El gobierno de Guillermo Lasso es derechista liberal y abiertamente proimperialista. Si logró ganar las elecciones en Ecuador en el 2021 fue porque aprovechó el desprestigio del correísmo, que traicionó las demandas populares durante su gobierno del 2007 al 2017. Lasso además, en primera vuelta, fue favorecido por fraude con complicidad del Tribunal Electoral, quitándole votos a Yaku Pérez, lo que le permitió ser segundo en votación en primera vuelta y ganar en segunda vuelta.
Ecuador profundizó su crisis económica bajo el gobierno de Lasso que acata los mandatos del FMI, con aumento de productos de primera necesidad, destrucción de bosques y fuentes de agua por la minería saqueadora, en manos de las transnacionales. Aumentó la pobreza, el abandono de la salud y la educación, la desocupación, flexibilización e informalidad laboral, salarios míseros en un país que dejó de tener moneda propia, y donde los precios y salarios son en dólares. Y también, por la crisis social, surgieron mafias que controlan el narcotráfico, con gran violencia en las cárceles y calles, con centenares de muertos y heridos.
En junio del año pasado, un aumento de los combustibles a casi el doble y la penetración minera imperialista invadiendo pueblos indígenas, desataron una gran rebelión popular para que se vaya Lasso, encabezada por la gran organización indígena campesina Conaie, con apoyo de la central obrera FUT, la Unión Nacional de Educadores y también del movimiento “Somos Agua” de Yaku Pérez. Pero, la dirección de la Conaie negoció y levantó el paro nacional movilizado que duró más de diez días, sin grandes logros para los huelguistas.
Después, el partido de Lasso perdió todas las elecciones locales. Hoy una movilización popular podría echarlo, pero ni la dirección de la Conaie, ni las direcciones sindicales, ni la centroizquierda correísta lo plantean. En el caso del correísmo trata de recuperar el poder en las nuevas elecciones.
Las demandas del 2019 y 2021 siguen vigentes
Durante la rebelión del 2021 contra Lasso y el aumento de combustibles, y también antes en el 2019, las organizaciones desde las bases exigían reducir los precios de los alimentos; no a la minería saqueadora de las multinacionales que destruye la naturaleza y el agua; no a la privatización de empresas estatales; precios justos en los productos del campo; empleo y derechos laborales; aumento del presupuesto para salud y educación; libre ingreso a universidades públicas; no más endeudamiento. También reclamaban contra las leyes represivas. Estas demandas siguen vigentes, y tienen que ir de la mano con el no pago de la deuda externa y la expulsión de las multinacionales que están saqueando y envenenando al país, nacionalización de la banca, romper con el FMI y controlar el comercio exterior por donde se fugan los capitales producto del saqueo del país.
La necesidad de una alternativa del pueblo trabajador e indígena para gobernar
En 1990 fue el primer gran levantamiento indígena en defensa de sus territorios, y desde 1997 que Ecuador vive en crisis económica y con sucesivas rebeliones del pueblo trabajador e indígena. En 1997, 2002 y 2005 derrocaron a tres gobiernos. Esto dio lugar al gobierno de Rafael Correa (2007 al 2017), con mucho apoyo popular al principio. Pero como otros gobiernos de centroizquierda en Latinoamérica, Correa traicionó las demandas populares. En el 2019 hubo otro gran levantamiento que obligó al gobierno de Lenin Moreno (quien había sido vicepresidente del anterior gobierno de Rafael Correa) a derogar el aumento de combustibles, después de diez días con la ciudad de Quito ocupada por el levantamiento indígena. Y en el 2022 fue la mencionada rebelión contra Lasso.
En los últimos días varias organizaciones se unieron con Yaku Pérez de Somos Agua, con el Partido Socialista de Ecuador, Unidad Popular y Democracia Sí. La organización “Somos Agua” se llama así porque su demanda central es defender los ríos y el agua para cultivos y consumo del envenenamiento de la minería, y su base son organizaciones campesinas. Yaku Pérez afirmó que están “contra Lasso y Correa” y lucharán por un futuro con unidad de trabajadores, campesinos, indígenas, maestros, pequeños comerciantes y estudiantes hijos del pueblo.
También presentó su candidatura presidencial, con apoyo de toda la organización campesina indígena nacional Conaie y su brazo político Pachakutik, Leónidas Iza, llamó a la unidad de las organizaciones del pueblo trabajador y manifestó que están contra la derecha de Lasso y contra el correísmo.
Lamentablemente hasta ahora, faltando sólo diez días para confirmar candidaturas, Yaku Pérez y Leónidas Iza no han dado señales de buscar unidad entre ambos frentes. Tampoco está claro su programa de gobierno.
El correísmo aún no definió su candidatura nacional (Correa está hace años viviendo en Bélgica con acusaciones penales por corrupción en Ecuador). Y la derecha ya tiene un candidato empresario.
Para vencer y lograr las demandas de cambios por las que luchó el pueblo trabajador en los últimos años, que solucionen el desastre económico que vive el pueblo, es necesaria en lo inmediato una alternativa electoral independiente y unida de las organizaciones de la clase trabajadora, populares, indígenas, campesinas y estudiantiles, independientes tanto de la derecha como del correísmo, como se logró parcialmente en el 2021 con la candidatura de Yaku Pérez.
Y para superar la crisis que vive Ecuador y su pueblo, es vital la lucha por cambios de fondo y que gobierne el pueblo trabajador. Existe en Ecuador la tradición del Parlamento de los Pueblos, compuesto por delegados de las bases de las organizaciones. Este organismo de poder ya se reunió en crisis anteriores y en el 2019 con representantes de 200 organizaciones obreras y populares. Se volvió a reunir en el 2021 y 2022.
Por eso hay que impulsar desde las bases, de la Conaie, el FUT, la UNE, organizaciones estudiantiles, y demás organizaciones populares, y también desde el movimiento Somos Agua, el reclamo a los dirigentes para concretar esta unidad, y que convoquen al Parlamento de los Pueblos, que conquiste el poder legislativo y ejecutivo, para lograr los cambios de fondo por los que se lucha en las últimas dos décadas.