“Una jornada particular”
Manuel Justo Gaggero (especial para ARGENPRESS.info)
Con este título Ettore Scola -uno de los más destacado directores del cine italiano-dirigió una memorable película que describe el encuentro entre una frustrada ama de casa, Antonieta, muy hermosa, por cierto, representada por Sofía Loren y un locutor de radio Gabriele, que había sido despedido por su condición de homosexual, representado por Marcelo Mastrioiani, en la Roma gobernada por Mussolini en 1938.
Así como en el film para nosotros y para todos los que luchábamos, por la liberación y el socialismo fue una “jornada particular”, aquél 1º de mayo de 1974.
El anciano General, en su tercer período presidencial, se preparaba para dirigirse al pueblo, por última vez en esa fecha, en el contexto de un a profundización del enfrentamiento con los sectores revolucionarios del peronismo, y de una clara hegemonía, en su gobierno, de la burocracia sindical y de la derecha lopezreguista.
Los Montoneros, el Peronismo de Base, y otras organizaciones combativas del Movimiento, se preparaban, desde la madrugada de aquél, día para marchar hacia la Plaza de Mayo.
En ese momento yo militaba en el Frente Revolucionario Peronista -FRP- que encabezaban Armando Jaime y Juan Carlos Arroyo, y había dirigido el diario “El Mundo”, hasta el 14 de marzo de ese año, fecha en que fue clausurado por un decreto del Poder Ejecutivo, dictado a solicitud de Lorenzo Miguel y la burocracia sindical, que no toleraba el apoyo que desde el vespertino le dábamos a los movimientos en las bases obreras y, en particular, a la cobertura que le habíamos dado al conflicto en Villa Constitución liderado por Alberto Piccinini, Secretario General de la Seccional de la Unión Obrera Metalúrgica, que enfrentó a los trabajadores con la poderosa empresa Acindar, y con la dirigencia nacional del gremio.
En el marco de la campaña por la reapertura del Diario realizamos el día anterior -el 30 de abril- un acto en Plaza Lorea, con la intervención de dirigentes del gremio de prensa y la adhesión de dirigentes políticos democráticos, personalidades de la cultura y la participación en la tribuna de Agustín Tosco, que era uno de los columnistas destacados del mismo.
La situación era cada vez mas difícil y se iban cerrando los caminos de la legalidad, a las medidas restrictivas del Gobierno se sumaba la acción de la Triple A -una banda paraestatal- remedo del “Somaten” de Primo de Rivera en España, que asesinaba militantes de base, colocaba explosivos en los locales de partidos opositores, y había publicado una lista de condenados a muerte entre los que estaba incluido.
Recuerdo que, a raíz de ello, le pedí una entrevista al General Iñiguez, a la sazón Jefe de la Policía Federal, y a quién conocía desde los años 60, cuándo intervine junto con otros integrantes del movimiento estudiantil en un intento de golpe popular militar, frustrado el 30 de noviembre de ese año.
Este me derivó al Comisario General Vittani, quién con gran sinceridad me dijo que ellos no podían hacer nada, que me aconsejaba “cambiar la rutina”, no moverme solo, y andar lo menos posible de noche, y me terminó diciendo “el arma que usted lleva no le va a servir de nada, ya que ellos tienen un gran poder de fuego y gozan de impunidad”.
Ese era el escenario en aquellos días, y por ello decidimos realizar un picnic, en aquella “jornada particular”, para encontrarnos con los compañeros que habían participado de la experiencia del Diario y con integrantes del FAS. Nos juntamos en el parque Pereyra Iraola en las afueras de La Plata, y desde allí seguimos por radio lo que estaba sucediendo en la Plaza.
Las columnas de la Juventud Peronista, de la Juventud Universitaria y de la JTP, con un gran cartel de Montoneros ocupaban más de la mitad de la Plaza. Miles de jóvenes y no tan jóvenes coreaban consignas a favor de la Patria Socialista y de la Liberación Nacional. En el otro sector, los gremios nucleados en la CGT contestaban con epítetos e insultos, al grito de “ni yankys, ni marxistas, peronistas”.
El clima se iba poniendo tenso, y al comenzar su discurso el “viejo líder” renunciando a la política del “péndulo” con la que había dirigido este heterogéneo Movimiento durante casi treinta años, definió la contradicción a favor de la derecha y acusó de “imberbes” a quiénes, sin duda, habían contribuido a su retorno, ofrendando, muchos de ellos su vida, con ese objetivo.
Las columnas dieron la espalda al balcón en el que hablaba el que “había sido un grande hombre” como dijera el músico Bethoven de Napoleón, y comenzaron a abandonar la histórica Plaza coreando “que pasa, que pasa General, que está lleno de gorilas el gobierno popular”.
Esta ruptura nos confirmaba el giro que iban a tomar los acontecimientos desde este momento y en el medio de aquél picnic comenzamos a pensar en la necesidad de construir un frente amplio antifascista, sin abandonar la cotidiana batalla por defender los espacios democráticos. En esa dirección festejábamos el fallo del juez Germiniani que había hecho lugar al amparo, elaborado por aquel inolvidable Mario Mathov contra la clausura del Diario, manifestando que el Decreto era inconstitucional y violaba el derecho a la libre expresión y a la libertad de prensa.
El sol se iba ocultando en aquél día tan particular los militantes del peronismo revolucionario, hacían el duelo por una relación quebrada con el que caracterizaban como un Líder antiimperialista y los que confrontábamos con Perón y su entorno, nos preparábamos para días mas difíciles.
Manuel Justo Gaggero es abogado. Ex Director del Diario “El Mundo” y de la revista “Nuevo Hombre”.
Argenpress 05/05/10