India se paraliza: 200 millones de personas salen a protestar
El pueblo indio estalla por sus bajos salarios y la nefasta sanidad pública
India se ha rebelado esta semana. La huelga convocada por los sindicatos de trabajadores ha afectado a las grandes ciudades, paralizando durante dos días parte del transporte público, comercio y servicios bancarios, en protesta a las políticas laborales del Gobierno del actual primer ministro, Narendra Modi, del partido conservador y nacionalista hindú Bharatiya Janata Party.
Una decena de organizaciones sindicales que agrupan a 100 millones de trabajadores en todo el país lideraron la huelga, con especial seguimiento en los estados de Kerala, Bengala, Odisha, Maharashtra, Karnataka y Delhi, tal y como informaron las autoridades y los medios locales.
Se trata de la tercera gran huelga que se vive en el país bajo el actual gobierno después de las de 2015 y 2016. Las cifras no están confirmadas, ya que sólo las han facilitado los convocantes, pero parece que el apoyo ha sido similar a las 2 anteriores: unos 200 millones de ciudadanos para una población de 1.300 millones.
En las protestas, los manifestantes realizaron una marcha hasta el Parlamento para proponer el aumento de salario mínimo a 18.000 rupias -220 euros- y una mejora en la seguridad social, ya que la población rural -forma más de la mitad de la población activa de India- apenas tiene acceso a los servicios médicos mínimos.
En el estado de Kerala, donde gobierna una coalición izquierdista y marxista desde hace décadas, el transporte público, el comercio y algunas oficinas gubernamentales también se vieron afectadas por la huelga.
Además, también se realizó un ataque a la sede del Banco Estatal de India, en Thiruvananthapuram, capital del estado.
El pueblo ha estallado por las promesas incumplidas de Modi. Llegó al poder en 2014 y su equipo se planteó modernizar y liberalizar la India sin éxito.
Sus líneas maestras han sido abaratar los despidos, eliminar parcialmente las inspecciones laborales, darle más libertad a la dirección de las empresas, rebajar los derechos de los trabajadores a formar sindicatos y suprimir buena parte de los subsidios laborales, especialmente en el sector agrícola. Por si fuera poco, ha ido privatizando poco a poco el sector público, prohibió la circulación de billetes grandes e implantó el IVA, que prácticamente no existía en la India hasta entonces.
Modi aseguró que estas medidas harían crecer al país -disminución de la deuda, inversión extranjera…- y prometió a los indios un crecimiento de 10 millones de puestos de trabajo cada año durante las próximas dos décadas. Nada más lejos de la realidad. El empleo no creció en 2016 y 2017 y bajó un 0,1% en 2018.
El Gobierno culpa de todos los males a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, pero el pueblo indio ya no cree en su presidente.
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11/01/19