Créditos hipotecarios
¿Una solución para el drama de la vivienda?
El gobierno de Cristina lanzó el PRO.CRE.AR. (Programa Crédito Argentino). El anuncio, naturalmente, despertó muchísimas expectativas. Pero está muy lejos de ofrecer una solución de fondo al drama habitacional.
Escribe: José Castillo
Se trataría del otorgamiento de 100.000 créditos para la vivienda, por montos de entre 200.000 y 350.000 pesos cada uno, a una tasa anual que arrancaría de entre 2 y 4% para los sectores de menores ingresos, pagaderos a 30 años. Podrían acceder grupos familiares incluso con ingresos muy bajos, menores a 5.000 pesos. El préstamo no incluye el terreno, sino la construcción, pero aquellos que no lo posean podrán acceder, por sorteo, a tierras fiscales que pondría a disposición el Estado nacional.
Se calcula que ya hubo más de 300.000 personas que llamaron para “anotarse”. Es natural: la vivienda es uno de los mayores dramas de la Argentina. El déficit habitacional es de 3.500.000 viviendas, habiendo crecido en medio millón desde 2001, afectando al 20,5% de las familias.
No es la primera vez que el gobierno hace “grandes anuncios” con el tema vivienda, y después no pasa nada. Además de los Planes Federales de vivienda de 2005 y 2007 que se ejecutaron apenas en un 30% y donde han quedado miles de unidades a medio hacer, el kirchnerismo anunció el rimbombante “plan inquilinos” en 2006, diciendo que todo el mundo iba a poder acceder a una propiedad pagando una cuota igual a lo que estaba pagando de alquiler. O el “fondo de infraestructura y vivienda”, lanzado en medio del conflicto de la 125 en 2008, donde se buscaba tapar que el aumento de las retenciones iría destinada a los pagos de deuda externa, mientras se sostenía que sería para “construir viviendas populares”. O, más cerca en el tiempo, cuando ante la toma del Parque Indoamericano el gobierno nacional afirmó que pondría “un peso por cada peso que pusiera la Ciudad”. Macri no puso un centavo y el kirchnerismo, obviamente, tampoco.
Muchos trabajadores tienen esperanzas que esta vez “vaya en serio”. Aún si fuera así, 100.000 viviendas son menos del 3% de lo necesario. Es que el dinero que se piensa destinar es una gota en el mar: 20.000 millones de pesos. Mucho menos de lo que se destinará en los cuatro años de ejecución del programa a los pagos de deuda externa. Además, será financiado con plata de los jubilados. Un verdadero plan de viviendas, masivo y que realmente se proponga terminar con el déficit habitacional, debería estar financiado en base al no pago de la deuda, más impuestos especiales a las grandes fortunas y propiedades.
En realidad, no se trata de un verdadero “plan de viviendas”. Sería así si el Estado construyera y entregara casas a los más necesitados y después definiera un esquema de devolución del dinero (donde por ejemplo, la cuota a pagar nunca tendría que superar el 20% del salario mínimo). El PRO.CRE.AR. es, en cambio, una oferta de créditos. Para acceder hay que estar en blanco o ser al menos monotributista. El propio Indec acaba de reconocer que el 32,8% de los trabajadores está en negro. Esto sin contar a los desocupados. Todos ellos, dentro de los cuáles seguramente estarán muchos de los más necesitados de una vivienda, quedan afuera del “plan”. Parece una burla: el 64% de los trabajadores de la construcción está en negro, y por lo tanto no podrán acceder de ninguna forma al crédito.
Pero aún para aquellos que “cumplan con los requisitos” no será fácil. Se calcula una cuota que ascenderá hasta el 40% del total del ingreso: esto significa endeudarse, y quedar sometido a pasar hambre por décadas para pagar el crédito. Y aquellos que no cuenten hoy con “su” terrenito, tendrán que pasar primero por la humillación de un sorteo de Lotería Nacional (¡para acceder a un derecho básico!). Y si tienen suerte, recibirán un lote donde no está garantizada ni que su ubicación sea en una zona aledaña a las fuentes de trabajo, ni que cuente con la infraestructura de servicios mínima. Para dar un solo dato: el ONABE, organismo que administra las tierras a distribuir, no tiene un solo lote en la Ciudad de Buenos Aires, donde contradictoriamente hay un déficit habitacional de 140.000 viviendas, mientras existen 340.000 unidades deshabitadas.
Un verdadero plan de viviendas, en cambio, debería comenzar por poner a disposición todos los terrenos y viviendas ociosas hoy sometidas a la especulación inmobiliaria. E incluir en él la urbanización de villas y asentamientos, y la refacción y/o terminación de viviendas precarias, entregando títulos de propiedad a sus habitantes.
A su vez, un verdadero plan de obras públicas debe ser ejecutado directamente por el Estado, controlado por las organizaciones de trabajadores y habitantes de los barrios. En el PRO.CRE.AR., en cambio, se abre el gran “negocio” para los contratistas, mencionados por la propia Cristina en su discurso de presentación. Minetti, Aluar, Roggio, Techint (Siderar), Acindar, Loma Negra, ya salieron a saludar la medida y anotarse para los negocios que se vienen. Como vemos, este programa está muy lejos de transformarse en el verdadero plan de viviendas que necesita la clase trabajadora y el pueblo argentino.
El Socialista 19/06/12