Cristina acapara dólares para pagar la deuda externa
El gobierno “rasca el fondo de la olla” buscando desesperadamente juntar hasta el último dólar para cumplir con los vencimientos de este año.
Escribe: José Castillo
Los trabajadores observamos preocupados cómo se van acumulando los “problemas”. Mientras se sigue acelerando la inflación o reaparecen las suspensiones (ver editorial), se agrandan las complicaciones relacionadas con “el dólar”. Y no se trata simplemente de las imposibilidades de aquel que no consigue un billete verde para viajar o el trabajador que ahorró unos pesitos y quiere comprar 100 dólares. Tampoco se autorizan dólares para compra-venta de inmuebles, lo que está paralizando la construcción. Como la inflación real desde 2007 acumula el 189% y el aumento del dólar oficial “sólo” el 43%, ya aparecen los que exigen una devaluación para poder “exportar mejor”. Mientras tanto, sigue la fiesta: a pesar de la menor cosecha, los monopolios exportadores se siguen beneficiando de los altísimos precios de la soja y los bancos duplicaron sus ganancias, llegando el año pasado a 14.720 millones de pesos, de los cuáles 3.018 corresponden a utilidades obtenidas especulando entre la moneda local y la extranjera (Página 12, Cash, 13/6).
Algunos analistas ponen el centro en las internas del gobierno, señalando un “desmanejo” o falta de profesionalidad para contener el mercado paralelo de divisas (el llamado dólar “blue”) que se está formando a velocidad astronómica. Todo eso existe, pero no nos equivoquemos. Más allá de las “internas” oficialistas entre Moreno y Kicillof, todos tienen en claro lo que buscan: que hasta el último dólar que entre vaya a parar a la caja del gobierno. Y que esto debe hacerse sin tocarles los intereses a los grandes banqueros y exportadores. Si así no fuera, hubieran parado la fuga de divisas (que desde 2008 ya acumula 80.000 millones de dólares) con la única medida posible: nacionalizar la banca y el comercio exterior. Cosa que no han hecho.
Como vemos, no es una mera discusión “cultural”, que se arregla “pensando en pesos”, como dice cínicamente Aníbal Fernández, mientras defiende “su” derecho a ahorrar en dólares. Hasta el último trabajador olfatea algo: sabe que cuando se dispara el dólar, lo que sigue es el traslado a los precios de ese aumento y que el pato de la boda será finalmente su salario. Lo aprendió por experiencia propia desde el Rodrigazo de 1975, pasando por “el que apuesta al dólar pierde” de 1981, la hiperinflación del ’89 o la devaluación de Duhalde de 2002.
Las cajas se van agotando
¿Por qué el gobierno generó este desmadre, “cerrando” todas las ventanillas de acceso al dólar y provocando, de hecho, la aparición del paralelo (o “blue”, que cotiza a más de 6 pesos)?. La respuesta es simple: están juntándolos desesperadamente para pagar los vencimientos de deuda de este año, que ascienden, entre intereses y capital, a más de 13.000 millones de dólares.
Es que las cajas del gobierno se van agotando. En 2011 el déficit fiscal (gastos versus ingresos del Estado) ascendió al 1,9% del PBI (o 2,9% si no contamos todo lo que cubrió la “otra caja”, el Anses). Y por el lado de las reservas del Banco Central también hay problemas: a la fuga de capitales, sumémosle la “factura energética” producto del desmadre de Repsol, que este año ascenderá a más de 10.000 millones de dólares.
Algún compañero se preguntará: “pero cómo, ¿no era que teníamos reservas récord?”. La respuesta es simple: falso. Los números oficiales del Banco Central dicen que ascienden a 47.000 millones de dólares. Pero de ellos, 10.000 millones son préstamos que tomó el propio Banco Central con organismos internacionales (y por lo tanto debe devolver en breve) o encajes (o sea, depósitos de los bancos comerciales que de hecho pertenecen a estos). Pero eso no es lo peor: la mitad de los activos del Banco Central (25.000 millones de dólares) no son moneda extranjera disponible, sino “papeles” (letras, títulos o bonos), ya que el dinero “real” ya se le prestó al gobierno nacional o a las provincias. En concreto: el total de reservas “verdaderas” del Banco Central ni siquiera alcanza para respaldar el dinero en pesos circulante en la economía. Mucho menos los vencimientos de deuda.
¿Se viene la gran devaluación, con su secuela de suba de precios y tarifas y reducción del poder de compra de nuestros salarios? ¿O el gobierno logrará (por ahora) mantener “domado” al dólar mientras ajusta por otro lado, asfixiando a las provincias?
La lógica del pago de los vencimientos de la deuda nos lleva a una situación o a la otra. Y probablemente a las dos juntas.
Lo dijimos una y mil veces. Lo repetimos cuando se pagaba en efectivo al FMI o cuando se hicieron los canjes de los bonos de la deuda: era mentira que nos estábamos desendeudando. Mientras los economistas del kirchnerismo nos mostraban “numeritos” explicándonos cómo “había bajado la proporción entre deuda y PBI”, nosotros insistíamos: “miremos cuánto estamos pagando por año en efectivo”. Y anunciábamos que la bola de nieve nos volvería a tapar. Ya llegamos a eso y, una vez más, la opción de hierro será entre el hambre del pueblo o dejar de pagar la inmoral, ilegal e impagable deuda externa.
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Dólar: Haz lo que yo digo…
Mientras día a día se refuerzan las trabas a la compra de dólares para cualquiera que quiera resguardar sus ahorros de la devastadora inflación, Cristina y otros funcionarios del gobierno -que paralelamente llaman a “pensar en pesos”- ahorran en moneda norteamericana. La presidenta encabeza la lista. Según sus declaración juradas de 2011 ante la Oficina Anticorrupción, Cristina cuenta con u$s 3.066.632 en depósitos a plazo fijo. Un año antes, ya había declarado u$s 2.906.292. El segundo en la lista es el canciller Timerman, que declaró u$s 331.987. Al diplomático le sigue Ricardo Echegaray, titular de la AFIP -ente que, irónicamente, es el que regula la compra de dólares- con u$s 106.905. Están también Carlos Tomada, ministro de Trabajo, con u$s 32.550, y Aníbal Fernández, quién dijo que “con su plata hace lo que se le antoja” y declaró u$s 24.000 siendo aún jefe de gabinete. Haz lo que yo digo, no lo que yo hago.
El Socialista 06/06/12