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Renuncia de Kofi Annan eleva el debate a otra dimensión

Crisis en Siria 

Renuncia de Kofi Annan eleva el debate a otra dimensión

Juan Francisco Coloane (especial para ARGENPRESS.info)

La renuncia de Kofi Annan podría abrir el camino a la intervención militar en Siria y esto también eleva el debate a otra dimensión.

La lección que se desprende de los acontecimientos de la crisis en Siria, apunta a la continua expansión del poder de la Alianza Transatlántica y a la contención que debe ejercer el multilateralismo hacia esta expansión con la ONU a la cabeza.

En esta tarea, la ONU ha estado fallando desde la invasión a Irak (2003) porque el cerebro estratégico de esta Alianza -que tiene un peso avasallante en la ONU-, pareciera estar dominado por la noción neoconservadora de la supremacía de Estados Unidos. La idea central es que ningún poder se le ponga al frente de esta supremacía como lo pudo hacer la Ex Unión Soviética.

Esta noción maximalista de control global absoluto por parte de una sola potencia con sus aliados, surge de la otra afirmación de que el capitalismo es el único sistema posible para la humanidad de este planeta. La postura desafía cualquier posibilidad de generar autonomías en los países menos poderosos para discernir su futuro desarrollo sin esa determinante tan aplastante de que no existe otra alternativa más allá del capitalismo. Es así que el futuro del multilateralismo como el lugar del gran debate clave para el desarrollo pleno de la humanidad que materialice las aspiraciones de la Carta de Naciones Unidas, permanece entrampado en el paradigma neoconservador.

El derrocamiento del Gobierno Sirio por la vía militar, con el apoyo de varios miembros del Consejo de Seguridad de la ONU y sin un consenso multilateral, podría inscribirse como un nuevo paradigma en política internacional sustentado por el neoconservadurismo.

“Si desaparecen los 38 pisos de la ONU no haría mucho la diferencia” decía el antiguo representante de la administración Bush, John Bolton (NYT.2005; BBC.2007). Esta simple frase, tiene el peso de una realidad forjada desde el fin de la bipolaridad EEUU-URSS para redefinir el nuevo rol de las Naciones Unidas.

La globalización y la extensión del mercado internacional, al generar una interdependencia más compleja entre las naciones y difícilmente imaginable durante la confrontación bipolar, frente a los ojos de Bolton y los ideólogos neoconservadores con redes muy expansivas, la ONU en su actual versión de representante del multilateralismo como doctrina, puede verse como un anatema. La prolongada crisis en Siria así lo demuestra y con Irán no ha sido diferente.

El desarrollo de este estado de situación, no se debe exclusivamente a la no materialización de la reforma al Consejo de Seguridad de la ONU para que la toma de decisiones sea más descentralizada o más inclusiva agregando a otros países al circuito de las decisiones clave. No es un problema de gestión simplemente.

Es un problema político anidado en la perseverancia del puñado de potencias tradicionales – tanto en las vencedoras como perdedoras de la guerra fría- por mantener sus cuotas de poder y supremacía inalteradas y lo que es más grave aún en los mismos niveles de la guerra fría.

La nueva realidad de un mundo sin URSS y con una China abierta al capitalismo desenfrenado, no ha permitido en un ápice una transformación fundamental en el sistema de relaciones y su matriz de supremacía.

Este es el problema mayor, frente al cual la comunidad de naciones que forma la ONU en su sentido más amplio, no alcanza a producir un debate que remeza al sistema para provocar un cambio y que permita una redefinición más específica de la Carta de Naciones Unidas

Esta redefinición de la Carta de Naciones Unidas requiere de una reforma institucional dentro de los estados y por cierto en el sistema de relaciones internacionales. En ambos casos esto no ha ocurrido y la crisis económica ha demostrado que esta reforma institucional está pendiente en ambas zonas. En el sistema internacional de relaciones se ha complicado aún más con la adición de nuevas instituciones aumentando la dispersión institucional que ya existía con multiplicidad de agencias que representan el multilateralismo.

A falta de una coherencia central de redefinir el nuevo orden mundial se optó por soluciones complementarias que sirvieron más bien de vías de escape para evitar el problema de no poder contar con un plan de ruta respecto a los objetivos de la cooperación internacional en un marco de diferentes niveles desarrollo.

En este sentido ha prevalecido la matriz conceptual de supremacía de una zona de desarrollo por sobre la otra. En este caso el norte industrializado respecto al sur menos desarrollado. O, la zona de las democracias republicanas más desarrolladas que intentan desplazar sus intereses en las naciones que hasta la fecha no se desprenden de la condición de ser dependientes. Mientras no exista efectivamente un nuevo pacto entre las naciones y que tome en consideración esta nueva situación de control y supremacía unipolar por parte de la Alianza Transatlántica, continuarán las amenazas a la paz que se han observado a partir de las invasiones en Afganistán e Irak y que algunos auguran podría suceder con Siria e Irán.

Argenpress 03/8/012