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Parazo

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Se acaba de cumplir un nuevo y gran paro nacional contra el ajuste de Cristina. El segundo y más contundente en la era kirchnerista. Mucho mayor al del pasado 20 de noviembre de 2012, que ya había sido grande. Entonces la UTA y la Fraternidad no pararon. Hoy sí. En la industria, el paro fue muy fuerte (pese a que los dirigentes de la CGT Caló -UOM, Smata- llamaron a trabajar). En los parques industriales y grandes automotrices no hubo producción o fue muy escasa (Ford, Toyota, Honda, Renault, Fiat).

En las escuelas el paro fue total en la gran mayoría del país. Los docentes, que venían de una rebelión en provincia de Buenos Aires, imponiendo un paro por tiempo indeterminado y un triunfo parcial contra la burocracia kirchnerista de Baradel, desoyeron a la CTA Yasky y a Ctera y no fueron a trabajar. Hubo un claro desacato a la burocracia oficial. Las bases la desoyeron y pararon.

Millones de trabajadores volvieron a dar un duro revés al gobierno peronista de los Kirchner. Pararon contra los salarios y jubilaciones de pobreza; el brutal saqueo al bolsillo popular por la devaluación y la estampida de los precios; el tarifazo en curso en las boletas de agua y gas; contra la entrega del país y la inseguridad. Paro donde la clase obrera fue la gran protagonista, sumándose también la clase media, harta de un gobierno del doble discurso. Mostrando la importante ruptura sindical y política con el gobierno y su burocracia sindical.

El balance es claro. Sale derrotada la política de ajuste del gobierno y la burocracia oficialista de los Caló, Gerardo Martínez, Cavalieri, Yasky y los Pianelli (sindicato del subte, ver página 8). Y salen fortalecidos los trabajadores y demás sectores populares en pos de seguir luchando por imponer sus legítimas demandas. Y, como nota sobresaliente, el sindicalismo combativo.

El gobierno hizo todo lo posible para intentar frenar la medida, aunque sea en parte. Y para desacreditar el paro luego de su rotundo éxito. Pero fue claramente derrotado. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich (tildado “Quico” por Hugo Moyano), fue el primero en decir que el paro era “político”, fogoneado por Sergio Massa. Pero Massa, como buen político patronal, se deslindó rápidamente de la medida. Lo mismo hicieron Macri, la UCR y Binner. Mostrando que todos estos representantes de la oposición patronal no solo son profundamente antiobreros. Sino que el paro también fue contra ellos, porque donde gobiernan, aplican el ajuste, están en contra de los docentes y coinciden en los trazos gruesos con el “modelo” cristinista. Todos ya viajaron a Estados Unidos para decirle a Obama y a los representantes de las multinacionales y banqueros que cualquiera que gane en 2015 va a seguir gobernando para sus intereses.

Otro de los que quedó fuera de foco fue el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. Dijo: “La mayoría de las actividades va a funcionar normalmente, toda la industria, el comercio, los bancos, la salud” (?) (Clarín, 9/4). Y después del paro las blasfemias de los defensores del kirchnerismo fueron desopilantes. Que se trataba de un paro “de la Sociedad Rural”, “en beneficio de las corporaciones”, que fue sólo “un paro de transporte”, un “lockout patronal” y “festejado por Magnetto”. Llegando al ridículo de decir, como lo hizo nuevamente Capitanich, que “la izquierda y el sindicalismo opositor tienen a Barrionuevo como líder”, cuando los “líderes” de la jornada, si se habla de sindicalismo combativo, fueron el “Pollo” Sobrero, el “Perro” Santillán y los representantes del Encuentro Sindical Combativo, entre tantas otras expresiones del sindicalismo de base (internas, seccionales, cuerpos de delegados y agrupaciones opositoras que tomaron el paro en sus manos y lo impulsaron).

El sindicalismo combativo jugó un rol muy destacado. Llevando a que muchos analistas reconozcan en todo este tiempo (y más aún después del paro) que está ganando terreno a la burocracia sindical. Y no por casualidad. Hay una nueva generación de luchadores que odia a la patronal y a la burocracia, que busca en los dirigentes que luchan y no se venden una vía de organización para poder enfrentar los bajos salarios, el ajuste, los despidos y las suspensiones. Son luchadores que la burocracia sindical deja en el desamparo, sin apoyar sus reclamos. Muchos de los cuales fueron parte de los 4.000 que se reunieron el 15 de marzo en el club Atlanta con el Encuentro Sindical Combativo.

Lejos de lo que dice el gobierno, el paro fue arrancado desde abajo. Moyano y Barrionuevo tuvieron que convocarlo por presión de las bases, la huelga docente y la bronca que crece desde los lugares de trabajo. También para reacomodarse y postularse como burocracia de recambio hacia 2015. Y achicarle espacios al sindicalismo combativo. Esto último lo reconoció el vocero de la CGT Moyano, Juan Carlos Schmidt, en un programa de televisión. Schmidt señaló que ya tomaron nota de que la izquierda crece sindical y políticamente, con más de un millón de votos en las pasadas elecciones en las que el Frente de Izquierda obtuvo una bancada de diputados nacionales, y que el sindicalismo antiburocrático avanza con el método de pegarse a la base y haciendo asambleas. Por eso es que en el terreno de “los ganadores” del paro han tenido que poner, después de mucho tiempo, al sindicalismo combativo no peronista y a la izquierda, que logró visibilidad vía los piquetes de convencimiento que se realizaron en la jornada del 10, como actor y parte muy importante en la realidad del movimiento obrero argentino.

Después del paro el ministro Tomada señaló: “El paro no modifica ni un ápice la dirección del gobierno”. Quiere decir que el kirchnerismo no va a cambiar su política de ajuste bendecido por el Fondo Monetario. Por lo tanto, se augura una dura pulseada por el salario y las condiciones de trabajo. Aunque ya la bronca acumulada y el propio paro ha llevado a que se firmen paritarias más allá del techo salarial del 18% originario que pretendía el gobierno.

Se dice que el gobierno aumentaría el mínimo no imponible de Ganancias e impulsaría una posible suba del salario mínimo, vital y móvil, que Cristina dice es el más grande de Latinoamérica, cuando está en menos de la mitad del valor de la canasta familiar. Medidas que, aunque insuficientes, hay que ponerlas en el haber del paro. Pero se necesita mucho más. El objetivo es arrancarle al gobierno la plata que quiere seguir destinando a pagar la deuda externa o indemnizar a Repsol para solucionar los graves problemas sociales. Por eso hace falta la continuidad.

Antes del paro, Pablo Moyano (Camioneros) había dicho que si no había respuesta se debía seguir con 36 o 48 horas de paro. Otros dicen que está en agenda esa medida con movilización a Plaza de Mayo. No está descartado -si crece el ascenso obrero y popular- que se le pueda arrancar la continuidad a Moyano-Barrionuevo. Pero será una dura pelea que hay que empezar a dar desde ahora, ya que en la conferencia de prensa de evaluación del paro ni Moyano, ni Barrionuevo ni Micheli hablaron del tema. ¡Por un nuevo paro de 36 horas con movilización a Plaza de Mayo! ¡Por un plan de lucha nacional! Esa debe ser la nueva exigencia que hay que pelear desde cada lugar de trabajo. Llevando ese reclamo el 1º de mayo con actos unitarios del sindicalismo combativo y del Frente de Izquierda en todo el país.

El Socialista 15/04/14