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Los 4 conflictos gremiales más calientes

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Por Natalia Arenas

Los trabajadores de las autopartistas Lear y Gestamp encabezan las protestas en las calles, mientras que los ferroviarios de EMFER y TATSA reavivan su reclamo en el contexto de renovación de trenes por parte del Gobierno Nacional. Qué piden, quiénes los apoyan y cómo sigue la lucha.

El conflicto de las autopartistas que operan en el país se visibilizó a partir de las primeras manifestaciones de los trabajadores de Gestamp, cuya planta está ubicada en la zona industrial de Escobar, a unos 45 kilómetros de la Capital Federal.

En abril, las asambleas comenzaron por las primeras suspensiones, lo que derivó en un petitorio firmado por 450 trabajadores (de los 600 que son en toda la planta), donde exigían que las suspensiones sean rotativas, para que, si no quedaba otra alternativa, aunque el método sea justo con todos los obreros. En mayo, la empresa insistió con las suspensiones y, ante el reclamo, respondió con el despido de 69 personas.

Los cortes y las manifestaciones en la puerta de la fábrica hicieron visible el conflicto y el Ministerio de Trabajo dictó la conciliación obligatoria, pero después el Gobierno bonaerense revocó esa medida y la fábrica «normalizó» su actividad.

Actualmente, de los 69 despedidos, 56 lograron acordar económicamente, mientras que otros 3 continúan en la discusión. Sólo 10 decidieron iniciar acciones legales contra la empresa para que los reincorporen a sus puestos de trabajo. Entre ellos, está Roberto Amador, quien considera, en diálogo con este diario, que, puertas adentro, lo que molesta al gremio (Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor de la República Argentina, SMATA) es la que los obreros cuestionen las decisiones. «En SMATA es moneda corriente, si no apoyás, te quedás sin trabajo», asegura.

El conflicto de los trabajadores autopartistas se agudizó con los despidos y suspensiones masivas que perpetró la norteamericana Lear, con sede en la localidad de General Pacheco. La empresa suspendió a más de 200 empleados y despidió a otros 100.

En protesta, y con el apoyo de partidos de Izquierda, los trabajadores iniciaron una serie de acciones en la puerta de la planta y que luego fueron extendiendo a arterias fundamentales de Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires, como la autopista Panamericana y la General Paz.

A los despidos y suspensiones, se sumó la prohibición del ingreso de los delegados a la planta, por lo que la lucha se intensificó y sumó, además, a organizaciones sociales y de derechos humanos. Así, arrancaron las «jornadas nacionales», en las que se los cortes y manifestaciones se reprodujeron en distintos puntos estratégicos de la Ciudad de Buenos Aires y del Conurbano bonaerense, pero también en el interior y otras provincias.

Es que los trabajadores exigen la reincorporación de los despedidos y el reconocimiento de la Comisión Interna integrada por los delegados. En este último aspecto, los obreros denunciaron, además, que los directivos de la empresa obligaron a los obreros a destituir a sus propios representantes gremiales (independientes del SMATA). Así, la lucha llegó a su punto más álgido cuando la comisión interna de la multinacional presentó una denuncia contra el titular del SMATA, Ricardo Pignanelli, a quien acusa de coacción. De acuerdo a la denuncia, las autoridades sindicales amenazaron a los empleados y los coaccionaron a que firmen la revocatoria.

Durante la última jornada nacional de lucha, los medios destacaron la «nueva modalidad» de piquete por parte de los manifestantes de Lear, quienes optaron por realizar una «caravana móvil», que acompañó a los caminantes de siempre.

Los trabajadores ferroviarios de EMFER y TAT.SA captaron aquello de que «la unión hace la fuerza» y se unieron para reclamar la falta de pago de sus sueldos. Cuando comenzaron la lucha, hace 10 días atrás, los obreros no habían cobrado ni la primera quincena de julio ni el medio aguinaldo correspondiente.

EMFER y TAT.SA son las plantas industriales de reparación y construcción de vagones y ómnibus. Sus obreros reclamaban el pago de sus sueldos y, en los últimos días, se sumó la protesta por el despido de 40 compañeros. Toma de las fábricas, cortes y manifestaciones en las calles fueron los métodos de protesta.

Pero, además, la lucha de estos trabajadores trasciende la situación actual: piensan en la estatización de ambas empresas. «Queremos que toda la capacidad productiva de EMFER y TAT.SA se ponga al servicio de la industria nacional. Que el Estado se haga cargo, que se expropie a los Cirigliano», afirmó en un comunicado Alfredo Luque, de la comisión interna de EMFER.

http://www.diariopopular.com.ar/notas/198363-los-4-conflictos-gremiales-mas-calientes

24/07/14