Aniversario
Siqueiros quiso matar a León Trotsky
En 2009 se habló bastante en Buenos Aires de David Alfaro Sequeiros (1896-1974), por la restauración de una obra suya. Ahora lo recuerda la película El mural, de Héctor Olivera. Este célebre pintor mexicano hace 70 años encabezó un fallido intento de asesinar a León Trotsky.
El gobierno nacionalista burgués del General Lázaro Cárdenas abrió las puertas de México a León Trotsky a fines de 1936. El viejo dirigente, junto con Lenin, de la revolución rusa de 1917, era perseguido por la policía secreta de la burocracia soviética (la GPU, y desde 1954 KGB). Y prácticamente todos los gobiernos capitalistas -para hacerle el favor a Stalin-, le negaban su derecho de asilo, temerosos de la sola presencia de ese revolucionario inclaudicable. Entre 1936-38, con las farsas jurídicas llamados los “juicios de Moscú”, fueron fusilados por Stalin la mayor parte de los antiguos dirigentes bolcheviques, incluso partidarios suyos, o “arrepentidos”, que quedaban. El principal acusado, en ausencia, era León Trotsky. Culminaba una represión masiva e indiscriminada ejercida en la URSS por la brutal dictadura que se había entronizado en el poder desde mediados de los años 20.
Maten al “perro rabioso”[1]
Nikita Kruschev, futuro sucesor de Stalin, fue cobrando notoriedad entre los burócratas como uno de los voceros del antitrotskismo. Un ejemplo entre muchos son estas palabras en la Plaza Roja de Moscú: “El enemigo del género humano, el perro rabioso, el asesino Trotsky, es el mejor amigo del fascismo” (Pravda, 31/1/1937). Stalin estaba cada vez más obsesionado con Trotsky. Con sus mínimas fuerzas y a pesar de su aislamiento, éste no flaqueaba en su constante labor revolucionaria. En setiembre de 1938 concretó la fundación de la Cuarta Internacional. Para entonces habían sido asesinados siete secretarios suyos, entre ellos su gran colaborador León Sedov, su hijo mayor. En marzo de 1939, Stalin puso al frente de un departamento especial de la policía a Pavel Sudoplatov[2], con la misión exclusiva de eliminarlo cuanto antes.
En México, la campaña de calumnias y amenazas contra Trotsky la desarrollaban el pequeño Partido Comunista, y fundamentalmente la CTM (Central de Trabajadores Mexicanos), encabezada por un “compañero de ruta” del estalinismo, Vicente Lombardo Toledano. Tanto La voz de México, del PC, como El Popular y Futuro, publicaciones orientadas por Toledano, lo calificaban de “contrarrevolucionario” y “agente nazi”, pidiendo su expulsión del país. Luego del pacto Hitler-Stalin lo recalificaron como “agente del imperialismo yanqui”. El 1o de mayo de 1940, en el desfile del día de los trabajadores, la CTM y el PC directamente gritaron “Muera Trotsky!”[3]
El atentado fallido
Tanto Siqueiros como Diego Rivera, los dos grandes muralistas mexicanos, fueron fundadores y activos dirigentes del Partido Comunista en la década del 20. Ambos visitaron Moscú y participaron en reuniones de la Tercera Internacional. Al pro ducirse el triunfo de Stalin, Siqueiros se alineó firmemente con éste. Rivera, por el contrario, se vinculó a opositores. En 1936 su gestión fue decisiva para lograr que Cárdenas diera su visa a Trotsky, lo alojó en su casa y se sumó a la Oposición Internacional. Luego, entre 1938-39, surgieron diferencias. Rivera se alejó definitivamente del trotskismo y volvió al PC.
Por su parte, Siqueiros combinaba sus dotes artísticas con la actividad militante. Conocía personalmente a Stalin, y había dirigido varias brigadas de combatientes en España, acompañado de mineros comunistas mexicanos. Su adhesión al estalinismo y el ambiente de persecución calumniosa contra Trotsky lo llevaron a encabezar un grupo de asalto coordinado entre el PC local y la policía secreta de Moscú para matar al exiliado.
Unos 20 asaltantes atacaron la casa de la avenida Viena, en Coyoacán, a la madrugada del 24 de mayo, con ropa de la policía y el ejército, con revólveres, pistolas y granadas. Habrían podido pasar la puerta porque un guardia que fue secuestrado y luego asesinado, les abrió. Nunca se ha develado hasta ahora si éste, Robert Sheldon Harte, fue fiel (como lo sostuvo firmemente Trotsky) o era un infiltrado. El ataque se concentró en el dormitorio de Trotsky y su esposa, que quedaron milagrosamente ilesos (ver recuadro).
En un primer momento, la policía mexicana se fue sumando a la versión descabellada que divulgó el PC y Toledano: era un “autoatentado”. Con el transcurrir de los días, semejante disparate se fue desmoronando. El 18 de junio el coronel Leandro Sánchez Salazar, jefe de los servicios secretos, convocó a una conferencia de prensa y presentó una serie de datos que demostraban la responsabilidad directa del PC. Informó sobre 30 detenidos, militante y algunos ex combatientes en España. Y varios prófugos, encabezados por David Alfaro Sequeiros, junto a su hermano, dos cuñados y varios amigos. Siqueiros fue detenido el 4 de octubre de 1940.
Disciplinadamente, el pintor negó por completo cualquier responsabilidad del estalinismo mexicano y mucho menos aun de sus jefes de Moscú. Por su parte, los dirigentes del PC, a partir de la evidencia creciente de sus vínculos con el atentado, sin ningún escrúpulo calificaron a Siqueiros de “medio loco” y “elemento descontrolado”[4]. Este salió en libertad bajo fianza en 1941, y desapareció por varios años del país.
Más allá del interés artístico que despierte su obra, hay un ineludible juicio político y moral sobre Siqueiros. Fue un asesino estalinista cabal, que hasta sus últimos días reivindicó su crimen fallido como “uno de los mayores honores” de su vida[5].
1.Véase Correspondencia Internacional No 28, “El asesinato de Trotsky” 2. Su jefe, Pavel Sudoplatov, publicó sus memorias. Operaciones especiales. Plaza y Janés, 1994. 3. Olivia Gall: Trotsky en México. Era, 1991. Según Deutscher, la consigna era “Fuera Trotsky” (El profeta desterrado, Era, 1963) 4. Declaraciones a la prensa de David Serrano, dirigente del PC, el 1911/6/1940. Citado por Trotsky en Escritos, tomo XI, vol. 2, Pluma, Bogotá, 1979, 5. Me llamaban el Coronelazo, Grijalbo, México, 1977. Citado por Gall, op.cit.
El Socialista 16/06/10