Crisis mundial
¿Estamos blindados?
Europa y Estados Unidos siguen en caída. Cada vez hay más señales que los efectos de la debacle se acercan a la Argentina. El gobierno dice que “no hay que preocuparse”. ¿Es así?
Escribe: José Castillo
El ministro y candidato a vicepresidente Amado Boudou, la semana pasada le restó unos minutos a la campaña electoral para hablar de la crisis económica mundial. Más allá de algunos planteos ridículos (como recomendarle a Europa un “canje de deuda a la argentina”), hizo dos afirmaciones importantes. La primera, reconocer la gravedad de la crisis (“la más grande de la historia”, sostuvo). En la segunda, sostuvo que Argentina está “blindada” y no sufrirá ninguna consecuencia gracias a las “bondades” de la política económica kirchnerista.
Posteriormente, en la reunión de la Unasur, los países de la región discutieron estrategias para, justamente, “minimizar” cualquier contagio de la crisis que llegará a nuestro subcontinente. Muy poco salió de esa cumbre: el tan promocionado -y aún en sí mismo discutible- Banco del Sur o la creación de una moneda común, siguen siendo apenas proyectos en un papel. Ni hablar de temas que ni siquiera figuran en la agenda de los gobiernos, como la suspensión de los pagos de las deudas externas para que ese dinero no vaya a socorrer a los banqueros internacionales o la nacionalización de la banca y el comercio exterior para que no se sigan fugando capitales. Apenas quedó un “compromiso” de comerciar con las monedas de los propios países para no “gastar” los dólares de las reservas. Y un tibio documento en el que, por las presiones de Colombia, Chile, e incluso el Perú de Ollanta y Uruguay, se evitó hasta la mínima condena a las políticas de los ´90.
Ya van cuatro años de caída de bancos, debacles bursátiles y salvatajes millonarios a los pulpos financieros. Y su contrapartida: la continuidad de la recesión en Estados Unidos y Europa, más desocupados y una pobreza creciente. Cuando empezó la crisis también nos dijeron que la Argentina “estaba blindada”. Pero los efectos llegaron a fines de 2008. Recordemos: las grandes multinacionales, con las automotrices a la cabeza, empezaron a recibir órdenes de sus casas matrices de “cerrar turnos”, “adelantar vacaciones” y “suspender personal”. Y eso repercutió como reguero de pólvora hacia toda la economía. Se vio, rápidamente, la fragilidad de los famosos cuatro millones de puestos de trabajo creados desde 2003. Como la mitad era en negro o tercerizados, a los empresarios les salía gratis despedir, reducir horas extras o suspender. Esto es exactamente lo que queremos alertar a los trabajadores. Aunque el gobierno lo niegue, hay un escenario posible de este tipo para los próximos meses.
Un compañero trabajador podrá decirnos: “cierto, eso sucedió, pero finalmente salimos, la economía volvió a crecer a fines de 2009 y el fantasma de los despidos y suspensiones desapareció”. Pero ello se debió a motivos que nada tienen que ver con las supuestas “bondades” del modelo kirchnerista. Lo que ocurrió fue que los precios de la soja y el petróleo volvieron a subir y entraron capitales especulativos a Latinoamérica, permitiendo una cierta reactivación, política insostenible en el tiempo ya que se ha creado una burbuja especulativa que sostiene “artificialmente” a Latinoamérica, candidata al próximo estallido.
A esto se le agrega el gran flagelo de la deuda externa. Aunque el gobierno diga que nos “desendeudamos”, seguimos teniendo un fenomenal endeudamiento, en ascenso, que se “financia” pagándola con reservas o el Anses. No se nota tanto el vaciamiento de esas cajas, porque por otro lado “entran” los dólares de la soja. Acá es donde se ve la fragilidad del “modelo”, que está basado en las divisas que ingresan los pulpos del agronegocio, todas dependientes de que no se “caiga” China, que los especuladores no tiren para abajo el precio de la soja; y de las multinacionales industriales (con las automotrices a la cabeza) que venden a Brasil, donde bastaría una orden de las casas matrices para desatar un vendaval de despidos. Como si eso fuera poco, sigue la “fiesta” de los subsidios a las privatizadas, donde se le regalan millonadas con plata de los jubilados, o la fuga de capitales de los especuladores financieros, bancados por las reservas del Banco Central.
Compañero trabajador: no se trata de ser pájaro de mal agüero, pero cualquier análisis serio nos dice que la crisis económica mundial no cesa y es muy probable que veamos pronto sus efectos sobre estas tierras. Va a estar planteado entonces, una vez más, la discusión de quién paga los platos rotos. El gobierno querrá que la paguemos nosotros, los trabajadores, con despidos, suspensiones, rebajas salariales, aumentos de tarifas y ajustes sobre la salud y la educación, diciendo que “no hay otra salida”. Nosotros vamos a pelear para que la paguen las patronales, que se enriquecieron como nunca en estos años y, por sus operaciones especulativas, fueron en última instancia quienes provocaron esta crisis. Esta es, efectivamente, la gran pelea que se viene después de las elecciones presidenciales.
El Socialista 17/08/11