¿Estamos ante la inminencia del fascismo?
Centrar esfuerzos en la lucha contra el fascismo y en actos en defensa de Lula como nos proponen algunas corrientes y dirigentes de izquierda es un grave error que nos retira el foco. Las grandes tareas que tenemos por delante son: continuar movilizados con la mayor unidad de acción para desentrañar el asesinato de Marielle y Anderson, exigiendo justicia y condena de los ejecutores y mandantes de este brutal crimen político y, junto a ello, mantener la lucha unificada contra la guerra la reforma de la previsión y el plan de ajuste del ilegítimo gobierno Temer, sin descuidar las importantes luchas que están pasando por salario y mejores condiciones de trabajo, llevando la solidaridad a esos procesos y ayudando para que sean victoriosos.
Adolfo Santos (Coordenação Nacional da CST/PSOL)
Es lamentable como sectores de la izquierda agitan el fantasma del fascismo para justificar políticas frente-populistas, de conciliación de clases y muchas veces rectas frente a las luchas en curso. ¡Repetir sin parar que ahora es momento del «frente único» para combatir el FASCISMO! ¿Es el fascismo la principal preocupación que debe tener la población trabajadora? Responder esta pregunta es muy importante, porque de esa respuesta surgirán las tareas de los socialistas revolucionarios.
En estas semanas, es común escuchar y leer posturas en las redes sobre el peligro del fascismo. Varias corrientes de la izquierda y el propio PT y el PCdoB, adoptan este discurso ante el brutal asesinato de la compañera Marielle Franco y de Anderson Gomes, a los tiros contra la caravana de Lula y la bárbara matanza de Maricá, donde cinco jóvenes fueron ejecutados con tiros la cabeza por las milicias que actúan en la región.
Son hechos chocantes. Algunos de ellos tienen incluso elementos de los métodos fascistas. Pero de ahí podemos deducir que hay una amenaza fascista o que el fascismo es inminente? Es necesario el llamado a la «unidad antifascista», al «frente único antifascista», como agitan algunas corrientes internas del PSOL, haciendo coro al PT y al PCdoB? No es que sea equivocado advertir sobre los peligros de algunos hechos, actitudes o medidas políticas reaccionarias de sectores de la ultraderecha. Pero es importante precisar el contexto en que se producen esos hechos para poder adoptar una política correcta. Por nuestra parte, no vemos en la actual coyuntura, que la tarea más importante sea el «frente único antifascista», sino la más amplia «unidad de acción» tanto para elucidar el crimen político que ha victimizado a Marielle y condenar a los responsables como a la defensa de los derechos de la población trabajadora. Algo que hemos hecho varias veces en los últimos tiempos.
¿Qué es el fascismo?
De forma muy didáctica, para los trotskistas, el fascismo es un régimen totalitario que surge en momentos de fuerte crisis económica y social aguda del capitalismo y de importante ascenso del movimiento de masas. Para imponerse se apoya fundamentalmente en sectores de la clase media y sectores lúmpens para, con métodos de guerra civil, aplastar al movimiento obrero, intervenir en sus organizaciones y liquidar sus conquistas históricas, gobernando para el capital financiero y sectores del capitalismo monopolista. En ese proceso también termina con las libertades democráticas, el estado de derecho, los partidos políticos y el propio parlamento. Establece, de hecho, un régimen totalitario, de terror.
Por lo tanto, el fascismo es la última instancia a la que apela el sistema capitalista. Cuando no logra detener el ascenso de la clase trabajadora en momentos de mucha crisis, cambia su forma de dominación de «épocas de paz», a través de la democracia burguesa, y pasa a utilizar el terror permanente para someter a la clase trabajadora a regímenes de semiescracia para salvar sus intereses económicos. Esto no significa que bajo el régimen democrático burgués normal no existe una lucha permanente por parte de los capitalistas y sus representantes en el gobierno para retirar derechos, disminuir costos y aumentar los ritmos de producción como una forma de aumentar o mantener su plusvalía. En ese propósito, la burguesía avanza hasta donde puede, si valiendo de nuevos sistemas de producción, de leyes que retiran beneficios, de la complicidad de las burocracias sindicales y de leyes represivas que cercenan el derecho de huelga, producen prohibiciones y reprimen manifestaciones. Con pequeñas desigualdades, esto ocurrió en todo gobierno democrático burgués, sea del PSDB, del PT o del (P) MDB. Por definición, todo gobierno y el estado burgués representan la dictadura de una clase sobre otra a pesar de la «democracia formal». Independiente de que algunos gobiernos sean más o menos represivos, sean populistas, progresistas o hasta bonapartistas, los gobiernos democráticos burgueses representan la dictadura de la burguesía sobre las clases oprimidas. El mayor o menor avance de esa dictadura está dado por la resistencia de los movimientos en el proceso que denominamos como lucha de clases.
Lo que tenemos que preguntar es si hay hechos realmente nuevos y categóricos, diferentes de los que vivimos en el gobierno del PSDB o del PT, que indiquen que estamos ante la inminencia del fascismo. Para nosotros, la crisis de la economía mundial capitalista y la brutal crisis política que corroe el régimen y los partidos, alimentando la lucha y la resistencia de la población trabajadora, son hechos que no estuvieron presentes hasta el año 2013. Pero nada de eso indica que estemos en antihombres del fascismo. ¿La gravedad de los hechos señalados anteriormente es esencialmente diferente de muchos que ya vivimos con tucanes y petistas? Vivimos en un país violento donde diariamente asistimos a todo tipo de atrocidades. Las ejecuciones sumarias como la de Maricá se repiten con frecuencia, una barbarie, como ya fueron las masacres de la Candelaria y de Vicario General en Río, en las periferias de San Pablo, de Pernambuco, de Belém o de otras capitales. Esto sin hablar de las masacres en las cárceles, empezando por el Carandiru y los recientes acontecimientos como en el Complejo Penitenciario de Pedrinhas / MA y en otras prisiones del norte y del noreste. Son hechos registrados en todos los gobiernos, que abrieron un estado promiscuo, corrupto y connivente con el crimen.
Tampoco la existencia de milicias (independientes o vinculadas a organizaciones políticas) son un indicador nuevo. Hace años, durante los gobiernos de Garotinho o Cabral, socios del PT y de Lula. En Río, las milicias eligieron a concejales y diputados vinculados a la cumbre del (P) MDB y de otros partidos, con quienes dividieron palanques. Pero la razón de ser de las milicias, hasta hoy, no es la de actuar como brazo armado del fascismo, sino como defensores de un territorio donde lucran con la venta de gas, televisión por cable, transporte y otras necesidades de las comunidades de las periferias. Por mayor afinidad que tengan, las milicias no son bandas armadas al servicio de la familia Bolsonaro, ellas están ligadas a los gobiernos de carácter democrático burgués de Garotinho, Cabral, Paes y otros muy elogiados por Lula. El propio PT tuvo parlamentarios vinculados a estas mafias. La relación entre las milicias y el poder político, así como las del narcotráfico, más que con el fascismo, está relacionada con la garantía de impunidad a cambio de votos de las comunidades que controlan, un mecanismo criminoso instituido en torno a la democracia burguesa. Lucran con los corrales electorales que controlan.
El brutal crimen político de Marielle, desgraciadamente, tampoco es una excepción. Lo que hay de nuevo es que la compañera fue asesinada en un área central de un capital importantísima, demostrando una osadía pocas veces vista en asesinatos de esta naturaleza. Pero muchos otros crímenes políticos fueron ejecutados en estados más lejanos del centro del poder. Los levantamientos realizados por organismos defensores de los derechos humanos registran que los asesinatos políticos vienen aumentando en los últimos años. El ESP apunta que al menos 96 personas entre alcaldes, secretarios, candidatos y militantes, fueron ejecutadas por motivaciones políticas entre enero y septiembre de 2016. Sólo en Río de Janeiro, fueron asesinados 13 pre-candidatos a concejal y cables electorales en ese período. El diputado Marcelo Freixo presidió la CPI de las milicias en 2008 y por cuenta de ese hecho tiene su vida en riesgo y vive bajo fuerte protección policial por casi una década, por lo que desde 2008, cuando el debate del riesgo del fascismo no estaba en boga.
Los gobiernos de Lula y Dilma colaboraron bastante para el aumento de crímenes relacionados con los derechos humanos. En ese período, el asesinato de indígenas aumentó el 168%. Según el Mapa de la Violencia, el índice de víctimas negras en el país en 2003 era del 71,7% (es decir, morían, proporcionalmente, 71,7% más negros que blancos). En 2014, el índice saltó al 158,9%. Significa que durante los gobiernos del PT se intensificó brutalmente la «guerra» contra la población negra. Lo mismo ocurrió con los índices de feminicidio. En 2015, el Mapa de la Violencia reveló que, de 2003 a 2013, el número de asesinatos de mujeres negras creció un 54%, pasando de 1.864 a 2.875. Y sólo en 2015, según los datos del Grupo Gay de Bahía, 318 LGBTs fueron asesinados en Brasil. En los gobiernos del PT, la utilización de la Garantía de la Ley y de la Orden (GLO) fue muy utilizada durante la Copa de las Confederaciones y el Mundo, los Juegos Olímpicos y la Jornada Mundial de la Juventud, entre otros eventos. «La Dilma dio seguimiento a las políticas que el Lula ya había implantado en sus ocho años de gobierno […] el gobierno federal del PT […] se caracterizó por lo que dice el asesor jurídico de la pastoral carcelaria Paulo Malvezzi en entrevista a la Carta Capital: como el gobierno del encarcelamiento en masa. En este período tuvimos el mayor aumento de la población prisional del país […] Tanto el gobierno Lula como el gobierno de Dilma son responsables del actual cuadro de encarcelamiento masivo … «Son datos importantes para entender que el» retroceso «que algunos atribuyen exclusivamente al gobierno Temer para afirmar que hay fascismo, viene de bien antes.
Nunca frente a estos hechos caracterizamos que estábamos en la inminencia del fascismo. Como explica el antropólogo paraense, profesor de la UFPA, Romero Ximenes, crímenes políticos no alcanzan sólo parlamentarios y tenedores de mandatos, sino también sindicalistas, líderes religiosos, comunitarios, ambientalistas. Para confirmar estos datos, vale la pena recordar dos hechos trágicos: la masacre de Eldorado de Carajás en 1996, durante el gobierno FHC y el asesinato de la misionera Dorothy Stang, en Anapu / PA, fusilada barbaramente por hacendados en 2005, durante el gobierno Lula. «Son personas que son eliminadas porque piensan y actúan de manera contraria a lo establecido. […] La guerra es por la posesión del Estado y del poder que de él deriva. Por otro lado, hay un cuadro de inseguridad general provocado por la pobreza y el desorden del aparato policial judicial. Según Ximenes, esto deriva de la fragilidad institucional del Estado, incapaz de proveer la seguridad pública. «Vivimos una crisis económica que debilita aún más ese Estado, aumentando la disputa por el poder». Encontramos más reales estas interpretaciones que las que agitan que estamos ante la inminencia del fascismo.
¿El atentado a la caravana de Lula sería entonces la confirmación de la teoría sobre fascismo? «Un ataque fascista» escriben a los compañeros del MÁS, una de las corrientes que se ha convertido en una de las principales agentes de esta teoría. Nuestra corriente, la CST, fue una de las primeras en pronunciarse públicamente repudiando vehemente ese hecho antidemocrático. Sin embargo, no vemos, a pesar de la gravedad de pretender cercenar el derecho del PT a manifestarse, indicadores apuntando que «bandas fascistas» protagonizaron ese ataque. Vimos sectores pro-Bolsonaro y productores rurales ultraconservadores del interior de los estados del sur que protestaban de forma violenta contra un ex presidente acusado de corrupción en plena campaña electoral. No vemos que de ahí pueda concluirse que son «bandas fascistas» organizadas por el líder Bolsonaro.
¿Por qué se agita el fantasma del fascismo?
Históricamente el fascismo es la antípoda del socialismo. En un sentido es la expresión más violenta contra la izquierda, los socialistas, las minorías dentro del régimen capitalista imperialista ya que su objetivo es destruir las organizaciones de la clase, retirar derechos y suprimir las libertades. Frente a situaciones de ese tipo, la unidad de acción contra el fascismo y el frente único obrero se convierten en una necesidad. Sin embargo, el estalinismo se utilizó mucho de ese peligro para avanzar en políticas de conciliación de clases que se concretizaron en los frentes populares. En todo el mundo, y durante muchos años desde la década de los 30, los PC defendían alianzas con sectores progresistas de la burguesía «para impedir el avance del fascismo». En nombre de ese enunciado, cometieron atrocidades políticas, permitieron la recomposición de la burguesía en detrimento del avance de la revolución y liquidaron muchos de esos partidos o los redujeron a grupos con poca significación política.
Es posible reconocer elementos de esta política conciliadora por parte de las corrientes que agitan el fantasma del fascismo y se suman a los actos del PT. El PT, que es uno de los mayores responsables de la actual situación política, social y económica de este país, agita el fantasma del fascismo para victimizar su principal liderazgo. Por detrás de esa agitación, el objetivo central es involucrar al PSOL en una campaña para evitar la detención de quien es parte de la corrupción sistémica de este país y colocarlo en la vitrina electoral. Tanto es así, que no se importaron en sofocar la lucha por la justicia para Marielle y Anderson, colocándola en el mismo nivel de los tiros de la caravana, que no alcanzaron a nadie. En ese contexto, es grave que un importante sector del PSOL intente borrar las diferencias con un partido que en el gobierno aprobó leyes represivas, multiplicó la población carcelaria con negros y pobres, que por más de una década se puso al servicio del sistema financiero, de las multinacionales de los contratistas y del agronegocio. No hay justificaciones para sumarse al estrado de Lula como ocurrió en el acto del Circo Volador.
«Fue grave ver a Valério Arcary,» en nombre del PSOL «, defender un frente único programático con PT y PCdoB para combatir el fascismo. «Es grave aún valerio afirmar que» las diferencias del pasado no nos impedirán de estar presentes en todos los actos por Lula con las banderas del PSOL, con mucho orgullo «, intentando borrar las diferencias actuales con el partido que cometió la peor traición contra la clase trabajadora y defendiendo de forma incondicional a uno de los principales protagonistas de la corrupción sistémica que asola nuestro país. También fue equivocado Valerio pasar la idea que el PT es de izquierda, sumándose al coro de la platea (mayoritariamente petista) que cantaba «la izquierda unida jamás será vencida». Es claro que el MÁS salió del PSTU para convertirse en uno de los principales agentes de las políticas oportunistas, electorales y de conciliación de clases que ya sostenía gran parte de la dirección del PSOL.
Pero hay otro motivo porque esas corrientes agitan el fantasma del fascismo. El motivo está relacionado con la disputa de la dirección. No es casual que el propio Valério Arcary, dirigente del MÁS, en febrero de 2017, participando en una mesa de debates de la CSP-CONLUTAS, haya presentado un escenario completamente desfavorable que no se ha confirmado. Sobre la reforma de la previsión afirmaba categóricamente que el gobierno tenía una mayoría consolidada para aprobar la reforma y que eventuales retrocesos serían sólo para ampliar la holgura en el marcador. «Pueden luego hacer negociaciones en las reglas transitorias, para reducir los daños, para garantizar una votación que vaya mucho más allá de los 308 votos que ellos necesitan. Pero el núcleo duro de la reforma de la seguridad social no tiene duda, la mano de Temer no va a temblar. Y ahora tiene Maia y Eunício de Oliveira para conducir en el Congreso Nacional la reforma «, afirmaba. Sobre la posibilidad de huelga general, Arcary demostraba un derrotismo impar. «Exige comprender el momento en que está hoy la clase. Hoy la clase no está preparada para la huelga general, vamos a decir las cosas con toda la verdad «. Y completa su discurso presentando un escenario de completa apatía y conformismo de los trabajadores. «La mayoría de la clase, el humor que tiene es: ‘parece que una reforma de la previsión es inevitable. Pero esta está muy exagerada. Esa es la información que viene «.
La realidad desmintió toda la evaluación de Arcary. Temer nunca ni siquiera estuvo cerca de tener los votos necesarios para la aprobación de la Reforma de la Previdencia, incluso con todos los retrocesos. La mano de Temer tembló y la reforma no fue a la votación. Dos meses después de la explicación de Arcary, la clase trabajadora brasileña protagonizó la mayor huelga general de su historia.
No es sólo un error de cálculos, es parte de la cobardía política de estos sectores que se niegan a disputar la dirección del movimiento con políticas ofensivas que respondan a las reales necesidades de la clase. Actuan permanentemente extendiendo el temor, presentando escenarios desfavorables, incutando que sin los burócratas no podemos decidir nada solos. Es así que esta corriente actúa en gran parte en el movimiento sindical, donde pone todo el énfasis en la unidad de acción con las direcciones burocráticas y no en la unidad-enfrentamiento para disputar y ser una alternativa a las direcciones traidoras. Es un correlato de la política que expresan frente al PT. Es la estratagema del miedo, como una forma de domesticar los movimientos para atarlos a las corrientes que defienden la conciliación de clases, burocráticas o burguesas.
¿Cómo actuamos frente al fascismo bajo la dirección de Nahuel Moreno?
Frente a este debate, mucho se argumenta a través de los excelentes escritos de León Trotsky, el dirigente que más elaboró sobre este tema y que merece ser leído por toda la militancia. Pero quisiéramos analizar hechos concretos más recientes que pueden tener un mayor valor comparativo y que se construyeron sobre la base de las enseñanzas de León Trotsky. Nos referimos a la actuación del PST, partido argentino dirigido por Nahuel Moreno, que durante la década de 1970 tuvo que enfrentarse a ataques fascistas. En estos días, históricos y respetables militantes vinculados al MÁS se utilizaron de Moreno en las redes sociales para justificar la política de su corriente. Una comparación equivocada. La situación política en Argentina en la época era diferente de Brasil de estos días y la política propuesta por el PST dirigido por Nahuel Moreno fue completamente diferente de la que defiende el MÁS y Valerio Arcario.
Un pequeño panorama de esta situación. Los inicios de los años 70 fueron convulsionados en Argentina. Derrotada la dictadura de Ongania / Levingston / Lanusse (1966/72), se abrió un período de fortísimo ascenso en la clase obrera. Eran los reflejos del «Cordobazo», una semi-insurrección obrera estudiantil que puso en jaque a los gobiernos militares. En 1973, Perón vuelve al país después de un exilio de 18 años. Para que se tenga una idea de la situación, el 25 de mayo de 1973, día en que Héctor J. Cámpora, designado por Perón, asume la presidencia del país de forma transitoria, una gran movilización se dirige a Devoto, el principal presidio de Buenos Aires Aires, pasa por encima de los guardias, abre las puertas de la prisión y libera a todos los presos, a los políticos ya todos los que estaban allí. Los obreros realizaban huelgas victoriosas contra la patronal y la burocracia sindical. Ocupaban las fábricas, muchas veces tomando como rehenes a los altos funcionarios de las empresas, obteniendo innumerables conquistas.
Este gran ascenso promovió el surgimiento de miles de activistas. Por desgracia, por la gran influencia del peronismo en las filas del movimiento obrero y de la política guerrillera defendida por algunas corrientes (entre ellas el SU de la IV Internacional, dirigida por Ernest Mandel) no se logró consolidar una organización de masas unificada con un programa revolucionario, que luchaba el PST. En septiembre de 1973, Perón gana las elecciones presidenciales y asume junto a su esposa Estela Martínez, teniendo a su marido como vice. Con la llegada al gobierno, Perón, de acuerdo con la burguesía, intenta poner un freno al ascenso desplazando a los sectores de izquierda remanentes del gobierno Cámpora y asumiendo sectores de derecha, muchos de ellos pertenecientes a la burocracia sindical. Entre los elementos estaba su secretario personal durante el exilio, José Lopez Rega, un oscuro sargento de policía, conocido como «El Brujo», que además de tener bastante influencia en las decisiones de Perón y su esposa, ocupó el cargo de ministro de Bienestar social. Desde esa estructura, comenzó a reclutar ex agentes de las fuerzas de seguridad y junto con importantes sectores de la burocracia sindical y sus bandas de jagunzos organizaron grupos paramilitares conocida como la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) para atacar dirigentes de izquierda, activistas sindicales y defensores de derechos humanos con un objetivo: derrotar el ascenso de la clase obrera.
Antes de la brutal dictadura, que llegaría en marzo de 1976, Argentina vivió años donde las luchas se combinaban con el terror de estas bandas que utilizaban el aparato del ministerio dirigido por el «Brujo» para organizar cacerías humanas montados en los famosos coches Falcon. En ese proceso cayeron decenas de dirigentes políticos, activistas de la izquierda peronista, del PC, del PST y de corrientes sindicales comprometidas en la lucha. Todo el mundo sabía de la existencia de esas bandas organizadas en la Triple A. Después de amenazas a varios compañeros, el 7 de mayo de 1974 matan y queman Inocencio «Indio» Fernández, militante del PST y delegado sindical de una importante fábrica metalúrgica, el partido tenía bastante peso. Hasta entonces, ya habían matado a varios compañeros del PC y de la izquierda peronista. Por eso el PST venía adoptando fuertes medidas de seguridad. Los locales fueron fortificados y se establecieron vigilias armadas durante 24 horas. También algunos de los dirigentes más conocidos pasaron a portar arma para su autodefensa. El 29 de mayo, una banda fascista de Triple A, con más de 20 integrantes, invade la sede del PST de Pacheco, en la gran Buenos Aires, y rindió dos compañeros que se mantenían de guardia en la losa, entrando en el lugar donde fueron recibidos tiros por uno de los compañeros que estaba en la planta baja. Pero la superioridad numérica y de armas resultó que nuestros compañeros fueran rendidos. Tres compañeros y tres compañeras fueron cargados en los Falcon. Las compañeras fueron liberadas después de simulación de fusilamiento en un descampado. Los tres compañeros fueron fusilados con decenas de tiros cada uno. Esta era la realidad en la que se desarrollaba la lucha en la Argentina en los inicios de los 70.
En ese escenario, el PST, dirigido por Nahuel Moreno, que aún iba a velar a otros importantes compañeros antes del golpe militar, tuvo una política permanente para enfrentarse a las bandas fascistas. Adoptó medidas de autodefensa de las sedes partidarias y de protección de algunos dirigentes, durante el acto en que fueron velados nuestros tres compañeros de Pacheco, frente a la sede central del partido. El PST convocó a las corrientes presentes a unirse contra el fascismo, no para acompañar a los muertos al cementerio, sino para organizar brigadas de autodefensa. Vemos fragmentos del discurso de Nahuel Moreno en aquel acto de lo que participaron corrientes de izquierda, socialistas, democráticas, humanistas y humanistas liberales y sindicalistas: «(Quería) … hacer un llamado en nombre del Comité Ejecutivo de nuestro partido. Hay una escalada fascista en el país. Escalada que … se predica desde el propio gobierno […] Hay un silencio cómplice del gobierno en todo esto […] Frente a este peligro […] hoy estamos gritando aquí por la unidad de acción. A nuestro partido le preocupa profundamente si esta unidad de acción es para acompañar a los cortejos hasta el cementerio o si será unidad de acción en las calles para derrotar y aplastar a la bestia fascista. No queremos la unidad de acción para acompañar a los cortejos, la queremos es para aplastar el fascismo … Las bandas fascistas no hicieron distinción entre la Juventud Peronista, el PC o el PST. Su objetivo es tratar de romper a todas las organizaciones. Es momento de sacar una conclusión muy importante que viene de Chile. ¡El fascismo no se derrota por la vía de las elecciones! ¡El fascismo no se derrota por la vía de los frentes! Ai está la experiencia de Allende en Chile, ese gran frente de tipo electoral que se deshizo como agua entre las manos al primer impacto del fascismo. El fascismo tampoco se discute. No es una tendencia política intelectual. El fascismo, compañeros, se derrota en las calles con los mismos métodos que ellos utilizan. […] Si queremos honrar a los muertos del PC, de JP y nuestros muertos también tenemos que hacer una reflexión. Apreciamos con el fascismo en Chile. ¡Apreciamos que antes de que nos maten tenemos que detenerlos! Por eso, la dirección de nuestro partido, como resolución de su Comité Ejecutivo, invita a todas las tendencias aquí presentes para el próximo miércoles, a las 19 horas, en nuestra sede, comenzar a construir las brigadas o piquetes antifascistas, obreros y populares que serán la herramienta con la que vamos a abatir definitivamente las bandas fascistas de nuestro país «.
Desafortunadamente, el llamado del PST no fue atendido a no ser por unos pocos dirigentes de forma individual, por lo que no se logró concretar la formación de las brigadas de auto defensa unificadas, pero los militantes del PST continuaron con las prácticas de autodefensa tanto en las sedes del auto- como en el ámbito personal.
Se demuestra que la situación argentina era muy diferente cuando el morenismo denunciaba la existencia de bandas fascistas. También es muy diferente la política enunciada por Nahuel Moreno, criticando los errores de Allende frente al PC, para sacar conclusiones y llamar la formación de brigadas de autodefensa para combatir el fascismo. Arcary, sin al menos decir que diferencias importantes con el PT nos separan, habló generalidad sin demostrar la existencia del fascismo y propuso como salida «ir con las banderas del PSOL, orgullosamente, a todos los actos en defensa de Lula». Mientras Moreno nos enseña una verdadera política para combatir el fascismo, formando piquetes unitarios de autodefensa, Arcary nos llama a temblar bandera del PSOL en defensa de Lula. Él y el MÁS caracterizan que la clase trabajadora está a la defensiva, sólo resistiendo, y el gobierno en la ofensiva aplicando todos los planes deseados por la burguesía y el imperialismo. Si eso es verdad, si la clase trabajadora está solamente a la defensiva, para que la burguesía necesitaría recurrir al fascismo?
Centrar esfuerzos en la lucha contra el fascismo y en actos en defensa de Lula como nos proponen algunas corrientes y dirigentes de izquierda es un grave error que nos retira el foco. Las grandes tareas que tenemos por delante son: continuar movilizados con la mayor unidad de acción para desentrañar el asesinato de Marielle y Anderson, exigiendo justicia y condena de los ejecutores y mandantes de este brutal crimen político y, junto a ello, mantener la lucha unificada contra la guerra la reforma de la previsión y el plan de ajuste del ilegítimo gobierno Temer, sin descuidar las importantes luchas que están pasando por salario y mejores condiciones de trabajo, llevando la solidaridad a esos procesos y ayudando para que sean victoriosos.
http://cstpsol.com/home/index.php/2018/04/06/estamos-ante-a-iminencia-do-fascismo/
ABR 06, 2018