Reforma política proscriptiva y reaccionaria
Tras los ecos del Argentinazo
Los Kirchner, en el punto más bajo de su popularidad, buscan salvarse con la reforma política. La UCR dijo estar de acuerdo. Quieren salvar al bipartidismo. Pero se les puede volver en contra. Los ecos del Argentinazo están vigentes.
La Reforma Política se aprobó en la Cámara de Diputados. Se le hicieron 50 modificaciones al proyecto original. Pero mantiene una serie de disposiciones restrictivas para las fuerzas de centroizquierda e izquierda. Entre ellas, la condición de alcanzar un piso (filtro) del 1,5 % del padrón electoral a nivel nacional y por distrito, que vote en las internas abiertas de un partido, para tener derecho a presentar candidatos a presidente, diputados y senadores nacionales. Con esta ley pretenden imponer el bipartidismo que estalló y cuya crisis continúa. Por eso la UCR dijo “compartir el cambio filosófico” de la misma.
¿Otro Argentinazo?
“Esto es aberrante. Si tenemos otro 2001 alguna vez ustedes serán los responsables”, les dijo Samuel Cabanchik -senador que rompió con Carrió y ahora es aliado del peronismo disidente- a los defensores del proyecto. El Argentinazo sigue vigente para los políticos patronales. No sólo el que ocurrió, sino otro a futuro que ellos mismos anuncian. No es para menos.
Entonces, junto al “que se vayan todos” se cantaba, en las calles y plazas, “sin radicales, sin peronistas, vamo’ a vivir mejor”. La Alianza de De la Rúa, Chacho Alvarez y Cavallo era obligada a renunciar. Los políticos del PJ también eran repudiados. Y se coreaba “adónde está, que no se ve, la famosa CGT”.
Miles de maniobras implementaron desde entonces los viejos partidos para poder revertir su crisis. Hasta que llegó el kirchnerismo que, fruto de una coyuntura internacional favorable y su doble discurso, frenó momentáneamente la sangría de millones de trabajadores de las filas del peronismo. Pero hoy, esas expectativas se han transformado en repudio y ruptura con el gobierno.
Remontar una gran derrota
El gobierno apeló para las elecciones del 28 de junio a miles de maniobras. Adelantó las elecciones y llenó sus listas de candidatos truchos. Pero no pudo evitar una durísima derrota. Millones lo repudiaron. Y quienes optaron por De Narváez, Carrió o Reutemann, lo hicieron con la nariz tapada. Una prueba que la oposición patronal es más de lo mismo, lo demostró la borocotización del gobernador de Entre Ríos, Ricardo Colombi, quien ganó por la UCR y se pasó al otro día al kirchnerismo.
Los Kirchner recurren a la reforma política para intentar disciplinar a su tropa dentro del PJ con las internas obligatorias. Pero las mismas se les pueden volver en contra. Ya se dice que para evitar que gane el candidato de la Casa Rosada, miles podrían decidir ir a votar contra el santacruceño en la interna del PJ.
El otro que pretende ser beneficiado es el radicalismo. La nueva ley intenta rescatarlo de su estado moribundo, con el objetivo de reflotar una alternancia en el poder de fuerzas patronales que no toquen los pilares del sistema.
Tanto el gobierno, como el peronismo disidente, la UCR y el resto del arco opositor patronal están de acuerdo en seguir pagando la deuda externa -por eso apoyaron el canje-, mantener las privatizaciones y seguir gobernando para las multinacionales y el imperialismo, por eso tratan de construir vallas para impedir que el repudio que generan se exprese en las elecciones, especialmente a favor de la izquierda.
Abajo la reforma
Los Kirchner dicen que esta ley es para hacer desaparecer a partidos inexistentes. Mentira. Justamente fueron ellos los que, con colectoras y candidatos truchos, crearon cientos de sellos de goma. Pero la izquierda no es “de cartón”: es una realidad presente en el nuevo sindicalismo antiburocrático, en las luchas, en el movimiento de derechos humanos, en los centros estudiantiles. Se nos quiere hacer desaparecer como alternativa electoral para debilitar toda expresión de lucha sindical y política.
Es fundamental, entonces, enfrentar esta reforma por proscriptiva y reaccionaria. Repudiar al PJ, al peronismo disidente, UCR, Coalición Cívica, al PRO y demás variantes patronales. E ir dando pasos en construir una nueva alternativa política para la clase trabajadora y el conjunto del pueblo. Que plantee la necesidad de unir a los luchadores y la izquierda. Para apoyar las luchas, defender a las nuevas direcciones antiburocráticas y levantar un programa de fondo en el camino de un gobierno de los trabajadores y el pueblo. Fortalecer a Izquierda Socialista es un paso en esa dirección.
El Socialista 02/12/09