¡Felices Pascuas! “La casa está en orden…”
Como Raul Alfonsin y el Peronismo entregaron la “democracia”
por Simon Morales
El 24 de diciembre de 1986, se había sancionado en el Congreso la Ley de Punto Final, que ponía un plazo de dos meses para presentar denuncias contra los militares que habían actuado en la represión ilegal, durante la última dictadura, y que no habían sido condenados en el juicio a las Juntas Militares de 1985. Para los militares del Genocidio esto no era, de lejos, suficiente.
No querían una fecha donde se cortaban los crímenes, sino que no se juzgara a la enorme mayoría de los responsables del genocidio de la dictadura militar.
El 15 de abril de 1987, Aldo Rico encabezó el grupo auto denominado “carapintadas”, que tomó el regimiento de Campo de Mayo con dos objetivos claros: la renuncia de los Generales a quienes veían débiles frente al gobierno y sus propuestas y una “solución política” a los juicios que se avecinabas por la Leyde Punto Final, es decir, que los mismos no se llevaran a cabo o estuvieran limitados a media docena de responsables elegidos por las propias FFAA.
Raúl Alfonsín se disponía a pasarla Semana Santa en Chascomús, su ciudad natal, pero debió regresar de urgencia. Los políticos más representativos de la burguesía de aquel momento acudieron allí y al Congreso para apoyar al Presidente. La foto de Alfonsin y Cafiero en el balcón de La Rosada era todo un símbolo. El Peronismo en pleno en aquel momento – que ya habia firmado un acuerdo secreto con los militares antes que estos salieran del poder – apoyo a Alfonsin en su tarea de entregar todo a cambio de nada.
El domingo 19, una multitud de decenas de miles colmó la Plaza de Mayo, repudiando el intento de los “carapintadas” y se escuchaban gritos que pedían un castigo ejemplar para ellos. Habia manifestaciones en todo el pais, los militares estaban aislados y sin posibilidades de exito.
Apenas pasado el mediodía, Alfonsín salió al balcón, flanqueado por políticos de los partidos más importante, para comunicar que iba a ir a Campo de Mayo a hablar con los rebeldes.
Las negociaciones no tardaron mucho. Alfonsin regreso a la Plaza de Mayo y anuncio:
“Para evitar derramamientos de sangre di instrucciones a los mandos del Ejército para que no se procediera a la represión. Y hoy podemos dar todos gracias a Dios. La casa está en orden y no hay sangre en la Argentina. Le pido al pueblo que ha ingresado a la Plaza de Mayo que vuelva a sus casas a besar a sus hijos y a celebrar las Pascuas en paz en la Argentina”.
No dio a conocer los detalles de la negociación, pero la satisfacción de Aldo Rico y sus cómplices golpistas indicaba que algo turbio se cocinaba. Los “carapintadas” depusieron su actitud.
Era el 19 de abril. Luego, se sucedieron los hechos muy rápidamente y estos indicaron con absoluta claridad como Alfonsin había entregado los preceptos básicos de la “democracia” que decía defender.
“|Bajo su iniciativa, el Congreso aprobó, la Ley de Obediencia Debida, que exculpaba a los oficiales de rango medio y bajo. El artículo primero decía que no debían ser punibles por graves violaciones a los derechos humanos, sobre la base de la presunción “sin admitir prueba en contrario, quienes a la fecha de la comisión del hecho revistaban como oficiales jefes, oficiales subalternos, suboficiales y personal de tropa de las Fuerzas Armadas, seguridad, policial o penitenciaria”.
Y añadía: “En tales casos se considerará de pleno derecho que las personas mencionadas obraron en estado de coerción bajo subordinación a la autoridad superior y en cumplimiento de órdenes, sin facultad o posibilidad de inspección, oposición o resistencia a ellas en cuanto a su oportunidad y legitimidad”.
El artículo segundo establecía que la ley no sería aplicable “respecto de los delitos de violación, sustracción y ocultación de menores o sustitución de su estado civil y apropiación extensiva de inmuebles”. (Pagina12, 8/4/2012)
La Procuración a cargo de Juan Octavio Gauna aceptó que la ley era aplicable a un grupo de oficiales que actuó bajo las órdenes del general Ramón Camps en la provincia de Buenos Aires y la Corte Suprema falló en el mismo sentido.
En 1987, los tres poderes del Estado estuvieron a favor del principio de obediencia debida para cortar la continuidad de la mayoría de los juicios por crímenes de lesa humanidad. La traición estaba consumada.
El articulo de Pagina12 que citamos arriba sintetiza: “Alfonsín diría años después que con su iniciativa estaba convencido de que dotaría a una democracia fresca de la estabilidad que necesitaba. Sus críticos en los organismos de derechos humanos sostuvieron en 1987 que la Ley de Obediencia Debida no sólo era injusta e inconstitucional, sino también innecesaria e inconveniente para la propia estabilidad democrática.”
Pasaron anos y gobiernos (el final de Alfonsin, Menem – que extendió perdones presidenciales también-, De La Rua) y ambas leyes, la del Punto Final y la de Obediencia Debida fueron declaradas inconstitucionales bajo el primer gobierno de Nestor Kirchner, en una aparente muestra de que la justicia ahora se extendería a todos los responsables del genocidio (calculados en decenas de miles).
La verdad es que, desde entonces, se ha establecido de hecho una Obediencia Debida II, en la que la lista inicial de responsables que fueron juzgados o están actualmente procesados no alcanza a 600, uno por cada campo de concentración ilegal que existió durante la dictadura.
Extendiendo esa franquicia para el “olvido”, los responsables, participantes y ejecutores del terrorismo de estado que precedió al de la dictadura militar, el de la Triple A pendonista, se hallan a cubierto de la justicia por la inmovilidad de las causas. La misma impunidad todavía sobrellevan los miles de cómplices civiles, sindicales y eclesiasticos de la dictadura.
Aldo Rico incursiona en la política y hasta llega a acuerdos con el Kirchnerismo (y otros gobiernos que le precedieron) y su hija, y fiel representante política milita en las filas de “La Campora”.
Esta probado que no hay nada mas eficiente que los gobiernos “democráticos” burgueses para bastardear la democracia burguesa.
Izquierda Info