El triunfo K y el voto a la izquierda
Se ha dado un contundente, aunque esperado, triunfo del gobierno K y del peronismo. Las razones del éxito récord con casi un 54% de votos: una mezcla de la comparación de millones con la crisis del 2001, la coyuntura económica, la inercia del voto peronista y la disgregación de la oposición patronal. Pese a ello, el Frente de Izquierda hizo una gran elección, sosteniendo más del medio millón de votos de las internas de agosto y dejando última a Elisa Carrió. La izquierda queda como un polo político alternativo para lo que vendrá.
Los resultados del 23 de octubre no depararon grandes sorpresas. Reiteraron, en general, los de las internas de agosto, con algunos cambios parciales. Se ratificó la victoria electoral del gobierno de Cristina Kirchner, que ha sido contundente por casi un 54% (3 puntos más que en agosto), asegurándole el control de ambas cámaras y de la mayor parte de las gobernaciones, salvo San Luis.
Las razones del contundente éxito del gobierno
Es claro que el triunfo de Cristina Kirchner y del Frente para la Victoria está basado en el voto de millones de trabajadores, jóvenes y sectores populares que consideran que están “mejor” económica y socialmente, al comparar con la crisis vivida en 2001. Entonces, las consecuencias fueron millones de desocupados, pérdida o rebaja salarial y más pobreza.
En los últimos años hubo una recuperación coyuntural de la economía, fruto de los mejores precios internacionales de los productos agropecuarios exportables (en especial de la soja, trigo y maíz) que le permitió al gobierno y a las patronales reactivar la alicaída economía nacional y dar algunas concesiones económicas.
Es lógico que millones de trabajadores y sectores populares, al comparar con el desastre económico del 2001-2002, hayan dado el voto por Cristina Kirchner, con la expectativa de que esas mejoras parciales se mantengan y crezcan.
Desde la izquierda, nosotros comprendemos esa ilusión, pero no la compartimos. Vamos a seguir explicando pacientemente que, si bien es cierto que si comparamos con 2001 (el punto más bajo en la historia de las crisis del país) estamos “mejor”, no es cierto que los trabajadores o los jubilados tengan un ingreso digno, ni que los problemas de la salud, la educación o de la vivienda estén solucionados. Seguiremos denunciando que es un gobierno patronal y que en el reparto de la plata, la mejor tajada se la llevan los empresarios y las privatizadas, con los subsidios y los “préstamos” del gobierno. Y que todo esto se va a poner en evidencia cuando la crisis capitalista global se haga sentir con más fuerza en el país.
La comparación con el 2001 y los viejos políticos
Junto con la comparación económica, también favoreció al gobierno el recuerdo de los viejos dirigentes políticos, en especial los Alfonsín, Duhalde y hasta Carrió. Por eso no se puede entender este voto del 54% si no recordamos que estamos en la etapa política pos Argentinazo. Donde una movilización de masas derribó a un gobierno elegido por el voto (el de De la Rúa de la UCR y apoyado por Carrió) y que primó el que se “vayan todos” (radicales y peronistas). Justamente, el “kirchnerismo” se instaló en 2003, de la mano de Duhalde, para buscar revertir esa crisis política de la patronal. En primer lugar, para parar la ruptura de los trabajadores con el PJ y evitar que fueran hacia la izquierda. El proyecto K fue reflotar al peronismo, simulando que iba contra el PJ, con un discurso de los 70, populista, anti militares genocidas y posando al lado de Chávez y Evo Morales, impulsando un acto en Mar del Plata contra George W. Bush y el ALCA en 2005. No podemos entender lo que pasa ahora sin ese marco. Eso lo siguió Cristina Kirchner, asumiendo el viejo discurso justicialista por los “pobres”, contra la “oligarquía” y sazonado contra Clarín o La Nación, para terminar consolidando el pacto con la vieja estructura del PJ (desde gobernadores, intendentes hasta Menem y la burocracia sindical).
La crisis capitalista mundial de 2008/09 pareció que iba a hundir más rápido a este proyecto político, pero tuvo una consecuencia coyuntural distinta para los países de Sudamérica. Al aumentar los precios de las materias primas exportables (soja, trigo, minerales -entre ellos el cobre de Chile- y petróleo) hizo que se postergara una expresión social más aguda de la crisis capitalista. Es lo que muchos llaman el “viento de cola”. Esto le dio nuevamente aire a una recomposición del peronismo, en la figura de Cristina (luego de la muerte de su marido) y bajo la forma de Frente para la Victoria.
Esta combinación de elementos le fue dando, electoralmente, una base social superior al tradicional -y con mucho peso de inerciavoto peronista, sumando votos de clase media y acomodada, que algunos antes votaban variantes “progresistas” o hasta conservadoras. Esto explicaría los raros cortes de boleta en todo el país entre Cristina y distintas variantes para diputados, gobernadores o intendentes.
La disgregación de la oposición patronal
El otro factor que favoreció electoralmente al gobierno fue la disgregación de la oposición patronal. En especial la decadencia irreversible de la UCR y también el desprestigio de viejos dirigentes peronistas como Duhalde o los Rodríguez Saá, que solo salvan su reducto de San Luis.
La oposición patronal pareció repuntar en 2009 cuando De Narváez (apoyado por el Peronismo Federal y el PRO) derrotó a Néstor Kirchner y a Scioli en Provincia de Buenos Aires. Pero todo eso se desmoronó cuando en el Parlamento esa oposición (sumada a la UCR, ARI, PS) se diluyó. No pudo imponer un proyecto ni fue alternativa política porque, en última instancia, representa a los mismos sectores patronales y no tiene diferencias de fondo con el gobierno. El colmo fue Carrió y la Coalición Cívica que perdió 4 millones de votos en estos años, cayendo a un 1,3%.
Hermes Binner con el FAP, salvó un poco la ropa logrando un segundo lugar con el 17%. Un frente que es una bolsa de gatos que une a restos de la CTA (De Gennaro), GEN, Libres del Sur y el PS. Y que también va a mostrar que es pro patronal (ya Binner gobierna con la UCR en Santa Fe y para los grandes cerealeros y sojeros) y que no van a ser ni siquiera una oposición seria al gobierno.
Por otro lado, queda Macri y el PRO, que se reservó para 2015. Además de su debilidad de ser una fuerza de derecha concentrada en Capital Federal y ahora con un intendente en Vicente López, no podrá ser nunca una alternativa para los trabajadores.
Una gran elección del Frente de Izquierda
Frente a este panorama electoral, resalta aún más que el Frente de Izquierda hizo una gran elección. El Frente logró sostener y hasta superar su votación del 14 de agosto, cosa que muchos ponían en duda. Se decía que los más de 500 mil votos obtenidos en agosto tenían una gran franja de “prestado” y solo para sumarse al “milagro” democrático de no ser marginados por la reforma política restrictiva. Pero el FIT logró, en medio del vendaval de votos K, mantener ese medio millón de votos, ratificando que existe una franja importante de trabajadores, jóvenes y sectores populares que apoyan a una alternativa de izquierda anticapitalista. Incluso logró superar esa cifra para sus candidatos a diputados nacionales, logrando 600 mil votos (ver notas páginas centrales).
Un triunfo y premio a la unidad de izquierda. Miles de trabajadores y jóvenes apoyaron con su voto a la unidad que logramos entre el PO, PTS e Izquierda Socialista, a la que se sumaron otras organizaciones de izquierda e intelectuales y profesionales de izquierda independientes.
La simpatía hacia la izquierda se expresó de muchas formas y fue superior al voto. Ya que tuvimos muchas muestras de apoyo de trabajadores y jóvenes que terminaron votando por otras variantes. Algunos de ellos terminaron cortando boletas con el FIT. Concientes que es la izquierda la que siempre estuvo y va a estar acompañando las luchas y que va a bregar por un cambio de fondo.
Lo que viene
¿Qué va a pasar ahora? El gobierno tiene el control total del gobierno y del Congreso. Ya no podrá usar la falsa excusa que “no pudo” avanzar más por la “obstrucción” de la oposición. Esto y las consecuencias de la crisis capitalista en el país (posible caída en la producción, o en los precios de la soja), van a mostrar a millones que se trata de un gobierno patronal, “que amaga con la izquierda y pega con la derecha”. Como ya lo viene haciendo en los conflictos sindicales como pasó con los docentes y petroleros de Santa Cruz, el ataque a la línea 60 o al “Pollo” Sobrero y a los ferroviarios del ex Sarmiento. Justamente, una de las contradicciones del gobierno es que no ha podido trasladar sus triunfos electorales a las luchas. La movilización ha hecho que muchas veces el gobierno y las patronales tengan que retroceder.
Por eso, en la perspectiva, el actual fortalecimiento del gobierno, el FPV y el peronismo, irá sufriendo un desgaste, y comenzará la ruptura de franjas de trabajadores y jóvenes que verán defraudas sus expectativas. El Frente de Izquierda y de los Trabajadores ha quedado como un polo político alternativo consecuente para canalizar la futura ruptura de masas.
La tarea del FIT, como de nuestro partido Izquierda Socialista, es seguir por el camino que venimos trazando. Ratificando la unidad electoral y levantando un programa de lucha por salario, trabajo, salud y educación, y postulándose como una alternativa en todo el país.
Para todo ello llamamos a nuestros amigos y compañeros a sumarse a Izquierda Socialista, para estar más fuertes en las peleas que vendrán y para mantener con fuerza la unidad lograda en el Frente de Izquierda, junto a los compañeros del PO y el PTS.
El Socialista 26/10/11