2011: Año de la revolución árabe y de los indignados
Miguel Lamas (El Socialista-Izquierda Socialista- Argentina)
El inicio de una revolución popular en los países árabes fue el hecho de la lucha de clases con que comenzó el año y conmovió al mundo. Poco después se extendió, comenzando por España, el movimiento mundial de los “indignados”. Así se hace cada vez más masiva la respuesta a los planes capitalistas para descargar la crisis sobre los trabajadores y los pueblos.
La revolución árabe no ha terminado. Ya derribó a tres dictaduras en Túnez, Egipto y Libia, en este último caso después de una sangrienta guerra civil de 7 meses. Continúa como alzamiento contra otras dictaduras como Siria y Yemen, también con duros choques armados, con movilizaciones exigiendo derechos democráticos en otros países como Marruecos, Arabia Saudita, Bahrein, etc.
En Túnez, Egipto y Libia se abrió un nuevo proceso revolucionario en el que, al tiempo que continúan los reclamos democráticos, se están cuestionando las bases de la dominación imperialista capitalista, de las multinacionales, y a los nuevos gobiernos capitalistas que pretenden la continuidad de esta dominación.
Indignados en todo el mundo
La irrupción en mayo del movimiento de los indignados en España, encabezados por los jóvenes, se combinó con las grandes huelgas generales de los trabajadores en Grecia, Italia, Gran Bretaña y Portugal. Cayeron los gobiernos de Grecia e Italia, se instala la inestabilidad política, y la lucha sigue aunque no tenga una dirección revolucionaria.
En Estados Unidos surgió en marzo un gran movimiento huelguístico centrado en Wisconsin, contra el ajuste. Y en septiembre surgen los indignados con el movimiento “Ocupa Wall Street” que recibe el apoyo de algunos sindicatos de profesores y transportistas, acusando a los banqueros y multimillonarios de ser sólo el 1% que se beneficia, perjudicando al 99% restante.
En Latinoamérica, 10 años después de la caída por rebelión popular de gobiernos neoliberales, resurgen con fuerza las luchas latinoamericanas contra los nuevos gobiernos y sus políticas con huelgas y manifestaciones de masas en Bolivia, Chile, Brasil, Perú, Colombia, Panamá, Argentina, Puerto Rico.
Lo ocurrido en el 2011 a escala global abre un nuevo momento que profundiza el proceso revolucionario mundial caracterizado por tres hechos: 1) Una nueva fase aguda de la crisis económica capitalista, 2) Un gran crecimiento de las luchas obreras y populares en todo el mundo, y en especial como hecho nuevo de la clase obrera europea, 3) Una crisis de dominación política militar del imperialismo yanqui.
El imperialismo yanqui y europeo, vienen intentando hacer pagar la crisis a los pueblos del mundo con mayores ajustes. Pero esto desencadenó una mayor reacción popular y en especial de la juventud masivamente desempleada y sin futuro. Este factor ha sido una de las claves de la revolución árabe que se inició a partir de la inmolación de un joven tunecino.
El derrota militar de EE.UU en Irak, en los últimos años, ha sido el otro elemento clave en las causas del surgimiento de la revolución árabe. La invasión a Irak en el 2003 provocó, una gran movilización de los pueblos árabes. Y la derrota militar yanqui fue sentida como un triunfo en toda la región y en especial en Egipto adonde el dictador Mubarak era uno de los principales aliados de Estados Unidos.
Lo que viene
Este proceso revolucionario se va ampliando día a día. La perspectiva más probable es hacia nuevas confrontaciones de clases, choques de revolución y contrarrevolución, aunque en los marcos de un imperialismo muy debilitado.
Disentimos con los que pronostican una guerra o confrontaciones entre Estados Unidos por una parte y países como China, India y Rusia, por la otra. Si bien hay roces y contradicciones, por la crisis económica y por cómo enfrentar las revoluciones en curso, lo que predomina hoy es un frente común entre los distintos gobiernos capitalistas contra el alzamiento revolucionario de masas que recorre el mundo y para ver como descargan la crisis sobre los pueblos. En particular la clase obrera de China es explotada por transnacionales norteamericanas y europeas, y las fabulosas reservas del Estado chino (producto también de la supereplotación de sus trabajadores) están invertidas en Estados Unidos.
La gran debilidad de este enorme alzamiento mundial popular y de trabajadores es que carece de una dirección revolucionaria que lo oriente a conquistar gobiernos obreros y populares para terminar con el dominio del imperialismo y sus transnacionales. Esto facilita el engaño de direcciones (las islámicas, por ejemplo) que buscan desviar las revoluciones al pantano de la colaboración con diferentes sectores capitalistas. Pero en este movimiento están surgiendo centenares de miles de activistas luchadores sociales, gran parte de ellos independientes de las viejas burocracias políticas y sindicales, que fogonean las luchas y contribuyen al surgimiento de nuevos dirigentes.
La Unidad Internacional de Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI), de la que forma parte Izquierda Socialista, está empeñada en esta lucha por contribuir al surgimiento de estas nuevas direcciones revolucionarias.
El Socialista 14/12/11