Aplastante derrota K y más de un millón de votos para la izquierda
Los resultados de las PASO han dejado una conclusión clara: el gobierno justicialista K ha sufrido una debacle electoral. Ha perdido 4 millones de votos. Se ha producido un colosal voto castigo a sus políticas antipopulares y antiobreras. El kirchnerismo se termina. La segura confirmación de estos resultados en octubre dejará un gobierno debilitado y abrirá una perspectiva de mayor crisis política. Massa en provincia de Buenos Aires y diversos sectores opositores patronales canalizaron mayoritariamente este voto. Pero el otro hecho político destacado es la gran elección que hizo el FIT a nivel nacional, llegando a casi un millón de votos. Se produjo un fuerte giro a izquierda que fortalece una alternativa política de la izquierda combativa.
Aunque el domingo la presidenta quiso minimizar la derrota electoral, resulta imposible tapar el cielo con las manos. Según Cristina, el FpV “se ratificó como primer fuerza nacional” con el 26,3%. Pero olvida que en 2011 habían logrado 52,2 % para legisladores y 54% para presidente. En dos años perdieron casi la mitad de los votos. La derrota fue aplastante. Los datos son contundentes. El peronismo K perdió 4 millones de votos y 2 de ellos en la provincia de Buenos Aires. Fueron derrotados en 13 distritos de 24, incluyendo los más importantes, como Buenos Aires, Capital, Córdoba, Santa Fe y Mendoza. En lugares históricos para el peronismo como La Rioja, a manos de la UCR. También perdieron en Santa Cruz, San Juan, Catamarca, Corrientes y Chubut. En Neuquén ganó su aliado MPN, pero a manos de una lista interna anti K encabezada por el burócrata sindical Pereyra, moyanista petrolero, que hizo campaña contra el arreglo con Chevrón.
Millones rompieron con el gobierno peronista K
Se ha generalizado la definición de que hubo un voto castigo. Efectivamente. Pero se trata de un voto de ruptura de millones de trabajadores y de sectores populares hartos de las políticas antipopulares y antiobreras de un gobierno que falsamente se dice “nacional y popular”.
El gobierno y algunos de sus voceros quieren minimizar esta derrota y hacen la comparación con el 2009, cuando perdieron con Néstor Kirchner y Scioli en las famosas “listas testimoniales”. Es cierto que se recuperaron en 2011. Ahora dicen: “En octubre levantamos” y “vamos al 2015 a ratificar el proyecto”. Pero se equivocan, porque en 2011 amplios sectores de masas le dieron su voto esperando por las promesas no cumplidas. Y desde entonces la presidente liquidó esas expectativas. Ya antes de las elecciones, millones se fueron alejando del gobierno. Por eso en los dos últimos años hubo un crecimiento de las luchas sociales. Por primera vez en 10 años la CGT se vio obligada a convocar a una huelga nacional, miles salieron a la calle por el salario, por la educación, contra la inseguridad o la megaminería.
El voto de ruptura no tiene retorno, porque es un voto contra las mentiras de Cristina Kirchner, contra el impuesto al salario, el pan a 20 pesos, la inflación, el desastre del tren Sarmiento, la corrupción de los Jaime, De Vido o Báez; contra los acuerdos con las multinacionales como Chevron, Monsanto o la Barrick o la designación del genocida Milani.
Por eso la perspectiva para octubre es que esta derrota se ratifique y que pueda incluso ser más contundente. Ya que, ante millones, se ha hecho evidente que estamos transitando el fin del ciclo K. Hacia 2015 los márgenes de recuperación del gobierno son casi nulos, ya que quedará muy debilitado políticamente, con una situación económica no favorable por la crisis mundial y obligado a aplicar nuevos ajustes al salario y al pueblo para tratar de salvar las ganancias de los empresarios, lo que derivará en mayores conflictos sociales, con luchas de los trabajadores y de los sectores populares por sus reivindicaciones. Lo cual seguirá erosionando al gobierno e incentivando nuevas crisis políticas y sociales, ya que su doble discurso no convence más. El espejo en que se deben mirar el gobierno y el país es Brasil, con una rebelión masiva de la juventud y el pueblo brasilero contra un gobierno seudoizquierdista y popular como el de Dilma y el PT.
Sergio Massa y diversas variantes de sectores patronales peronistas y radicales canalizaron la mayoría del voto castigo
El resultado electoral muestra que la mayor parte del voto que rompió con el gobierno se canalizó a través de variantes políticas patronales y no a una sola fuerza opositora clara y hegemónica, como ocurría en el pasado. O sea, se ratifica que desde el Argentinazo, con el “que se vayan todos, peronistas y radicales”, sigue en pie la crisis del bipartidismo PJ-UCR. Los dos grandes partidos del régimen político patronal argentino siguen en una profunda crisis, divididos en distintas fracciones, partidos o frentes provinciales o locales.
Sólo en Provincia de Buenos Aires, por ejemplo, hubo cinco listas peronistas. En Capital estuvieron Filmus, Rodríguez Saá, una lista del “Momo” Venegas y la de Piumato, que no logró pasar el 1,5%.
En ese marco aparece como gran ganador nacional Sergio Massa, con su Frente Renovador (FR), que derrotó a Martín Insaurralde, el candidato peronista de FpV avalado por Cristina y el gobernador Scioli, otro de los grandes derrotados. Massa logró el apoyo de 20 intendentes, de dirigentes como Felipe Solá y Lavagna, del PRO, sectores de la UIA como De Mendiguren, de la burocracia sindical como Daer (de la CGT Balcarce) y Barrionuevo, entre otros. El triunfo del FR abre la expectativa o la disputa interna en el llamado “peronismo opositor”, para ver si Massa puede ser el dirigente que nuclee a las distintas fracciones peronistas hacia una recomposición justicialista anti K para las presidenciales de 2015.
Pero todo eso está por verse, porque de fondo no existe un proyecto político alternativo claro y sólo hay una pelea por lugares. Al punto que hasta el día de hoy no se sabe bien cuáles son las propuestas de Massa que sean realmente distintas a las del gobierno. En realidad, Massa sólo logró capitalizar el voto castigo y la búsqueda de millones de algo nuevo. Pero ninguna de las variantes peronistas opositoras tiene una propuesta de fondo distinta al peronismo K. Siguen siendo parte de un justicialismo aggiornado según las necesidades de empresarios y banqueros. Todas las variantes anti K: Massa, De Narváez, De la Sota, Das Neves, Peralta, los Saá o Lavagna son aliados de los empresarios y de las diversas variantes de la burocracia sindical. El único punto en común que tienen es tratar de reflotar a un peronismo en crisis para evitar que millones de trabajadores defraudados con el proyecto K vayan definitivamente hacia la izquierda. En 2015 buscarán sostener a una nueva variante justicialista en el poder para seguir estando al servicio de los de arriba.
El otro sector que logró recuperar un espacio son las diversas variantes patronales no peronistas, entre ellas los restos de la UCR (que logró triunfos en Mendoza con Cobos, Santa Cruz, La Rioja o Catamarca), algunos de sus ex más destacados, como la “resucitada” Elisa Carrió o Margarita Stolbizer, el socialdemócrata Binner (PS), con distintas alianzas como en Santa Fe, donde son gobierno con la UCR, otras con Libres del Sur, sectores de la CTA como De Gennaro (FAP) y hasta con el cineasta “peronista” “Pino” Solanas, junto a los restos escasos del Proyecto Sur en Capital. Pero en esta franja tampoco hay, hasta ahora, una unidad ni frente común. A tal punto que, en Capital, bajo la sigla Unen, tuvieron que hacer una interna entre cuatro listas, que ganó Carrió-Solanas, en donde casi nadie coincidía en nada. En esta interna, los grandes derrotados fueron Libres del Sur que, encabezados por la promocionada Victoria Donda, hicieron un sapo electoral tremendo aliados a radicales como Gil Lavedra.
El PRO de Macri es otro de los derrotados, ya que su fuerza de centroderecha no logra instalarse a nivel nacional, con un retroceso en Santa Fe y con tibias presentaciones en Córdoba y Entre Ríos, con De Angelis. En su bastión, Capital, con el 30,1% no logró un triunfo contundente, pues la suma de las listas de Unen dio el 32%, lo que puede poner en cuestión su hegemonía en octubre.
Otra conclusión que deja el resultado de las PASO es la debacle de los proyectos de centroizquierda que hace unos años encabezó “Pino” Solanas y Proyecto Sur, Juez de Córdoba, apoyado por fuerzas de la CTA como Claudio Lozano y De Gennaro y sectores de la izquierda como el PCR-CCC y el MST. Mostró que las medias tientas no van. Su curso cada vez más oportunista y a la derecha, evidenciado en el acuerdo de “Pino” con Carrió y sectores de la UCR, derivó en una aguda crisis y en su estallido. De allí la baja perfomance de las listas de Lozano-Marea Popular en la Capital, del juecismo en Córdoba y el hecho de que listas como la de Podemos (Maffei, PCR-MST) en Buenos Aires o de Alejandro Bodart-MST, de Capital, no lograron superar el proscriptivo 1,5%.
Se produjo un giro a izquierda con el voto al FIT en todo el país
Para los socialistas revolucionarios, lo más destacable de las elecciones de agosto es la extraordinaria elección que hizo el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (PO-PTS-Izquierda Socialista) en todo el país.
Se ha producido un giro a izquierda electoral. La izquierda en su conjunto llegó a 1.240.000 votos (5, 42%, datos Clarín), de los cuales el FIT logró 900.371, con el éxito de haber superado el piso del 1,5% en los 19 distritos en que se presentó. Con destacadas elecciones como las de Provincia de Buenos Aires, con 342.950 votos (casi el 4%), que de mantenerse en octubre ingresaría Néstor Pitrola como diputado nacional. En Capital con el 4,18%; en Córdoba la lista encabezada por nuestra compañera Liliana Olivero llegó al histórico 10% en la Capital; en Mendoza se logró el 7,61%; en Salta el 11,19%; en Jujuy el 8,97; en Neuquén el 6,65 o en provincias difíciles para la izquierda, como Santiago del Estero, casi el 4%, en Formosa el 5,18, en La Rioja el 3,62 o en la ciudad de Bariloche el 9,50%.
Es un hecho que centenares de trabajadores, sectores populares y jóvenes que rompieron con el peronismo K dieron su voto al FIT, sin dejarse tentar con el voto “útil” a fuerzas patronales opositoras. Vieron en el FIT la necesidad de tener un verdadero voto útil para fortalecer a quienes están siempre en las luchas y apoyando todos los reclamos obreros y populares. De ahí las buenas elecciones en mesas y barrios obreros y populares. Fue un premio a esa constancia y a la unidad de la izquierda. A la ubicación como candidatos de luchadores ferroviarios, del subte, de la docencia de todo el país, de las fabricas, de los barrios o de la juventud.
Este gran resultado electoral del FIT tiene no sólo una importancia electoral, pelea que seguiremos dando en octubre para confirmar que lleguen diputados de izquierda al Congreso. Sino que, además, muestra que se está fortaleciendo una nueva alternativa política de los trabajadores y de la izquierda para impulsar las luchas que vendrán y para preparar el cambio de fondo que necesita la clase trabajadora y el pueblo.
El Socialista 14/08/13