Lecciones del Bicentenario
El festejo del Bicentenario fue multitudinario. ¿Qué lecciones nos deja?
Escribe:
Juan Carlos Giordano
Millones rememoraron activa y fervorosamente aquel 25 de Mayo de 1810. “Quería festejar”, “no me lo quería perder”, fueron los comentarios de quienes desfilaron por la 9 de Julio. Es que no era una fecha más: era el Bicentenario del primer gobierno patrio que nos independizó del imperio español.
Mas allá que miles hayan ido a disfrutar de los festivales y el “clima de época”, lo cierto es que se expresó un sano sentimiento patriótico por homenajear a San Martín, Belgrano, Mariano Moreno y demás héroes de mayo. Por reivindicar aquellos años en que se logró la independencia a costa de sangre y enormes sacrificios. Mostrándose también un gran repudio a los ingleses usurpadores de Malvinas (ver “el que no salta…”). “La Revolución de Mayo aparece como un referente firme y seguro, y también, de algún modo, como la imagen de un país soñado que contrasta con la realidad…”, señaló el historiador Ricardo De Titto (Clarín, 30-05).
El hecho fue tan contundente que descolocó a los políticos patronales. La marea humana opacó las mezquinas peleas electoralistas entre gobierno y oposición. Sobre si ir o no a la reapertura del Colón o a cuál de los dos Tedeum. Debates muy alejados de las necesidades populares. Todos se tuvieron que reubicar. El gobierno, cuidándose de no provocar un exabrupto que generara repudio popular. “Mejor que esta mujer habló poco”, se escuchó decir a un participante en referencia a Cristina. Y la oposición, desdibujada, llamando al “diálogo y a la paz”.
El que quiera sacar provecho, pierde
“Fue una fiesta de todos pero la hicimos nosotros”, se relamía un funcionario kirchnerista. Sin perder un segundo, el gobierno ordenó encuestas para ver si el evento hizo levantar algunos puntos al ya lanzado candidato a presidente Néstor Kirchner. “El gobierno necesita redoblar la iniciativa para contrarrestar la agenda negativa”, señaló un hombre de la Presidencia.
El matrimonio presidencial vino preparando meticulosamente los festejos desde hace varios meses. Ya gastó 70 millones de pesos y tiene presupuestados 160 para los más de 100 actos pautados hasta fin de año. Colgó la foto del Che en la Casa Rosada, puso stands para las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, rememoró hechos muy sensibles que gozan de un alto reconocimiento popular, como Malvinas o el desfile con los Granaderos. Se juegan a capitalizar semejante demostración popular. ¡Pero ojo! Quienes festejaron no lo hicieron a favor del gobierno.
Muchos se montaron sobre gestas populares y fracasaron. La dictadura quiso aprovechar el Mundial 78 y al año siguiente tuvo la primera huelga general. Galtieri quiso usar la movilización por Malvinas, pero los genocidas cayeron al poco tiempo por el repudio popular. Alfonsín quiso sacar tajada del triunfo argentino en el Mundial 86 y al año siguiente perdía las legislativas, preanunciando su caída dos años después. “Que no vengan a hacer política, esto lo hizo el pueblo”, decían muchos, en contra de los políticos patronales que hacen uso electoralista de estos grandes hechos populares. León Gieco en un festival en el interior, fue en el mismo sentido: “nadie puede adjudicarse los actos del Bicentenario, pertenecen a todos los argentinos”.
No al doble discurso K
“Estamos mucho mejor que hace cien años”, dijo Cristina. Léase, “mucho mejor con su gobierno”. De esa forma quiere sacar provecho polarizando con la derecha, diciendo “1910 fue de la oligarquía y en 2010 hay un gobierno “nacional y popular”. O “al Colón fue la derecha y en la 9 de Julio estuvo el pueblo”. Pero las mentiras tienen patas cortas. El gran telón montado para el Bicentenario ya se corrió y ha dado paso a los graves problemas sociales que el gobierno intenta tapar: la inflación, los bajos salarios y jubilaciones, el crecimiento de la pobreza y la desigualdad social.
La presidente habla de “redistribuir la riqueza”, cuando en estos días apeló un fallo que ordena actualizar las jubilaciones. Dice que su gobierno nunca reprimió, olvidándose del desalojo violento de los trabajadores de Kraft-Terrabusi, o ahora, en Salta, cuando el gobernador kirchnerista Urtubey reprimió a desocupados en General Mosconi por reclamar trabajo genuino a las petroleras y libertad para su dirigente preso, “Pepino” Fernández. Cristina habla contra el FMI pero paga deuda externa con reservas. Con el DNU que abrió el canje no sólo reconoció 30.000 millones de dólares más, sino que ratificó lo que ya viene de la dictadura: someterse a los tribunales yanquis como el que preside el juez Griesa ante cualquier disputa sobre el mismo. Dice proteger el empleo, mientras el patotero Guillermo Moreno intenta despedir a trabajadores de Masshu (ahora vía retiros voluntarios) y reducir sus sueldos a miserables $ 1.500.
El gobierno seguirá con su furibunda campaña mediática, iniciativas y medidas parciales y electoralistas. Se habla que prepara un “aumento” de las jubilaciones (el 80% son de pobreza), de la asignación por hijo (el 30% ya se lo comió la inflación), mientras este lunes subsidió nuevamente con créditos baratos a las patronales. Con esto dice que está aplicando un “modelo productivo” y nos está llevando a la segunda independencia. La realidad es la opuesta. Argentina sigue siendo una semicolonia del imperialismo norteamericano y europeo. Situación de la que sólo saldrá tomando medidas transformadoras y de fondo. Siguiendo el ejemplo de nuestros héroes patrios. Tarea que hoy no hará ninguna de las variantes del peronismo, la UCR, la Coalición Cívica, el PRO o demás partidos patronales. Sino que ha quedado en manos de los trabajadores y el pueblo.
“El que no salta es un inglés”
El Socialista 02/06/10