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El impacto sobre el nivel de empleo y sus consecuencias

El impacto sobre el nivel de empleo y sus consecuencias 

 

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Escrito por  Eduardo Lucita / La Arena

 Las perspectivas no son buenas para el empleo. Se están registrando despidos en gran cantidad de empresas de las más diversas ramas.

La crisis económica se agudiza. La caída de la actividad afecta a todas las ramas pero se hace sentir con fuerza en la industria y en la construcción, con su impacto sobre el empleo y las condiciones de trabajo. Pero hay también un aprovechamiento de la crisis por parte de las patronales para sacarse de encima a un creciente activismo combativo y clasista.

Oficialmente, según datos del Indec, ya estamos en recesión -dos trimestres consecutivos negativos desde el cuarto del 2013-mientras que este segundo del 2014 muestra que continúa la tendencia. Industria y Construcción son las dos ramas que lideran la caída de la actividad (-3,8 y -3,0 por ciento respectivamente en los primeros cinco meses del año) con una aceleración de la contracción en mayo (-5 y -4,6 por ciento).

lear y la represion

Ajuste y compensaciones

Sucede que el gobierno, luego de la devaluación que dio nuevo impulso a la suba de precios, buscó ajustar los desequilibrios de la economía -alza de las tasas de interés, rebaja de subsidios, control de las paritarias-pero estas medidas elevaron el costo de los créditos, presionaron a la baja la demanda y la actividad económica

Las políticas compensatorias -precios cuidados, incremento a los subsidios sociales, nueva moratoria previsional, planes Progresar y Procreauto, acuerdo con Brasil para exportar más automotores- no alcanzan para equilibrar la situación. Por ahora el mercado interno no se recupera, el alza de precios deteriora la capacidad adquisitiva de los ingresos fijos (salarios, jubilaciones, AUH) y el impacto en el nivel y las condiciones del empleo (reducción de horas extras, caída de contratos, suspensiones con quita salarial, despidos) no se hizo esperar. Los conflictos sindicales comienzan a reiterarse.

La industria

Dentro de la industria es el sector automotriz -que lideró el crecimiento de estos años- el que lidera ahora la caída. Es el sector que más ha sufrido en la coyuntura -bajas en la producción, en las ventas y en el patentamiento-que además siente la crisis de Brasil -principal destino de sus exportaciones-poniendo en juego miles de puestos de trabajo. Hay que señalar que la caída de la actividad es respecto del 2013, cuando se batió el record de producción con 963.000 unidades y cuando mayor nivel de empleo ha tenido, sin embargo en las terminales solo hay por ahora suspensiones. El Smata ha dicho que si se llega este año a una producción de 750.000 no habrá despidos. Por el contrario es el sector de autopartes quién mas despide. Sin embargo su mayor nivel ocupacional fue en 2011 y además el 50 por ciento de su producción es para el mercado de reposición, por lo que no siente tanto la baja en las terminales.

Recientemente el titular del Smata, comentando sobre las suspensiones y despidos señalaba «pero cuando los despidos son por goteo ni nosotros nos enteramos». Un empresario Pyme fue mucho más claro: «si una gran empresa despide 400 obreros sale en todos los diarios, interviene el sindicato y los trabajadores cortan las calles. Pero si 400 Pymes despiden un trabajador cada una, nadie se entera, y la pérdida de puestos es la misma».

No sólo automotrices

Solo a título de ejemplo. En la firma gráfica de capitales estadounidenses RR.Donnelly, una de las principales de esa rama, pende la amenaza de ciento veintitrés despidos. La avícola Rasic, una empresa familiar de capitales nacionales, segunda productora de pollos en el país, con más de 3000 trabajadores, acaba de presentarse a concurso preventivo. Ya anotició al personal que pagará el aguinaldo en cuotas y que puede haber retrasos en el pago de sueldos. La Petrolera Argentina, empresa nacional, ha despedido a 100 trabajadores y suspendió al resto por 10 días sin goce de sueldo. La textil Twig, de capitales belgas, despidió 100 trabajadores y mantiene con suspensiones rotativas y reducción de sueldos al resto, unos 400. La autopartista Visteon, de origen estadounidense, cerró sus puertas de manera definitiva y afectó a un total de 290 trabajadores. Los trabajadores de las empresas Emfer y Tatsa (vagones y ómnibus) denuncian falta de trabajo, vaciamiento de la empresa y atraso en los pagos. El sector electrónico de Tierra del Fuego perdió cerca de 2000 puestos de trabajo en relación al 2013, año de fuerte ocupación. La metalúrgica Weatherford, de capitales estadounidenses, registra despidos y suspensiones. Recientemente el titular de la CGT expresó que «en este primer semestre en la industria, los despidos llegan a 3000 y las suspensiones a 10.000».

Uso capitalista

Pero hay también una actitud de las patronales que, con el colaboracionismo de las direcciones sindicales tradicionales, aprovechan la incertidumbre y el temor que la crisis introduce en las filas obreras, para sacarse de encima a los «sujetos» más cuestionadores del orden fabril y de sus representantes sociales. El capital tiene en cuenta que la influencia de las ideas de izquierda está creciendo entre los trabajadores, como también el surgimiento de un activismo combativo amplio.

Se trata de lo que llamamos «uso capitalista de la crisis». Cuando las empresas eligen los momentos de mayor debilidad de la clase trabajadora para tomar decisiones que impactan en la relación capital-trabajo. La propia presidenta de la Nación preparó el terreno cuando en los inicios de las paritarias de este año señaló en varias oportunidades con tono maternal pero firme, la necesidad de «cuidar el empleo», priorizándolo sobre los reclamos salariales.

El caso de la autopartista de capitales españoles Gestamp, en la que 67 trabajadores fueron despedidos por reclamar por suspensiones rotativas que no se cumplían, es paradigmático de cómo la empresa y el gobierno nacional aprovecharon para hacer de él un caso testigo. Pero no es el único caso. La alimenticia de capitales brasileños Quickfood/BRF (Paty), acaba de comunicar el cierre de su fábrica en el conurbano bonaerense para concentrar sus actividades en su planta de Santa Fe -donde paga salarios inferiores y en la que los trabajadores trabajan a producción- deja en la calle a algo más de 200 trabajadores. La autopartista Lear, de capitales estadounidenses, ha despedido a 130 trabajadores y mantiene otros 100 suspendidos sin goce salarial. No ha presentado recurso de crisis y los trabajadores denuncian que está reemplazando producción local por importada. La multinacional norteamericana Kraft Food frente a la «intransigencia sindical»para acordar en las paritarias dejó trascender que «si esto sigue así habrá que relocalizar las plantas». ¿Amenaza con trasladarse a San Juan donde tiene otra planta con turnos americanos que en Buenos Aires no lograron imponer? ¿Tal vez a otro país? En Weatherford, insumos para la industria petrolera, actualmente con un alto nivel de producción, los trabajadores denunciaron persecución sindical y desconocimiento de la comisión interna recientemente electa, y sus delegados fueron despedidos.

Por si algo faltara, las direcciones sindicales nucleadas en la Confederación de la Industria publicaron una solicitada en la que alertan y denuncian «infiltración izquierdista»en la filas obreras. En Gestamp la Policía Federal ingresó a la planta, los trabajadores de Emfer, Tatsa y Lear fueron violentamente reprimidos por la Gendarmería, las primeras empresas han denunciado ante la justicia a los delegados, mientras que en Lear no se los deja ingresar a la planta desconociendo a los representantes sindicales mientras el sindicato mira para otro lado. Como en los años setenta del siglo pasado la santa alianza de la patronal, la burocracia sindical y el Estado, se hizo nuevamente presente. Claro indicio de que el gobierno no está dispuesto a tolerar ninguna insubordinación contra el poder del capital.

Abrir el paraguas

Diversos pronósticos estiman que la caída no será tan vertical como en el 2009, pero que será más duradera. No parece que habrá una rápida recuperación en el 2015, como apostaba el gobierno vía ingreso de capitales del exterior; y si la hubiera sería muy acotada. Para peor la confirmación de los fallos del juez Thomas Griesa por la Corte de EE.UU., no hace más que agregar una nueva cuota de incertidumbre sobre la marcha de la economía.

En la crisis del 2009 el sistema Repro logró por un lado preservar la tasa de ganancia de las empresas y por el otro mantener los puestos de trabajo. Pero esto tiene un costo fiscal importante que no parece que pueda afrontarse en la situación actual.

Las perspectivas no son buenas para el empleo, por el contrario, no es descartable un horizonte de mayor destrucción de puestos de trabajo. Los trabajadores, los sindicatos, las organizaciones populares debieran impulsar en la coyuntura que se imponga la prohibición de despidos y suspensiones mientras dure la crisis, la estatización con control obrero de toda empresa que cierre y en paralelo luchar por la reducción de la jornada laboral y el reparto del trabajo existente.

No parece haber mayores alternativas.

*Integrante del colectivo EDI (Economistas de Izquierda).

Kaos 22/07/14