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Los mineros asturianos: de hacer la revolución a luchar para no desaparecer

Los mineros asturianos: de hacer la revolución a luchar para no desaparecer

por contrainfo.cat

La historia de los mineros asturianos está repleta de luchas: la Revolución de Asturias de octubre de 1934, la huelga silenciosa al franquismo y, desde hace casi 20 años, las huelgas para evitar la desaparición de la industria minera.

Históricamente, el pueblo asturiano es uno de los más combativos a la hora de defenderse de los ataques del gobierno y la patronal. Hace unos días compartíamos eldocumental «El astillero», en el que se muestra la lucha de los trabajadores de los astilleros asturianos para evitar el cierre de los mismos en pos de intereses especulativos. Desgraciadamente, no lo consiguieron. Los mineros asturianos también han sido uno de los sectores obreros que más guerra han generado durante su existencia. De hecho, algunos los consideran como la vanguardia de la clase obrera española, ya que sus luchas no sólo han sido defensivas, sino revolucionarias. Como veremos a continuación, repasando brevemente las principales luchas que han protagonizado, han merecido ampliamente esta consideración.

Los mineros asturianos no sólo han ofrecido resistencia cuando han sido atacados, sino que también han intentado conquistar la emancipación de la clase trabajadora. De hecho, fueron los principales artífices de la revolución obrera de Asturias en octubre de 1934 en que socialistas, comunistas y anarquistas se unieron bajo la consigna Unión Hermanos Proletarios, para tratar de abolir las clases sociales y conquistar unas aspiraciones que la II República no logró satisfacer. Consiguieron, en pocos días, hacerse con el control de todas las cuencas mineras asturianas, de buena parte de Asturias y de las fábricas de armas. En Oviedo, desde el balcón del Ayuntamiento, se declaró la República de Obreros y Campesinos de Asturias y se creó un Comité Revolucionario, conformado por las diferentes fuerzas de la alianza obrera, para asumir el poder. La insurrección fracasó porque, entre otras cosas, no fue secundada por el resto de pueblos del Estado español y el Gobierno de la República consiguió aplastarla en pocas semanas mediante el ejército, al que le siguió una salvaje represión. Podéis ampliar la información con el documental «Asturias, la última revolución obrera» de RTVE, el libro «Incendiarios de Ídolos» de un periodista belga que la vivió y el artículo en la Wikipedia.

Casi dos años más tarde, el 18 de julio de 1936, conocida la sublevación militar que se convertiría en la Guerra Civil, los mineros asturianos y otros obreros partieron en dos columnas, una en tren y el otra en vehículos motorizados, de unas 3.000 personas en total, hacia Madrid para defender la República. El coronel Antonio Aranda Mata aseguraba que en Asturias no había peligro de rebelión militar, por lo que los obreros decidieron ir a Madrid para ayudar a sofocar el intento de golpe de estado. Sin embargo, el 20 de julio, una vez se enteraron de que Aranda los traicionó sublevándose en Oviedo, los mineros volvieron para tratar de aplastar el levantamiento militar, pero no consiguieron recuperar Oviedo. Asturias resistió hasta octubre de 1937, cuando fue totalmente dominada por los nacionales. Desde entonces, comenzó una cruenta represión contra el pueblo, ya que el ejército aún tenía el recuerdo de 1934 bien vivo. Según un estudio de la Universidad de Oviedo, en Asturias hay 267 fosas comunes producto de la represión franquista, con un total de unos 21.000 represaliados. Podéis consultar elmapa que han elaborado.

Durante la dictadura franquista, los mineros asturianos fueron los primeros en iniciar un conflicto laboral importante. Sin hacer propaganda sindical de ningún tipo, ya que estaba prohibida, consiguieron llevar adelante una huelga en el sector de la minería. Todo empezó el día 6 de abril del año 1962 cuando siete mineros decidieron no bajar a la mina ya que no aceptaban las miserables condiciones laborales y salariales. Fueron inmediatamente despedidos, lo que inició un movimiento de solidaridad y apoyo a sus reivindicaciones por parte del resto del sector. Mediante gestos silenciosos y acciones simbólicas se corrió la voz entre los obreros de los pozos mineros y se secundó los días siguientes el paro. Es por ello, además de que los medios de comunicación del régimen la silenciaron totalmente, que se la conoce como «la huelga del silencio», por cómo se propagó la solidaridad hacia aquellos mineros rebeldes, que devino en una huelga en todo el sector. El régimen decretó el estado de excepción para tratar de detener la huelga y evitar un posible contagio al resto de los sectores obreros del Estado español, en los que empezaron a surgir acciones solidarias. Al final, hizo unas breves concesiones a los mineros, las cuales consistieron en el aumento del salario, y se acabó así el conflicto. Sin embargo, el daño ya estaba hecho: se había recuperado la lucha obrera paralizada por el miedo a la represión de la dictadura fascista de Franco. A partir de ese año, se fueron produciendo otros conflictos obreros, los cuales se intensificaron especialmente en la década de los 70, con los movimientos de autonomía obrera. Podéis ver el reciente reportaje «La huelga del silencio» que el programa Documentos TV dedicó a la huelga del año 1962.

Desde la transición hasta hoy día, se han producido numerosas huelgas en el sector de la minera como las de los años 1985, 1990, 1991 y 2005. En este periodo, la huelga pasa a utilizarse como herramienta defensiva con un mismo denominador común: impedir la desertización industrial de las cuencas mineras, conocida con el eufemismo de «reconversión industrial». Debido a la dependencia de la industria, tanto de las minas como de los astilleros, a la economía asturiana, la conflictividad social ha estado muy presente durante la década de los 90, como muestra el reportaje de 1997 «El polvorín asturiano» de Canal +. Las huelgas, todas ellas con un seguimiento mayoritario, han conseguido prolongar la vida del sector minero de Asturias, pero la sangría de puestos de trabajo ha sido constante: se calcula que, desde 1991, el sector ha perdido 41.000 puestos de trabajo. El artículo «Minería y huelga general» de Ramón García Piñeiro analiza las reivindicaciones e incidencia de estas huelgas.

El Plan del Carbón en vigencia, fue rubricado por Zapatero tras las revueltas mineras de 2005. La dinámica que se encuentra de fondo es el desmantelamiento progresivo (hasta 2018) de todo un sector estratégico como es el de la minería de carbón. El gobierno de Mariano Rajoy, en el Proyecto de Ley de los Presupuestos Generales del Estado para 2012, propuso una reducción del 64% para todo el montante económico del Plan: los 703 millones que debían recibir se quedan en únicamente 253 . Este recorte no afecta tanto la producción como a las condiciones de trabajo, prevención de riesgos, la seguridad en el lugar de trabajo y se eliminan la mayoría de las becas para los jóvenes de las cuencas mineras.

Actualmente, hay unos 4.000 obreros (sin contar subcontratados) trabajando en la minería, pero se calcula que alrededor de esta actividad se generan 30.000 puestos de trabajo indirectos de los cuales dependen unas 200.000 personas. La repentina reducción de las ayudas podría obligar al cierre inmediato de algunas explotaciones. Por tanto, existe una necesidad vital de una actividad económica que ha pasado a ser una forma de vida en las Cuencas después de más de 150 años con minas abiertas. Generaciones enteras de vecinos han trabajado en la mina, lo que conocen bien las centrales sindicales, que llaman a «toda la sociedad» de las comarcas carboneras a sumarse a las protestas.

Ante estos ataques al sector y de la situación alarmante a la que abocan a más de 200.000 personas, los sindicatos mineros comenzaron las movilizaciones. Convocaron huelga general para los días 23, 24, 30 y 31 de mayo, con un seguimiento prácticamente total. Además, algunas trabajadoras anunciaron cierres indefinidos en las minas, hasta que no se les diera una solución, algunos permanecen en la mina desde el pasado 21 de mayo, otros ya han sido relevados por otros compañeros. En vista de la reafirmación del Ministerio de Industria a mantener el recorte de los presupuestos, del seguimiento masivo de la huelga y del apoyo de unos pueblos conscientes de la importancia que tiene la minería para la economía local, la huelga se convirtió en indefinida. Los paros convocados fueron secundadas por la mayoría de los trabajadores del sector, que fueron proseguir con bloqueos en las carreteras y vías ferroviarias con las que los mineros pretendieron dar a conocer su situación de emergencia y desesperación. Los intentos de negociación con la Comisión de Seguimiento del Plan del Carbón fueron nulas ante la postura cerrada y no dialogante del Ministerio de Industria.

La huelga indefinida lleva ya 45 días. Conocidas son las acciones que han llevado a cabo los mineros estos dos meses para visibilizar su conflicto: cierres a los pozos, espectaculares cortes de carreteras con enfrentamientos contra los antidisturbios, muchas movilizaciones de las familias de los mineros y una marcha desde las cuencas mineras hasta en Madrid para manifestarse, por segunda vez, ante el Ministerio de Industria. Esta marcha ha servido para ver el amplio apoyo que están obteniendo los mineros allá por donde pasan; particularmente emocionante fue la llegada a Madrid, donde recibieron un masivo apoyo por parte del pueblo madrileño.

Todo esto coincide con el anuncio del Gobierno español de unos estremecedores recortes que sufrirán, sobre todo, las clases populares: la subida del IVA, el recorte a las prestaciones de desempleo a partir del sexto mes y la eliminación de la paga extra de Navidad a los funcionarios son sólo algunas de las drásticas medidas. Las protestas espontáneas se suceden en todo el Estado, los sindicatos mayoritarios anuncian movilizaciones para el mes que viene… y los mineros nos han enseñado cómo se lucha por la dignidad. Deberíamos aprender de ellos y de su historia ahora que estamos a tiempo, antes que se hayan extinguido.

14/07/12