El 15-M, un inesperado regalo para la Izquierda
“El sol no se ha puesto aún por última vez”
Tito Livio
El Movimiento del 15 de Mayo, como los bebés que no se esperan, como los que llegan a última hora en los matrimonios ya maduros y sazonados, apareció trayendo una bocanada de aire fresco, un grito lozano en medio de la crisis y la decepción. No es un misterio para nadie, que la debacle financiera en el mundo pilló a la izquierda española en un mal pie, no sólo porque los años de bonanza capitalista habían mermado su capacidad de incidir en la realidad política, sino que también las antiguas prácticas enrevesadas de los partidos habían estado mellando severamente su propia capacidad de dirección. El accionar burocrático centralista, el licenciamiento de las masas de la actividad pública, la falta de participación popular, el delegar la acción en sus representantes y moderadores institucionales, la inconsulta crónica a las bases, el cálculo electoralista muchas veces frío y estrecho otras veces salpicado con altas dosis de oportunismo mezquino, cruzado con defensas personales y corporativas por sobre los intereses colectivos, la verdad la verdad, es que habían aguado y mucho su propia capacidad de convocatoria y credibilidad.
También es cierto que, como todos los recién nacidos ambiciosos y desenvueltos, el 15-M intentó abarcar más allá de sus posibilidades reales, pero el horno no está para bollos, y si pensó en algún momento que podría paralizar a todo el país y forzar la caída del “antiguo régimen” emulando las revueltas árabes de Túnez o la Plaza Tahrir en El Cairo, se encontraba nada más lejos de la realidad. La protesta social y sobre todo el descontento en España es incipiente, al menos en las últimas décadas, y todavía psicológicamente se está viviendo el síndrome del Paraíso perdido o del fin del Edén, cuando ya pensaba que su inclusión en el Primer Mundo, la Unión Europea, y el capitalismo desarrollado eran verdades absolutas e incuestionables. Un solo detalle; en el capitalismo no hay amigos, solamente hay intereses, y por de pronto hoy se puede tener un aliado y mañana ser pasto de su codicia.
Entonces el recorrido del 15-M, este bebé robusto que ya ha dado muestras de decisión y persistencia con sus largas acampadas en las plazas, su recurrencia constante al uso de las más modernas tecnologías y la web para citar a la lucha, o su capacidad de convocar a una movilización en todo el país, deberá ser doblemente largo y extenuante porque se trata no sólo de construir la organización o representación de los indignados, los jóvenes, los movimientos sociales y toda aquella fuerza extra- parlamentaria o sin representación en las instituciones del estado, se trata más bien de construir aquello que se llama el Poder del Pueblo, la fuerza social, todo un vasto tejido de relaciones y asociaciones articulados y coordinados de manera tal que pueda constituirse en una nueva mayoría política y social capaz de imponer una nueva institucionalidad más allá de las leyes actuales. A eso en política se le llama Soberanía, porque la colectividad no sólo delega la autoridad sino que también la crea… y la instaura.
Pero cada día tiene su propio afán, y el Movimiento del 15 de Mayo, más que por la definición de su pequeño programa de cuatro puntos, que se enmarca dentro los límites de la lucha democrática y hace un llamado a la modificación del sistema electoral, el combate a la corrupción o el control sobre los congresistas y representantes –es decir se inscribe en la búsqueda del perfeccionamiento del sistema monárquico-parlamentario pero no se plantea su superación- el 15-M ha sido más bien la amalgama perfecta, el almíbar pegadizo en el que se han ido mezclando y condensando los distintos elementos, las más variadas y legítimas corrientes y sensibilidades de la Izquierda, que recogen historia y seculares tradiciones propias, y que les ha permitido al mismo tiempo manifestarse y visibilizarse. Ese vehículo unitario, es el principal activo que a la fecha ha obtenido el movimiento.
Tal vez, entre la dirección del 15-M o al menos entre sus portavoces, se abrigó en un primer momento la esperanza de que fuera la incipiente organización social la que haría de vanguardia de todos los sectores y capas de indignados con el sistema, de jóvenes, estudiantes, trabajadores activos o parados, al menos se convertiría en “la fuerza motriz principal”, pero como lo demuestra su propia filosofía y vocación democráticas no es importante quien conduce el carro sino quién lo empuja. Ergo, un mérito no menor del movimiento, es su contribución con cientos y quizás miles de nuevos luchadores, militantes, cuadros políticos y dirigentes que han hecho sus primeras armas y quedarán incorporados para siempre a las grandes luchas que se avecinan en la Península.
¿Qué podemos esperar del 15-M? Que como toda criatura sana siga madurando en su capacidad de organización y propuesta, que continúe cumpliendo las etapas de socialización dentro de su familia que es la Izquierda, que siga siendo un factor de unidad y alegría, que siempre hubo luchadores e indignados desde Viriato en adelante, que aprenda a no quedar atrapado en el dogmatismo del método ni pillarse los dedos con los medios y los fines, – que nunca hay que decir nunca, o “de esta agua no beberé”, que no olvide que un factor importante de convocatoria es la lucha económica que es la que moviliza finalmente a la clase trabajadora por mejores condiciones de vida, (esto, a pesar que sea menos glamorosa que los grandes temas políticos o las reformas electorales), que justamente en política es imposible la abstención absoluta en determinadas esferas, que un paso adelante es bastante, que participación es revolución y sobre todo que para ser fuerza dirigente hay que ganárselo en el día a día y en la confianza de los trabajadores. Movimiento 15 de Mayo, ¡Bienvenido a la lucha!
09/07/11