Isidro Casanova en el Partido de “La Matanza”. Pero si existe una enseñanza en esto es seguir la pelea, seguir gritando sin eco, es seguir denunciando sin respuesta, es seguir trabajando por nuestras familias, es seguir. No vamos a bajar los brazos, porque el Subte esta unido, y en palabras de todos los trabajadores las verdades florecen como un arma letal: “si tocan a uno, nos tocan a todos”.

Anred 13/02/11