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Repudio Visita Netanyahu

Declaración 4703 Repudio Visita Netanyahu

Honorable Cámara de Diputados de la Nación (Descargar PDF)

 

PROYECTO DE DECLARACIÓN

La Honorable Cámara de Diputados de la Nación

repudio

DECLARA

Repudio a la visita a nuestro país del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, en nombre del estado genocida de Israel. La visita a Argentina tiene el objetivo de profundizar las relaciones políticas y comerciales entre Israel y el gobierno de Cambiemos encabezado por Mauricio Macri, que va a contramano del repudio mundial y del pueblo palestino a este representante del sionismo internacional.

Netanyahu resume el accionar terrorista y colonialista del estado sionista de Israel contra el pueblo palestino desde hace casi 70 años.

Asimismo, expresa su solidaridad y apoyo incondicional con la lucha del pueblo palestino, invadido y expulsado por imposición de un “estado” artificial, el de Israel, asentado en el genocidio y la ocupación racista y militar de su territorio.

FUNDAMENTOS

Sr. Presidente:

Desde nuestra banca de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda (FIT) repudiamos la visita a Buenos Aires del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. La misma fue anunciada desde el próximo 11 de septiembre de 2017 por el gobierno de Cambiemos (Macri) como un hecho “histórico”, ya que sería la primera vez que un primer ministro israelí viene a Argentina desde la ilegítima fundación del estado israelí en 1948. La repudiable visita se plantea como continuidad de la política trazada en la reunión que tuvieron ambos mandatarios en Davos, en la que firmaron acuerdos de cooperación tecnológica, de aviación civil y de agroindustria.

Somos categóricos: estamos en contra de mantener relaciones políticas, comerciales, culturales, académicas, deportivas, sindicales o de cualquier otro tipo con el estado genocida de Israel.

Consideramos que esta vista no es solo un insulto al pueblo palestino, sino también al pueblo argentino, que cuenta con 2.000 detenidos-desaparecidos judíos en nuestro país como parte de los 30.000, a manos de la última dictadura militar, que recibió apoyo armamentístico, por supuesto, del estado de Israel.

Netanyahu cuenta con un largo prontuario de crímenes que reflejan la trayectoria del Estado de Israel. Participó en la guerra de los Seis Días en 1967 donde fueron anexionados Cisjordania, Gaza, los Altos del Golán y la península del Sinaí. Netanyahu es parte del partido de extrema derecha Likud, ejerciendo el gobierno israelí en cuatro mandatos, durante los cuales ha ordenado todo tipo de bombardeos y ataques indiscriminados contra la población palestina en Gaza. Es un aliado directo del presidente de Estados Unidos, el derechista, millonario, xenófobo y racista Donald Trump.

Viene el representante de un estado colonial considerado genocida por sus prácticas de limpieza étnica durante más de medio siglo, que han forzado a la mayoría del pueblo palestino a vivir en campamentos de refugiados y a estar disperso por el mundo. Se trata de un estado genocida desde el punto de vista de la definición vigente en la legalidad internacional.

Organizaciones de derechos humanos estiman que alrededor del 40% de los hombres palestinos que viven en los territorios ocupados de Gaza y Cisjordania pasarán en algún momento de sus vidas por las cárceles sionistas. Como ha resaltado el historiador israelí Ilan Pappé en una reciente visita a Buenos Aires: “Israel es un proceso en desarrollo permanente al cual es más apropiado referirse como de colonización que de ocupación, pues su objetivo final no es ocupar Palestina sino extinguirla”.

Bajo el actual gobierno de Cambiemos, Argentina e Israel firmaron un acuerdo sobre servicios aéreos lo que permitirá un “alto nivel de seguridad” en el transporte aeronáutico (Infobae, 15/03/ 2017). Nos preguntamos: ¿Cómo se van a hablar de “seguridad” al pactar con un estado terrorista? La renunciante canciller Susana Malcorra llegó a decir: «Vamos a profundizar la conexión de culturas afines. Esto es parte de nuestra estrategia de vincularnos con el mundo» (Idem). Nos preguntamos: ¿Cómo puede haber “culturas afines” entre nuestro pueblo -que viene luchando contra el genocidio de 1976/1983- con el sionismo de Israel, que masacra al pueblo palestino?

A tal punto es la complicidad por parte de los políticos patronales argentinos con Israel, que se ha conformado el Grupo de Amistad Argentina e Israel con diputados y senadores de nuestro país. Y los legisladores del PRO recientemente aprobaron nombrar a Netanyahu “huésped de honor” de la Ciudad de Buenos Aires, con la abstención del kirchnerismo y el voto negativo, por supuesto, de los legisladores del FIT.

Los medios informan: “Netanyahu vendrá con empresarios israelíes, esto se enmarca en los acuerdos de compra de armas por más de 200 millones de dólares de Argentina a Israel. Patricia Bullrich también confirmó la compra de 4 lanchas equipadas con armas de guerra por 50 millones de dólares y sistemas de vigilancia por 34 millones de dólares, en forma directa y sin licitación” (Resumen Medio Oriente, 5/9/2017). También se reveló que “Mauricio Macri, mientras era Jefe de Gobierno de Buenos Aires, visitó Jerusalén en 2014 para entrevistarse con Netanyahu. Allí expresó su “compromiso en la lucha contra el terrorismo”. Este hecho inédito convierte al representante de Argentina en el primer presidente del mundo en reconocer Jerusalén como capital del estado israelí, algo que siquiera Donald Trump, presidente de EE.UU. realizó” (Idem).

Denunciamos que Macri ha invitado a Netanyahu para seguir pactando con este verdugo del pueblo palestino. Su viaje y los acuerdos que se firmen van a contramano de la campaña de boicot, desinversión y sanciones contra Israel (BDS), que crece en el mundo. Más de 700 artistas de distintas latitudes anunciaron su apoyo al BDS en una carta abierta publicada en The Guardian ya desde febrero de 2015. Roger Waters, vocalista y bajista de Pink Floyd, dijo: “Me dirijo a ustedes hermanos y hermanas de la familia del rock and roll para pedirles que se unan a mí y a miles de otros artistas de todo el mundo para declarar un boicot cultural a Israel”.

Hasta la propia ONU emitió una Resolución (N° 2.334) el año pasado en la que se le exige a Israel poner fin a los asentamientos judíos en territorios palestinos, ya que los mismos violan los tratados internacionales.

Mientras Israel invadía El Líbano en 2006, los gobiernos del “falso progresismo” de Brasil, Argentina y Uruguay lo premiaban con la firma del Tratado de Libre Comercio (TLC) Mercosur-Israel. Tratado que entró en vigencia en el 2011 durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner (peronismo kirchnerista). Bajo el gobierno kirchnerista, a su vez, el ex jefe del Ejército, César Milani, según Adelanto 24, efectuó “una importante compra de elementos de control de comunicaciones y espionaje electrónico” a Israel (11/8/2016). La operación costó “más de 350 millones de dólares” autorizada por Oscar Parrilli y Carlos Zannini. Los mismos permiten “controlar y manejar” los contenidos de correos electrónicos, SMS, mensajes de voz y WhastApp, compra que se habría hecho por medio de la firma israelí TraceSpan Communications y triangulado vía París “para que no quedaran rastros”. Además, el gobierno kirchnerista había firmado un acuerdo de cooperación por parte de Israel en la modernización de 74 unidades del llamado Tanque Argentino Mediano (TAM), que tienen una antigüedad de casi 40 años, firmada por el ex ministro Agustín Rossi.

Con nuestra declaración no solo queremos repudiar la visita de Netanyahu, sino también denunciar la política de exterminio que lleva adelante el estado de Israel contra el pueblo palestino. Pueblo heroico que resiste desde hace 69 años la imposición de un estado artificial, asentado en la ocupación racista y militar sobre el territorio de Palestina. Actualmente, los palestinos constituyen una de las naciones con más refugiados en el mundo. Se estima que 5 millones, más de la mitad de su pueblo, están bajo esa condición.

Desde 1967 han sido detenidos 800 mil, el 40% de la población masculina, y más de 200 presos políticos fueron asesinados en las cárceles por parte del régimen fascista israelí.

Antes de la creación del Estado de Israel, en Palestina, durante muchos siglos, convivieron pacíficamente una mayoría de población árabe con una pequeña minoría judía. El sionismo[1] hizo trizas esa situación desde que comenzó a poner en práctica su plan de “colonización” y ocupación militar de ese territorio. Con la ayuda directa del imperialismo británico, amo y señor de la región, difundió la falsa “historia” de tierras vacías que debían retornar a manos de sus legítimos pobladores desde los tiempos bíblicos (“una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”).

En 1947, y utilizando los justos sentimientos de solidaridad por la persecución a los judíos por parte del nazismo, lograron “legalizar” en las Naciones Unidas la ocupación de una parte del territorio (con la complicidad del stalinismo soviético). Hubo grandes protestas entre los palestinos, masivamente obligados a emigrar a los países árabes vecinos.

El 14 de mayo de 1948 se funda el Estado de Israel, fecha en la que culminaba la invasión de Palestina por parte del movimiento sionista, apoyada por los distintos imperialismos. Desde ese día comienza un plan sistemático de limpieza étnica, expulsando a 750 mil palestinos, destruyendo poblados para que no puedan regresar y asesinando a más de 15 mil palestinos.

Israel se desarrolló y siguió expandiendo con el apoyo económico y militar directo del imperialismo yanqui, sirviéndole como una especie de “portaaviones” terrestre enclavado en el mundo árabe, un gendarme de la contrarrevolución imperialista en Medio Oriente, como lo fue el Estado del apartheid sudafricano para África. Su propia economía es artificial, basada por un lado en el despojo permanente a los árabes y en la enorme ayuda económica y militar norteamericana. Israel se desmoronaría en meses sin el sostén de los yanquis.

Los fracasos de los “dos estados” provienen de las raíces irreconciliables del conflicto. Hay un pueblo, el palestino, invadido, expulsado y empobrecido. Y existe un “estado” artificial, Israel, asentado en el genocidio, la ocupación racista y militar de un territorio ajeno.

Aunque los sionistas se retiraron de la Franja de Gaza en 2005, mantienen desde entonces al territorio sitiado por tierra y mar: Gaza se ha convertido en la mayor prisión al aire libre del mundo. Un muro impide a su población circular libremente por tierra a otras áreas geográficas y tienen prohibido el paso al resto de Palestina. En Cisjordania, el sionismo expande cada día más sus enclaves: actualmente 600 mil colonos israelíes ocupan tierras palestinas, resguardados por el régimen de ocupación militar de 1967.

El historiador israelí Ilan Pappé, un referente que cuestiona la historia oficial sionista, señaló: “Soy judío y no entiendo el judaísmo como el derecho a ejercer la limpieza étnica”. Y afirma: “La solución de los dos Estados lleva muerta más de veinte años, las opciones son una solución de un Estado con igualdad de derechos o un Estado de apartheid, no hay tercera opción (…) Una solución justa debe contemplar los derechos de los palestinos que viven dentro del actual estado israelí, los derechos de los palestinos en Gaza y Cisjordania, y los derechos de los palestinos en los campamentos de refugiados en otros países”. Solo puede haber paz en la región con un estado único, laico, democrático y no racista en Palestina -lo que incluye al territorio que Israel actual considera suyo más Gaza, Cisjordania y Jerusalén-, con derecho al retorno de millones de refugiados y la devolución de sus tierras históricas. Esto significa un estado en el que no exista supremacía racial ni religiosa, donde ateos, judíos, cristianos, islámicos y otros credos convivan en igualdad de derechos culturales y políticos, y sean castigados los militares y políticos genocidas de Israel.

La reciente visita del presidente yanqui Donald Trump a Israel ha envalentonado al sionismo. Pero el triunfo en mayo de 2017 de la huelga de hambre de los presos políticos palestinos, acompañada de huelgas generales y grandes movilizaciones, demuestra que la causa palestina está más viva que nunca. “Los palestinos siguen rechazando la idea básica de la existencia de un Estado judío”, reconoció recientemente la vicecanciller israelí Tzipi Hotovely (El País, 1/6/ 2017). Ese es el fracaso fundamental del sionismo y la base de su futura derrota.

A los trabajadores, jóvenes, mujeres, organizaciones sindicales, sociales y políticas nos toca repudiar la visita de Netanyahu. El Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino llama a marchar el próximo 12 de septiembre. Allí estaremos.

Por estos motivos, pedimos a los diputados y diputadas que acompañen este Proyecto de Declaración.

 

[1] El sionismo nació como un movimiento de extrema derecha judío a fines del siglo XIX. Era muy minoritario entre los judíos. Pero llegó a un acuerdo con el imperialismo inglés para colonizar Palestina. Fue el imperialismo anglo yanqui, y el genocidio nazi, lo que posteriormente le dio respaldo para concretar su objetivo colonialista. Centenares de miles de judíos europeos sobrevivientes del holocausto fueron utilizados como carne de cañón para dominar Medio Oriente aplastando al nacionalismo árabe. El sionismo se propuso desde su origen expulsar a los palestinos.

http://izquierdasocialista.org.ar/index.php/elecciones-2013-fit/221-proyectos-de-ley/6286-declaracion-4703-repudio-visita-netanyahu

06/09/17