Categorías
Nacional Sociedad

¡Fuera ingleses de Malvinas!

¡Fuera ingleses de Malvinas!

10/4/1982. Ciento cincuenta mil personas en Plaza de Mayo repudian al enviado del presidente estadounidense Ronald Reagan, Alexander Haig. Y cuando Galtieri reivindica su gestión y la del yanqui, recibe una inmensa chiflatina

¿Fue una guerra justa? ¿Había que apoyarla a pesar de la dictadura? ¿Cuáles fueron los motivos de la derrota? ¿Qué rol jugaron el peronismo, el radicalismo y la Iglesia? ¿Qué posición tuvimos los socialistas revolucionarios?

 

Escribe:  José Castillo

El heroismo de los soldados contrastó con la traición de sus jefes, los primeros rendirse, como Astiz en la Georgias sin tirar un tiro

Las islas Malvinas fueron usurpadas por Gran Bretaña en 1833. Fue un clásico robo colonialista, similar al que en esa época el Imperio Británico realizaba en otras partes del mundo. En Malvinas se instaló una base militar y comenzó el saqueo de sus recursos naturales, que continuó a la largo del siglo XX y aún sigue hoy. Desde entonces, los argentinos venimos reclamando la devolución del territorio usurpado. Generación tras generación repetimos una sencilla verdad: “las Malvinas son argentinas”. Por eso, los socialistas revolucionarios lo decimos con todas las letras: la causa de Malvinas es una causa justa, en la guerra de 1982 estábamos incondicionalmente del lado argentino contra el imperialismo británico y yanqui. Y los ex combatientes de esa gesta deben ser considerados héroes antimperialistas.

El porqué de la guerra

El 2 de abril de 1982 la dictadura militar más genocida y proimperialista que ha conocido la historia argentina, había ocupado las Malvinas. El Presidente Galtieri y sus socios de la Junta Militar lanzaron la operación militar buscando una salida que “le diera aire” a una dictadura acorralada por la crisis económica y la resistencia obrera y popular en aumento. Apenas dos días antes (el 30 de marzo) una inmensa marcha convocada por la CGT había sido ferozmente reprimida. Lo último que querían los militares procesistas era hacer una guerra antimperialista. Pero la política aventurera de la dictadura de “salvarse” y canalizar el odio hacia los ingleses llevó a una guerra contra Gran Bretaña, que contó con el apoyo de los Estados Unidos.

La dictadura erró en sus cálculos. Se imaginaba que tras la ocupación de las islas, vendría una etapa de negociaciones donde tendrían el apoyo de los yanquis. Llamaron a las masas a movilizarse para apoyar su “aventura” buscando ganar popularidad. Pero todo le salió al revés. Los yanquis no podían permitir que se violara el statu-quo imperialista y, naturalmente, apoyaron a sus socios ingleses. Y el intento de manipular a las masas, generando movilizaciones de apoyo a la dictadura, terminó desencadenando una fenomenal movilización antimperialista. Así, el 10 de Abril, más de 150.000 personas se concentraron en Plaza de Mayo con carteles diciendo “fuera ingleses y yanquis de Malvinas”. Los militares procesistas se encontraron ante una situación sin salida: o entrar en una guerra contra el imperialismo, o retirarse sin dar pelea, suicidándose ante las masas. Los acontecimientos los terminaron llevando a la guerra.

Se podía ganar, pero la dictadura eligió la derrota

Lo dicen los propios expertos militares ingleses. Se permitió que una flota recorriera todo el Océano Atlántico sin ser molestada (mientras se negociaba confiando en el apoyo yanqui), se rechazó la ayuda que estaban ofreciendo otros países de Latinoamérica, no se tocó uno sólo de los intereses económicos británicos en la Argentina e incluso se siguió pagando la deuda externa inglesa. A esto hay que sumar que hubo jefes militares (como el genocida Astiz, en las Georgias) que se rindieron sin disparar un solo tiro. Aún en estas condiciones, sobraron actos de heroísmo de nuestros soldados e incluso de algunos sectores de la oficialidad (como los pilotos de la Fuerza Aérea), que más de una vez pusieron en jaque a las fuerzas británicas.

No sólo la dictadura eligió la derrota. Esa fue también la política de los partidos patronales (PJ-UCR) y de la Iglesia Católica, que “aportó” con la venida del Papa para hacer pasar la rendición. Aun así, el 15 de junio una multitud fue a Plaza de Mayo a gritar “Los pibes murieron, los jefes los vendieron”. Sería el comienzo del fin de la dictadura (ver El pueblo…).

Nuestro partido de entonces, el PST (Partido Socialista de los Trabajadores) se encontraba ilegalizado y perseguido, con presos y más de 100 desaparecidos. Desde la clandestinidad, el PST denunció el carácter aventurero de la ocupación del 2 de Abril. Pero fuimos claros desde el principio: ante un choque armado estamos con Argentina, contra los ingleses. Más allá de la dictadura, porque lo que se dirimía no era “democracia o fascismo” sino la justa causa de un país oprimido contra una potencia imperialista. Nos pusimos incondicionalmente en el campo militar de Argentina, sin ninguna confianza ni apoyo político a la dictadura, mientras seguíamos denunciando sus crímenes. Y proponíamos una política para ganar la guerra: ir a fondo contra los ingleses, aceptando la ayuda latinoamericana y expropiando al imperialismo. Exigiendo el levantamiento de las restricciones a los partidos e intervenciones a los gremios, liberar a los presos políticos, a la vez que reclamamos aumento salario, enfrentábamos los despidos, apostando a la movilización. Llamando a la CGT a que unificara la “unidad de acción antiimperialista”. Todo lo contrario de lo que hicieron la dictadura, el PJ, la UCR, la Iglesia y la burocracia sindical. Hoy, a 30 años de aquella gesta, seguimos planteando:

¡Fuera Ingleses de Malvinas¡ ¡Fuera el imperialismo de América Latina!

El Socialista 28/03/12

Los comentarios están cerrados.