Las protestas disparan el uso de armamento “menos letal”
por Kaos. Antirrepresión
La represión en turquía y brasil muestra el avance las técnicas represivas. El uso de las denominadas “armas no letales” contra movilizaciones ciudadanas aumenta mientras se anuncia la incorporación de nuevos instrumentos de aplicación militar.
En las últimas semanas, espectadores de todo el mundo han visto en sus televisores a reporteros protegidos por una máscara antigás. Las imágenes no procedían de un escenario bélico, sino del corazón de una ciudad que en unas semanas podría convertirse en la sede de los Juegos Olímpicos de 2020. El masivo uso de gases lacrimógenos para desalojar a los manifestantes de la plaza Taksim de Estambul se traduce en cifras: la policía turca ha utilizado durante el mes de junio más de 130.000 botes de gas, lo que supone casi todo el material comprado para 2013, y prepara la adquisición de otros 100.000 botes ante la extensión de las protestas.
“Los gobernantes europeos saben que en algún momento puede montarse una gorda. Son las consecuencias de las políticas de pauperización y se están preparando”. Para José Luis Gordillo, profesor de Filosofía del Derecho en la Universidad de Barcelona e investigador del Centro de Estudios por la Paz, el incremento del malestar en las calles no sólo ha generalizado el uso de las denominadas “armas no letales” contra manifestantes en todo el mundo. También puede convertirse en el momento para introducir nueva tecnología de aplicación militar.
La nueva generación de instrumentos represivos proviene de programas impulsados por EE UU, Israel o Rusia que ya se han utilizado en escenarios como Iraq o Afganistán, y que se adaptan al objetivo, señalado por Gordillo, de “poder disolver a las multitudes con eficacia pero sin provocar grandes escándalos políticos”, aunque traspasen peligrosamente normas internacionales como el Código de Conducta de la ONU para los funcionarios policiales.
Disimular el daño
Los cañones de sonido han sido los primeros en salir a la calle. En 2009, los manifestantes que protestaron en la ciudad estadounidense de Pittsburgh contra la cumbre del G20 fueron los primeros en padecer estas frecuencias sonoras que afectan al sentido del equilibrio y pueden provocar la ruptura del tímpano si se utilizan en distancias cortas.“En definitiva son armas, lo de, no letales, es un adjetivo que les colocan los fabricantes para hacerlas más aceptables para la opinión pública. La diferencia no depende de la tecnología sino del uso que se haga de esas armas. Es una distinción casi escolástica, porque son instrumentos para provocar daño”, subrayan desde el Centro de Estudios por la Paz para alertar ante los efectos de la sofisticación de la tecnología con fines represivos. Desde armas psicotrónicas que provocan trastornos mentales transitorios a los cañones de microondas, que aumentan la temperatura de la sangre para producir sensación de quemazón. Instrumentos que parecen de ciencia ficción, pero que ya están al alcance de los cuerpos y fuerzas de seguridad.
Ante la posible incorporación de estas innovaciones al inventario policial, el profesor Gordillo recuerda que “hay textos legales que pueden ser baluartes frente a este tipo de armas, las cuales, por muy no letales que se presenten, siguen siendo lo que su propio nombre indica”.
Desde la Convención contra la Tortura y los Tratos Inhumanos y Degradantes hasta los convenios internacionales contra las armas químicas, pasando por las Convenciones de Ginebra y los Protocolos añadidos de 1977, “existen argumentos legales para prohibir o, al menos, limitar el uso”.
Mientras el futuro llega
Turquía: humo
El Consejo de Europa ha advertido a las autoridades de Turquía, eterno aspirante a ingresar en la UE, sobre la “desproporción” en el uso de gases lacrimógenos, recordando varias sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos contra su uso en espacios cerrados. Al menos tres manifestantes fallecieron durante las primeras jornadas de las protestas en Estambul, uno de ellos por el impacto en la cabeza de un bote de humo.
Gas en Brasil
La imagen de un policía brasileño rociando con gas pimienta en el rostro a una manifestante acaparó en junio una portada del diario The New York Times. Pocos días después, una mujer de 54 años fallecía en la localidad de Belém, al noreste del país, tras inhalar gases lacrimógenos. La víctima, que tomaba medicamentos contra la hipertensión, era una operaria de limpieza que trabajaba cuando fue sorprendida por la actuación de la policía.
Granadas de sonido en Grecia
Desde el inicio de las protestas contra las medidas de austeridad impuestas por la Comisión Europea, el FMI y el Banco Central Europeo, la policía griega ha empleado un amplio repertorio de recursos para reprimir manifestaciones, desde armas ‘clásicas’ a elementos innovadores. En ocasiones, todas contra una misma persona. En 2011, Yiannis Kafkas, de 32 años, fue herido de gravedad por la policía en Atenas. Primero sufrió los efectos de las granadas paralizantes, para después ser brutalmente golpeado por los agentes antidisturbios con un extintor de incendios. Tras ser operado de urgencia, pasó varios días en estado de coma. “Cuando desperté en el hospital no tenía ningún control de mi cuerpo”, recuerda el agredido.
Agua catalana
El debate sobre el uso de las balas de goma por los Mossos d’Esquadra llegó en mayo al Parlament. El conseller de Interior, Ramón Espalader, confirmó que la policía catalana seguirá utilizando los proyectiles, y anunció la compra de camiones con cañones de agua para emplearlos en manifestaciones. En Cataluña hay empresas que están empezando a comercializar cañones de sonido.
Fuente: Diagonal 04/07/13