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Están vaciando Aerolíneas

Están vaciando Aerolíneas

 

Foto: Cedoc.

Desde la reestatización en 2009, el gobierno kirchnerista, de la mano de La Cámpora, ha llevado el desmanejo y vaciamiento de la empresa hasta su virtual desaparición. Es necesaria una nueva gestión bajo control de sus trabajadores.

 

Escribe:  José Castillo

Aerolíneas Argentinas, nuestra vieja aerolínea de bandera, sigue sufriendo. Después de su privatización en 1989, pasó por las manos de varias administraciones españolas. Ahí la vaciaron al extremo: perdió rutas, aviones, oficinas en el mundo. En 2001 estuvo a punto de desaparecer, quebrada y fue salvada por una inmensa movilización de sus propios trabajadores que impusieron un plan de rescate. La etapa “post-2001” fue la de la gestión Marsans: la empresa siguió hundiéndose hasta llegar a la reestatización de 2009. Como dijimos en aquel momento, habría que haber exigido a los españoles que se hicieran cargo de la deuda de la empresa. No sólo no se hizo, sino que hoy, a dos años, todavía el Estado argentino tiene que afrontar un juicio en Ciadi por la discusión del valor de la “expropiación de la compañía”.

Muchos compañeros habrán pensado entonces: “de acuerdo, la reestatización no se hizo como correspondía, pero al menos recuperamos la empresa, y ahora la podremos poner al servicio del desarrollo nacional y de que el viajar en avión, en un país de las dimensiones de Argentina, deje de ser un lujo para ricos”. Nadie iba a pensar que la nueva administración iba a funcionar como lo está haciendo. El gobierno de Cristina le “entregó” Aerolíneas a la agrupación juvenil en la que milita su hijo Máximo, “La Cámpora (ver nota en esta misma página). A partir de ahí cundió el desmanejo, las prebendas, las coimas y el virtual vaciamiento.

Rápidamente aparecieron las críticas y las denuncias. Muchas de ellas motorizadas por burócratas sindicales cuyos dirigentes hasta no hace mucho figuraban como kirchneristas. Es el caso de Jorge Pérez Tamayo, ex piloto del avión presidencial y dirigente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), aliado de hierro de Hugo Moyano. O el de Ricardo Cirielli, titular de la Asociación del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), alineado con la CGT “Azul y Blanca” de Luis Barrionuevo, ex subsecretario de Transporte Aerocomercial entre 2003 y 2007. Ambos evidentemente motorizan las denuncias porque fueron “desplazados” del control de la empresa.

Tamayo hizo graves imputaciones contra el titular de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde: “tal como sucedió a lo largo de la gestión Marsans, en los últimos meses se han comercializado pasajes en base a una programación de vuelos inviable con el único objetivo de hacer caja” (Clarín, 9/11). También denunció que se dejaron de utilizar los Jumbo de 400 pasajeros, reemplazándolos por los Boeing 340 (de apenas 250 pasajeros), cuando lo que se necesita es sumar más aviones y capacidad de transporte. Mientras se “desactivan aviones”, se subalquilan dos B-737-500 a razón de 300.000 dólares mensuales, afirmó Tamayo.

Cirielli aportó las suyas:”se inauguró como nueva obra un hangar que en realidad había sido construido hace 25 años por la desaparecida compañía CATA y cuyo única “inversión” ha sido pintarlo. Las inversiones serias están totalmente paralizadas: un banco electrónico de pruebas con un costo total de 6 millones de pesos está parado, y a cambio se pagan equipos en el exterior que salen 70 dólares la hora hombre. Los compromisos de inversión para mantenimiento están incumplidos en un 90%. De los 10 aviones de fuselaje ancho (los que se utilizan para los vuelos transcontinentales), cinco están fuera de servicio: hay dos Airbus parados por tener el tren de aterrizaje vencido, otro que quedó descompuesto en Roma y otras dos aeronaves (otro Airbus y un Boeing 747) que no vuelan por haber entrado en una inspección programada. Se compraron 20 aviones Embraer a Brasil, habiendo serias sospechas de que cada uno de ellos cargó un “sobreprecio” de cuatro millones de dólares y hoy esos aviones están paralizados en diversos aeropuertos del interior porque no hay pilotos entrenados para manejarlos”, sostuvo.

Más allá de las intenciones de Tamayo y Cirielli, sus denuncias no son inventos. El funcionamiento de la empresa lo puede ver cualquiera que haya sufrido los avatares de intentar viajar por Aerolíneas. Sólo en septiembre, la empresa canceló 400 vuelos. Más del 10% de los 3.000 viajes que hace la empresa tienen algún tipo de problemas.

Lo concreto es que, en tres años, desde que la empresa volvió al Estado en 2008, el gobierno de Cristina lleva subsidiando a Aerolíneas por 2.100 millones de dólares. La gestión Recalde dice que esto es por la necesidad de sostener los destinos menos rentables. ¡Mentira! Apenas el 5% de ese monto fue para esos fines. El resto bancó el desmanejo general o los altísimos costos de vuelos cancelados a otros países o destinos turísticos como Bariloche o Iguazú. Todo este desmadre terminó resultando en beneficios para la multinacional LAN, que se va quedando con todas las rutas rentables del negocio de cabotaje,

La recuperación de una Aerolíneas Argentinas, estatal, al servicio de la integración territorial y el desarrollo del país, con tarifas que le permitan viajar a la familia trabajadora y a los sectores populares, nunca podrá venir de la mano de agrupaciones como La Cámpora, que sólo la quieren como botín de guerra para incrementar sus cajas, ni de ningún otro burócrata de turno. Deberá ser el producto de la administración de sus trabajadores (técnicos, pilotos, personal de tierra y de a bordo), esos que ponen diariamente la cara y su esfuerzo para sacar adelante a nuestra vapuleada aerolínea de bandera.

El Socialista 16/11/11

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