Egipto: Miles de personas toman embajada de Israel y el embajador sale corriendo
10 de septiembre.- El embajador israelí en Egipto, Yitzhak Levanon, ha abandonado el país junto con su familia y parte del personal de la misión diplomática después de que anoche cientos de egipcios asaltaran la embajada israelí en El Cairo, la atacaran, derribaran el muro que la protege y entraran en el edificio que la alberga. Tras una manifestación en protesta por la lentitud de los cambios democráticos de la Junta que se hizo cargo del país después del derrocamiento revolucionario de la dictadura de Hosni Mubarak, en febrero, cientos de manifestantes se dirigieron hacia la sede diplomática del colonialismo sionista, derribaron el muro que la rodea, sobrepasando a la presencia policial, y entraron en el edificio. Los choques posteriores con la policía y el ejército han dejado tres muertos, uno por un ataque al corazón, casi un millar de heridos y al menos 28 detenidos.
La alianza de Israel y Egipto entra en crisis
Ante los incidentes, un gabinete de crisis egipcio se ha reunido y fruto de ello el ministro del Interior del país ha declarado el estado de alerta y ha cancelado las vacaciones de la policía en todo el país. La crisis diplomática entre Israel y Egipto ha empujado al presidente de EEUU, Barack Obama, a expresar su «preocupación» y a pedir al Gobierno de Egipto que garantice la seguridad de la Embajada israelí. El primer ministro israelí, el ultraderechista Benjamín Netanyahu, ha calificado el asalto como «incidente serio que podría haber sido peor si los agitadores hubieran logrado atravesar la última puerta y herir a nuestra gente».
La acción revolucionaria contra la embajada sionista y los disturbios posteriores se desencadenaron cuando cientos de manifestantes egipcios atacaron la embajada israelí, situada en las últimas plantas de un edificio residencial de 21. Primero, armados con martillos y barras de metal, lograron derrumbar parte del muro que protege el edificio, de 2,5 metros de alto, construido esta misma semana ante algunas demostraciones antiracistas y anticoloniales. Después invadieron el edificio y una treintena de ellos lanzó por las ventanas del edificio miles de documentos. En un principio se dijo que eran oficiales, pero Israel sostiene que eran folletos tomados de la entrada. Los manifestantes procedían de una gran protesta en la plaza Tahrir, donde reclamaban a las nuevas autoridades más celeridad en la acometida de reformas democráticas y una mayor depuración de ex altos cargos del régimen de Mubarak.
Durante las primeras horas del asalto, la policía se limitó a tratar de contener a los manifestantes, pero no impidió que se derribara parte del muro. Ante ello el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, anunció en un comunicado que había pedido a Estados Unidos ayuda para proteger la Embajada. Después, la actuación policial ha sido más contundente. Los manifestantes, unos 2.000, prendieron fuego a varios vehículos alrededor del edificio y los disturbios han causado cerca de un millar de heridos. Los asaltantes también trataron de atacar una comisaría cercana, pero fueron rechazados con gas lacrimógeno, aunque sí lograron quemar cuatro coches de la policía. El Ejército desplegó tanques alrededor de la Embajada y la policía usó gases y cañones de agua para reprimir al pueblo. No obstante, al amanecer unas 500 personas aún estaban presentes en los alrededores, aunque los agentes habían logrado acordonar la zona aledaña al edificio diplomático.
El primer ministro egipcio, Essam Sharaf, ha convocado un gabinete de crisis para hacer frente a los incidentes y a la crisis diplomática con Israel, un antiguo aliado del régimen dictatorial de Mubarak.
Desconfianza hacia los militares
Las protestas comenzaron ayer, viernes, día de oración y de protesta desde que estalló la revuelta que derribó a Mubarak, en la plaza de Tahrir, donde miles de personas participaban en una marcha para pedir que se aceleren las reformas políticas y el fin de los juicios a civiles en tribunales militares. El descontento y la progresiva desconfianza hacia la junta militar que dirige la transición democrática alimentan las marchas de protesta que se repiten desde la caída de Hosni Mubarak en febrero. Una de las consignas más repetidas en la manifestación ante la Embajada era «el pueblo quiere la caída del mariscal», en alusión al jefe del consejo militar Hussein Tantawi, la máxima autoridad en el país desde la caída de Mubarak.
Al asalto a la embajada agrava una crisis diplomática que se anunciaba desde la caída de Mubarak en febrero. Con el rais, Israel tenía un aliado al otro lado de la frontera desde que se firmó un acuerdo de paz en 1979, pero su caída por obra de la revolución popular y la llegada de nuevas autoridades dejaban los pactos en el aire. Los nuevos gobernantes militares aseguraron que los respetarían, entre otras cosas porque esos acuerdos garantizan a Egipto una importante ayuda militar estadounidense. No obstante, tienen que lidiar también con el descontento del pueblo egipcio, que no simpatiza con Israel por su carácter de enclave racista y colonial. El difícil equilibrio se rompió abruptamente el pasado mes de agosto, cuando soldados israelíes mataron a cinco guardias fronterizos egipcios en una operación de retaliación por las acciones llevadas a cabo por la resistencia palestina, incidente que provocó que El Cairo llamara a consultas a su embajador en Israel y exigiera unas disculpas oficiales que no se han producido.
Ante lo ocurrido, el presidente imperialista Obama telefoneó al primer ministro israelí, Bejamin Netanyahu, para expresarle su apoyo y su «preocupación», llamando también a Egipto a «cumplir sus obligaciones internacionales» y proteger la misión diplomática israelí.
Antiimperialismo vibrante en las calles de El Cairo
Los acontecimientos de la pasada noche, cuandos miles de personas asaltaron la Embajada de Israel en El Cairo, demuestran algo ya sabido: los sentimientos antiisraelíes están muy extendidos entre la población egipcia, que en cierta forma identifica al ex presidente Hosni Mubarak, actualmente juzgado por asesinato en masa, con la sumisión de Egipto a los intereses estratégicos de Israel y Estados Unidos.
Pero demuestran también que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, con un poder absoluto desde la caída de Hosni Mubarak el pasado mes de febrero, está desbordado por los acontecimientos. Los gritos contra el mariscal Mohamed Husein Tantaui, dictador factual hasta la elección de un presidente democrático, son cada vez más numerosos.
Tantaui sigue sin convocar las elecciones que deberían dar al país un presidente y un Parlamento constituyente, y su esfuerzo por evitar el uso de violencia excesiva contra las marchas de protesta (explicable dado que se juzga a Mubarak precisamente por disparar contra manifestantes) empieza a ser interpretado como debilidad.
Egipto no puede mantener la política de aquiescencia sistemática frente a Israel, por su alta impopularidad. Pero tampoco puede romper el tratado de paz firmado en 1979, porque eso supondría para la casta militar gobernante perder las subvenciones financieras y la ayuda militar yanqui.
10/09/11