Bolivia: La marcha indígena rompe el bloqueo y avanza hacia La Paz
foto: El pueblo de Caranavi recibió con aplausos, flores, comida y fiesta a los marchistas indígenas
Los indígenas, que marchaban hacía 40 días para que una carretera, que sólo beneficia a transnacionales, no destruya el Territorio Indígena y Parque Nacional Tipnis, fueron víctimas el 25 de septiembre, de una salvaje represión policial. Pero, este brutal ataque, lejos de derrotar la marcha, despertó una inmensa movilización y solidaridad popular. La marcha indígena conquistó un primer triunfo parcial obligando al gobierno a retirar la policía y se reanudó fortalecida, imparable, en defensa de su territorio. Hoy lunes se encuentra a 140 kilómetros de La Paz.
La marcha, a pie, partió el 15 de agosto desde Trinidad, distante 600 kilómetros de La Paz, y llegó a incorporar hasta 2.000 personas con la demanda principal “No a la carretera por el Tipnis” (aunque incluye otras demandas y a otros pueblos indígenas).
Evo Morales acusó a los marchistas de “agentes del imperialismo y de la derecha” y de “oponerse al progreso”. Sin embargo, la marcha logró un mayoritario apoyo popular. La popularidad de Evo cayó al 37% a fin de agosto.
La carretera prevista por el gobierno de Evo corta en dos al Tipnis (Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure), donde habitan 6.000 indígenas chimanes, yuracarés y moxeños, quienes viven básicamente de la caza, pesca y recolección de autoconsumo. El Tipnis es reconocido legalmente como propiedad colectiva de los indígenas. La carretera provocará la destrucción de dos tercios de la selva húmeda del Tipnis, con graves consecuencias ambientales regionales, además de destruir el modo de vida de sus habitantes. La selva actúa como fuente de agua para alimentar las lluvias en Cochabamba. Su destrucción provocará un cambio climático y aún más falta de agua para los sectores populares cochabambinos.
Pero Evo Morales se comprometió con Lula y las multinacionales Petrobrás, Total y Repsol en cederles gran parte del Tipnis para la explotación petrolera.
Durante casi dos meses de marcha por el Tipnis Evo dijo que “no tenía tiempo” para ir a hablar con los indígenas. Sin embargo el 30 de agosto llegó Lula a Santa Cruz de la Sierra y Evo corrió a verlo. Fue en el marco de un evento, y viaje de Lula, pagado por la empresa OAS, la constructora brasileña que tiene el contrato de la carretera por el Tipnis. Asistieron grandes empresarios de Brasil y Bolivia. Al día siguiente Evo dijo que la carretera por el Tipnis se haría “sí o sí”.
Los contratos de OAS suelen depender de acuerdos políticos con la ayuda de la cancillería brasileña. Por eso OAS es “generosa” con los políticos brasileños y especialmente con Lula al que financió campañas electorales. Se estima que el sobreprecio de esta carretera de 7 metros de ancho es en total de 200 millones de dólares, puesto que la carretera está presupuestada en 1.300.000 dólares por km, cuando carreteras similares costaron la mitad.
Salvaje represión el 25 de septiembre
Al no poder parar la marcha de ninguna forma el gobierno recurrió a una salvaje represión.
Tratando de derrotar la marcha indígena, el MAS, partido de gobierno, organizó a un sector campesino afín armados con palos y dinamita -que nunca pasó de 200 personas- para bloquear la ruta en la localidad de Yucumo, a 312 kilómetros de La Paz. Como no alcanzaba con eso, desplegó a 500 policías sobre la ruta para impedir el paso y privar de agua y comida a los indígenas.
El sábado 24 un incidente menor con el canciller David Choquehuanca -que supuestamente había ido a “negociar”- le bastó al gobierno para lanzar una enorme provocación, acusando a los indígenas de “secuestrar” al canciller y de “herir con flechas” a cuatro policías. Todo se demostró que fue una gran falsedad, una provocación para justificar lo que tenían planeado…
El domingo 25 a las 17.15 horas, se lanzó, por sorpresa, un violentísimo ataque al campamento indígena, con balas de goma, gases lacrimógenos y palazos. Fueron salvajemente golpeados hasta niños y con especial saña los dirigentes, fueron heridos 54 indígenas, hay 2 que permanecen desaparecidos y 270 apresados y subidos a 10 buses, esposados, amordazados con cinta adhesiva. El resto, incluidos más de 100 niños, huyeron al monte.
El pueblo sale a apoyar y liberar a los indígenas
A los indígenas presos intentaron llevarlos de vuelta hasta Trinidad, pero al pasar por San Borja (a 40 minutos de viaje), una rebelión popular en ese pueblo lo impidió. Entonces fueron llevados a Rurrenabaque (a 3 horas de viaje por otra ruta) para intentar trasladarlos en avión. Sin embargo, en esa pequeña ciudad, el lunes a la mañana hubo otra rebelión popular que ocupó el aeropuerto, puso a los policías en fuga y liberó a los presos.
El lunes decenas de miles se lanzaban a las calles: “¡si esto es el cambio, el cambio es una mierda! clamaban. La Central Obrera Boliviana ya realizó 2 huelgas generales (28 septiembre y 6 y 7 de octubre) con grandes movilizaciones en La Paz y otras ciudades, por demandas de cumplimiento de un acuerdo salarial con el gobierno y en solidaridad con los indígenas.
El gobierno del “Yo no fui”
El lunes el país estallaba de indignación. Ese día a la noche (¡28 horas después de la salvaje represión!) en un insólito discurso, Evo dijo que no había dado la orden de reprimir y que “repudiaba” la represión policial. ¿Por qué entonces no dio una contraorden durante 28 larguísimas horas? Los heridos siguen hasta hoy sin que el Estado se haya hecho cargo de su atención (Celso Padilla, presidente de la Asamblea del Pueblo Guaraní aún está internado, así como otros heridos).
El miércoles el vicepresidente Alvaro García Linera, afirmó sonriendo por TV que sabían quién había dado la orden. ¡Hasta el cierre de esta nota no lo dijeron!
Antes del discurso había renunciado la ministra de Defensa, con una carta diciendo que estaba en desacuerdo con la represión. El fiscal dijo que no había dado la orden. Sacha Llorenti, el ministro de Gobierno, quién públicamente justificó la represión, renunció, antes dijo que él tampoco había dado la orden y acusó al viceministro que ya había renunciado. Los policías amenazan con un motín… Una agrupación de mujeres, esposas de policías, anunció que se unirían a la marcha indígena para protegerla.
Sin embargo, y aunque Evo dijo que “suspendía las obras”, sigue empeñado en hacer la carretera. Dice ahora que hará una “consulta”, pero no a los indígenas (como obliga la Constitución y el artículo 169 de la OIT), sino a los Departamentos de Cochabamba y Beni (adonde está el Tipnis).
Per la marcha indígena ya le contestó con un proyecto de ley, presentado por los diputados indígenas, que dice que prohíbe hacer cualquier carretera por el Tipnis.
La marcha imparable
El enorme repudio y movilización popular obligó al gobierno a retirar el bloqueo. En Caranavi, a 163 kilómetros de La Paz, los dirigentes del MAS habían pretendido movilizar a los campesinos pobres contra los indígenas. Pero, al contrario, el 7 de octubre, el pueblo de Caranavi recibió masivamente a los indígenas con flores, comida y fiesta.
Este apoyo popular se agigantará si llega la marcha a La Paz y El Alto. En las principales ciudades hay vigilias con estudiantes, indígenas y otra gente en apoyo a los marchistas indígenas.
Además de la indignación por la represión, hay un enorme descontento popular con un gobierno que incumplió todas sus promesas de defensa de los recursos naturales. Los hidrocarburos siguen en manos de Petrobrás, Repsol, Total y otras empresas imperialistas. Los terratenientes siguen acaparando más del 70% de la tierra cultivable. Los salarios siguen siendo los más bajos de Latinoamérica (con salarios de entre 100 y 200 dólares para la mayoría) y la desocupación e informalidad laboral supera al 60%.
La COB (Central Obrera Boliviana) tiene su propio pliego de demandas en base a un acuerdo salarial, logrado después de la huelga de abril, que el gobierno no cumplió.
La Agrupación La Protesta propone que la COB y todas las organizaciones populares acompañen a los indígenas hasta el Palacio Quemado (casa de gobierno) para obligar al gobierno a una aprobar una ley para que la carretera no pase por el Tipnis, se castigue a los culpables de la represión y se satisfagan las demandas de la COB.
El gobierno de Evo intenta ahora decir que «quieren derrocarlo» y acusa al «imperialismo» y que los indígenas son su instrumento. Pero sólo una minoría puede creer semejante disparate en Bolivia, cuando es evidente que gobierna cumpliendo los planes de las transnacionales.
La dirigente guaraní Justa Cabrera calificó a Evo de “capataz de las transnacionales”. Eso es lo que siente mucha gente. Por eso surgen voces importantes que proponen una alternativa política de los trabajadores, los indígenas, los pobres, como lo ha hecho Celso Padilla, dirigente guaraní apaleado, y los mineros en su XXXI Congreso, para lograr una salida obrera, popular, indígena, a la crisis del país.
LaClase 10/10/11