¡Fuera Chevron!
Cristina le “regaló” a la transnacional yanqui uno de los yacimientos con mayores reservas energéticas del mundo. El decreto le otorga a Chevron privilegios que profundizan de forma increíble el saqueo de nuestro gas y petróleo. Llamamos a votar por una YPF 100% estatal gestionada por sus trabajadores
Escribe: José Castillo
Pocas veces las mentiras del doble discurso kirchnerista quedaron tan al desnudo. Menos de un año después de anunciar con bombos y platillos la “recuperación de nuestro petróleo” y la “YPF Nacional y Popular”, el gobierno de Cristina acaba de firmar con la transnacional con mayor tradición de saqueo y contaminación del mundo uno de los acuerdos más escandalosos de la historia del petróleo argentino.
Chevron recibirá, a cambio de explotar el yacimiento de Vaca Muerta en Neuquén, exenciones impositivas (no pagará retenciones a la exportación y podrá importar equipos con arancel cero), no tendrá la obligación de reingresar al país los dólares que obtenga luego de vender nuestro petróleo, podrá girar sus ganancias a su casa matriz prácticamente sin restricciones, todo en el marco de una concesión que se “alarga” a 35 años, o sea, prácticamente, hasta agotar el yacimiento en cuestión.
Nada de esto debiera sorprendernos en la historia de los Kirchner. Néstor, como gobernador de Santa Cruz, fue uno de los más entusiastas defensores de la privatización menemista de YPF en 1992. Posteriormente, ya en la presidencia, tanto él como Cristina dejaron que los pulpos multinacionales (con Repsol a la cabeza) siguieran saqueándonos, haciendo oídos sordos a las innumerables denuncias de que se estaba agotando dramáticamente nuestras reservas de gas y petróleo. Así se llegó, hace un par de años, a que Argentina, un país con abundancia de ambos recursos, tenga que dilapidar divisas para importarlos.
No les importó que las petroleras, a ojos vista de todos, jamás cumplieran sus planes de inversión, limitándose a sacar y exportar gas y petróleo de los yacimientos conocidos, sin prácticamente arriesgar un peso en exploración. Recién cuando Repsol dio señales que “ya no le interesaba el negocio” y que quería irse, el gobierno de Cristina tuvo que optar por la “salida de emergencia” de estatizar el 51% de la compañía.
Pero nunca el objetivo del gobierno fue reconstruir la histórica YPF estatal: la mantuvo como sociedad anónima cotizante en la bolsa de Nueva York, dejó el 49% en manos privadas y ni se planteó la rescisión de los contratos de las otras transnacionales que saquean nuestros yacimientos. Incluso, puso al frente de la compañía a Miguel Galuccio, cuyo currículum consistía en haber sido gerente de otras multinacionales del sector. Y lo rodeó de una “banda” de La Cámpora, encabezada por el propio Axel Kicillof que, mientras tomaban los cargos importantes como su botín político, salieron desde el primer día a buscar “socios” en lo peor del submundo petrolero internacional.
El gobierno sostiene que el acuerdo con Chevron era necesario porque se necesitaban recursos para las nuevas inversiones. Y que a cambio de todas estas concesiones otorgadas, Chevron los aportaría. Rotundamente falso. El “aporte” de Chevron será de 1.240 millones de dólares (en cuentagotas a varios años). Mucho menos que los 2.336 millones que el gobierno pagó “cash” de vencimientos de deuda externa el mismo día de las inundaciones en La Plata. E infinitamente menos que los 4.000 millones de dólares que se apresta a regalar como pago del cupón PBI 2013 por el sólo hecho de truchar los indicadores del Indec y sobreestimar el crecimiento de la economía. Con eso sólo, y con rescindir los contratos de las demás petroleras que operan en la Argentina, sobrarían los recursos para poner en marcha nuevas inversiones en el sector.
Desde el Frente de Izquierda tenemos una propuesta clarísima: hay que reestatizar todo el complejo gasífero-petrolero, tomando el control total de YPF, echando a las demás transnacionales que saquean nuestros recursos, y creando, a partir de allí, una nueva YPF 100% estatal, que, reincorporando a todos los trabajadores y técnicos echados con la privatización, sea gestionada por sus propios trabajadores. Desde allí, y en el marco de un plan energético al servicio de los trabajadores y el pueblo, reconstruiremos esa gran empresa, que explorará, extraerá, refinará y venderá gas, petróleo y derivados, estrechamente vinculada a las comunidades locales y teniendo en cuenta el riesgo ambiental. Por esto, entre otras cosas, queremos llevar la izquierda al Congreso.
El Socialista 24/07/13