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Hace 90 años, en su testamento Lenin propuso sacar a Stalin

Hace 90 años, en su testamento Lenin propuso sacar a Stalin

 

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Entre el 23 de diciembre de 1922 y el 4 de enero de 1923, Lenin dictó su «Carta al XII Congreso», conocida luego como su testamento. En la posdata final proponía que se sacara a Stalin del cargo de secretario general del Partido Comunista*. El nuevo aparato burocrático desconoció su última voluntad.

Lenin encabezó junto con León Trotsky el primer gobierno revolucionario obrero y campesino de la historia. Apoyados en la movilización revolucionaria de las masas del antiguo imperio de los zares, organizadas en los Soviets, los bolcheviques arrebataron el poder de manos de la burguesía «democrática» y de los partidos obreros reformistas. Así, comenzaron a cumplir el mandato del pueblo ruso y los pueblos oprimidos por el zarismo. En primer lugar, la paz, acabar con la carnicería que significó la primera guerra mundial. Para satisfacer las ansias de pan y tierra, avanzaron en la ruptura con el imperialismo y la expropiación de burgueses y terratenientes, y en las primeras medidas de la revolución socialista.

El peligro de la burocratización

Pocos meses después, el nuevo gobierno tuvo que tensar todas las fuerzas de la recién fundada URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) para enfrentar en una sangrienta guerra civil a los ejércitos de la contrarrevolución burguesa e imperialista. Stalin cumplía un rol totalmente secundario en ese período. Trotsky fue el gran creador y dirigente del Ejército Rojo, que culminó en 1920 con el triunfo soviético. La inmensa tarea de organización del gobierno y el partido estaba en manos de Jacobo Sverdlov, bolchevique de larga trayectoria y enorme capacidad. Era uno de los dirigentes más queridos y respetados, que gozaba de la confianza de todos. Murió en 1919, durante la epidemia de gripe. Fue reemplazado en sus tareas por un «triunvirato», en el cual no participó Stalin**.

En ese período no se dieron otros triunfos de revoluciones obreras y socialistas en Europa, en particular en Alemania. Esta era la principal expectativa de la conducción bolchevique.

En 1920, la URSS estaba desangrada por los colosales esfuerzos y sufrimientos provocados por la guerra civil, en el marco del aislamiento que le imponía la situación mundial. Este fue el caldo de cultivo de un proceso de burocratización creciente, que encontró casi naturalmente a Stalin como su dirigente más apropiado. Desde las bambalinas y manipulando el poder que le otorgaba su cargo administrativo de secretario general, fue adquiriendo cada vez más influencia entre arribistas, burócratas y conservadores.

La lucha contra Stalin y los burócratas

Lenin, por su parte, cayó gravemente enfermo desde el inicio de 1922. Tuvo una actividad en algunos períodos muy intensa y en otros casi nula. Estaba cuidado por su compañera Krupskaia y apoyado por varias secretarias. Durante ese año, y hasta marzo de 1923, su colaborador más estrecho fue Trotsky. Sus trabajos estuvieron dedicados a combatir los primeros esbozos de la nueva política contrarrevolucionaria y a caracterizar la creciente burocratización que afectaba cada vez más el funcionamiento del partido y el gobierno, proponiendo audaces medidas para combatirla***.

En lo político, apoyado por Trotsky, en diciembre de 1922 rápidamente derrotó a nivel de la máxima dirección el intento que hizo Stalin de cuestionar el monopolio estatal del comercio exterior, pieza imprescindible para la planificación económica, que estaba desarrollando lo que se llamó la Nueva Política Económica.

El desacuerdo más prolongado y que llegó casi al escándalo, con trompadas y forcejeos entre los dirigentes, se produjo alrededor de la política hacia las nacionalidades, iniciado en septiembre de 1922. Lenin, junto con Trotsky y dentro de la tradición del marxismo y el bolchevismo, era un fanático defensor de los derechos democráticos y la libertad de las distintas nacionalidades que formaron por voluntad propia la URSS. Este era un componente fundamental del régimen de democracia obrera de los primeros años.

Por el contrario, Stalin comenzó tempranamente a ejercer allí con claridad su concepción antagónica, lo que sería en realidad el «centralismo burocrático», pretendiendo mantener la opresión gran rusa. El enfrentamiento se produjo alrededor de la política hacia Georgia, de donde era oriundo Stalin, quien sumaba el cargo de Comisario de las Nacionalidades. Lenin preparaba lo que sus secretarias llamaron «una bomba contra Stalin» cuando en marzo de 1923 quedó definitivamente postrado por el último ataque cerebral.

Contra el nuevo aparato del Estado

A fines de 1921, la salud de Lenin se quebrantó bruscamente. En mayo de 1922 tuvo el primer ataque cerebral. En julio comenzó a mejorar y en octubre volvió, por unos pocos meses, a tener actividad en el Kremlin. Como él mismo lo escribió, el estar alejado del centro del poder durante tanto tiempo, y su posterior retorno, le permitió apreciar que se estaba produciendo un tremendo cambio: se estaba creando un aparato político administrativo totalmente ajeno a las concepciones y prácticas del bolchevismo y del centralismo democrático.

Lenin redactó su testamento llamando a desplazar a Stalin y produjo sus últimos textos con propuestas para combatir este engendro, el estalinismo naciente. Primero fue «Cómo tenemos que reorganizar la Inspección Obrera y Campesina», en enero de 1923, que era una propuesta al XII Congreso, al cual no asistió. Y luego «Más vale poco que bueno», publicado en Pravda en marzo de 1923, poco antes del ataque definitivo. Al mismo tiempo daba la batalla política sobre el tema de las nacionalidades y previamente había abortado el intento de liquidar el monopolio del comercio exterior.

El estalinismo significó la derrota del leninismo

Los partidos comunistas, encabezados por el de la URSS, burocratizados desde la década del veinte, instalaron la falsedad política e histórica de que ellos eran la «continuidad del marxismo leninismo». Así dieron autoridad a la política contrarrevolucionaria con la que a partir de entonces traicionaron a la clase obrera y los pueblos del mundo. Desde los partidos socialdemócratas y las más diversas derechas dijeron lo mismo, de otra manera: el estalinismo es monstruoso, pero nació en Lenin y su concepción del partido con centralismo democrático; Stalin fue su continuidad.

No fue así. Eran dos sistemas políticos antagónicos. El triunfo de Stalin significó el quiebre de aquella alternativa revolucionaria, internacionalista y de democracia obrera, que comenzó a dar los primeros pasos hacia el triunfo de la revolución socialista en el mundo.

La lucha por la continuidad del leninismo, del marxismo revolucionario –y de la verdad histórica, pisoteada por los partidos comunistas- quedó en manos de Trotsky, la oposición de izquierda y desde 1938 de la Cuarta Internacional. En 1924, para darle una envoltura pseudo revolucionaria a los privilegios del aparato burocrático, Stalin puso en marcha la «lucha contra el trotskismo» y la construcción del «socialismo en un solo país».

*Véase León Trotsky Sobre el testamento de Lenin, escrito en 1932. Ediciones El Socialista, 2010.

**Véase El Socialista Nº127, 4/3/2009.

***Moshé Lewin: El último combate de Lenin, Lumen, Barcelona, 1970.


Aquella posdata

«Stalin es demasiado rudo, y este defecto, plenamente tolerable en nuestro medio y en las relaciones entre nosotros, los comunistas, se hace intolerable en el cargo de secretario general. Por eso propongo a los camaradas que vean el modo de retirar a Stalin de este puesto y de nombrar para este cargo a otro hombre que difiera del camarada Stalin en solo una cualidad, es decir, que sea más tolerante, más leal, más correcto y más atento con los camaradas, menos caprichoso, etc. […]

«Lenin, 4 de ene ro de 1923″*

La «justificación»

Krupskaia entregó la posdata luego de la muerte de Lenin, ocurrida el 24 de enero de 1924. El XIII Congreso, ya totalmente dominado por la nueva burocracia, dijo que Stalin era rudo, pero que podía seguir en el cargo. El testamento fue ocultado a la base del partido y el pueblo soviético. Lo difundían los oposicionistas en la clandestinidad. En 1926 fue publicado en Occidente.

En 1956 (Stalin había muerto en 1953), luego del informe crítico de Kruschev, se publicó en la URSS y fue incluido en las ediciones posteriores de las obras completas de Lenin. En el prefacio del tomo respectivo de la última edición, pocos años antes de la disolución de la URSS, está la breve «justificación» para explicar por qué no se cumplió la última voluntad de Lenin. «Tras discutir la Carta al Congreso de Lenin, las delegaciones se expresaron en pro de que se dejara a Stalin en el puesto de secretario general del CC, tomando en consideración el importante papel que había desempeñado en el desbaratamiento de los ataques trotskistas al leninismo, su prestigio en el Partido y confiando en que Stalin tomaría en consideración las observaciones críticas de Lenin.»** La fatídica maquinaria de la contrarrevolución estalinista estaba en marcha.

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