12 de octubre, petü mongeleiñ (aún estamos con vida)
La fiesta nacional del 12 de octubre encarna los valores de la hipocresía y del travestismo político típicos de la historia política y social española.
Kaos América Latina 12-10-2011
La fiesta nacional del 12 de octubre encarna los valores de la hipocresía y del travestismo político típicos de la historia política y social española.
Desde la exaltación del espíritu y la raza hispanos por el cardenal primado Isidro Gomá en 1934, poco antes de la criminal cruzada que defendió con ardor, pasando por la unión simbólica en la Virgen del Pilar de todos los pueblos considerados arrodillables por el Caudillo a ambos lados del Atlántico, hasta el pretendido laicismo y ecumenismo de la reforma legislativa de 1987, sancionada en pleno pelotazo por el dúo posmoderno Juan Carlos y Felipe, esta fiesta pretende celebrar un falso espacio común y a la vez silenciar una historia llena de sombras, crímenes y tergiversaciones mediante un macabro espectáculo que mezcla decadencia, marchas militares y nostalgias imperiales.
El 12 de octubre apela a complejidad de la nación española y a la integración de los diferentes pueblos en una unidad común, la corona: unidad común, no hay que olvidarlo, heredada del padre político de Juan Carlos I: el asesino y dictador Francisco Franco. Unidad, por otra parte, que, como bien demuestra esta pretendida fiesta, sólo se manifiesta mediante la ostentación de la fuerza militar, raíz común y garantía de continuidad entre la España de Franco y la del Estado actual. Una festividad que, a la hora de la verdad y pese a los bienintencionados discursos acerca de nuestros hermanos del otro lado, se manifiesta, paradójicamente, sólo a través de un órgano de violencia, quizá en conmemoración de la ejercida sobre las comunidades indígenas desde 1492 — masacre que hoy en día continúan ejecutando Repsol, YPF, Endesa o Gas Natural más allá de nuestras fronteras— o sobre las comunidades revolucionarias de la península Ibérica.
Este año se anuncia un recorte sobre el gasto que supondrá el desfile para las arcas públicas. Suponemos que tal recorte no se habrá producido en el propio gasto armamentístico. Igual sí: en todo caso, da lo mismo. Denunciamos cualquier gasto militar tanto como los asesinatos que se cometen con esas armas. En los últimos años hemos asistido a un desplazamiento en las expresiones usadas para referirse a la vieja tecnología de la muerte, en un intento de maquillar la participación del ejército español en brutales guerras que implantan un modelo de neocolonialismo, esclavitud y saqueo. Bajo el pretexto de defender la democracia y la libertad, el insaciable vampiro de Occidente se alimenta de la sangre de los pueblos de Afganistán, Irak, Líbano, la antigua Yugoslavia o Somalia, en su afán de mantenerse eternamente joven mediante una estricta dieta de petróleo, gas o cualquiera de las sustancias fundamentales para mantener eso que llama «Estado del bienestar», que en realidad no es sino la más viva manifestación de la explotación, el crimen y la opresión. Estos son los que desfilan: los efectivos mercenarios y «multiculturales» del ejército del vampiro capitalista y global, listos a partir en cualquier momento a cumplir las órdenes humanitarias emitidas por los grandes lobbies y las corporaciones internacionales. xochipill
12 de octubre, aún estamos vivos
AIM Digital
Con motivo de otro aniversario de la llegada de los europeos a Abya Yala, hecho denominado en la historia escrita por los conquistadores “descubrimiento de América”, preludio del mayor genocidio conocido, representantes de la comunidad mapuche, es decir, los conquistados, afirmaron en un comunicado: “nos hemos acostumbrado a celebrar “el día de la raza, una fecha donde no hay nada para celebrar”.
12 de octubre: «nada para festejar», dicen los pueblos originarios. Foto: http://www.pueblos-originarios.com.ar/articulo51.php
“Los argentinos han ejercido un culto a la desmemoria, esa desmemoria que nos mostró a un Colón confundido con lo que había descubierto, y a los vinieron detrás de él como la civilización, la providencia, y la religión que nos sacaría todos los demonios…
Pero nunca se nos habló de nuestras cicatrices, huellas, testimonios de nuestros abuelos, evidencias que existen en archivos del Estado, documentos, correspondencias que no mienten; Es decir nos acostumbraron al olvido y a la mentira.
Se inventaron próceres, borrando culpas, limpiando conciencias y lamentablemente durante mucho tiempo de nuestra historia se ha hecho una pedagogía de la desmemoria, nuestra educación fue orientada hacia ese lado; los que han defendido a Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Julio Argentino Roca, Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, y tantos otros “próceres” que nos han impuesto.
¿Sabrán todos los argentinos la matanza de miles de hermanos en este territorio, sabrán que fueron despojados de su territorio, de su espiritualidad, de su idioma; que les eran robados sus hijos por “las damas de beneficencia porteñas” que se los repartían como gatitos para criarlos y someterlos a la esclavitud y sabrán que a sus padres en la isla Martín Garcia -primer centro de concentración y exterminio- se los infectaba de viruela para exterminarlos?
Creemos que estamos descubriendo este 12 de octubre, “resistiendo” como hace más de 500 años, pero nos han comenzado a escuchar, en ámbitos académicos, educativos, en sindicatos, en concejos deliberantes, en ámbitos culturales.
Pero tenemos que manifestar nuestro desagrado, por el traslado del feriado al lunes, para facilitar el turismo. No podemos comprender o justificar esto, semejante traslado de una fecha que recuerda el mayor genocidio de la historia de la humanidad, ¡Es inconcebible!
Pero estamos recibiendo esta fecha con actos en todo el país, reconociendo la existencia de los pueblos originarios, su cultura, reivindicando su lucha; esto nos indica que algo está cambiando, hay deseos de terminar con un país y una historiografía que festeja los genocidios y encubría a los genocidas.
Nos complace ver en esta fecha, tanta multiplicidad de contrafestejos, este nuevo despertar de nuestro pueblo.