Francia: Gana «socialista» Hollande y habla del fin de la austeridad
Por qué el futuro de Europa se juega en Francia
Aunque Alemania saludó la elección en la que derrotó a Nicolas Sarkozy, la figura de un socialista al frente de la segunda economía europea altera el escenario. «Si Hollande hace lo que dice, se va a enfrentar con los que hoy fijan la agenda», advirtieron a Infobae América
Con esta derrota, Sarkozy pasa a engrosar la lista de víctimas políticas de la crisis europea, en la que figuran los socialistas José Luis Rodríguez Zapatero (España) y José Socrates (Portugal) y el laborista británico Gordon Brown. A ellos los electores hicieron pagar sus medidas de austeridad. Luego se sumaron el italiano Silvio Berlusconi y el griego Giorgos Papandreu, ambos forzados a dimitir bajo presión de la Unión Europea. Pero todos esos giros fueron hacia la derecha o condujeron a la formación de gobiernos tecnócratas. Francia, en cambio, vira a la izquierda.
Carlos Pérez Llana, politólogo y ex embajador argentino en Francia, había adelantado a este sitio semanas atrás los problemas que acarrearía una eventual victoria de Hollande para la estabilidad europea. Según dijo entonces el experto, el socialista enfrentaría «un dilema similar al que vivió François Mitterrand cuando llegó a la presidencia en 1981».
«En ese momento, muchos en el Partido Socialista (PS), promovían el ‘socialismo en un solo país’, querían salir de la llamada ‘serpiente monetaria europea’, algo equivalente a lo que hoy representa el euro -explicó Pérez Llana, que actualmente se desempeña como vicerector de la Universidad Siglo 21 de Córdoba (Argentina)-. Otros, en cambio, advertían que una devaluación sería fatal para Francia. Ésta fue la visión que, después de muchas dudas, adoptó finalmente Mitterrand. Pero el discurso de François Hollande es muy antialemán, muy anti-Europa, y el suyo es un electorado que no está de acuerdo con el ajuste».
La fórmula «Merkozy» (como se conoce a la alianza política que tejieron el presidente saliente de Francia y la canciller alemana, Angela Merkel) funcionó aceitada durante los tiempos más turbulentos de Europa. Juntos, los gobernantes -conservadores- supieron ponerse al frente de las medidas para sacar a los países más débiles del bloque de la crisis financiera apoyados en una receta que exigía austeridad en las cuentas públicas a cambio de ayuda. Pero ahora todo podría cambiar.
A Hollande no le convencen las políticas de recorte. Lo repitió este domingo en sus primeras palabras tras confirmarse. «Hoy, responsable del porvenir de nuestro país, mido también que Europa nos mira. En el momento en que el resultado fue proclamado, estoy seguro de que en no pocos países europeos se sintió un alivio, una esperanza, la idea de que por fin la austeridad no puede ser una fatalidad», declaró.
Durante su campaña, el socialista dijo una y otra vez que, a su juicio, la responsabilidad en las cuestas debe estar acompañada de inversiones. Se mostró a favor de una renegociación del pacto fiscal europeo, basado en duros recortes, al que quería añadir un capítulo con medidas de apoyo al crecimiento.
Esas ideas llevaron a que Merkel -que nunca ocultó su intención de que Sarkozy sea electo- y sus colaboradores comenzaran a incomodarse con la sola posibilidad de que Hollande llegue al poder. Este domingo, no obstante, la canciller lo llamó minutos después de que su victoria fuera proclamada y se mostró dispuesta a trabajar codo a codo.
Una relación destinada a seguir
Aunque todavía es demasiado pronto para saber cómo funcionará esta nueva pareja franco- alemana, cabe señalar que este eje, que desde el inicio de la posguerra hasta hoy ha sido la locomotora de la construcción de la Unión Europea, ha sobrevivido a cambios de signo ideológico en los gobiernos de ambos Estados
En Alemania, al socialdemócrata Helmut Schmidt le tocó convivir con Valériy Giscard d’Estaing, de derecha. Y su sucesor, el socialista François Mitterrand, compartió buena parte de sus dos mandatos con un líder conservador como Helmut Kohl. Juntos, protagonizaron varios hitos de la construcción europea, como la caída del muro de Berlín, la unificación de Alemania y la creación del euro.
También el presidente francés de centro derecha Jacques Chirac compartió parte de su período con Kohl y luego con el socialdemócrata alemán Gerhard Schroder.
En definitiva, aunque no sepamos si la canciller Merkel (conservadora) se entenderá con el flamante presidente electo de Francia como lo hacía con Sarkozy, la historia reciente muestra una vocación de acuerdo por parte de ambos países, una política de Estado independiente del color político de sus líderes.
Hasta hace unas pocas semanas algunos periodistas alemanes tacharon Hollande de «populista». Incluso Merkel y su Gobierno cuestionaron sus verdaderas intenciones, temiendo que el socialista ponga en tela de juicio su política de ajuste para Europa. Pero luego hubo explicaciones, en dos o tres reuniones entre los colaboradores de ambos. Desde entonces, el malentendido parece haberse disipado. «El miedo a Hollande está disminuyendo en la cancillería», tituló el viernes pasado el diario Süddeutsche Zeitung.
En Europa los compromisos parecen estar por sobre las tendencias y Hollande ya adelantó que su primer viaje al extranjero será a Berlín, rápidamente después de asumir sus funciones.
06/05/12