Paro del miércoles 27 de junio
Moyano, los kirchneristas, la movilización obrera. ¿Y la inflación del supermercado?
Daniel Cadabón (especial para ARGENPRESS.info)
Moyano, convoca a un paro y movilización para el miércoles 27 de junio con los reclamos de subir el tope al mínimo no imponible y pago integral y universal de asignaciones familiares para los trabajadores. Ojo, esto lo hace después de haber firmado una paritaria del 19 % en cuotas para su propio gremio. ¿Y la inflación del supermercado?.
Para los escribas del kirchnerismo el paro del próximo miércoles es, en pocas palabras, la reacción de una fuerza de choque derechista que injustamente se alza contra la propuesta progresista y popular que encabeza Cristina Kirchner. Horacio Verbitsky, por ejemplo, ha revitalizado opiniones anacrónicas y contradictorias con lo que decía hace apenas semanas, pasando del arrepentimiento de no haber formalizado un frente con la Juventud sindical peronista en las épocas de Rucci, Miguel y Calabró (cuando la JSP era el brazo armado de la burocracia sindical en la eliminación de activistas y delegados combativos) a denunciar que detrás de este paro se encuentran desde la JSP hasta los herederos de la triple A.
El nivel de boludeces dichas, y las que se seguirán diciendo hasta el próximo miércoles 27, parece no encontrar limites. Ex economistas de izquierda, que hoy pululan al por mayor en el kirchnerismo, salieron a salvar y reivindicar el impuesto a los sueldos como una medida progresista. Los más osados, la billetera oficial da para la osadía, dijeron que quitarle parte del sueldo y el salario familiar a más de cuatro millones de trabajadores y el aguinaldo a otros tantos demuestra que el kirchnerismo paga sueldos tan altos que necesariamente deben ser recortados por ganancias. Esto no sería un saqueo, sino al contrario, una muestra de crecimiento en los ingresos de los trabajadores argentinos. Son los mismos que vieron en el “patón” Basile un peligro en contra de los gendarmes, de palo, escudo y armas automáticas y en Moyano un candidato al procesamiento judicial por extorsión y destitución.
Los kirchneristas de la fracción internacionalista, asocian al paro obrero con el golpe en Paraguay y lo inscriben dentro de una ofensiva derechista que se verifica en Honduras y en los autoacuartelamientos policiales de Bolivia. Los más timoratos demandan histéricamente la aplicación de la ley antiterrorista a todos los movilizados y si es necesario la militarización de puentes y lugares de trabajo para evitar la masividad de la medida.
Todos, en general, esperan que el miércoles llueva y que Moyano vuelva a sus viejas tradiciones de levantar medidas por mal tiempo.
El frenesí que ha despertado esta medida de paro y movilización callejera, obliga y demanda jurar fidelidad eterna al Gobierno Nacional progresista por parte de los gremios “gordos” (ahora, milagros del progresismo vernáculo, Lescano, Cavallieri, Martínez y Rodríguez de UPCN son el equivalente al clasismo de los ´70) que hasta ayer juraban esa misma fidelidad al ajustador Menem, o antes, al dictador Videla.
Pero es al gobernador de la provincia del Chaco; Jorge Capitanich, a quien debemos escuchar; porque fue él el que tuvo la virtud de poner blanco sobre negro y dejar en claro la incidencia que los impuestos al salario tienen sobre las finanzas públicas nacionales y provinciales. Dijo: es imposible derogar el impuesto a las ganancias de la cuarta categoría (impuesto al salario), porque al ser coparticipable este dinero va a las arcas provinciales y en caso contrario las provincias se verían desfinanciadas.
Es a esta pequeña declaración, del casi ignoto gobernador chaqueño, que en este punto oficiaba como vocero del Poder Ejecutivo, a lo que los trabajadores debemos echar un vistazo para entender de que se trata la medida del miércoles 27 de Abril, ya que es toda una revelación acerca de los principios rectores de la distribución “nacional y popular”, además de despejar el debate sobre lo que representa el mínimo imponible a los salarios.
La ecuación es simple, los trabajadores soportan compulsivamente descuentos mensuales en sus salarios y asignaciones familiares con los que las provincias pagan sueldos y enjuagan otros gastos corrientes. Concretamente, lo que Capitanich describe es una radiografía de este verdadero hallazgo distributivo del modelo nacional y popular kirchnerista: los trabajadores no solo dejan su vida en el trabajo para el beneficio de las ganancias capitalistas, sino que, sumado al saqueo de sus fondos de jubilaciones y pensiones, ahora en manos del Estado, terminan pagando con los descuentos salariales a los que se los somete, las crisis provinciales, la crisis energética, la del transporte, etc.
En pocas palabras esto significa que el gobierno nacional ha socializado la masa salarial y las jubilaciones, mientras se guarda muy bien de no tocar la renta financiera de sus socios capitalistas.
Para los que aun conserven dudas sobre esto, alcanza con consultar los balances de las grandes empresas del último decenio para enfrentarse a la peor de las decepciones nacionales y populares: son los bancos los que están posicionados como los grandes ganadores. Y no pagan impuestos.
El impuesto al salario se transforma de este modo en: reaccionario, regresivo y profundamente procapitalista. Si para algunos, esta caracterización apunta a decir poco más que un slogan izquierdista, es importante aclarar cada uno de estos términos. El impuesto es reaccionario, porque los ajustes a los salarios, a los derechos laborales y a las condiciones de vida de los trabajadores es una política destinada a dar marcha atrás la rueda de la historia, cancelando lo que se ha conseguido después de décadas de lucha entre las clases sociales. En Grecia y España, por ejemplo, algunos economistas consideran que la vuelta de tuerca de los ajustes emprendidos en contra de los trabajadores atrasa 80 años, llevándolos de vuelta a una situación de preguerra (1931). Los kirchneristas se jactan de que lo sucedido en Europa no pasa en nuestras pampas, pero, estamos cerca, sobre todo cuando se pretende un techo a los aumentos salariales anuales del 18 al 20 % contra una inflación que ronda el 25 a 30%. Ya nos detendremos en este punto, que la propia presidenta caracterizó como que “el mundo se nos vino encima”.
El impuesto al salario es regresivo, porque este impuesto, que castiga a los más pobres, sirve al objetivo de que se liberen otros fondos públicos para el pago de las deudas con los banqueros internacionales. Toda la política del “modelo K” sigue ensanchando cada vez más la brecha de ingresos para beneficio de los más ricos. Por eso también es procapitalista, dado que el principal objetivo de este impuesto es recaudar fondos de los trabajadores para que estos financien el gasto social; mientras el Estado actúa como un simple administrador de plata ajena. Esta administración no es gratuita, ya que la Afip cobra una jugosa renta con la cual adoba los sueldos de sus burócratas, financia fondos fiduciarios y desvía dinero al atesoramiento en dólares para el cumplimiento de pagos con los acreedores buitres poseedores de los distintos “bonos patrióticos” que deben ser honrados (gatillados) en 60 días. Nada más procapitalista que honrar las deudas con el imperialismo.
El kirchnerismo pudo haber estatizado los fondos de jubilaciones y pensiones a las AFJP pero fueron estas las que lo ganaron a su propia batalla cultural; el gobierno popular del 54,6% en la actualidad, como los banqueros en la década del ´90, se dedica a hacer negociados de todo tipo con la plata de la Anses, provocando en los hechos un brutal desfinanciamiento de las cajas previsionales, lo que pone en cuestión las jubilaciones presentes y futuras. Por esta razón, era verdaderamente repugnante ver a los burócratas kirchneristas, en el día de la bandera, hostigando a los trabajadores camioneros en paro, militarizando sus lugares de trabajo con fuerzas conjuntas de gendarmería y policías federales y provinciales, mientras se golpeaban el pecho para “defender el gas que le falta a nuestros viejos en Guaminí”. Ellos!! los mismos que le niegan el 82% a los trabajadores que se jubilan; ellos, que no les pagan los juicios que ya tiene sentencia firme, ordenados incluso por la propia Corte Suprema, apelando judicialmente cada sentencia, a la espera que la muerte de los jubilados beneficiarios mande a guardar los fondos adeudados. Estos burócratas sin vergüenza, se levantan frente a un paro obrero como la vanguardia defensora de los intereses “de los que menos tienen” registrando ante toda la sociedad que la hipocresía neo liberal, de los Randazo, Boudou, De Vido o el camporista Abal Medina, a la hora de atacar a los trabajadores en lucha por reclamos salariales, es demostrativa de su extracción filomenemista, igual que, a la hora de movilizar a la gendarmería y amenazar con el procesamiento de dirigentes sindicales, demuestran su herencia aliancista-duhaldista. No es poco, a 10 años de la masacre del puente Pueyrredón.
Masa salarial
Entre los trabajadores docentes es muy común escuchar a los burócratas sindicales, que no paran el miércoles (Yasky-Baradel), explayarse entusiastamente sobre el tema de que los aumentos miserables que reciben los maestros son significativos e históricos. En general, recurren a un lugar común: el aumento de la masa salarial.
La masa salarial, es el conjunto de dinero destinado a sueldos que se distribuye de manera arbitraria en cada paritaria. Como la masa no es elástica ni hay levadura que la haga crecer, toda la discusión paritaria entre la burocracia sindical y la patronal, pasa por ver como se disfrazan de aumentos sumas que no representan ni por asomo la escalada de precios.
El gobierno tiene varios recursos recaudatorios para volver a encontrarse con la masa salarial dispuesta por los aumentos. Esto no obvia que, igual intente ponerle un techo a los reclamos obreros. El impuesto al salario directo, es uno de esos recursos y el más codiciado porque elimina de la famosa masa salarial guita al contado que nunca llegará a los bolsillos de los trabajadores y que evitará el abultamiento del deficit público provincial, la tablita de las asignaciones familiares es otro. Como tanto el impuesto, como los montos de asignaciones familiares son una prerrogativa del gobierno, al no actualizarlos abarcan cada vez a un número mayor de trabajadores.
En muchos casos el impuesto al salario hace que de 13 sueldos anuales que deberían cobrar los trabajadores, uno enterito sea descontado por el “impuesto a las ganancias”, a esto se refiere Moyano cuando dice que Cristina liquidó el aguinaldo.
El kirchnerismo se defiende con aprietes represión y relatos, mientras tanto los trabajadores ingresan por millones en los que dejan un sueldo por año o el salario familiar en las arcas del Estado para que se siga con la políticas de beneficiar a los acreedores y capitalistas. “La no actualización del mínimo no imponible y de las escalas salariales sobre las que se calcula el impuesto les resta ingresos a 1,8 millón de trabajadores. Además, 2,3 millones perdieron en forma total o parcial la asignación familiar”. (Ismael Bermúdez)
Los recursos recaudatorios del gobierno no terminan ahí. En forma indirecta a cada aumento salarial hay que descontarle un 21% de IVA que en el caso de los trabajadores hace al aumento de la canasta básica fundamentalmente.
El oficialismo, explica que los aumentos salariales desde paritarias superaron a la inflación trucha del Indec, esto no es difícil, dado que para el Instituto de Moreno la inflación es desconocida. Pero esto es mentira también para los datos de los “opositores” o inflación paralela, que a falta de mediciones privadas ahora la realiza el Congreso. Porque una cosa es tomar la inflación como un crecimiento general de todos los precios (25 al 30 % anual) y otra muy diferente es tomar el costo de la canasta familiar 40% en algunos productos. ¿Es arbitrario medir de esta manera? Para el gobierno sí; para el asalariado no. El 60 o 70 % del salario obrero promedio (2500 a 3000 pesos) se gasta en alimentos, entonces naturalmente estos precios de alimentos tienen una mayor incidencia en la desvalorización salarial. La famosa “inflación del supermercado” ha desbancado los convenios salariales firmados en paritarias. Si a esto, le sumamos las actualizaciones tarifarias que el gobierno viene reservando para después de homologar todos los convenios, la caída salarial no encontrará un piso sólido.
Conciencia y oportunidad
No es tan fácil para los trabajadores comprender los alcances de una crisis de la cual no son responsables, no es fácil tampoco evitar caer en las provocaciones de la burguesía y en las maniobras de las burocracias.
La campaña que se vienen contra este paro y después… tanto desde las patronales como desde el oficialismo estarán marcadas por la amenaza a la catástrofe económica que los capitalistas crearon y por la acusación y represión a los trabajadores en lucha.
Ya aparecieron entre los burócratas, golpistas de otras épocas, las acusaciones a la movilización obrera de extorsiva y destituyente. El kirchnerismo en crisis, tiene como objetivo el disciplinamiento social y la explotación de los rasgos más conservadores del electorado, por eso ha abandonado titularse como abanderado del pueblo y los trabajadores para convertirse en representante de los consumidores y usuarios.
El paro del próximo miércoles tiene entonces la virtud. de colocar a los trabajadores en la calle reclamando derechos, lo cual siempre es un dolor de cabeza para la derecha. Tiene la virtud también de cuestionar contra todas las presiones y aprietes una política diseñada para el engaño.
Los trabajadores encontraran en la calle y en la lucha las herramientas propias para desembarazarse de la burocracia, como se van encontrado las herramientas para desembarazarse del nacionalismo hipócrita
El paro del próximo miércoles es un paso en dirección de frenar la política ajustadora del kirchnerismo, pero los trabajadores deben tomar conciencia de que el moyanismo no muestra ningún camino independiente para que esta lucha se consagre en victoria. Moyano, hoy desahuciado, fue socio de los Kirchner por una década.
Parar y marchar el próximo miércoles debe expresar el repudio al saqueo del salario junto a la necesidad del desarrollo de una política sindical independiente del moyanismo.