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Sudán: guerra civil, multinacionales y 9 millones de desplazados

En el 2019 hubo un levantamiento popular en Sudán que terminó con el gobierno militar islámico de 30 años del dictador Omar Al Bashir, y hubo promesas de democracia y elecciones libres. Pero en el 2021 hubo otro golpe militar y se desató la represión contra la población. Y desde abril del 2023 este caos que dejó gran parte de la población sin alimentos, por paralización de cultivos y sin ninguna atención sanitaria, y casi no funcionan escuelas o universidades. Miles de trabajadores de salud y de educación fueron despedidos, porque ellos fueron la vanguardia junto a los jóvenes de los “comités revolucionarios de resistencia”, de las grandes luchas contra la dictadura.

Lo que si existió todos estos años y aun se mantienen, son “comités revolucionarios de resistencia” que, uniendo a organizaciones populares de base de barrios, que también encabezaron la rebelión del 2019, echaron a la dictadura de los 30 años. Hoy persisten en gran parte del país como redes locales de supervivencia y ayuda mutua, canalizando esfuerzos en la recolección de alimentos, dinero en efectivo y medicinas para ayudar a aquellos en extrema necesidad. Estos comités son atacados y perseguidos por igual por ambas fracciones militares, FAS y FAR, en los sitios que cada una domina. 

La minería del oro y el saqueo imperialista

Este desastre social que está sufriendo Sudán, que es un país de origen e idioma árabe como Palestina, no es exclusivo de Sudán, sino que está afectando a muchos países africanos que antes eran colonias europeas hasta la década del 50 y sufrieron históricamente el saqueo de sus países por Europa. Y ahora todos sufren una semicolonización de empresas extranjeras e imperialistas que se adueñan de sus riquezas mediante organizaciones locales asociadas, subordinadas y armadas. Además de las europeas hay penetración de empresas yanquis, de Israel, de países árabes, chinas y rusas que se disputa las riquezas naturales de Sudán. 

Sudán es un país árabe, que fue hasta 1956 colonia británica. Y en el 2011 se independizó su región del sur, de población de etnias e idiomas diferentes similares a poblaciones afros del sur y centro de Africa, de unos 11 millones de habitantes. En el sur independizado se concentraba la mayor parte de la producción petrolera que era la principal riqueza de Sudán. Pero en el sector del norte que hoy se mantiene como Sudán se descubrió hace unos 20 años la riqueza del oro. 

Aunque hay cifras muy distintas, y no hay control estatal sobre la extracción de oro, se habla de 233 millones de toneladas de oro de exportación en último año. Esto coloca a Sudán entre los principales productores y exportadores de oro del mundo. Pero queda poco y nada para su población.  

Este oro se lo están llevando, en gran parte, empresas como el grupo paramilitar Wagner, ruso, ahora reconvertido en African Corps, a través de la empresa M-Invest, que era del líder del grupo Wagner, Yevgueni Preghozin, fallecido en Rusia, aparentemente asesinado por Putin. Pero esa empresa se mantiene como muy importante en la extracción de oro de Ucrania, y se lo lleva a Rusia. Los paramilitares de las FAR que dominan los principales territorios mineros del oro son los aliados a la empresa rusa. Y también a empresas de los Emiratos Árabes, que tienen también alianza con las FAR. Mientras tanto el gobierno de las FAS, que domina otras zonas del país, está más aliado con Israel y Estados Unidos.   

Además de la represión antipopular y los enfrentamientos bélicos entre los sectores militares, la minería del oro, con uso masivo de mercurio, esta destruyendo la agricultura y llevando al hambre a 25 millones de personas, más de la mitad de la población de Sudán. En primer lugar, los 9 millones de desplazados de sus casas, por invasión de alguna de las fracciones militares, casi todos se van sin nada, sin dinero, ni por supuesto comida, y quedaron sin ningún trabajo. Los refugiados llegan a lugares, sea en países vecinos o en el mismo Sudán, muchas veces sin más que su ropa puesta, y donde tampoco reciben casi ninguna ayuda, porque son poblaciones pobrísimas. 

La necesidad de la solidaridad internacional con el pueblo de Sudán

La gran experiencia de lucha del levantamiento popular del 2019 al 2021 mostró por un lado la enorme fuerza del pueblo trabajador cuando se organiza, une y moviliza, pero también que los partidos burgueses y las fracciones militares buscan pactar con alguno de los imperialistas europeas, árabes o rusas, para preservar el orden capitalista y el saqueo del país del cual son también beneficiarios con ese orden. Las promesas de democratización son burladas una y otra vez. Ese capitalismo semicolonial con un pueblo pobrísimo que está destruyendo al país y causando una espantosa miseria y hambruna popular, está hoy en gran parte centrado en el oro. Las demandas económicas populares ante la crisis crónica histórica del país y una real salida democrática hacen necesaria una alternativa de dirección del pueblo trabajador y juventud, de reorganizar los comités revolucionarios de resistencia, para lograr en el futuro derrocar a las dos facciones de la dictadura militar, expulsar a las transnacionales mineras rusas, europeas, sionistas o árabes, saqueadoras y lograr una salida  y un gobierno a favor de los trabajadores, la juventud y las mujeres del pueblo.

Como Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores -Cuarta Internacional (UIT-CI) llamamos a la solidaridad internacional con la lucha actual del pueblo sudanés por su superviviencia. Unida a la solidaridad con la lucha de los pueblos trabajadores y juventud árabes y africanos y a su unidad solidaria en la lucha para terminar con el capitalismo imperialista, con los gobiernos patronales y dictaduras de África, así como con el colonialismo sionista genocida de Israel en Medio Oriente. Desde sus orígenes el capitalismo imperialista con el esclavismo y colonialismo llevó al continente africano, incluyendo a su norte árabe, a la peor pobreza, saqueo y opresión en el mundo.

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