Diez años de kirchnerismo
Ganaron los empresarios y banqueros
Si hay algo para reconocerle al kirchnerismo es su habilidad para hacer pasar gato por liebre. La presidenta, La Cámpora y los funcionarios de la Casa Rosada han inventado otro eslogan marketinero, de campaña: “la década ganada”. Según ellos, hubo diez años de gobierno que no tienen nada que ver con los ´90 ni con ningún otro periodo. ¿Pero quiénes fueron los verdaderos ganadores de este modelo? ¿Los grandes empresarios y los de arriba o los trabajadores y el pueblo? “La única verdad es la realidad”. Veamos.
Escribe: Juan Carlos Giordano
El gobierno compara cifras con dos de los peores momentos de las últimas décadas. Uno, el saqueo menemista de los años 90. Otro, el desastre al que nos llevó la Alianza de De la Rúa-Chacho Álvarez en 2001.
Pero ojo, porque muchos datos demuestran lo contrario (ver “Las cifras…). La mayoría de los salarios y jubilaciones son de pobreza, es un verso que el país se esté “reindustrializando”, se acentuó la extranjerización y concentración de la economía, no es cierto que se avanzó en la “distribución de la riqueza”, ni en recuperar el patrimonio nacional. Es decir, la actual matriz política-económica no ha cambiado para nada nuestra dependencia económica, injusticia social y subordinación política al imperialismo que Argentina arrastra desde hace décadas.
Un gobierno del doble discurso
Todos los gobiernos latinoamericanos que surgieron en estos años después de grandes procesos revolucionarios o crisis terminal del bipartidismo -como el Argentinazo en nuestro país, las denominadas “guerras del gas y del agua” en Bolivia o el Caracazo en Venezuela-, tuvieron que adoptar un discurso “progresista”, de “izquierda” o incluso invocar al “socialismo del Siglo XXI” para poder gobernar y no morir en el intento. Así lo hizo el chavismo en Venezuela, Evo Morales en Bolivia, Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Lugo en Paraguay, Mujica en Uruguay y Néstor y Cristina Kirchner en Argentina.
Más allá de su naturaleza, diferencias y distintas formas que adquirieron cada uno de ellos, todos quisieron convencer a las masas que venían a saldar deudas del pasado “neoliberal”. Así, bajo coyunturas económicas favorables (elevado precio del petróleo en Venezuela o de la soja en Argentina), sumado al saqueo vía la devaluación, como se dio en Argentina en 2002, en nuestro país, por ejemplo, logró asumir otro sector del peronismo, el kirchnerismo, enarbolando un discurso pro-derechos humanos, de “enfrentamiento” al FMI y a todo “lo viejo”. Eso llevó a que millones creyeran que se estaba encarnando un modelo de país completamente distinto al de décadas pasadas. Pero hoy, al final de la película -no solo con sus primeros capítulos- las cifras y la cruda realidad demuestran que hay dos Argentinas. Una, en beneficio de los de arriba. Otra, en perjuicio de trabajadores y demás sectores postergados.
Dónde terminó todo
El gobierno que dice “defender a los trabajadores” terminó aplicando salarios y jubilaciones de pobreza: el promedio de ingreso de los trabajadores es de 3.500 a 4.000 pesos cuando la canasta familiar supera los 7.000, y el 80% de nuestros padres y abuelos cobra la mínima de 2.165 pesos. Se mantiene el robo al salario (Ganancias) implementado por Machinea. Cristina Kirchner se vanagloria diciendo que creó “millones de puestos de trabajo”, pero un 40% está en negro y precarizado. El modelo de “inclusión y distribución de la riqueza” significa una feroz inflación que devora los ingresos populares. El gobierno que expropió a las AFJP, usó la plata de los jubilados para pagar la deuda externa y negó al 82% móvil. Mientras, no se hicieron las obras que hubieran evitado las muertes por las inundaciones.
Siguen las privatizaciones y los pagos de la deuda externa. El kirchnerismo inauguró la megaminería en beneficio de la Barrick, subsidió a las automotrices como General Motors, pactó con Monsanto y sigue entregando el petróleo y el gas.
A su vez, la Presidenta dijo “que no devaluó”, pero llevó el dólar de $2,90 en 2003 a los $5,20 actuales, y a diez el “blue”. El kirchnerismo -que iba a dar “pluralidad de voces” con la Ley de Medios- creó un multimedios K que controla el 80% de la prensa. El gobierno de los “derechos humanos” terminó en el escándalo Bonafini- Schoklender; el Proyecto X, la Ley Antiterrorista y en la criminalización de la protesta social. No es cierto que Videla murió en la cárcel por obra de este gobierno, sino por la lucha popular.
Con la Reforma Política y las internas abiertas -PASO-, se intenta proscribir a la izquierda. El “cambio” originario en la Corte llevó a la “democratización” de la justicia para poner jueces afines que le brinden impunidad y lo salven de su corrupción. El verso de la “transparencia” llevó a la enorme corrupción oficial y al lavado de dinero (Lázaro Báez Jaime, Cicconne-Boudou). Del “tren bala” se pasó a la masacre de Once, provocada por el triángulo corrupto entre el gobierno, TBA y los burócratas sindicales. Y el “desendeudamiento”, en una deuda que es una bomba de tiempo.
Las razones de fondo y la salida
Resumiendo, la “década ganada” fue para los de arriba. Mucho más ahora cuando, fruto de la crisis mundial -que se suma a la que trae el “modelo”-, los costos se seguirán descargando sobre las espaldas del pueblo trabajador.
El gobierno está aplicando un ajuste que, producto de las luchas y la bronca popular, tuvo muchas veces que postergar o dosificar. Pero va para ese lado. Por eso hubo un paro general exitoso el pasado 20 de noviembre y la bronca crece entre la clase media y demás sectores populares con los cacerolazos. Se inauguró, entonces, un nuevo período, de mayor ajuste, pero también de mayor desgaste y declinación del gobierno. Todos los actos oficiales son manotazos de ahogado para sobrevivir. El “vamos por todo” tiene por estrategia mantener en el poder al peronismo-kirchnerista que se va agotando día a día, envuelto en un doble discurso cada vez menos eficaz.
La salida, como siempre, no vendrá de la mano de otros políticos patronales que ya gobernaron, ni de la centroizquierda (ver página 4), sino de un gobierno de los trabajadores y el pueblo que imponga medidas de fondo, poniendo todas sus riquezas a satisfacer las urgentes necesidades populares. Para ello es necesario construir una alternativa de los trabajadores y la izquierda, como lo planteamos desde el FIT. Para que las décadas que vienen sean “ganadas” por los que trabajan, no por una minoría parasitaria que se viene enriqueciendo desde la dictadura, pasando por Alfonsín, Menem, De la Rúa, Duhalde y ahora, el actual gobierno. Este es el balance que ofrecemos a nuestros lectores ante la mal llamada “década ganada” que brota de las usinas oficiales.
El Socialista 23/05/13