Su tercera presidencia duró nueve meses. 1/7/1974
A 40 años de la muerte de Perón
Al mediodía del lunes 1º de julio de 1974 fue anunciado oficialmente el fallecimiento del presidente Juan Domingo Perón. El país se paralizó y millones de trabajadores peronistas lo lloraron. El PST les manifestó su pésame, reiterándoles su llamado a la movilización y a avanzar hacia la independencia de clase y la construcción de un partido obrero y socialista.
Escribe: Mercedes Petit
Perón había asumido su tercera presidencia en octubre de 1973, a los 78 años, luego de obtener siete millones de votos en las elecciones, llevando a su esposa Isabel como compañera de fórmula y con su salud bastante deteriorada.
Durante 18 años, desde septiembre de 1955, los trabajadores peronistas habían dado heroicas luchas, reclamando su regreso. El Cordobazo, la semiinsurrección de mayo de 1969, llevó a los militares, encabezados por el general Lanusse, a los radicales y al propio Perón a iniciar negociaciones para buscar alguna salida política que permitiera canalizar y frenar el ascenso revolucionario obrero y popular que había tirado abajo a la dictadura de Onganía y se seguía desarrollando.
Así se fue forjando el Gran Acuerdo Nacional (GAN), que llevó a la legalización electoral de Partido Justicialista y al triunfo en las elecciones de marzo de 1973 de la fórmula del Frejuli (Cámpora-Solano Lima). Ese gobierno, nacido bajo la consigna “Cámpora al gobierno, Perón al poder”, sólo duró 49 días (véase El Socialista Nº 249, 10/7/2013). La masacre de Ezeiza, ocurrida el 20 de junio, cuando Perón volvió para instalarse en el país, mostró el rostro de derecha y reaccionario de ese peronismo que se proponía acabar con la situación abierta por el Cordobazo*.
Cámpora se propuso cumplir fielmente con los equilibrios de derecha e “izquierda” que venía haciendo Perón. Nombró a López Rega en Bienestar Social, y puso en marcha el Pacto Social, antiobrero y a la medida de lo que pretendían los empresarios. Pero también dio lugar a algunas medidas de tipo democrático o antiimperialista, y la JP/Montoneros avanzaron en algunos espacios en el gobierno y en la conducción de la universidad. El gobierno del “tío” era de una debilidad extrema.
Nueve meses
Perón rápidamente llegó a la conclusión de que debería asumir personalmente la presidencia, tal como se lo pedían las cúpulas políticas de la burguesía, principalmente los radicales, y las fuerzas armadas. Echó a Cámpora y ganó arrolladoramente las elecciones con la fórmula Perón- Perón, dispuesto a encarrilar la situación (véase ES Nº 254, 25/9/2013).
En febrero de 1974 pronunció un contundente discurso contra la JP, enterrando categóricamente cualquier expectativa sobre la “liberación nacional”, y llamando a la “reconstrucción nacional”. Comentando ese discurso, Avanzada Socialista –el semanario del PST- lo explicaba así: “Dos décadas atrás, Perón gobernó contra la oligarquía y la mayor parte de los otros sectores patronales. Hoy en cambio gobierna con todos o casi todos. Este es el secreto de las buenas relaciones que mantiene con el radicalismo, las FF.AA., etc.” (AS Nº 92, 14/2/1974)
Su ruptura definitiva con la “izquierda” de la JP/Montoneros que le reclamaba la “patria socialista” se produjo cuando directamente los echó desde el balcón de la Casa Rosada en el acto del 1º de mayo de 1974. Los calificó de “estúpidos” y de “imberbes”, y pidió “rendir homenaje” a los burócratas sindicales, agradeciéndoles sostener el Pacto Social.
Ya habían sido designados dos conocidos represores como los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride al frente de la Policía Federal. El accionar de las bandas fascistas que se darían a conocer como la Triple A se aceleró. El 7 de mayo fue asesinado el sacerdote peronista y tercermundista Carlos Mugica, y el 29 tres militantes del PST en la Masacre de Pacheco, que venían impulsando la oposición a la siniestra burocracia de la UOM Vicente López (véase El Socialista Nº 267 y 268).
El 16 de mayo Perón se abrazó con Pinochet en la base aérea de Morón, donde lo recibió con honores.
Las vísperas
En mayo y junio iba creciendo el descontento y se multiplicaban los conflictos ante la inflación, la escasez y el congelamiento salarial, comenzando a quebrar el Pacto Social. Lo mismo ocurría con la salud de Perón, cada vez más frágil. Era un invierno crudo, y el presidente mantenía una actividad que iba excediendo sus menguantes fuerzas. El 8 de junio lo visitó Balbín. Los dos máximos dirigentes políticos patronales de aquellos momentos conversaron durante una hora y media. Según Balbín contaría numerosas veces, Perón tomó nota cuidadosamente de varias de las observaciones que le hizo. Y el caudillo radical se fue con la sensación de que aquel encuentro había tenido mucho de despedida final.
El 12 de junio Perón habló a la mañana por televisión, y con un lenguaje duro y amenazante llamó a respetar el Pacto Social y “a depurar de malezas este proceso”, amenazando con renunciar. La burocracia cegetista convocó a una concentración a la Plaza de Mayo que, a pesar de los matones subiendo a los trabajadores a los micros y el apoyo de las patronales, apenas llenó media plaza. A eso de las 5 de la tarde Perón salió brevemente al balcón de la Casa Rosada y pronunció lo que sería su último discurso, en el que dijo “Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”.
La asunción de Isabel y las exequias
El 29 asumió provisoriamente la presidencia Isabel. El 1º de julio falleció quien fuera, en su tercera presidencia, el más grande árbitro entre todos los sectores patronales del país. Al mismo tiempo fue el jefe de la poderosa burocracia sindical y el líder más querido por la mayoría de los trabajadores y el pueblo. Su desaparición abría un enorme vacío político. Rápidamente Isabel Perón fue confirmada.
Cientos de miles de acongojados obreros peronistas y sus familias se acercaron al Congreso, formando largas colas. El jueves 4 de julio se realizó el acto de despedida. En esos días toda la patronal, las cúpulas militares y de la CGT, junto a los grandes medios de difusión (salvo el ultragorila La Prensa) cerraron filas en la reivindicación del difunto, que había sido el gran artífice del Gran Acuerdo Nacional. En el acto hablaron 12 oradores (políticos, empresarios, militares y burócratas). Y fue Balbín quien mejor sintetizó sus sentimientos personales y el momento político: “Un viejo adversario despide a un amigo”. En la primera reunión del gabinete, presidida por Isabel, ella hizo cuestión de que participaran Ricardo Balbín y los tres jefes de las fuerzas armadas.
Cuarenta años después
En aquel momento el PST señaló la unidad de la patronal, la burocracia y los militares, que reafirmaron sus objetivos de cerrar el ascenso revolucionario que conmovía al país desde 1969. Y sacaba una conclusión: “Tenemos que aprender de cómo nuestros enemigos de clase, los explotadores y sus políticos, saben estrechar sus filas y unirse. Tenemos que hacerlo, porque sólo si nos unimos nosotros en un partido de clase, en un partido obrero, podremos encontrar nuestro propio camino.” (Avanzada Socialista Nº 111, 10/7/1974) Ese aprendizaje sigue su curso. El peronismo ha ido perdiendo terreno en el corazón y en las luchas de los trabajadores. Ante un gobierno peronista como el de Cristina Kirchner, que defiende los intereses de las multinacionales, los grandes empresarios y banqueros, con la complicidad de los burócratas sindicales, sigue planteado lograr la independencia de clase y la construcción de una nueva dirección que permitan avanzar consecuentemente en la liberación nacional y social.
*En Después del Cordobazo Ediciones El Socialista publica textos del PRT-La Verdad y el PST sobre este proceso entre 1969 y 1973.
El Socialista 18/06/14