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Estudiantes de Trabajo Social se solidarizan con los docentes que renunciaron

UNIVERSIDAD POPULAR MADRES DE PLAZA DE MAYO

Estudiantes de Trabajo Social se solidarizan con los docentes que renunciaron

Milani

(AW)  Estudiantes de la carrera de de Trabajo Social de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo difundieron un comunicado en el que se solidarizan con los docentes Raquel Angel y Alberto Guilis. Los nombrados docentes, ambos de una importante trayectoria, renunciaron el pasado 6 de diciembre a la universidad, debido a la complicidad de la Asociación Madres de Plaza de Mayo con el ascenso del represor César Milani. Tardiámente los mencionados docentes manifiestan que «Año tras año, la Universidad fue perdiendo su antigua substancia» y se dan cuenta que luchar por revertir esa «Argentina que se va convirtiendo en una gigantesca villa miseria, donde centenares de miles revuelven la basura y, si se animan a protestar, ya hay una ley Antiterrorista preparada para ellos» es contradictorio con permanecer en una organización que hace muchos años dejó de ser un lugar de resistencia. Las Madres que admiramos y que son el ejemplo que seguimos no son «eso» que está dentro de la Asociación. Bienvenida la muestra de dignidad de docentes y alumnos. Más vale tarde que nunca.

LA ULTIMA CLASE

A las Madres de Plaza de Mayo
A la rectora de la UPMPM, Inés Vázquez
A nuestros alumnos y ex alumnos
A todos los compañeros

Ha ocurrido algo que, para nosotros, docentes de la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, marca un límite: la bienvenida a un general imputado como genocida  -César Milani- a un ámbito que debió permanecer intocado: el de las Madres, el de los desaparecidos, el de una universidad que nació como “de lucha y resistencia”.
Aún nos parece increíble que algo así haya pasado. Durante 14 años, desde nuestra cátedra “Modernidad y Genocidio”, hemos sido parte de un proyecto que nació, más que como una institución de enseñanza, como una usina de pensamiento crítico y de acción militante, como un espacio de formación de cuadros revolucionarios, un lugar único desde el mismo emblema que lo sostenía: “Amor al saber y ganas de transformar el mundo”.
Muchos compañeros realmente valiosos, insustituibles, pasaron por las aulas de la UPMPM. Nunca se pudo reponer lo que ellos aportaban. El momento de inflexión empezó con la llegada del gobierno kirchnerista. Al principio de esa deriva, quisimos creer que aunque las Madres lo apoyaran, la Universidad podría seguir conservando su independencia. Pensamos, sin imaginar hasta qué punto nos estábamos equivocando, que si no se tocaba un programa como el de nuestra materia –“Modernidad y genocidio”- elaborado desde una perspectiva marxista, quizá podríamos mantener un núcleo de resistencia, desde el cual ir recomponiendo la vieja Universidad, tal como era, tal como la soñamos con quienes ya no estaban, pero que habían hecho posible que esa Universidad existiera.
No fue así. Año tras año, la Universidad fue perdiendo su antigua substancia, aquello que la sostenía y le otorgaba sentido. Debemos reconocer, nobleza obliga, que jamás fuimos censurados por las Madres ni por ninguna autoridad de la institución. Todo lo contrario.
Esa libertad de pensamiento, de cátedra, de contenidos, que en ningún otro lugar hubieran sido aceptados, fomentaba nuestra esperanza, un poco ingenua, de recuperar lo perdido, aquello que surgió, entre la medianía, como un viento libertario, como un espacio abierto a todos: a los piqueteros, a los movimientos sociales, a los luchadores sindicales y barriales, a todos aquellos para quienes el saber “académico” está habitualmente negado.
La quimera terminó. O los restos que quedaban, para decirlo mejor. La cara del Che, aunque siga en las fotos que cuelgan de las paredes, ya no ilumina. Ha sido reemplazada por el rostro oscuro de un represor,  cuya actuación criminal durante la dictadura fue denunciada por las propias víctimas, mientras que el CELS y otros organismos de derechos humanos, acumulan prueba sobre prueba. Hay todavía más: en la entrevista de diez páginas que le concede la revista de las Madres, “Ni un paso atrás”, el general acusado de torturador anuncia  que se propone “hacer algo con la Universidad de las Madres. Algún seminario o algún curso”. ¿Quiénes serán sus alumnos?, habría que preguntar. Es difícil imaginarlo.
Casi como una premonición de lo que se venía, nuestra última clase de este año fue dedicada –no como homenaje, sino como un abrazo profundo- a los luchadores de los años 70, a esos miles de compañeros secuestrados, torturados y asesinados por la dictadura militar, de la cual este general ,hoy “blanqueado”, formó parte.
Hasta acá llegamos. Nosotros no podemos seguir. Por respeto a la lucha heroica y solitaria de las Madres en los años más sombríos de la historia. Pero, sobre todo, por solidaridad con quienes no volvieron, nuestros compañeros, en cuyo nombre hoy hablan aquellos que están en pugna con su propio pasado. Los desaparecidos no están para defenderse. Cualquiera puede, entonces, manipularlos a su antojo,  adjudicándoles proyectos  a la medida de las miserias del presente. O de sus propias miserias.
Nadie entrega su vida para que persevere la desgracia de un sistema despiadado. No era eso lo que querían los militantes de los 70, no esta Argentina que se va convirtiendo en una gigantesca villa miseria, donde centenares de miles revuelven la basura y, si se animan a protestar, ya hay una ley Antiterrorista preparada para ellos. Lo vimos en 2012, cuando  decenas de  trabajadores que cortaron una ruta por reclamos salariales,  fueron llevados, con sus mujeres y sus hijos, a Campo de Mayo, uno de los mayores campos de concentración y exterminio que funcionó en la dictadura. Un escarmiento siniestro en un país donde hubo un genocidio. Pero también una señal de advertencia destinada a frenar futuras rebeliones. El operativo fue ordenado por un cuadro del Ejército, designado por el actual gobierno para  “cuidar”  la seguridad interior. ¿Cuidarla de qué?
Argentina, finales de 2013. El desierto crece. La obscenidad está avanzando. Los sueños han sido triturados, los cuerpos rotos y arrojados al mar. Ellos, nuestros hermanos asesinados, no tuvieron el derecho de morir su propia muerte. Irnos de un lugar donde ya no tienen lugar es una forma de no dejarlos solos. A ellos, que querían cambiar la vida, el mundo, la relación con los otros. A esos muertos, tan entrañables, que no terminan de morir y a quienes no terminan de matar.

Raquel Angel y Alberto Guilis
Diciembre 6 de 2013

Carta de los estudiantes:

Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 13/12/2013

A las Madres, a Hebe de Bonafini, Inés Vázquez, responsables y docentes de la UPMPM, a nuestros compañeros, a la sociedad en general.

Nos expresamos a través del presente comunicado, tras el evento de público conocimiento, ocurrido el viernes 06/12/2013, en la revista de la Asociación Madres de Plaza de Mayo “Ni un paso atrás”, en la cual la Sra. Hebe de Bonafini entrevistó al General Milani, acusado de genocida por su participación en los operativos macabros de la última dictadura militar que sufrió nuestro país, donde no sólo hubo nula perspectiva crítica, sino que se reivindica la alianza de este nefasto personaje con la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo. Consideramos esto una traición a la historia y la lucha de nuestros compañeros y compañeras desaparecidos en los años más oscuros de nuestra historia
Nosotros, como estudiantes de Trabajo Social de la misma, repudiamos el acto anteriormente mencionado, ya que consideramos que una Universidad que nació de la incansable lucha por los derechos humanos, nunca debió establecer complicidad con un represor de la dictadura militar , y mucho menos invitarlo a formar parte de nuestra universidad, la cual creemos debió permanecer  intocable ,más allá de cualquier giro político.
Este tipo de conductas, que se presentaron sobre todo a partir del alineamiento de las Madres con el gobierno kirchnerista, ha hecho que muchos compañeros realmente valiosos, y verdaderamente comprometidos con la lucha, hayan tenido que dejar de participar de este ámbito, en otro momento soñado para formar cuadros revolucionarios.
Es por este motivo, que nos solidarizamos con los docentes Alberto Guilis y Raquel Angel, ex docentes de la cátedra de Modernidad y Genocidio, quienes renunciaron a su cargo en un ejemplo de dignidad y coherencia para con su ideología, sin mencionar el respeto que le tuvieron a toda la comunidad académica.

30.000 compañeros presentes, ahora y SIEMPRE.
Compañeros de Trabajo Social de la UPMPM.

http://www.agenciawalsh.org/informacion-general/politica-nacional/11647-2013-12-16-08-00-37.html