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La “Revolución de los Paraguas” ha estallado en Hong Kong

La lucha por el sufragio universal en Hong Kong.
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La “Revolución de los Paraguas” ha estallado en Hong Kong


Ming Chun Tang, Joe Meadway,
Wu’er Kaixi,
HKCTU

La “Revolución de los Paraguas”, como la ha bautizado la prensa internacional ha llevado al movimiento de los indignados a Hong Kong, a las puertas de la República Popular de China, en lucha por el sufragio universal y la justicia social. Lo que comenzó la semana pasada como una huelga de estudiantes de secundaria, convocada por la Federación de Estudiantes de Hong Kong y Scholarism-un movimiento dirigido por un estudiante de 17 años,Joshua Wong-, se ha convertido en un gran movimiento ciudadano que, bajo una casi continua lluvia, ocupa desde el lunes todo el centro financiero de Hong Kong. Un movimiento que ha sido capaz de superar la represión de la policía antidisturbios y cuestionar el pacto oligárquico negociado en 1987 entre el Reino Unido y la RP China para asegurar bajo la consigna de “una nación, dos sistemas” la estabilidad financiera, la falta de derechos ciudadanos y el poder político y conómico de la oligarquía millonaria de Hong Kong.

En este dossier de urgencia, hemos recogido artículos de Ming Chun Tang, Joe Meadway,

Wu’er Kaixi y el llamamiento de la Confederación Sindical de Hong Kong, que permiten una primera aproximación al movimiento democrático-popular de Hong Kong, que iremos ampliando.

La lucha de Hong Kong contra el Neoliberalismo

Ming Chun Tang

Mientras los manifestantes inundan las calles de Hong Kong exigiendo elecciones libres en 2017, la prensa internacional aporta su interpretación habitual, caracterizando la lucha como un enfrentamiento entre un Estado autoritario y unos ciudadanos que quieren ser libres. La izquierda, por su parte, ha mantenido un notable silencio sobre el tema. No es claro todavía si se trata de incapacidad para comprender la situación, de falta de voluntad para apoyar unos valores supuestamente liberales, o renuencia a criticar a China. Las noticias sobre Occupy Central inundan las primeras páginas de los principales medios de comunicación y tanto la BBC como la CNN han publicado «argumentarios» que confunden más que explican, sin hacer ningún esfuerzo real por profundizar en las raíces económicas de descontento. La «BBC» ha ido La lucha por el sufragio universal en Hong Kong.

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tan lejos como para preguntarse si «el futuro de Hong Kong como centro financiero», está «amenazado» – lo que nos da una idea de cuáles son las prioridades del establishment mundial.

Pero independientemente de lo que la BBC quiere que el mundo crea,Occupy Central no es tanto una lucha por la democracia como una lucha por la justicia social. Es cierto que los hongkoneses están molestos por la interferencia de Beijing en sus asuntos internos, ya sea la inmigración desde China, los atentados a la libertad de prensa, o los programas nacional- propagandísticos de «educación moral y nacional».

Estos problemas, si bien son graves, palidecen en comparación con la difícil realidad de la vida cotidiana en Hong Kong. Como el profesor de la City University de Hong Kong Toby Carroll señala, uno de cada cinco habitantes de Hong Kong vive por debajo del umbral de pobreza, mientras que la desigualdad ha aumentado hasta uno de los niveles más altos del mundo. Los salarios no han aumentado en línea con la inflación – lo que significa que han caído en términos reales, el salario mínimo, que no fue introducido hasta 2010, se ha fijado en HK$ 28 (US$ 3.60) la hora – menos de la mitad que en los Estados Unidos. No hay derecho de negociación colectiva, no hay prestaciones de desempleo ni pensiones.
La semana de trabajo promedio es de 49 horas – cómo si no fueran suficientes las 40 horas habituales. Los precios de la vivienda se encuentran entre los más caros del mundo. Incluso el neoliberal The Economist sitúa a Hong Kong en lo más alto de su índice de capitalismo de amiguetes a una cierta distancia de los demás.

La lista de personas que se han pronunciado en contra Occupy Central es particularmente reveladora: el oligarca Li Ka-shing, el HSBC, las cuatro firmas contables más grandes del mundo, entre otros en los círculos de negocios. El principal problema con la administración hongkonita de CY Leung no es el hecho de que no fuese elegido democráticamente, sino su servilismo ante todo a dos grupos: Beijing, por un lado, y las élites locales, por el otro. En otras palabras, está muy lejos de ser democrático y representativo. No es difícil ver por qué las grandes empresas y los oligarcas están aterrorizados ante Occupy Central: cualquier movimiento hacia una democracia auténtica les haría perder poder y su control sobre Hong Kong. Elstatus quo, por otra parte, les conviene.

Los habitantes de Hong Kong no son precisamente un grupo de ideólogos. Nunca hemos podido votar – ni durante los 17 años de dominio colonial chino, ni durante los cien años de dominio colonial británico antes – pero éramos buenos súbditos coloniales y nos quedamos tranquilos porque nos iba bastante bien la vida. Pero a medida que la clase media y trabajadora comienzan a sentir la crisis, la clase dominante está empezando a darse cuenta de que no puede simplemente dejarles un trozo más grande de pastel. La batalla por la democracia no es una batalla por el voto, sino una batalla por una democracia auténtica: por el derecho delpueblo a auto-gobernarse. El voto no es más que el punto de partida de un largo proceso de reformas que le quite el poder de las manos a las élites hongkonitas y chinas y, por primera vez, lo ponga en las de la gente común.

Ming Chun Tang: es un escritor nacido en Hong Kong, estudiante en la universidad de Hamilton (Nueva York), en la actualidad en la London School of Economics. Publica el blog Retirar los escombros.

Hong Kong’s Fight Against Neoliberalism

Occupy Central con amor y paz

Joe Meadway

El movimiento Occupy Central fue fundado en enero de 2013 por un profesor de derecho de la Universidad de Hong Kong, Chan Kin-man. Hong Kong se encuentra actualmente en plena revisión del sistema electoral para designar al Jefe del Ejecutivo, y el nuevo sistema se aplicará en las elecciones de 2017. Se ha prometido que esas elecciones serían con «sufragio universal», y todos los residentes permanentes de Hong Kong podrían votar. El movimiento surgió ante la sospecha de que la reforma electoral sería insuficiente y, en respuesta, los manifestantes han ocupado el distrito central de Hong Kong, el centro financiero y comercial de la ciudad.

El principal punto de debate es la selección de candidatos. Los candidatos nominados
compondrían una lista y a los votantes se le permitiría escoger cualquiera de ellos, sin poder nominar y escoger a sus propios candidatos. Además, Qiao Xiaoyang, presidente del Comité Jurídico de la Asamblea Popular Nacional de la RP China ha declarado que todos los candidatos tendrían que amar tanto al país (China) como a Hong Kong, lo que se ha entendido como un veto a cualquier candidato pro-democracia. Más tarde se confirmó que solo se podrá nominar a aquellos candidatos que cuenten con el apoyo del gobierno de Pekín.

Occupy Central ha realizado varias consultas y votaciones sobre sus políticas y tácticas. Durante junio de 2014 realizó una encuesta pidiendo a la gente su opinión sobre qué sistema electoral debía presentarse como alternativa a las propuestas de Beijing. Las tres opciones (que fueron votadas de entre una larga lista) implicaban la selección pública directa de los candidatos. Unas 800 mil personas votaron por internet o en urnas, y la propuesta final fue un híbrido entre la nominación pública, la selección por un comité y primarias de los partidos políticos establecidos, que fueron las tres formas mayoritarias de proponer candidatos.

Las tensiones han ido en aumento a lo largo del verano, a partir de la publicación del primer libro blanco de Beijing sobre la situación de Hong Kong dentro de China, que deliberadamente menciona que Hong Kong disfruta de unas libertades de las que carece el resto del país, y que esas libertades dependen de la buena voluntad del gobierno central de Beijing.

Después de la votación organizada por Occupy Central, el contra-movimiento ‘Firma por la Paz y la Democracia’ organizó una recogida de firmas en toda la ciudad para protestar contra la ocupación del distrito central, alegando el negativo impacto sobre los negocios, y la reputación internacional de Hong Kong. Reunió 1 millón de firmas, pero los rumores (y gran parte de lo que ha estado sucediendo en los últimos meses se ha basado en rumores y habladurías) son de los empresarios obligaban a sus empleados a firmar, que les prometían tiempo libre a cambio de firmar, o les amenazaban con perder su trabajo si no lo hacían.

Las protestas que comenzaron esta semana no fueron, de hecho, organizadas por Occupy Central. Empezaron como una huelga estudiantil dirigido por Scholarism, un movimiento de protesta surgido de las protestas contra un nuevo plan de estudios que fue visto como una flagrante imposición abiertamente política y nacionalista del gobierno central chino.

La huelga debía durar una semana y enlazar con Occupy Central, que estaba programado para comenzar en el Día Nacional, el 1 de octubre. A medida que avanzaba la semana, la huelga se hizo más dinámica, con 4.000 estudiantes manifestándose hasta la residencia de CY Leung, el actual Jefe del Ejecutivo de Hong Kong, e informes de violencia policial contra los estudiantes.

El viernes 27 de septiembre, los manifestantes irrumpieron en el edificio del Consejo Legislativoy la policía utilizó spray de pimienta y arrestó a los líderes de los grupos de estudiantes. (Sus casas fueron registradas más tarde, sus familiares interrogados, y uno de ellos, Joshua Wong,seguía detenido 36 horas más tarde).

El punto de inflexión fue la noche del sábado 28 de septiembre: las protestas estudiantiles crecieron, y había una gran presencia policial en las calles. Los manifestantes repartían plástico de cocina y máscaras para defenderse del spray de pimienta, y utilizaron los paraguas abiertos ante la policía en previsión de que utilizasen aerosoles. Pero todo fue pacífico. Y luego, después de la medianoche, los líderes de Occupy Central sorprendieron a todo el mundo al anunciar el inicio de la ocupación del distrito central de Hong Kong.

Una reciente encuesta entre 1.000 residentes de habla cantonesa realizada por la Universidad China de Hong Kong encontró que el 53.7% de la gente piensa que el Consejo Legislativo debe rechazar las actuales propuestas de reforma electoral, y el 29,3% piensa que debe aprobarlas.
31,3% manifiesta «mucho» o «bastante fuerte» apoyo al movimiento Occupy Central, frente a un 46,4% que no lo apoya. Como anécdota, parece que el mensaje anti-Occupy de que el cierre del distrito central perjudicaría más que beneficiaría a Hong Kong parece haber calado: este es el principal argumento para no apoyar la protesta.

Joe Meadway, licenciado en filosofía por la LSE, es un programador y gestor de bancos de datos que actualmente trabaja para una empresa en Hong Kong y contribuye artículos a la revista socialista británica Counterfire.

http://www.counterfire.org/news/17450-hong-kong-occupy-central-with-love-and-peace

La lucha por el sufragio universal en Hong Kong.

www.sinpermiso.info y la policía utilizó spray de pimienta y arrestó a los líderes de los grupos de estudiantes. (Sus casas fueron registradas más tarde, sus familiares interrogados, y uno de ellos, Joshua Wong,seguía detenido 36 horas más tarde).

El punto de inflexión fue la noche del sábado 28 de septiembre: las protestas estudiantiles crecieron, y había una gran presencia policial en las calles. Los manifestantes repartían plástico de cocina y máscaras para defenderse del spray de pimienta, y utilizaron los paraguas abiertos ante la policía en previsión de que utilizasen aerosoles. Pero todo fue pacífico. Y luego, después de la medianoche, los líderes de Occupy Central sorprendieron a todo el mundo al anunciar el inicio de la ocupación del distrito central de Hong Kong.

Una reciente encuesta entre 1.000 residentes de habla cantonesa realizada por la Universidad China de Hong Kong encontró que el 53.7% de la gente piensa que el Consejo Legislativo debe rechazar las actuales propuestas de reforma electoral, y el 29,3% piensa que debe aprobarlas.
31,3% manifiesta «mucho» o «bastante fuerte» apoyo al movimiento Occupy Central, frente a un 46,4% que no lo apoya. Como anécdota, parece que el mensaje anti-Occupy de que el cierre del distrito central perjudicaría más que beneficiaría a Hong Kong parece haber calado: este es el principal argumento para no apoyar la protesta.
Joe Meadway, licenciado en filosofía por la LSE, es un programador y gestor de bancos de datos que actualmente trabaja para una empresa en Hong Kong y contribuye artículos a la revista socialista británica Counterfire.

http://www.counterfire.org/news/17450-hong-kong-occupy-central-with-love-and-peace

China no sabe cómo responder a la revolución de los paraguas de Hong Kong

Wu’er Kaixi

La reforma democrática amenazaría el estado de partido único y a sus beneficiarios entre las élites adineradas de Hong Kong.
Después de 20 años de vertiginoso crecimiento económico, China se encuentra en un punto muerto. Mientras los economistas se preocupan por la burbuja inmobiliaria, las montañas de deuda oculta y la desaceleración de la producción industrial, China se enfrenta a una crisis segura que no va a desaparecer. El fracaso de Beijing a la hora de llevar a cabo la reforma política está conduciendo a que crezca la desafección en sus periferias: Xinjiang, Tíbet, Taiwán,y ahora Hong Kong

En el mejor de los casos puede ser descrito como un fracaso de la imaginación. En el peor, como cínico y maligno. Pero la realidad es que China no sabe cómo hacer una reforma política de verdad. Una mayor inclusión amenazaría el gobierno de partido único – o lo que es en realidad un amplísimo sistema de patronazgo grande del que los ricos de Hong Kong se benefician también.

Esto es una farsa que bien puede cojear durante un tiempo en el corazón cada vez más
próspero de China. Pero va a ser cada vez más cuestionada por aquellos que de ninguna
manera se benefician del sistema. Beijing puede comprar poder político en Hong Kong a través de las élites adineradas de la ex colonia británica – y hasta cierto punto puede tratar de hacer lo mismo en Taiwán – pero no tiene nada que ofrecer a los ciudadanos de a pie de Hong Kong que no sea un voto popular amañada. Eso es un mal negocio. Los habitantes de Hong Kong lo saben, y ahora han salido a las calles para cuestionarlo.

Tristemente, están tratando con un sistema que no entiende las palabras «flexibilidad» y «compromiso». Son palabras que no existen en el vocabulario de la gobernanza de Beijing, porque Beijing está convencido de que incluso el más pequeño de los compromisos podría provocar un alud de oposición pública al sistema de partido-patrocinio que estalló en 1989.

Hay paralelismos evidentes entre las protestas de Tiananmen y las manifestaciones actuales en Hong Kong. Pero las diferencias son también significativas. Aparte del hecho de que los airados ciudadanos de Hong Kong tienen mucho más acceso a la información que los estudiantes de Beijing que se levantaron en 1989, el pueblo de Hong Kong tienen un objetivo mucho más específico.

Las protestas de Tiananmen fueron de naturaleza amorfa. Eran tanto sobre la apertura de China al mercado exterior y permitir la iniciativa privada como sobre la democracia, que, dadas las circunstancias, probablemente pueda ser mejor descrita como un sueño descabellado.

En Hong Kong – dejando de lado los sentimiento anti-continente – las protestas son específicamente en apoyo de lo que los jóvenes de Hong Kong ven como su derecho a elegir libremente a sus dirigentes.

Este es el quid de la cuestión. Pekín no puede ceder en su posición sin enviar un mensaje de debilidad a su propio pueblo – y establecer lo que se consideraría un precedente impensable.
En cuanto al gobierno de Hong Kong, se encuentra en la posición poco envidiable de presidir los violentos enfrentamientos entre la policía y los estudiantes, así como el movimiento Occupy Central, que se ha unido a las masivas protestas. Si los enfrentamientos continúan y se vuelven más violentos, el gobierno va a encontrar su tenue legitimidad socavada aún más.

Por desgracia, la fuerza es todo lo que el gobierno de Hong Kong tiene a su disposición, y si se llega al punto en que las tropas del Ejército Popular de Liberación (PLA) que están acuarteladas en Hong Kong tienen que utilizarse para dispersar a los manifestantes, sería un desastre de relaciones públicas tanto para Hong Kong como para Beijing. Sería socavar cualquier pretensión que le quede a Beijing de ser lo suficientemente sofisticada como para gobernar sobre una región que se enorgullece de su libertad de expresión y el imperio de la ley.
También podría ser un indicio de lo que acontecerá en otras partes de China. Innumerables voces – muchas de ellas encarceladas o en el exilio – han hablado sobre la necesidad de reforma política. Esas voces han sido aplastadas, sus consejos ignorados, pero lo más probable es que se trate de un error que Beijing pagará caro. De hecho, ya lo es. Taiwan está observando los acontecimientos en Hong Kong de cerca, y el resultado será una mayor desconfianza popular de Beijing, que beneficiará al movimiento por la independencia de la Isla.

Después de dos décadas de reformas económicas, Pekín no ha hecho nada para prepararse para las inevitables exigencias de reforma política. Esas exigencias están ahora aquí, en las calles de Hong Kong. Hoy en día, a pesar de haber tenido 17 años para ganar los corazones y las mentes desde la devolución de Hong Kong por parte del Reino Unido en 1997, para mostrar al mundo que Beijing tiene lo que se necesita para dirigir una sociedad vibrante, abierta y próspera, China está perdiendo Hong Kong.

Wu’er Kaixi, fue uno de los dirigentes estudiantiles del movimiento de Tiananmen de 1989. Exiliado, reside actualmente en Taiwan

http://www.theguardian.com/commentisfree/2014/oct/01/china-doesnt-know-how-respond-umbrella-revolution-hong-kong

 

Llamamiento a la huelga de los sindicatos de Hong Kong en apoyo a Occupy Central

La Confederación de Sindicatos de Hong Kong (HKCTU) – el único sindicato independiente en China – ha llamado a los trabajadores a la huelga en apoyo al movimiento por la democracia cuando las acciones de desobediencia civil de masas son reprimidas duramente por la policia.
El sindicato de Swire Beverages (Coca-Cola) y los sindicatos de enseñantes y trabajadores portuarios del HKCTU se han declarado en huelga y se les unirán otros sindicatos.
La tensión ha ido creciendo en Hong Kong desde que el gobierno anunció el pasado 31 de agosto que los candidatos a la jefatura del Ejecutivo tendrían que ser nominados y aprobados por un comité pro-empresas y pro-Beijing.
Las protestas, organizadas originalmente por la Federación de Estudiantes y la coalición Occupy Central, han sumado cada vez más participantes. El gobierno de la RP China ha condenado con dureza las reivindicaciones de los manifestantes y las protestas «ilegales».
El 28 de septiembre, la HKCTU declaró que «no podemos permitir que los estudiantes pelean solos», y llamó a los trabajadores a la huelga en apoyo de las 4 reivindicaciones: la liberación inmediata de todos los detenidos, el fin de la represión del derecho de reunión pacífica, la sustitución de la «falsa fórmula de sufragio universal» con la auténtica reforma democrática que los trabajadores han estado exigiendo y la renuncia del presidente del ejecutivo Leung Chun Ying.
La HKCTU ha sido la columna vertebral del movimiento democrático, antes y después de la devolución de Hong Kong a dominio chino. Su acción valiente merece el apoyo de los sindicatos de todo el mundo.
Para enviar un mensaje al Jefe del Ejecutivo de Hong Kong en apoyo al movimiento democrático y las reivindicaciones de los huelguistas, vaya a:

http:-//www.iuf.org/cgi bin/campaign …

y use el siguiente formulario:

Al Jefe del Ejecutivo de Hong Kong

Apoyo las reivindicaciones del movimiento para la elección democrática del Jefe del Ejecutivo de Hong Kong y las exigencias de la Confederación de Sindicatos de Hong Kong. Hago un llamamiento para la inmediata liberación de los manifestantes detenidos, el fin de la represión del derecho de reunión pacífica, una verdadera reforma política democrática en Hong Kong y la renuncia del presidente del ejecutivo Leung Chun Ying.

Atentamente
http://www.europe-solidaire.org/spip.php?article33132
—————

Las protestas de Hong Kong en la prensa internacional: todos los ojos en Xi Jinping
Mientras las protestas continúan en Hong Kong, muchos observadores especulan sobre los posibles resultados del movimiento y cómo Beijing responderá a semejante desafío a su autoridad. En el Washington Post , Ishaan Tharoor escribe:
Las protestas parecen crecer. El miércoles y el jueves son la fiesta nacional en China, y muchos creen que lo que ocurra en esos días definirá los actuales disturbios. Si las sentadas y las manifestaciones continúan con la intensidad actual, hay posibilidades de que las fuerzas de seguridad locales empleen más violencia que hasta ahora, incluyendo tal vez balas de goma. Ese tipo de respuesta violenta podría ser un
desastre para el gobierno de Hong Kong, que se enfrentaría a la creciente presión de la voluble sociedad civil del territorio y de los medios de comunicación.
Para los gobernantes de China, las opciones parecen más claras. Ya han señalado su falta de interés en permitir que una verdadera democracia florezca en Hong Kong. Los medios estatales en el pasado han señalado la arrogancia y el «racismo» de los activistas anti-chinos de Hong Kong; un influyente comentarista chino no ha dudado en calificar a los habitantes de Hong Kong de «perros de los imperialistas británicos». Es poco probable que China permita a los manifestantes ganar muchas concesiones.

Pocos esperan que el gobierno de Pekín de marcha atrás, sin embargo, está por verse lo que ocurre. Como Tania Branigan señala en The Guardian, estas protestas no tienen precedentes en Hong Kong, incluso teniendo en cuenta las grandes protestas a gran escala contra la legislación contra la sedición en 2003:

Aunque el movimiento parece ser en gran medida de clase media hasta la fecha,muchos de los involucrados dicen que la vida cotidiana es cada vez más difícil para la gente común en la ciudad, citando cuestiones como el aumento de los precios inmobiliarios.
Estas preocupaciones han ido creciendo en los últimos años, junto con el rechazo a la
inmigración a gran escala desde el continente. Pero el movimiento desatado por todos
estos factores ha sido una sorpresa para una ciudad que se considera conservadora y
respetuosa de la ley. Incluso los partidarios más entusiastas de las protestas están
desconcertados por su escala y auto-confianza.
«Es un hito», dice Hung Ho-Fung, de la Universidad Johns Hopkins. «Esta vez la gente
está utilizando la desobediencia civil y levantando barricadas. También hay un aspecto
perturbador; en el pasado, hicieron hincapié en que las manifestaciones no afectarían a la vida cotidiana. Esta vez realmente no les importa. En realidad no he visto nada como esto en la historia de Hong Kong».
Pero, advierte: «Beijing se ha dejado meter en una esquina y no creo que pueda dar
marcha atrás.» [Fuente]

En el New York Times, Louisa Lim argumenta que lo que está en juego en las protestas esalgo más que meras reformas electorales, ya que la gente de Hong Kong están tratando de forjar su propia identidad, a lo que Beijing se opone:
Para los líderes de China, la acusación de que fuerzas extranjeras están manipulando a los estudiantes es más fácil de tolerar que la idea de que los habitantes de Hong Kong están exigiendo la gran autonomía que les fue prometida. Cuando los estudiantes y los activistas se enfrentan a la policía antidisturbios en medio de los rascacielos, solo se oye una consigna: «¡Somos gente de Hong Kong! ¡Somos gente de Hong Kong!».
Tal afirmación de una identidad propia e independiente es un anatema para el presidente Xi, cuyo nacionalismo xenófobo solo puede admitir una versión aprobada por el estado de lo que significa ser chino.
Pero mientras las protestas siguen creciendo, Pekín parece tener todas las cartas. Sin embargo, incluso si tiene éxito en apisonar la ira en Hong Kong – lo que es poco probable- sus ganancias pueden ser fugaces en el mejor de los casos.

El momento que los ciudadanos de Hong Kong han estado temiendo desde hace 17 años por fin ha llegado. Y las consecuencias se propagarán a Taiwán, cuyos residentes son cada vez más cautelosos ante la idea de la reunificación, así como a los márgenes del imperio de Beijing, donde se enfrenta con protestas tibetanas suicidas y una insurgencia étnica criminal en la provincia noroccidental de Xinjiang

Para Xi Jinping, las protestas presentan un gran dilema que definirán su mandato. En el New York Times, Edward Wong y Chris Buckley escriben:
Hong Kong ha estado ya bajo la soberanía de Pekín durante el tiempo suficiente como para que incluso modestas concesiones envien señales a través de la frontera de que las protestas de masas dan resultado – una señal de debilidad que el Sr. Xi, un líder que exuda confianza en sí mismo, imperturbable, parece decidido a evitar, o al menos eso dicen los analistas chinos. Y es difícil que pequeñas concesiones aplaquen a una
buena parte de los residentes de Hong Kong que han llenado las calles.
Sin embargo, cualquier intento de reprimir a los manifestantes por la fuerza tendría un paralelismo inevitable con el asesinato de manifestantes por la democracia en Beijing en 1989, un evento que dividió al Partido Comunista y envenenó las relaciones de China con el mundo exterior durante años.
El futuro de Hong Kong, por lo tanto, puede depender en gran medida de que el Sr. Xi tenga la influencia, la habilidad y la visión para encontrar una solución que asegure la estabilidad del territorio sin provocar llamadas de imitación más cerca de casa – y sin tener que infligir un duro golpe a su propio prestigio o su posición en la élite del partido.
En el canadiense Globe and Mail, Mark MacKinnon escribe sobre la posición de Xi en relación con su padre, que era considerado un moderado y que se rumorea que se opuso a la represión militar del 4 de junio contra los manifestantes en la Plaza de Tiananmen:
Lo que suceda en Hong Kong en los próximos días nos dirá mucho acerca de lo que China va a ser en la era de Xi Jinping. Una solución negociada que apacigüe a todos o a la mayoría de los manifestantes sugeriría que China, finalmente, tiene el tipo de líder «meritocrático» que un Partido Comunista no democrático puede producir. La marginación de los enemigos del señor Xi – y su genuina popularidad personal entre los chinos comunes y corrientes – le permite sorprender a todo el mundo en relación a la forma en que maneja el movimiento Occupy Central.
La represión, en particular si implica al Ejército Popular de Liberación, nos diría que China se adentra en otra década oscura de sofocante represión.

Una vez más, los primeros signos no son buenos. La policía de Hong Kong ya ha
utilizado gases lacrimógenos y gas pimienta en los esfuerzos fallidos para dispersar a
la multitud, que en cambio ha seguido creciendo. Las clásicas medidas de control de la
información chinas han sino desplegadas: los términos Occupy Central y Revolución
Paraguas (un apodo surgido del hecho de que los manifestantes utilizaron sus
paraguas para protegerse de los gases lacrimógenos) han sido bloqueados en las
redes sociales Weibo e Instagram – donde las fotos de los manifestantes paraguas en
mano, desafiando a la policía, se extendían rápidamente – y ya no son accesibles en la
China continental, relegándolas a las mismas prisiones virtuales que Facebook, Twitter
y YouTube.
En otra señal de lo que piensa el gobierno, los medios de comunicación controlados
por el Estado han condenado Occupy Central como un «movimiento ilegal pro-democracia» responsable de «socavar la estabilidad social» en Hong Kong. Esas son palabras fuertes en la República Popular.
En Vox, Zack Beauchamp entrevista al historiador Jeffrey Wasserstrom sobre las protestas y le pide situarlas en un contexto histórico:

ZB: ¿Esa es una razón por la qué estas protestas son tan preocupantes desde el punto de vista del gobierno chino? Tienen algo que resuena a una profunda tradición de protesta en China, por lo que no pueden ser fácilmente reprimidas por la fuerza.

JW: Esa es una parte de la preocupación. Pero creo que también hay que verlo en relación con otras cosas que afectan aL Partido Comunista de China en estos momentos. Hay movimientos contra el autoritarismo en otras partes del mundo, por ejemplo, que implican grandes reuniones en las plazas centrales. Ello se vincula a un pasado específicamente chino, pero también es algo ligado a imágenes de multitudes en las plazas, ya sea en Ucrania o en Egipto. Ese tipo de imágenes también están en la mente de los líderes chinos.
También hay disturbios en y alrededor de las fronteras de China. No deja de ser irónico que ahora, cuando Beijing hace esfuerzos para expandir las fronteras del territorio que controla, con movimientos para afirmar su control sobre islas que reclaman otros países. Pero al mismo tiempo, tiene las fronteras de lo que ellos llaman la Gran China plagadas de descontento de otros tipos: lugares como [la provincia china fuertemente musulmana] Xinjiang o el Tíbet. También hubo protestas en Taiwán la pasada primavera que eran, en parte, una forma de resistir a los esfuerzos para la reunificación de Taiwán y el continente, al menos en términos económicos.
Así que el movimiento de Hong Kong está vinculado a tradiciones de larga duración y a la historia de China, que conecta también con otras partes del mundo, y ha desafíos muy diferentes pero que ocurren simultáneamente en todo el territorio que el gobierno chino reclama como suyo.

Hong Kong Protests: All Eyes on Xi Jinping

Selección y traducción para www.sinpermiso.info Gustavo Buster Sin permiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo de subvención pública ni privada, y su existencia sólo es posible gracias al trabajo voluntario de
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 01/10/14